El andalucismo que viene: retos y horizontes de la tercera ola del andalucismo político

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Javier García Fernández, historiador, miembro del SAT y de Defender Andalucía

El conflicto abierto entre sectores anticapitalistas y andalucistas, por un lado, y los aparatos de Podemos, del Partido Comunista de Andalucía y del PSOE, por otro, cierra el ciclo de ampliación del campo sociológico del andalucismo vivido en las última década. La nueva fase que se abre será de condensación y repliegue. Las tareas de la tercera ola andalucista serán sistematizar en lo político el andalucismo sociológico que la sociedad andaluza ha expresado. Construir un campo andalucista en el terreno político y electoral en base a la sociología de ampliación y a la emergencia de nuevas formas de comprensión andalucista de la realidad. Desde la aprobación del artículo 135 de la constitución el régimen español no cerraba filas con tanta unidad. Ni el proceso independentista catalán ni la pandemia habían logrado unir al PCE, Podemos, PSOE, PP, Ciudadanos y Vox. La expulsión de Teresa Rodríguez y los diputados anticapitalistas de la coalición Adelante es un auténtico 155 a la izquierda andaluza. Las posiciones ya están dibujadas, el horizonte ahora es construir un bloque andalucista de izquierdas.

¿De que hablamos cuando hablamos de la tercera ola andalucista?

La desaparición del espacio público las organizaciones andalucistas de la transición (PA y CUT), la emergencia del movimiento 15M, la ola de movilización social que despertó en Andalucía con las Marchas de la Dignidad, la crisis del sistema del partidos, la ruptura del modelo territorial que implicó el proceso independentista catalán y la caída del régimen andaluz del 82 abrieron un nuevo escenaro político en Andalucía en el que toda la sociedad civil, las izquierdas, los movimientos sociales y los sectores culturales e intelectuales comenzaron a buscar y a configurar un nuevo sentido de lo andaluz.

Que en la última década se ha producido una renovación cultural, política e intelectual nos lo dice también la emergencia de artistas andaluces que han revolucionado el panorama estatal en todos los sentidos. Gata Cattana, Califato ¾, Antonio Manuel, Manu Sánchez, Pastora Filigrana, Benito Zambrano. La cultura andaluza vuelve a ser la vanguardia de la producción cultural del Estado. El concepto de andaluzofobia vuelve enarbolar las denuncias contra la discriminación de lo andaluz y de los rasgos andaluzas como ha pasado con los ataques en ámbito institucional por ejemplo a la ministra María Jesús Montero (Sevilla) que ha provocado la solidaridad y el apoyo de personalidades políticas de todos los signos, o como sucedió con los ataques de Odón Elorza a Teresa Rodríguez hace unos meses. En ambos casos se imbrican la misoginia y la andaluzofobia para denigrar a las andaluzas.

Lo andaluz ha sido redefinido, se ha vuelto a re-inventar la tradición y asistimos a una nueva apropiación por parte de la sociedad andaluza y de sus referentes, de lo que podemos llamar  la cultura andaluza, hay un nuevo apego a lo popular, a la reivindicación de la posibilidad universal de ser andaluz. En este artículo nos interesa exponer esto que se he venido a llamar la tercera ola del andalucismo político, como un nuevo significante que aglutina las nuevas formas culturales, sociológicas, teóricas y activistas por las cuales lo andaluz vuelve a ser la manera que tenemos de interpretar el mundo y transformarlo, en un contexto de rupturas y discontinuidades de las izquierdas andaluzas.

Los límites del cambio: la difícil transición de la segunda a la tercera ola

Hablo de tercera ola andalucismo y no de nuevo andalucismo por que me parece fundamental reivindicar el legado del primero andalucismo histórico y del segundo andalucismo histórico, me explico. Hasta hace muy poco tiempo las fuerzas políticas andalucistas y los intelectuales andalucistas se referían con andalucismo histórico al periodo de actividad política andalucismo que nace a partir del primer regionalismo con figuras como Blas Infante o Alejandro Guichot. Se denominaba, por otro lado, andalucismo político a la actividad autonomista que se produjo desde finales de los años setenta con la fundación de Alianza Socialista de Andalucía y más tarde el PSA, PTA, la CUT y el PA. Este andalucismo político, para aquellos que lo enunciaban, no tenía final pues se trataba de un hecho contemporáneo.

Desde mi punto de vista han sucedido demasiadas cosas en las últimas décadas como para que sigamos pensando en los términos del andalucismo político de la transición. Me refiero a la crisis que llevó al Partido Andalucista a la disolución (una crisis muy conectada a los gobierno de coalición PSOE-PA de 1996-2004), la crisis que llevó a la implosión de la CUT, el brazo político del Sindicato de Obreros del Campo (una crisis muy ligada a la inexistencia de una organización real y a la participación difusa de sus dirigentes y cuadros en Podemos). La desaparición de ambas organizaciones llevó al desamparo del electorado andalucista.  Una de ellas venía ya arrastrándose, y la otra nunca se decidió a salir de Izquierda Unida y hacer nacer un bloque andaluz de izquierdas, tal y como rezaba su lema. Además de la disolucion de estas organizacones tenemos que señalar también el agotamiento del andalucismo de liderazgos ya sean liderazgos sindicales internos en Podemos o liderazgos culturales en el ámbito del andalucismo civil. Ambas estrategias no han logrado producir un andalucismo político de organizaciones, de tejido social que construya herramientas de cambio politico e institucional.

El lento apagarse de las organizaciones de la segunda ola andalucista se eclipsó con el estallido de la autoproclamada nueva política española, hoy envejecida por años de perros. El hecho de que las llamadas fuerzas del cambio no tuvieran en Andalucía ningún homólogo, es decir que el andalucismo político no se integrara hasta muy tarde en el proceso de cambio político, ha dado lugar entre otras cosas al gobierno de las derechas y al conflicto político que viven hoy las izquierdas andaluzas.

La irrupción en 2014 de Podemos en Andalucía vino a ocupar ese espacio difuso del andalucismo de izquierdas con la inclusión orgánica de personas como Julio Serrano, Diego Cañamero y más tarde con la forma en que se configurado el liderazgo de Teresa Rodríguez. La colaboración más o menos cercana de otras muchas personalidades cercanas al andalucismo parecía que abría la posiblidad a que un espacio diverso y andalucista naciera en el seno de Podemos Andalucía. Esto no fue posible por la presión y los distintos desplazamientos que los andalucistas vivieron dentro de Podemos por parte de la dirección estatal, que veían en las figuras andalucistas un posible apoyo de la secretaria general de Podemos Andalucía Teresa Rodríguez. Quizás el caso más triste fue lo acontecido en la preparación de las listas por Córdoba en las elecciones andaluzas de 2016. todos los andalucistas fueron desplazados de las posiciones internas. Una vez se había desplazado a los andalucistas de Podemos, comenzó la guerra contra los anticapitalistas.

En todo ese proceso es importante señalar el desplazamiento de Teresa y los anticapitalistas hacia el andalucismo tras toda una serie de desencuentros, fricciones, confrontaciones internas en absolutamente todos los órganos territoriales de Podemos y en la relación entre las dos organizaciones estatales que fundaron Podemos, me refiero a Anticapitalistas por un lado y el grupo de profesores de la Complutense (Pabl Iglesias, Errejón, Luis Alegre, Jorge Moruno German Cano, Carolina Bescansa) y de antiguos militantes de la UJCE (también Pablo Iglesias, además de Irene Montero, Rafa Mayoral o Juanma del Olmo). El vacío exitente en el campo electoral del andalucismo y la presión vivida por los anticapitalistas por parte del aparato central de Podemos, ha dado lugar a que en cierto sentido sean los anticapitalistas y los andalucistas de Adelante, quienes hayan re-refinido la hoja de ruta hacia la configuración de un espacio amplio del andalucismo político de izquierdas.

En los años que van desde 2010 a 2015 se creó la coalición Compromís, la CUP emerge como opción política catalana, surge el espacio Comunes liderado por Ada Colau, la izquierda abertzale tras una década de clandestinidad emerge como Sortu, aglutinando la coalición Euskal Herria Bildu, una escisión del BNG junto a Esquerda Unida crean En Marea, espacio hoy desaparecido. Todas las culturas políticas de las naciones sin soberanía se trasformaron en media década. El páramo electoral andalucista ha dado lugar a un sueño de monstruos, cuyo desenlace ya parece adivinarse.

Como he señalado en otras ocasiones el aparato estatal de Podemo ha sido una maquinaria centralista, jacobina, antidemocrática y anti-confederal. Todos los experimentos territoriales de Podemos han salido regular o mal. En Barcelona, En Comú Podem ha necesitado la ayuda de Manuel Valls para mantener la Alcaldía. La presencia de Podemos y los comunes en el Parlament es marginal. La presencia de Unidas Podemos en Valencia y en Euskadi es testimonial. En Galicia se han convertido en una fuerza extraparlamentaria. La nefasta política centralista de Podemos en Galicia ha pasado de nuevo el relevo al BNG quien se estrena con 16 diputados con los que la sociedad gallega les agradece haber mantenido su posición. El resurgir del Bloque Nacionalista Galego o la figura de Albano Dante no se entienden sin comprender la maquinaria de destrucción territorial que ha supuesto la nueva izquierda española allí donde se le ha dejado hacer y deshacer.

El caso andaluz es muy particular por las razones que estoy señalando. El vacío existente en el espacio político andalucista, el hecho de que el 15M emergiera en un contexto en el que Izquierda Unida estaba en el Gobierno de la Junta, la caída del PSOE despues de cuatro décadas de gobiernos autonómicos y la profunda ignorancia del Podemos estatal respecto a la cuestión meridional española ha derivado en el espejismo de que Podemos Andalucía ocupara el espacio del andalucismo de izquierdas.

Por otro lado, el fuerte liderazgo de Teresa Rodríguez y su conocimiento personal de la cultura política andalucista, la fuerte legitimidad del proyecto municipal-popular de José María González Kichi en Cádiz y la compacta maquinaria política construida por los anticapitalistas llevó a la dirección de Teresa Rodriguez no solo a doblarle el brazo a la dirección estatal de Podemos, sino también a doblarle el brazo a la dirección andaluza de Izquierda Unida. Y lo hizo todo el tiempo que ella quiso con una legitimidad aplastante. Considero que uno de los aciertos más importantes de Teresa y de los anticapitalistas ha sido saber escuchar y dejarse orientar por la lucidez de las dos mujeres que son hoy el faro del andalucismo del mañana, me refiero a Pilar Távora y a Pilar González. Ellas han atravesado la Vía Láctea, de planeta en planeta, buscando agua potable.

Si analizamos la forma de funcionar de Izquierda Unida y de Podemos en épocas pasadas (la forma en que se obligó a dimitir a Julio Anguita en la UCI o la forma de gestionar  los concflictos territoriales de Podemos) no nos debe estrañar la guerra sin cuartel que han desarrollando para destruir lo que significa el liderazgo de Teresa Rodríguez. Además de acabar con la figura de Teresa, con el argumentario prefabricado de transfuguismo, deben destruir el legado de la marca Adelante Andalucía. Las razones se reconocen públicamente. La primera es el objetivo de gobernar con el PSOE sin dan los números en la siguiente legistlatura. La segunda es que la marca política en Andalucía, sea una sucursal de Unidas Podemos en Andalucía y la tercera (que es la que ha desatado la guerra) es el control y y la gestión de los cuantiosos recursos económicos que produce el grupo parlamentario de Adelante Andalucía.

Al otro lado, la dirección anticapistalista ha entrado en la guerra por las mismas tres razones pero vistas desde la otra orilla, y en un orden de prioridad diferente. En primer lugar para mantener una bancada propia para la izquierda alternativa más allá del PSOE y que confronte con el PSOE, con las políticas neoliberales y con el régimen del 78. En segundo lugar, la dirección anticapitalista de Adelante ha luchado por el control de unos recursos que entienden como propios, al ser ellos la antigua dirección de Podemos que fue capaz de sacar los diputados electos que se presentaban en 2019 por Podemos. La tercera razón que ha llevado a los anticapitalistas a entrar en la guerra sin cuartel, y creo que es la que les está haciendo pagar un precio más caro, es capitalizar y preservar el proyecto de Adelante.

Lo cierto es que Adelante fue un proyecto negociado entre las cúpulas de Podemos Andalucía y del Partido Comunista de Andalucía, cuando los anticapitalistas dirigían Podemos Andalucía y cuando la dirección del PCA no se olía la posibilidad de un Gobierno de coalición PSOE-UP que pudiera ser replicado en Andalucía. Cuando se firmó el acuerdo de Adelante Andalucía parecía que Teresa iba a seguir siempre en Podemos, y que el cadáver del pacto andaluz PSOE-IU de 2001-2015 estaba todavía caliente. Ahora Teresa y los anticapitalistas están fuera de Podemos, y desde IU ponen el objetivo el volver a a gobernar la Junta con el PSOE. Ambos cambios, producidos en unos meses (apenas un año y medio) se producen como consecuencias de la estrategia del Gobierno de coalición, su plasmación en el Gobierno central y su proyección en el autonómico.

Los límites del andalucismo sociológico: hacia un bloque andalucista de izquierdas

De una forma o de otra se ha comprobado que la ola andalucista que hemos vivido en la última década ha aupado a muchos líderes sociales y dirigentes políticos al calor de un entusiasmo social cuyos mimbres políticos estaban sostenidos bajo las estructuras políticas de partidos estatales. El conflicto abierto entre los andalucistas y los anticapistas por un lado, y la izquierda española, por otro, ha cerrado ya el ciclo de ampliación andalucista y va a dar lugar a una nueva guerra de posiciones al interior de las izquierda andaluzas.

El andalucismo debe asumir esta nueva fase de condensación y repliegue. Debe también permitirse a sí mismo dibujar una línea entre aquellas organizaciones, fuerzas políticas y movimientos sociales que quieren pensar el mundo desde Andalucía, y aquellas que por diferentes razones quieren pensarla desde Madrid o desde España en su conjunto. El andalucismo se merece claridad, desde el sosiego, pero no todo vale para hacer política andaluza. El truco de echar el intermitente hacia el Sur y girar hacia el centro es ya más viejo que el hambre.

El momento desconstituyente del andalucismo sociológico ya se ha producido. Las líneas se han marcado. Ya nadie escapa al nuevo escenario. El reto ahora es abandonarse al nuevo encuentro de quienes piensan, siente y luchan por una Andalucía libre, por una nueva unidad popular andalucista y quienes anclan su supervivencia a una España decadente y hastiada. La izquieda españolista se recompondrá en torno al espacio del PSOE pre-15M y Andalucía pasará de Valderas a Valero. Pero como se ha dicho estos días, la política no para. De hecho puede ser que empiece todo ahora.

Si la voluntad de los anticapitalistas es apostar y sumar para construir una opción política andalucista, confederal y anticapitalista (y muchos creemos que la voluntad de los anticapitalistas y de Teresa es férrea en esa dirección) los esfuerzos deben estar en construir esos espacios de participación popular, de suma de activistas, de articulación de conflictos sociales, de coser lo que se rompió en el tejido social y militante.

Quizás el desapego de la marca Adelante será la forma de avanzar para la consolidación del proyecto de Adelante. Metafóricamente abandonar la guerra por la marca sea la condición para salvar el proyecto. El próximo proceso de confluencia entre la izquierda andalucista y la izquierda española espero que se dé con un espacio andalucista fuerte, consolidado y compacto. Aprovechar la marca Adelante para conformar un nuevo sujeto andalucista era coger el camino corto para una larga macha. Ahora estamos frente a este nuevo caminar del andalucismo político.

Los retos del andalucismo que viene tienen que ver con aprender a conformar un nuevo bloque de izquierdas alternativas al Gobienro PSOE-UP, una nueva unidad popular en clave andalucista en el que sepan convivir las diferentes organizaciones del soberanismo andaluz, las izquierdas andalucistas, las izquierdas conferederales, los movimientos ecologistas, asociativos, sindicales y culturales que estén dispuetos y decididos a construir un nuevo horizonte de época. El andalucismo que viene ha de pensar también desde un lugar de enuncación propio para pensar la política del Estado, el horizonte republicano, la hoja de ruta confederal y los procesos contituyentes plurinacionales.

El horizonte es construir un movimiento social y popular que aune el activismo social que ha sido desplazado de las fuerzas políticas estatales que conforman el Gobierno español, reconstruir un espacio amplio, diverso, que encuentre en la sociedad andaluza un diálogo que construya mimbres de movimiento político andaluz tanto en el terreno de los activismos, como en el de los contrapesos en frentes sindicales, pero que también sea herramienta de los municipalismos transformadores y que tenga la capacidad electoral de constituirse como faro de las izquierdas andaluzas y de los movimientos transformadores, feministas, antiracistas y de rupturra.

Necesitamos un movimiento social, popular y político que haga soñar y vibrar a la militancia de los movimientos sociales andaluces, que articule y se posicione junto al feminismo andaluz, que ponga el cuerpo junto a los antiracistas y que grite en los piquetes, en las tribunas y en los medios de comunicación. Andalucía sufre, llora, ríe y grita por su soberanía, ¿lo escucháis? Es el grito del ave doloría, démosle alas y volará de nuevo, el pueblo de Andalucía.

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