Vida y maraca de José Guapachá: un bolero de ida desde Venezuela a Sevilla

Llegó a la capital hispalense en 2017 y a sus 81 años, ha grabado su primer disco tras décadas cantando en cabarets y en la calle

José Guapachá cantando en la plaza del Pelícano.
José Guapachá cantando en la plaza del Pelícano. MAURI BUHIGAS

Menudo y elegante pasea cada día con sus coloridas galas por las calles de Sevilla. Lo hace con el vaivén propio de un caribeño. José Alcano Martínez, nacido en Caracas hace 81 años, es el cantante que inunda de boleros la ciudad desde 2017, cuando aterrizó desde su Venezuela natal de la mano de su hija. Este filántropo musical siente que cantando está haciendo "algo bello por la humanidad" y que la música "es un acercamiento entre los seres humanos que ayuda a unirse".

De madre descendiente de india mexicana y padre canario, es el mayor de tres hermanos que todavía viven. Empezó a cantar con 12 años y con poco menos de ocho agarró por primera vez unas maracas. Desde entonces ha sido su modo de vida, a pesar de haber trabajado en las más diversas profesiones para ganarse el pan: personal de seguridad del presidente y de ministros, albañil, carpintero, mecánico de coches y camiones, entre otras. También fue boxeador amateur, militar y estudió ingeniería agrícola y agricultura en la Universidad Abierta de Venezuela. "A veces pienso que debería tener más de cien años porque he hecho muchas cosas en mi vida, aunque lo que más me ha gustado ha sido cantar", reconoce mientras saborea el segundo café de la mañana.

José se deja ver sobre todo por la Alameda, el Pumarejo, calle Feria o la plaza del Pelícano cuando cae el sol, acompañado de un grupo de cubanos con los que ameniza las concurridas terrazas. "Los conocí en un estudio de grabación y me invitaron a cantar, pero al principio salía solo con mi parlante", cuenta este hombre de apodo guapachoso –en su tierra significa fiestero y con alegría–, que se lo puso un pianista cubano llamado Juanson, que conocía a Antonio Machín y se lo presentó en Venezuela en 1960, cuando estaban pegando fuerte Angelitos negros y Mira que eres linda. Quién le iba a decir a ese muchachito que conoció a su ídolo con apenas 20 años, que 60 años después llegaría a la ciudad que tan bien acogió a Machín, y que grabaría su primer disco gracias al músico chileno, Sebastián Orellana.

El cuaderno con los 300 mejores acompaña siempre a José, que lo tiene como una biblia, con anotaciones y los colores de la bandera venelozana.
El cuaderno con los mejores boleros acompaña siempre a José, que lo tiene como una biblia con anotaciones y los colores de la bandera venelozana. MAURI BUHIGAS
Anotaciones de José sobre origen del bolero.
Anotaciones de José sobre origen del bolero. MAURI BUHIGAS

Guapachá es católico hasta "la media" y devoto del cristo de la Macarena, aunque su biblia –que siempre va con él– contenga los 300 mejores boleros. Todavía no ha vivido la Semana Santa sevillana, pero advierte que en su tierra esa fiesta consiste en "ir un ratico a la iglesia y ya". Él prefiere repartir fotos de Jesús de la Sentencia entre sus amigos "para que tengan confianza en sí mismos", dice. Con Sebastián Orellana tuvo una experiencia casi religiosa cuando tocaron un bolero en la Iglesia de Santa Lucía para el memorial del fallecimiento de la madre de su amigo Mike, a la que le gustaba mucho la canción de Los Panchos que interpretaron. "Fue muy sentimental para mí", reconoce José.

Tras más de 60 años cantando, una storie de Instagram unió a Sebastián y José, aunque poco tengan de milenials. "Una amiga subió un video de José cantando en la calle y le dije que le pidiese el número. Al tiempo me reuní con él y le propuse grabar un disco", cuenta Orellana, que en un principio barruntó la idea que Ry Cooder materializó en su día con Buena Vista Social Club. "Pensé en hacerle un disco con artistas y metales, pero por cosas de la vida no se pudo, entonces frené y seguidamente nos juntaron para tocar en el proyecto Una Playllist, y ahí le dije que en vez de hacer un disco tan extravagante, podíamos hacerlo más simple". Y así, aprovechando la grabación del reciente disco de Sebastián, Dios Perroen el Estudio Happy Place, ocuparon un día para grabar el primer disco de José Guapachá: su primer disco con 81 años.

El repertorio de toda una vida se grabó en un solo día. "Para mí fue una experiencia bellísima y se incluyó la canción con la que gané mi primer concurso de canto con 12 años", cuenta ilusionado. Explica que no había grabado nunca un disco "porque me la pasé cantando en cabaret y bares antes de ser seguridad. Ahora me siento bien, es un logro". El disco consta de 10 boleros, grabados en diciembre de 2020, con Sebastián Orellana a la guitarra. Tienen previsto sacarlo después del verano en colaboración con la Sociedad Fonográfica Subterránea y José, ya impaciente, está deseando presentarlo para invitar a sus allegados a un "arepaso de caraota negra". Sebastián cuenta que su idea era haberle hecho el disco con canciones originales, "pero teníamos tan poco tiempo que le costaba aprenderse cosas nuevas, así que busqué dentro de su repertorio las más pegajosas y desconocidas".

José lleva 30 años con sus maracas cubanas.
José lleva 30 años con sus maracas cubanas. MAURI BUHIGAS

José ha tenido 10 hijos de tres matrimonios y su hija pequeña fue quien lo trajo para Sevilla hace cuatro años. Otro de sus hijos ya falleció. Además, tiene 23 nietos y bisnietos que no ha conocido aún. “Lo más bello de la vida es nacer con la mente libre, que tú sientas que eres tú. Yo siempre he sido libre, pero habiendo cumplido con hijos y mujeres", advierte con la voz de la sabiduría. Y por si no fuera suficiente, vivió 10 años en el Amazonas mientras estudiaba y trabajaba en el ámbito de la agronomía.

Tuvo ocasión de conocer al Ché Guevara en Caracas. "Llegó en moto con un amigo suyo que era psiquiatra y nosotros justo estábamos haciendo una reparación en ese hospital. Lo recuerdo alto. Y le dije a un compadre mío que ese era el Ché y nos presentamos. Eso fue mucho antes de irse para Cuba en el año 60. Yo era un chaval, tenía menos de 20 años", recuerda. También guarda en su memoria el día en que conoció a Fidel Castro en el 59 en la Plaza Bolivar, cuando era militar y estaba en la armada: "En el tiempo mío había que pegarse donde fuera porque los tres platos son forzosos", comenta riéndose a carcajadas de las penurias que dejó atrás, como vivieron gran parte de los nacidos a principios del siglo XX.

Este hombre al que le gusta soñar y que mira la vida con alegría, también vivió etapas difíciles: "pasé el miedo del niño, el hambre del niño, el temor del niño, también lo desconocido del niño, porque pasé mucho tiempo solo". Aunque avisa de que sus ganas de vivir le vienen de genética. "En mi familia nadie ha muerto por enfermedades raras, solo de accidentes y de viejo, ser positivo es la clave", apunta sincero. 

“Al principio culpaba a mi padre de habernos dejado solos a mi madre y a mí, pero estábamos en una guerra civil y en plena Segunda Guerra Mundial, y tuvo que irse como topógrafo con el ejército. Yo lo culpaba porque a los cuatro años le pregunté por él a mi madre, con la que vivía en una habitación, y se puso a llorar. No se me olvida. Me dijo que estaba en eso y al tiempo mi padre se reunió con nosotros. Criarme con mi madre también fue una experiencia muy bella, porque conoces realmente a tu madre y ella a ti también, gracias a Dios". El coro de la iglesia también le aportó más de un plato de comida: "El primero que llegaba era yo y el padre me decía: ¿Usted vive cerca? Y yo le respondía: No padre, pero vengo antes por el desayuno", relata con esa risa que le caracteriza.

José junto a su bicicleta con la que "anda" la mayoría de las veces que sale a la calle.
José junto a su bicicleta con la que "anda" la mayoría de las veces que sale a la calle. MAURI BUHIGAS

A sus 81, José se mueve en bici y está perfectamente adaptado a su nuevo hogar. "Aquí no falta de nada, aquí el que se queja es porque es quejón". "Mi hija consiguió un pisito en una planta baja y vivo feliz. Aquí todo está bien, todo es bueno", añade el venezolano, que afirma tajante que ya no volverá a su tierra: "De aquí pal cajón", asegura con guasa. Sin embargo, no pierde el contacto con su gente e intenta ayudar en lo que puede, sobre todo a su hermano, que tiene problemas de corazón. "Allá la medicina es demasiado cara y yo lo ayudo mensualmente, gracias a Dios". Con el resto de sus hijos está tranquilo, pues asegura que "todos son profesionales y tienen casa propia". La tranquilidad universal de todo padre y madre.

De Guaidó dice que es "malo: malo, malo, pero malo, con eme de malo. La derecha no sirve. Yo soy de izquierda, pero vamos a ver las cosas como son, porque no ayudan a nadie". Y eso le evoca un recuerdo revolucionario. "700 hombres dentro del cuerpo militar dimos un golpe y nos fuimos con Chávez a la campaña, entonces como la derecha nos andaba buscando, mandaron a quemar todas nuestras fotografías y recuerdos. Estuvimos cuatro años presos en Puerto Cabello, pero vivimos bien porque éramos los mismos que dimos el golpe", rememora. "Yo era de Chávez, pero eso ya pasó", apunta.

Este hombre parece no tener fin y planchar es una de sus especialidades, a la vista está con cada estilismo que saca a pasear. "Llevo encorbatado más de 30 años y no paso calor", admite riendo. Se dejó 36 trajes hechos a medida en Venezuela. Ni uno más ni uno menos. La radio es su fiel compañera, duerme con ella incluso. Y repite una y otra vez lo agradecido que está "a esta tierra de ustedes". La misma que le permitió salí a dar conciertos, ya que recientemente dio sus dos primeros bolos fuera de Sevilla con Sebastián Orellana: uno en Cáceres y otro en el Montanera Festival de Aracena

Retrato de José, en días pasados.
Retrato de José, en días pasados. MAURI BUHIGAS

Ahora que ha grabado su primer disco, dice que todavía le quedan sueños por cumplir. "Me gustaría hacer dos más: un disco más bailable de son y otro de temas originales. Además de viajar a Marte. ¡Cómo no!", espeta con su habitual risotada. Sobre el oficio de cantar destaca que es algo bellísimo, "me emociona cuando aplauden tanto y te dan las gracias por haber cantado". "Y es que el bolero te jorunga el sentimiento", aprecia. Porque cuando José canta, alegra y enternece los corazones con su voz rasgada y su cadencia personal, que bebió de los clásicos Leo Marini y Daniel Santos".

Tanta es la energía de don José Guapachá, que ha dado el salto a la gran pantalla con su participación en la taquillera Operación Camarón, donde interpreta a un patriarca de la mafia en silla de ruedas y en la última película de Gonzalo García-Pelayo, en la que además canta Perdón, un bolero completo. Además, durante el proceso de grabación del disco, con la idea de tomar imágenes para un videoclip, comenzó a salir material para un documental. Pilar Angulo y Joaquín Aneri son las personas encargadas de este proyecto, que camina entre el videoclip y el documental, pues se incorpora sonido ambiente, el relato de su vida y las canciones de su disco. 

Una tarde en la plaza del Pelícano con don José Guapachá
Una tarde en la plaza del Pelícano con don José Guapachá MAURI BUHIGAS

Don José tiene un mensaje claro para la sociedad. "¡Quien no se ría, que vuelva a nacer! Que le diga a su mamá y a su papá que lo vuelvan a hacer". Para él la edad no es un asunto delicado. "Hay gente que le dicen viejo y se ponen bravo. Yo no. He llegado adonde estoy y no tengo complejo de eso, todo el tiempo pa’ lante", dice con la sonrisa de la plenitud. Es más, asegura que vivirá como mínimo hasta los 120. Porque José irradia vitalidad e ilusión por las pequeñas cosas de la vida. Y tanto es el amor que guarda, que no está cerrado a enamorarse. Sólo hay que escuchar cómo canta el clásico Quién será la que me quiera a mí de la Sonora Matancera. Preguntado por su lado oscuro, tiene rápidamente la respuesta: "Sí, cuando apago la luz".  

 

Sobre el autor:

Carmen Marchena

Carmen Marchena

Gaditana. Periodista feminista por vocación y compromiso. Empecé en las redacciones de Ideal Granada y Granada Hoy. He pasado por eldiario.es/Andalucía. Parte de El Salto Andalucía desde sus inicios. Tengo dos ídolas: mis abuelas Carmeluchi y Anita. Defensora de los Derechos Humanos y la Memoria. Sin más dilación, papas con choco o barbarie.

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