Andalucía y Cataluña ante la España caduca

Infante y los suyos defendieron el derecho de Cataluña a su autogobierno, conscientes de que abre una vía política para la regeneración de la vida pública: "Andalucía va a seguir la senda ejemplar de su hermana Cataluña"

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Un artículo de Manuel Hijano del Río y Manuel Ruiz Romero

En tiempos convulsos el recurso a la Historia nos enseña. Las relaciones entre el denominado “andalucismo histórico” y el nacionalismo catalán no solo fueron ideológicas. Se tradujo también en hechos concretos y diversos actos de reconocimiento y apoyo mutuo. Precisamente, la historiografía oficial ha silenciado los datos, los ha desprestigiado y se han mofado de ellos, sin preocuparse tan siquiera por conocerlos. Algo propio del pensamiento único. Con la modestia que requiere las vísperas del 11 de septiembre y las relaciones entre ambos pueblos, vayan en estas líneas un breve recordatorio. Los primeros contactos los encontramos en 1913, cuando Cambó visita Sevilla con la intención de participar en los Juegos Florales. Ahí conoce a Blas Infante, nombrado por el Parlamento andaluz Padre de la Patria Andaluza, y a partir de ese momento, la relación es asidua. La prensa catalana se hace eco de los argumentos y actuaciones del líder andalucista. El diario republicano federal El Diluvio, del 24 de marzo de 1914, da la noticia de la conferencia sobre “Ideal Andaluz” en el Ateneo sevillano. Su contenido, tiene repercusión en Cataluña. Algún ejemplo más lo testimonia la cabecera de La Veu de Catalunya del 11 de marzo de 1916, la cual dedica un amplio artículo firmado por J. Morató i Grau bajo título, “Una vèu germana. A proposit del llibre Ideal Andaluz original de D. Blas Infante Pérez” donde escribe, “La vèu germana que ens arriba avui, vé no menys que d'Andalusia, en un volum abrandat d'entusiasm i més valiós que per ells mateixos -amb tot i ser-ho molt- per la visió justa que ens dóna dels homes i les coses d'aquella terra”. Para terminar: “El llibre del senyor Infante Pérez és (…) nacionalista, encara que l'autor fugi a gratcient del qualificatiu (...) Sigui benviguda entre les altres la vèu d'Andalusia. Fem lloc (...) al nou germà que ens fa ofrena d'un tan gentil present como es el llibre Ideal Andaluz”. La carta de felicitación de la Generalitat. A su vez, el satírico republicano “La campana de Gracia”, el 2 de septiembre de 1916, dedica otro artículo al “regionalismo andaluz”, de Ángel Samblancat, donde analiza dicho trabajo. La Veu de Catalunya, cinco meses después, define al regionalismo andaluz como “un programa concret i definit, tendint a la reconstitució integral d'una Andalusia amb personalitat propia, que pugui intervenir sense tuteles, en la politica general espanyola”. El Diluvio (22 de octubre de 1917), por su parte, asegura que el “promotor del movimiento andalucista”, Blas Infante viajará, invitado por la Lliga Regionalista, a Barcelona, aunque no tenemos noticias de que se lleve a cabo. De nuevo La Veu de Catalunya, (25 de enero de 1918) recoge entre sus líneas: “Catalunya i Andalusia vivien sense conèixer-se una i altra. Els contractistes del patriotisme havien separat aquestes dues parts de la Península. Tant com a Castella, Catalunya feia culpable a Andalusia de la opressió centralista. Andalusia, peró, como Castella, n'han estat victimes. I ara, quan senten la conscient inquietud de la serva personalitat, ja no veuen en Catalunya l'enemiga, sinó la germana. (...) Aquest fet és la justificació més gloriosa dels ideals i de la tasca deslliuradora de Catalunya. I així el nom del cap i cervell del nacionalisme andalús es tot un simbol a Andalusía”. Sin duda ante el horizonte mancomunal y la decadencia de la España de la Restauración, las dos iniciativas regionalistas/nacionalistas se reconocen a sabiendas que, pese a las diferencias, les une la crítica al centralismo y la necesidad de una nueva organización territorial plural del Estado. Los contactos se intensifican durante la Segunda República. Infante y los suyos defienden el derecho de Cataluña a su autogobierno como una aspiración “ineluctable”, conscientes de que abre una vía política necesaria para la regeneración de la vida pública. Y lo hace, entre la propia incomprensión de sus conciudadanos, quienes critican esa descentralización y le dan la espalda en muchas ocasiones. Atrás quedan los intentos desde Andalucía por federalizar la Carta Magna y la iniciativa constituyente de una Candidatura Federal Revolucionaria Republicana Andaluza en junio de 1931, a través de la cual Infante pretende incidir de forma inocente en el debate sobre el Estado. El bulo inventado sobre un levantamiento revolucionario a imitación del de Cuatro Vientos en la base aérea sevillana (Complot de Tablada), aireado con la complicidad del Gobierno Provisional republicano-socialista, y con la actuación de militares monárquicos, da al traste con el intento de una República moderna y europeísta. Los Estados Unidos de España que proclama el federalismo más confederalista de Infante, quedó arrinconado entre acusaciones a falta de datos, nunca probadas, entre los nacionalistas andaluces y ERC. Pese a todo, según documentamos en los archivos andaluces, entre los avances políticos del autogobierno andaluz y la redacción de varias propuestas de texto estatutario, el Gobierno de la Generalitat de Catalunya, en noviembre de 1932, envía su carta de adhesión a la promotora de la Asamblea Regional Andaluza (Córdoba, enero de 1933), firmada por el Consejero de Gobernación y deseando los mejores deseos para un Estatuto Andaluz. Observando el hecho, se dice, con “íntima satisfacción”. La respuesta es, a su vez, contestación a una misiva dirigida a la institución catalana por haber alcanzado con éxito su autogobierno por el Presidente de dicha Comisión Hermenegildo Casas: “las horas de libertad para los pueblos contenidos en el glorioso solar ibérico ha sido por señalada por Cataluña”, en la medida que conquistaba una demanda histórica aún dentro del encorsetado margen que significada el proyecto “integral” republicano. El texto felicita el logro y desea las mejores de las venturas. Insiste sobre la pluralidad y solidaridad entre de sus pueblos bajo un objetivo común: La República. Y termina: “Andalucía va a seguir la senda ejemplar de su hermana Cataluña”. Más tarde, las contradicciones y avatares involucionistas de la II República llevaron a la reacción de un bienio “coloreado” de negro para la Historia. Los lazos fraternales se estrechan más, cuando Blas Infante visita a Lluis Companys y parte de su Generalitat en el penal de El Puerto de Santa María como gesto tan solidario como cómplice. Le lleva sus libros, comida y ropa. Les une un ideal federalista y una solidaridad a prueba de tiempos difíciles. Las expectativas federales quedaban definitivamente en vía muerta y las incipientes autonomías perseguidas. La aspiración inicial del 14 abril de 1931 -“Estado autónomo dentro de la República española”- ya fue reconvertida por la Constitución “integral” más tarde y, canalizada como “región autónoma” dentro de la República en el texto estatutario de septiembre de 1932. La torpe conjunción republicano-socialista, apostando por una transición pacífica frente a ruptura no dio para más, salvo para espolear extremismos tan constantes en la cultura política de España. El 6 de octubre de 1934, Companys ante lo que llama ataque de las fuerzas monárquicas y fascistas, proclama en el balcón de la Generalitat el “Estado Catalán de la República Federal Española” ante las “fuerzas fascistas y monárquicas”, que pretenden “traicionar a la República”. El conocido trágico final de ambos líderes, Companys e Infante, les vuelve a unir. Hoy nuestro mejor homenaje a ellos es que el futuro lo decidan ambos pueblos en un escenario constituyente.

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