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¿Quién es esta mujer? El ama de casa que escribía en sus ratos libres; así la presentaron los medios. Tampoco se equivocaban. 

Ayer, con motivo del Día de la Mujer (día para recordarnos por qué hay que seguir con la lucha y no tanto de celebración, que también), unos amigos y yo nos propusimos elegir a la mujer que consideramos más inspiradora para nosotros. Me paré a pensar un buen rato. La primera que vino a mi cabeza fue Patti Smith. Desde que leí sus celebradas memorias Éramos unos niños se convirtió en un referente para mí, de literatura, música, feminismo y, sin que suene muy Paulo Coelho, incluso de actitud vital.

Pero entonces me vino un segundo nombre, tal vez menos atractivo y menos común. Una mujer canadiense de 86 años que apenas estudió un par de años en la universidad (un logro en aquella época, por otra parte), que se casó muy joven y que escribía en los ratos que le dejaban sus quehaceres como ama de casa. Nada glamouroso, como pueden ver. Probablemente no sea la única; probablemente muchas, muchísimas mujeres a lo largo de la historia, publicadas o no, celebradas o no, hayan encontrado huecos para expresarse antes del almuerzo, después de la cena o en esa tierra de nadie que es la siesta de los niños. Lo decía Virginia Woolf y hoy, 80 años después, no ha cambiado mucho la historia.

Hablo de Alice Munro, nacida y crecida en una zona rural de Ontario, ferviente lectora y escritora incansable; una octogenaria que recibió en 2013 el primer Nobel de literatura otorgado a un escritor de relato corto (aunque ella también tiene una novela). Pasó relativamente desapercibida, excepto para el público más experto, hasta que le dieron el Nobel. ¿Quién es esta mujer? El ama de casa que escribía en sus ratos libres; así la presentaron los medios. Tampoco se equivocaban. 

Alice Munro tiene sólo un año más que mi abuela, si todavía viviera. Y entre sus vidas hay, claro está, una diferencia abismal. Pero no puedo menos que preguntarme si de verdad habrá tantas diferencias entre ellas, entre esas mujeres de su generación que tuvieron que luchar mucho para salir adelante. Porque Munro ahora tiene un Nobel, sí, pero se lo dieron a los 82 años; ha publicado muchos libros, sí, pero pese a ser la reconocida maestra actual del relato corto, su coétaneo Raymond Carver, por ejemplo, goza de mayor prestigio que ella. Por eso quizá es “mi” mujer inspiradora; es la celebración, por fin, de una vida entera de lucha, de trabajar a destajo para conseguir la mitad de reconocimiento que un hombre; es la historia de todas las mujeres de su generación, escritoras, secretarias, camareras o amas de casa. Fueron las pioneras en la lucha, aunque ni siquiera ellas fueran conscientes de ello.

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