25 de abril, el pueblo ordena

El orgullo de un pueblo no consiste en rememorar un pasado imperial, ni en ejércitos que apenas ganan batallas que no sean contra su propio pueblo

Lola Sanisidro

Soy maestra jubilada, es decir maestra. Me incorporé a CCOO con 22 años. Durante unos años me dediqué al sindicato de enseñanza a tiempo completo y también colaborando en la secretaria de la mujer y en migraciones. Concejal en Puerto Real por Izquierda Unida durante tres periodos en el equipo de José Antonio Barroso

Manifestación de la Revolución de los Claveles en Portugal.
Manifestación de la Revolución de los Claveles en Portugal. HENRIQUE MATOS

Fue un 25 de abril el día en que el pueblo portugués se levantó contra la dictadura, el día en que los capitanes de abril se pusieron al servicio de su pueblo, la pequeña ciudad de Grándola se convirtió en canción, consigna y orden del día; O povo é quem mais ordena, terra da fraternidade.  Y el pueblo ordenó plantando claveles en las bocas de los fusiles para acabar de una vez con el fascismo y la guerra colonial en la que se desangraban vidas y conciencias, fue un hermoso 25 de abril cuando el pueblo de Portugal sembró sus calles de orgullo. Y cada esquina se llenó de amigos, y la igualdad aprendió a sonreír en el rostro de la gente
El paso de las botas de los soldados dejó de sonar como amenaza en ese abril y sirvió de fondo de percusión a las canciones que cambiaban el mundo; los tanques se paraban en los semáforos para dejar paso a la voluntad del pueblo.

Hubo muchas canciones, no hubo grandes sanciones, pero quedó muy claro que el lugar que ocupaban los traidores y verdugos era a la luz de la justicia y a la sombra de la vergüenza histórica.   

Y fue así porque el orgullo de un pueblo no consiste en rememorar un pasado imperial, ni en ejércitos que apenas ganan batallas que no sean contra su propio pueblo, ni en coronas que se heredan de las dictaduras, ni en banderas que encubren el fraude de los poderosos. El orgullo de un pueblo consiste en la forma en que se une para avanzar hacia la democracia y construir un país mejor, de esa unión se obtiene una victoria colectiva que se asienta en la memoria de las gentes como un patrimonio común.

En España, por el contrario, la dictadura se murió de vieja en la cama con tiempo suficiente para hacer testamento y dejar bien asentados a sus herederos sin pagar siquiera el impuesto de transmisiones o de transiciones, si acaso experimentan cierta molestia con esto de tener que presentarse a las elecciones cada cierto tiempo.

Y así quedó marcada nuestra democracia imperfecta, abandonando a los muertos en las cunetas, honrando a la momia en su mausoleo, los jueces en sus cátedras, los verdugos en sus comisarías y, sobre todo, los expoliadores, usureros sentados en los consejos de dirección de sus empresas y con un rey en la Constitución
Tan atado quedó, tan sin castigo el abuso, tan sin responsabilidad los abusadores, tan sin mácula en su currículo los jueces, tan intocables en su prepotencia los uniformados. Todo quedo quedó tan como estaba, que los herederos acuñaron con total desfachatez un miserable principio de simetría según el cual las posiciones de los verdugos eran tan respetables como las de quienes habían apostado su vida en la lucha por la libertad. 

Y no es lo mismo porque para los pueblos que prefieren las flores a los funerales nunca será lo mismo un 20 de noviembre que un 25 de abril.

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