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La Armada lleva a cabo su tercer proyecto con la Universidad de Sevilla: Flotex es un ejercicio avanzado dentro del plan de adiestramiento de la Armada que reúne a jóvenes periodistas como complemento dentro del escenario que se juega con las maniobras militares.

Respeto, jerarquía, protección, fuerza... La Armada es un mundo desconocido para los ciudadanos que no han pasado por su reclutamiento. Y ojo, que yo solo hablo de la Armada. Las Fuerzas Armadas es un concepto totalmente distinto, este término engloba a todos los ejércitos: Aire, Tierra y la Armada (ese que se desplaza por el mar). Y yo tuve la oportunidad de realizar unas prácticas de defensa en la base de Rota. Mis conocimientos sobre el trabajo militar eran nulos. Quizás por eso –y por Homeland– me atrajo la idea de pasar 10 días trabajando como corresponsal de guerra en la Armada. 

La base de Rota, para empezar, es una ciudad fantasma. Aparte de que en territorio es tres veces la ciudad de Rota, las calles están desiertas. Es una ciudad de residencia, de trabajo. Allí no te encuentras personas paseando a sus perros, de hecho está prohibido tener mascotas, solo está permitido en el housing. Lo que sí me encontré por todo el recinto eran anclas, anclas raras de todas las formas. Nosotros, los periodistas de la Universidad de Sevilla, nos quedamos en un campamento llamado Campamento Colón. Desde el 23 de noviembre hasta el 3 de diciembre estuvimos durmiendo en unas casas de madera abastecidas de literas. Imagínense el frío que pasamos en las noches y cuando sonaba el despertador a las 6:45 de la mañana. Pero bueno, todo ello se disipó con la llegada de sacos militares de invierno, la buena compañía de barbacoas, hogueras y juegos improvisados –además de algún que otro FIFA en el ordenador–. 

Es el tercer año que se realiza este programa, Flotex. En esta ocasión han participado más de 3.000 militares con el complemento de 15 periodistas: Fátima Caro, Xire Hernández, Ana Segura, Rocío Sánchez, Paloma Sanz, Luis Mesa, Violeta Marchena, Fátima Rodríguez, Josemi Barquero, Luisa Chávez, Manolo Rodríguez, Cristina Rojas, Rubén Colete, Roberto Serrano y servidora. Para reforzar aún más las prácticas, todo se escribía y se hablaba en inglés. Fue un reto para nosotros y para los infantes de la marina y marinos. Reto que todos conseguimos concluir con éxito. 

Un escenario sacado de la mente de Tolkien

Las prácticas que reunían a la Armada y a los jóvenes periodistas fueron diseñadas en 2010 por el capitán de corbeta Matías Urrea, el jefe de comunicación de la Armada en Andalucía, Ceuta y Melilla con la ayuda de Juan Luis Manfredi, profesor y eminencia de la Universidad de Sevilla. Entre ambos se organizaron para reunir a un grupo de periodistas –cursando tercero, cuarto, o máster– e introducirles en un escenario bélico ficticio. La Península queda dividida en estados con nombres inventados. Los principales países que entran en juego son Arnland, Iberia y Bothnia. El único nombre que se mantiene inalterable es la ONU, organización aliada de Arnland e Iberia. El escenario era algo complicado, ya que los propios militares que estaban en el juego no captaron bien el mensaje del ejercicio. 

Arnland (provincia de Cádiz) es un país capitalista con un territorio que quiere independizarse: Rozanhar (la Bahía de Cádiz). En este territorio se celebran unas elecciones en las que sale victoriosa la independencia y la vuelta a la ideología scilmish, que reina en Bothnia y en países vecinos. Debido a las revueltas y a la aparición de grupos terroristas en la zona de Rozanhar, la ONU manda una resolución (3033) que permite la intervención de sus países para ayudar a Arnland y proteger a su gente del terrorismo sufrido en la zona. 

La resolución 3033 es el detonante del conflicto. Es entonces cuando entran en juego varios buques del ejército, como por ejemplo el Juan Carlos I y el Castilla. Las fragatas se desplazan desde Rota hasta Cartagena para luego volver a Barbate (Birda es el nombre que le corresponde), como si fuese cierto que se desplazan a un país extranjero. Los buques (fuerzas de Iberia) están bien cargados de vehículos anfibios, hummers y demás equipamiento para el conflicto. El objetivo es hacer un ejercicio lo más real posible, es una simulación: la Armada se prepara por si ocurre en la vida real. 

13 periodistas estuvimos trabajando en el Cuartel General de la Flota desde las 8:00 hasta las 20:00 horas en unas salas de exposiciones (conocidas como tanatorios) donde redactabámos, editábamos y grabábamos audios para volcarlo todo a una web privada (News of the Sea). A ella tenían acceso aquellos que estaban embarcados y que debían seguir nuestras noticias para saber más sobre el escenario. Además, pudimos realizar entrevistas al personal en todos los niveles, como por ejemplo al capitán Juárez, al Almirante del Grupo 2 de buques anfibios, Martorel, al comandante del Juan Carlos I, al Almirante de Acción Naval, Garat y al comandante de navío de una de las cuadrillas de escoltas, Rubén Rodríguez Peña, todos ellos participantes en el juego.

Otros dos periodistas, Rubén Colete y Roberto Serrano, permanecieron embarcados en el buque Castilla durante todo el ejercicio representando a la Agencia EFE. Cada uno respondía a un medio específico: Die Welt, El País, Kaosenlared, Al Jazeera... Las cabeceras se dividieron en dos bandos: aquellos a favor de la intervención de Iberia y los que estaban en contra de la resolución de la ONU. En mi caso, yo era de las malas en el ejercicio, ya que mi medio apoyaba a Bothnia y camuflaba el terrorismo.

Aspas voladoras, olas y vacas

No todo fue estar encerrados entre cuatro paredes. Tuve la oportunidad de montar en helicóptero para embarcar en el buque Castilla. No todos los días se sube una en un helicóptero sin puertas. Un casco, un cinturón y a volar. El recorrido fue breve, pero la sensación indescriptible. Al llegar al barco sentía demasiado el movimiento, así que Biodramina y al lío. Llegamos tarde al Castilla, pero teníamos una rueda de prensa pendiente con tres personalidades del buque. Nosotros fuimos con nuestras cámaras, nuestras grabadoras y nuestras preguntas. Lo teníamos todo preparado y así salió. Lo extraño fue la prensa: Canal Sur y TVE nos acompañaron en este pequeño ejercicio, pero no sabían realmente por todo lo que habíamos pasado, ya que llegaron siete días después. No se quedaron con la verdadera esencia de Flotex. El ejercicio no era volar en helicóptero y navegar. No. Era todavía más profundo. Para nosotros lo importante era ganar la crisis a través de los periódicos y mantener siempre informados a nuestros aliados. 

Además de quedarnos con todos los recovecos de la Armada, sobre todo para mí era fundamental conocer a grandes rasgos las personas que están detrás de las Fuerzas. Hablar con oficiales, capitanes, soldados que nos llevaban de un lugar a otro, cabos que portaban cámaras, almirantes, brigadas... Toda conversación era Flotex. ¿Saben por qué el cuartel general de la Flota tiene en su fachada una gran campana? Al parecer, hace años, cuando solo existía el reloj de arena, para que desde proa a popa los marineros tuvieran constancia del transcurso del tiempo, se tocaba la campana cada hora y cada cuatro para que se llevara a cabo el relevo de guardias.

La Armada está llena de curiosidades. "Buenos días, a sus órdenes mi comandante", era muy común escucharlo por los pasillos del cuartel general de la Flota. Matías Urrea, Mariano Hernaiz y el brigada Wenceslao, formaron el tridente de mando sobre nosotros. Nuestros jefes, acompañantes y nuestros amigos. De tantos días juntos, el cariño que floreció entre todos fue especial

El 30 de noviembre lo pasamos en la mar y el 1 de diciembre en el campo de adistramiento de la sierra del Retín. En el campo, la infantería de marina nos mostró todo su despliegue para controlar la zona ante posibles ataques terroristas. Ellos aseguraban la zona para las demás embarcaciones. Los infantes nos acogieron con buen gusto y tuvimos la suerte de probar la comida de racionamiento, junto con el pan galleta, sin lugar a dudas toda una experiencia. Allí nos adentramos en un piraña, un vehículo anfibio que flota en el agua y que se puede desplazar por tierra. E incluso contemplamos maniobras que medios no han tenido la oportunidad de presenciar. Algunos nos trataron como adultos, aunque eso sí, como en todos lados otros nos tacharon de niños de colegio.

En la Armada, como en la vida, hay de todo. Marinos que leen La Razón, otros que leen El País; mujeres machistas que están en contra del feminismo, hombres que saltan irascibles si se les dice algo negativo del ejército, mientras que otros niegan cabizbajos. De todo. Es un mundo ordenado y lo tienen claro: "Si no te gusta, no te metas". Yo conseguí abrir la mente al conversar con muchos de ellos. Es un trabajo duro, como todo, y algunas posiciones requieren una cabeza fuerte para soportar muchos días fuera de casa. 

En el papel, 15 periodistas tenemos un ejercicio para incluir en el currículum. En la práctica, tenemos una experiencia inolvidable que hemos compartido con risas en un espacio serio y jerárquico como es la Armada.

Sobre el autor:

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Claudia González Romero

Periodista.

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