Sobrevivir a una catástrofe aérea: este sevillano quiere ser el primer parastraonauta de la historia

El ingeniero José Luis de Augusto, superviviente del siniestro del A400M de Airbus en el que perdieron la vida cuatro personas en 2015, se quedó parapléjico, pero recuperó su licencia de vuelo. Ahora participa en un proyecto estadounidense que quiere poner en órbita a una persona con discapacidad

El ingeniero José Luis de Augusto, posible primer parastronauta.
El ingeniero José Luis de Augusto, posible primer parastronauta. MANU GARCÍA

José Luis de Augusto (Sevilla, 1983) se empeña en quitarle importancia, pero la tiene y mucha, el hecho de que esté entre los candidatos a ser el primer parastronauta de la historia. Es decir, una persona con discapacidad que orbite la Tierra. Hasta dentro de unos años no se sabrá si es el elegido, pero tiene bastantes opciones. 

Durante 2022, ha estado varios meses formándose y trabajando en Houston, formando parte de un programa de AstroAccess, que promueve la inclusión de personas con discapacidad en el espacio. George T. Whitesides, quien fuera máximo responsable de Virgin Galactic y antiguo jefe de gabinete de la NASA, es el principal impulsor del proyecto.

En verano, De Augusto fue seleccionado entre 4.000 aspirantes para probarse como parastronauta. En Houston (EEUU) ha efectuado vuelos de microgravedad. “En cada parábola tienes 30 segundos de microgravedad, lo que provoca el mismo efecto que tienes cuando estás en órbita”, explica a lavozdelsur.es.

“En el proyecto colaboran personas de todo el espectro espacial estadounidense y del mundo. No hay interferencias políticas, tenemos absoluta libertad para proponer, y para implementar mejoras, mucho más rápido de lo que podría hacerlo una empresa”, describe José Luis de Augusto, que calcula que en un plazo de dos años puede haber una persona con discapacidad en el espacio. 

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De Augusto, guardando su mochila antes de subirse a la aeronave.  MANU GARCÍA 

Antes, ya probó suerte en una convocatoria de la Agencia Espacial Europea, que ya ha seleccionado a un candidato. “Cumplía los requisitos y me apunté. Pasé a las fase 2, en Hamburgo (Alemania), que era la evaluación psicotécnica, y en la 3, en Colonia, me sometí a entrevistas con psicólogos y neuropsicólogos, que te ponían en situaciones de estrés”, recuerda. Después de un año haciendo pruebas, lo descartaron porque su grado de discapacidad “era más severo de lo que andaban buscando”. 

José Luis de Augusto no considera descabellado el hecho de convertirse en astronauta, de hecho es una de las salidas de la carrera que estudió, Ingeniería Aeronáutica, una opción que eligió, quizás, influido por vivir cerca del aeropuerto San Pablo de de Sevilla. Desde su casa veía aterrizar y despegar aviones constantemente. “Conseguí hacer lo que me gustaba y sigo haciendo lo que me gusta”, explica.

De Augusto cumplió su sueño y, desde muy joven, comenzó a trabajar en Airbus. Pero en 2015, cuando apenas tenía 32 años, se vio envuelto en un accidente que a punto estuvo de costarle la vida. Él es uno de los supervivientes del accidente del A-400M en Sevilla, en un vuelo de prueba en el que pronto empezaron a ir mal las cosas. Fallaron tres de los cuatro motores del avión —algo muy poco probable— y de seis tripulantes, murieron cuatro.

Después de largas estancias en el hospital y de interminables sesiones de rehabilitación a las que se sometió durante dos años, José Luis empezó a recobrar su vida. Una vida muy diferente a la que conocía hasta entonces. La lesión medular que sufrió en el accidente le provocó una paraplejia, por lo que desde entonces se desplaza en silla de ruedas, pero pronto se empezó a plantearse que tenía que volver a volar. 

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José Luis, con la adaptación que le permite pilotar.  MANU GARCÍA

“Fue un palo, los primeros años mi único planteamiento pasaba por lograr una recuperación funcional de mi autonomía personal”, describe. “Solo quería estar en casa y terminar de ver una serie completa”, dice. Era a lo que aspiraba. Con el paso del tiempo, consiguió mucho más.

En su último día en Airbus, los compañeros de José Luis le tenían preparada una sorpresa: le mostraron que había instructores que enseñaban a volar a personas con discapacidad. Con su experiencia y sus conocimientos, sería cuestión de tiempo conseguirlo. Mediante una asociación suiza de handi fly, vuelos para personas con discapacidad, se puso en contacto con un instructor parapléjico italiano que le enseñó todo lo que tenía que saber para volver a surcar los cielos. “Había pocos pilotos en mi situación, para mí fue clave”, sostiene. 

En el Real Aeroclub de Sevilla tienen cuatro avionetas, dos de ellas adaptadas. Con un mecanismo que consiste en una palanca, con la que José Luis se ayuda para pulsar pedales, consigue volar, y enseñar a quien quiera hacerlo, ya que también es director de la escuela de vuelo adaptado NewWings, que creó él mismo.

En 2018, fue padre y recibió la Medalla de Andalucía con pocos meses de diferencia. En 2019, cuatro años después del accidente, logró recuperar la licencia de vuelo, algo que le costó bastante esfuerzo. Primero, para conseguir adaptaciones homologadas para las aeronaves —el kit handcontrol—, y luego para convencer a la Agencia Española de Seguridad Aérea (AESA) de que podía hacerlo con seguridad, tras conseguir el reconocimiento médico de clase 2 que requería, renovando así su licencia de piloto privado.

“Cuando recuperé la licencia me hice cargo de la escuela y, desde hace tres años, soy presidente del Aeroclub”, cuenta De Augusto a pie de pista, poco antes de montarse en una aeronave, que muestra por dentro. “El avión en tierra se mueve con pedales y para ello están los adaptadores. Estando en vuelo, sirven para girar”, explica. Una experiencia que tienen abierta a personas con discapacidad que quieran probar.

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José Luis de Augusto, delante de una aeronave del Real Aeroclub de Sevilla. MANU GARCÍA 

"Ha cambiado mi vida, físicamente tengo limitaciones, pero psicológicamente no me ha modificado. Me gusta volar igual que antes”, asegura el ingeniero, que recuerda su primer vuelo tras el accidente como “un subidón de energía”. Cada vez que puede, va al aeropuerto sevillano para acumular horas de vuelo. 

“Los pilotos y los astronautas siempre se ha considerado que tienen que ser perfectos: atletas e inteligentes. Esa no es la realidad. Mientras no pongas en riesgo la seguridad del vuelo, se estudia la posibilidad de serlo”, reflexiona De Augusto, que prefiere no pensar demasiado en si será él, u otro compañero, quien se convierta en parastronauta. 

“Estamos trabajando en equipo, si soy yo o no es lo de menos”, apunta. “En estos momentos se está estudiando si es posible, y el objetivo es contar con la seguridad necesaria. Hay que hacer un proceso de ingeniería que va a durar unos años y a partir de ahí, la gente que tenga más experiencia será candidata”, explica.

José Luis De Augusto se toma su participación en el proyecto AstroAccess como una opción de seguir desarrollando su carrera profesional. “Antes me dedicaba a probar aviones y ahora lo mismo, desarrollo sistemas para que se pueda poner en órbita a un astronauta con discapacidad”, señala.

"Hay que ser realista, es muy complicado, tiene que encajar también que sea compatible con tu estado físico o funcional”, sostiene el ingeniero que soñaba con volar viendo aviones cada día desde su casa, que lo consiguió y que recuperó su licencia tras un accidente que casi le cuesta la vida. Sigue volando, a pesar de las dudas de muchos. Quien sabe si en breve también surcará el espacio. 

Sobre el autor:

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Francisco Romero

Licenciado en Periodismo por la Universidad de Sevilla. Antes de terminar la carrera, empecé mi trayectoria, primero como becario y luego en plantilla, en Diario de Jerez. Con 25 años participé en la fundación de un periódico, El Independiente de Cádiz, que a pesar de su corta trayectoria obtuvo el Premio Andalucía de Periodismo en 2014 por la gran calidad de su suplemento dominical. Desde 2014 escribo en lavozdelsur.es, un periódico digital andaluz del que formé parte de su fundación, en el que ahora ejerzo de subdirector. En 2019 obtuve una mención especial del Premio Cádiz de Periodismo, y en 2023 un accésit del Premio Nacional de Periodismo Juan Andrés García de la Asociación de la Prensa de Jerez.

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