No soy una persona muy abierta si me comparo con mi esposa, pero sí lo suficiente para cuando tomo la confianza, que muchas veces no me dan, tratar abiertamente a las personas que me encuentro o con las que comparto lo cotidiano. Esto viene a cuento porque después de haber asistido a unas jornadas de Podemos en Algeciras pude, por fin, entender qué era eso de la renta básica, que aunque podría definirla aquí, no lo hago porque las definiciones, si definen algo, no definen nada, sólo enuncian. El caso es que me envalentoné con los vecinos que comparten mis paseos de mañana.

Así, en la tienda de Antonio, entre frutas, surtidos, bocadillos de mortadela y madres hablando de sus niños, solté la bomba: Ayer estuve en una reunión de Podemos y dijeron que cuando lleguen al gobierno van a dar una paga a todo el mundo de 645 euros. Me miraron, me cachearon visualmente. Antonio quieto, detrás del mostrador, mirándome por encima de sus gafas, cogió aire y soltó: ¡Anda ya chiquillo, ezo como va a ser! De inmediato el resto de la clientela se lanzó en tromba. ¡Ja!, seguro, dijo la señora del 4º. Yo no me lo creo, saltó la de enfrente que tiene a su hijo divorciado y a su hija en casa y parados. ¿Quién ha dicho eso?, preguntó Concha, de 82 años, que todas las mañanas pasea a su Rayo (nombre exagerado donde los halla por el tamaño y la torpeza del perrito que le alegra la vida). A partir de esta inicial reacción ya todo el que entraba se unía al debate que bien podría ser de La Sexta si hacemos caso al 6 de la oferta de refrescos que con mucho esmero ha escrito Antonio en un cartón blanco.

Repuesto del inicio de la carrera y ante la que se me venía encima inicié el contraataque: De verdad, que si Pablo Iglesias llega a la Moncloa lo va a hacer, eso lo ha dicho en la tele y yo me lo creo. Todos me miraron como quien escucha al cura de su parroquia cuando dice qué es pecado y qué no. Ese es el precio de que tus vecinos te valoren: creen en lo que dices. Así que cogiendo aire les expliqué, mientras Antonio despachaba y el resto escuchaba, excepto la señora que en ese momento pedía los calabacines a Antonio a la vez que me miraba y escuchaba, todo un reto.

Podemos dice qué es una renta básica. Los ojos se agradaron en proporción directa al desconocimiento de lo que significaban esas palabras, por eso me lancé a explicarlo: Lo que se trata es de que el gobierno piense en las personas y no en los bancos. Si hasta ahora se han dedicado a salvar a los bancos ¿por qué no hacerlo con nosotros? Podía escuchar el ruido del papel de estraza de Antonio ante el silencio y la atención que capté. Así que sin pensarlo continué: Os lo voy a explicar. En España hay millones de personas, que como muchos vecinos que vemos a diario, no tienen nada. Todos conocéis a Juan el del 12, que se quiso suicidar porque su educación no le permitía mirar a sus vecinos a la cara. ¿Sí? ¿Y eso?. Porque debe más de un año de comunidad, está impedido y se le acabó la paga de los 420 euros. O sin ir más lejos esta señora que tiene a sus dos hijos en paro. En fin, ejemplos sobran en el barrio. Un momento, saltó un chico que por su juventud creía estar al corriente y ponerme contra las cuerdas. ¿De dónde va a salir el dinero? Porque si tenemos una deuda muy grande, usted me dirá.

Bueno, le respondí, no soy economista pero por lo que he visto dicen estos de Podemos que si se ataca el fraude fiscal se pueden recuperar más de 80.000 millones de euros. ¡Qué barbaridad!, soltó doña Concha. También he leído que al haber una cantidad fija se podrían suprimir esas subvenciones. ¿A qué se refiere?, me interrumpió. La de los 420 euros, la del empleo y otras, que pasarían a engrosar la bolsa de dinero para eso de la renta básica. No digamos, si en la declaracion de la renta pagan más lo que más ganan y con las empresas lo mismo. Respondí todo esto de corrido para evitar que me interrumpiera de nuevo, cosa que conseguí porque el chico me miró, se encogió de hombros y soltó un: ¡ajolá!

En ese momento me di cuenta de que del escepticismo se pasó a la esperanza y la curiosidad. Todos se volvieron hacia mí y empezaron a preguntar. La hija de Antonio, que estaba en el fondo y que hasta ahora no había participado, vino y me dijo. ¿También para los que trabajan? También, pero los que ganen mucho la tendrán que devolver eso y más cuando hagan la declaración al siguiente año. Se volvió a seguir preparando el bocadillo del chico, no sin antes soltar un correcto: ¡ojalá! Al parecer no se quedó muy contenta y antes de que alguien abriera la boca soltó desde el fondo casi gritando: ¿Entonces si yo gano, un poné, 800 euros paso a ganar 645 más? No, le respondí. Tú seguirías cobrando lo mismo, pero imagínate que si ganaras 500 sí que te beneficiaba porque ganarías 145 euros más. ¡Ah!, respondió y volvió a su bocadillo.

Antonio, que ya había despachado los calabacines y otras cosas, como hombre que se ha pasado toda su vida luchando y hecho a base de esfuerzo, paseó una mirada por la tienda y con la autoridad que le da conocer los secretos monetarios de todos dijo: Pues muchos con 645 euros no van a ir a trabajarLa hija desde el fondo le soltó: Pues alégrate, porque al menos te pagarán las litronas. Con la gracia que lo dijo, desató unas risas que nos relajó a todos los presentes. Intervine aprovechando ese lapsus para continuar. Bueno, es posible que algunas personas que no han tenido nada o casi nada de pronto se encuentren con ese dinero al mes y les parecerá suficiente, pero por esa actitud no se puede desacreditar ni desmerecer esta iniciativa. Además, seguro que el pequeño robo que todos sufrimos se acabará porque esa gente ya no tendrá necesidad de jugarse que lo pillen. Doña Concha, con su Rayo en el brazo me interrumpió: ¡Anda pues es verdad! Como quien descubre algo maravilloso suelta: ¡Entonces ya no habrá pobreza!, ya no habrá gente en los semáforos, ni gente pidiendo en la puerta del ambulatorio, ni pidiéndote en los aparcamientos. Pues claro, respondieron todos con una mezcla de sorpresa e incredulidad.

Me sentí bien de pronto al ver que la monotonía de la desesperanza que cada mañana se ve en la tienda de Antonio se había convertido en ilusión de una mañana de Reyes Magos. La señora del 4º salta y como quien no tiene miedo en decir lo que todo el mundo sabe, se pregunta y responde a la vez: ¿Entonces yo también recibo un sueldo por ser ama de casa? Sí, le respondo. ¡Po ya no aguanto más a mi marío! Todas las mujeres se unieron en una piña con risas que llamaron la atención de quienes pasaban o iban para la tienda. En ese momento me di cuenta de que la tienda estaba a rebosar y había gente fuera escuchando. Eso me hizo ponerme y poner  acada uno en su sitio: ¿Cómo pensais que se puede conseguir esto que estamos hablando? Todos me miraron pidiéndome la respuesta.

Eran miradas que pedían a grito respuesta. ¿Y si os digo que ya está en marcha en Alaska y que se va hacer un referéndum en Suiza para aprobarlo? ¿Y si os digo que depende de todos nosotros que esto se consiga? ¿Cómo?, saltó la hija de Antonio que no perdía hilo. Pues muy fácil, con el arma que todas tenéis: el voto. Ante los murmullos y charlas cruzadas, Antonio puso orden, que como todo el mundo sabe, junto con el sentido común, es el mejor amigo del hombre. ¡Pepe, me has revolucionado el barrio y mucha charla, pero poco comprar!. Venga vamos a ir despachando que tengo unas naranjas mu baratitas. Así fue. El murmullo se fue poco a poco apagando, el corrillo se fue transformando en diálogos, yo compré lo que necesitaba y la gente del barrio se fue a comentarlo a su familia. No sé si desperté falsas esperanzas, pero lo que conseguí fue que se hablara de la renta básica y ese es el principio de toma de conciencia para cambiar las cosas: divulgar y conocer.

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