La playa de Santa María del Mar, en una imagen de archivo. FOTO: TURISMO.CADIZ.ES
La playa de Santa María del Mar, en una imagen de archivo. FOTO: TURISMO.CADIZ.ES

Construir edificios de oficinas es bueno cuando hay previsión de empresas para ocuparlas. Construir viviendas para millonarios depende del número de millonarios. Los brindis al sol pueden cegar para dificultar aún más la ya perdida visión. Pues parece que los del lobby carecen de claridad en la vista y en las ideas, lo que crea interrogantes sobre el origen de su enriquecimiento. Constatar que el turismo no debe ser el principal agente económico de una comunidad, menos aún si los verdaderos agentes económicos –tour operador y cadenas hoteleras— están fuera, constatarlo tan sólo está muy lejos de ser un valor; un valor sería ofrecer alternativas, medios.

Simplemente porque un solo sector no puede sostener la economía y un sector estacional y cambiante, todavía menos. Parece que el gobierno andaluz, aprisionado por el lobby, espera la llegada del Espíritu Santo a resolverlo. Pues se lo pueden quitar de la cabeza, que ese espíritu no baja todos los días y no se encuentra camuflado entre las palomas de la Plaza de América, aunque todas sean blancas. Así que no vemos una paloma poniendo orden en este “fregao”. O quizá es más simple: que el despegue económico de Andalucía no entra en los planes del lobby, pues precisaría una seria re-industrialización; una banca andaluza y un comercio dirigido desde Andalucía. Tres sectores domiciliados en Andalucía, que tengan aquí sus intereses para que ingresen sus impuestos e inviertan en Andalucía.

Más que eso da la impresión –y no es simple riqueza imaginativa— que a estos la economía de Andalucía no despierta su espíritu emprendedor, más que nada por si pudiera llegar a competir con la de aquellos espacios físicos de donde les viene el poder. Asegurar la inexistencia de cualquier “veleidad” competitiva es ardua tarea heredada de quienes la empezaron hace más de doscientos años y después de tanto tiempo no vamos a cambiar. Es una fijación. Pero una realidad tan distinta como es la necesidad de mejorar y estabilizar el nivel de vida de una Comunidad de ocho millones y medio dentro y ni se sabe cuántos fuera, queda fuera de la mentalidad de quienes gobiernan por casualidad, con una táctica política demasiado explotada en los grandes imperios; los que fueron y los que todavía no han caído.

El Gobierno de las Españas pone a prueba su prepotencia y mentalidad centralista, con una desescalada por provincias, como si las provincias fueran entidades reales, monolíticas, uniformes, y no un invento para poder practicar ese centralismo que tanto recuerda el posibilismo tan cercano al totalitarismo. Parece enteramente que el Covid-19 ha llegado para beneficiar la economía de quienes ya se benefician de sobra y hundir la de pequeñas industrias y comercio a fin de que aumente el beneficio anterior.

El Gobierno debería saber que es más fácil impedir el roce en un establecimiento de 40 metros que en uno de 400. Y a mayor abundamiento, el conjunto de las tiendas pequeñas emplean en proporción tres veces más trabajadores que las grandes superficies, lo que significa que cuando menos las quintuplican en total. No se ve por tanto, sentido alguno, a permitir la apertura a superficies de más de 400 metros y mantener cerradas las de menos. Todo lo más es una forma, consciente, inconsciente o solapada, de poner a los pequeños empresarios y a la inmensa mayoría de los trabajadores, a disposición de las grandes cadenas multinacionales.

De la misma forma que las crisis, por oportunas, siempre ayudan a hacer más grandes a los grandes para, en paralelo, empequeñecer a los más pequeños, limitarse a constatar una necesidad no permite resolverla. Se resuelve cuando se aplican remedios. Únicamente. La Junta de Andalucía, esta que venía a implantar “un nuevo estilo”, podría empezar ya, que se le va el tiempo. Empezar a poner en marcha un plan de crecimiento industrial. De mecanización e industrialización del sector primario. En vez de cerrar, abrir empresas de transformación, de conservas vegetales. Recuperar cultivos tradicionales como el algodón, la remolacha y la caña de azúcar, o el sector textil y el azucarero. Sanitarias.

Si Andalucía ha respondido y resuelto en gran medida la falta de EPI, ¿por qué no aprovechar esa fuerza y reabrir las empresas textiles abandonadas? ¿Por exigencia de la UE? ¿Para eso es para lo que sirve? Pues que la Unión Europea reviente por la “desobediencia”, pero la pérdida de estos sectores es mucho más voluminosa que las subvenciones para mejorar carreteras y hacer aeropuertos innecesarios.

No es posible extrañarse del centralismo ciego practicado por los gobiernos de España. Pero eso no respalda otras inacciones. El gobierno andaluz debería saber que recrearse en el enfrentamiento con “los otros” no va a sacar Andalucía de su endeblez económica endémica. Para eso hay que ponerse a trabajar.

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