Escultura a Primo de Rivera en la plaza del Arenal jerezana.
Escultura a Primo de Rivera en la plaza del Arenal jerezana. MANU GARCÍA

Con esta esperanza ha convocado a los técnicos de la unidad municipal de Patrimonio Histórico del Ayuntamiento y a la asesoría jurídica, para que con sus informes “justificaran” su premeditada decisión negativa, ya antigua, en esta también antigua cuestión. Pero si nos guiamos por lo publicado en las páginas de este mismo periódico el día 1 de noviembre, podríamos decir que como en el caso del parto del Monte solo se ha llegado a parir un ratón. La primera de las instancias convocadas parece ser que dedicó grandes esfuerzos para concluir, nada menos, que el conjunto escultórico que ocupa el centro de la plaza del Arenal de Jerez se levantó entre 1928 y 1929, que pertenece al realismo escultórico decimonónico, que su autor fue el escultor Mariano Benlliure y que el mismo está dedicado al dictador Miguel Primo de Rivera. No está mal, pero esto era algo ya sabido por el documentadísimo trabajo del investigador Juan Luis Sánchez Villanueva a quien se remite para todo lo relacionado con los detalles históricos y artísticos relativos a la erección de este conjunto escultórico (ver Revista de Historia de Jerez, nº 9, año 2003, pp. 135-174)

Claro que lo que de esta unidad municipal de Patrimonio Histórico se esperaba por parte de quien encargó el informe “técnico-patrimonial”, el Delegado de Cultura Francisco Camas, no era un detallado estudio técnico o artístico, algo que no le interesaba lo más mínimo. Para su feo objetivo solo necesitaba que dicha Unidad municipal certificara la fecha de la construcción y colocación de la escultura y poco más. Solo unas pocas palabras escritas que, en definitiva, le sirvieran para cohonestar, con el marchamo de las palabrejas "informe técnico", una decisión política previamente acordada. Se trataba en definitiva de justificar con estos “artificios técnicos” su negativa a que ese conjunto escultórico fuera desalojado del lugar que viene ocupando, pensando, vana ilusión, que de esta manera podría darse por zanjado definitivamente este asunto en la ciudad. Como si las aspiraciones de la gente, sus ideas y acciones pudieran zanjarse así, por las buenas, a golpe de informes técnicos.

La asesoría jurídica municipal por su parte no anduvo a la zaga en lo que a lo novedoso y enjundia de sus conclusiones se refiere. Su informe, aunque no lo parezca, también debió costarle lo suyo. Juzguen si no. Este fue, en esencia, su dictamen: el periodo histórico de la dictadura de Primo de Rivera no cae dentro de lo preceptuado en las disposiciones de la Ley de Memoria Histórica y Democrática de Andalucía. Tampoco está masl… pero esto era algo ya también sabido por todos.

Claro que de estos asesores jurídicos municipales lo único que se esperaba, también en este caso, no era más que se volviera a cohonestar esa misma decisión política ya adoptada de antemano por el Ayuntamiento, ahora con la cobertura del rimbombante sintagma "asesoría jurídica".

Además de obvios e insustanciales, para lo esencial de este asunto, los informes de estas dos instancias municipales del Ayuntamiento de Jerez no aportan nada a la cuestión fundamental. A saber, si la estatua dedicada a este dictador militar jerezano merece seguir ocupando este simbólico lugar público y privilegiado de la ciudad, o, si, por el contrario, reconociendo y respetando el trabajo artístico de su autor, debe desalojarse de ese lugar porque su presencia y exhibición ofende al mostrar enaltecimiento y reconocimiento de un personaje cuya trayectoria histórica no lo merece, por mucho que la casualidad haya hecho que tuviera cuna en esta ciudad. Alguien debería haber informado a la Asesoría Jurídica, para no perder el tiempo, que nunca nadie en la ciudad ha pedido ese traslado amparándose en lo recogido en esa normativa andaluza sobre Memoria Histórica.

El todavía delegado de Cultura del Ayuntamiento jerezano, Francisco Camas, sigue sin comprender, porque no quiere desde luego, que la decisión de trasladar esa estatua a otro lugar por los motivos aludidos no puede fundamentarse en una decisión técnica, jurídica o artística. Sencillamente, se trata de adoptar una determinación de carácter político basada en lo ya afirmado: ni los pueblos dignos, ni sus instituciones de representación, pueden homenajear durante casi un siglo de esa manera a ese tipo de personajes como se lleva haciendo en Jerez.

Por una vez, al menos, sean usted y su grupo valientes, sacúdanse ese ridículo complejo que en esta ciudad, con demasiada frecuencia, lleva a practicar esa también ridícula admiración desmedida hacia ciertos personajes históricos pertenecientes a determinados sectores sociales de Jerez.

Sé que esto que le diré a continuación es como clamar en el desierto: dejen de actuar, como en este caso, guiados solo y exclusivamente por el cálculo electoral que les lleva a pensar que si adoptan un decisión determinada pueden incomodar o enajenarse el apoyo electoral de determinados sectores de la ciudad.

Esta ridícula puesta en escena que Francisco Camas ha puesto en marcha con tantos “informes técnicos” tiene, además, el objetivo de intentar convencer a  cierta parte de la opinión pública de que la decisión del Ayuntamiento de Jerez de no trasladar de lugar la estatua del dictador de Primo de Rivera no es algo caprichoso sino que se fundamenta en “rigurosos informes técnicos” de gentes que son las que “saben” realmente. En definitiva, la misma actitud calculadora y timorata de siempre.

Y ligada a esta razón anterior con la que se pretende justificar este montaje, otra no menos importante: con estos informes el Ayuntamiento parece querer trasladar el mensaje de que este asunto de la retirada de la estatua del dictador Primo de Rivera queda de una vez zanjado en la ciudad.

Pues debe saber el Ayuntamiento que se equivoca, él y su Delegado de Cultura. Porque aunque para este último este asunto ha estado siempre zanjado desde el principio por su falta de interés, no le debe quedar duda de que en Jerez van a continuar oyéndose las opiniones y las voces de quienes siguen pensando que este personaje, este militar dictador, a pesar de toda esta tramoya organizada, debe ser apeado definitivamente de  del pedestal que ocupa en la Plaza del Arenal  y junto con su caballo de bronce cabalgar hacia otro lugar.

José García Cabrera es miembro del Grupo de Memorialistas de Jerez.

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