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José Antonio Bustamante, empresario y ciudadano indignado

El pasado miércoles, 9 de julio, los ciudadanos de Sanlúcar nos vimos sorprendidos por la decisión de Antonio Reyes, Delegado de Turismo, de renunciar a su acta de concejal y abandonar la política.

Aunque en política no hay absolutamente nadie imprescindible, el hueco que Antonio deja es enorme. Supo ganarse como nadie la implicación del sector hostelero, su respeto y en la mayoría de los casos, la amistad personal. Es mucho lo que Sanlúcar en general y el ramo turístico en particular le debemos a este concejal, aunque en muchos casos no sean conscientes de ello. Ya en su primera legislatura, desde la delegación de Fomento y siendo consciente del tremendo potencial de la oferta enogastronómica sanluqueña, impulsó la primera edición de la Ruta de la Manzanilla y el Tapeo que actualmente va por su sexta edición. Ser nombrado secretario de la Asociación Ruta del Vino y el Brandy del Marco de Jerez es una muestra más del reconocimiento del sector de toda la comarca hacia este gran embajador de nuestro oro líquido.

Supo entender como nadie la importancia de las herramientas que nos brindan las redes sociales, los blogs y las nuevas tecnologías como vía económica para situar a Sanlúcar en el mapa y hacerla visible desde todos los rincones. Fue consciente de la repercusión que tienen los grandes blogueros en la red, los grandes generadores de opinión, y se alió con ellos para venderles Sanlúcar como solo un apasionado de su tierra puede hacer y que ellos a su vez se enamoraran de ella y la pusiera en boca de todos.

Precisamente por conocer esa tremenda pasión por Sanlúcar a algunos nos extrañó sobremanera esta renuncia y la explicación oficial que se ha dado al respecto. La falta de recursos contra la que siempre tuvo que luchar ha sido sin duda un factor importante. Haber visto, en pleno julio, la Oficina de Información Turística -por cuya remodelación tanto luchó-cerrada a cal y canto con un cartel que rezaba ‘cerrado por falta de personal,’ pudo haber sido la famosa gota que colmó el vaso. Indudablemente este hecho atentó contra su honradez profesional y su dignidad como persona, pero los que conocemos a Antonio sabíamos que algo más debía haber.

Leyendo entre líneas su carta de renuncia y, sobre todo, analizando el texto de un familiar directo, que el propio concejal ha compartido en una red social, podemos encontrar algunas claves de los motivos reales de este abandono. “Falserío, engaño e hipocresía de algunos” son palabras que denotan un profundo dolor, y eso solo ha podido ser causado por personas cercanas. Antonio jamás se referiría en esos términos a sus rivales políticos o socios de Gobierno, de ellos no esperaba lealtad ni compañerismo, por lo que debemos deducir que se aludía a personas en las que confiaba ciegamente y que, por algún motivo u otro, le han fallado.

Mi apoyo y admiración desde estas líneas para él; suerte no le desearé ya que es algo que un trabajador perseverante e íntegro no suele necesitar.

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