El sevillano que restauró La Casa del Reloj de El Puerto y hace piscinas 'imposibles' en las azoteas

Honorio Aguilar fue el encargado de recuperar el edificio emblemático de El Puerto de Santa María y allí descubrió que su origen estaba en dos siglos antes a lo que establecían los registros

Honorio Aguilar, arquitecto que ha restaurado La Casa del Reloj.
Honorio Aguilar, arquitecto que ha restaurado La Casa del Reloj. MAURI BUHIGAS
10 de septiembre de 2023 a las 08:56h

El arte se puede encontrar en cualquier lugar, en cualquier rincón. Es común pensar que solo se ciñe a la pintura y a la escultura. Quizás también a la música. Pero va más allá. El amor por el arte, aunque pueda parecer extraño, fue lo que hizo al sevillano Honorio Aguilar decantarse por la arquitectura. "Es algo que tenía claro desde que era pequeño porque aglutina todas las artes", explica a lavozdelsur.es.

Su padre fue agricultor y amante de las antigüedades, algo que le ha influido a la hora de trabajar ya que una de las especialidades de su estudio son las rehabilitaciones. "Alguien que toca el patrimonio no puede ser un arquitecto que no sea un apasionado del arte", explica sobre su sector, donde en ocasiones observa actuaciones negligentes por el desconocimiento.

"La mayoría de las restauraciones son muy desacertadas y se demuestra con el paso del tiempo. Se observa que los materiales no son los adecuados, no se respeta lo que se tendría que respertar y no se tiene en cuenta todo lo que implica una restauración desde el punto de vista de búsqueda de archivos, documentos y asesoramiento previo".

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Con la restauración recuperó el aspecto original de las columnas.    MAURI BUHIGAS
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Vista del patio de La Casa del Reloj.    MAURI BUHIGAS

Uno de los problemas que observa en todo esto es que existe una normativa que lo permite. El ejemplo al que recurre es al de la avenida de La Palmera en Sevilla y sus construcciones recientes, irrespetuosas con el entorno. Habla sin tapujos. "Eso se hace porque hay un técnico municipal que da una licencia. Es un disparate y una cosa espantosa. Había mecanismos para poder controlarlo y como técnico tiene que establecer unos criterios mínimos de calidad", explica sobre la estética de nuevos edificios, pero también sobre los materiales utilizados.

Honorio Aguilar tuvo que enfrentarse recientemente a uno de sus mayores retos como arquitecto: la restauración de La Casa del Reloj, un edificio emblemático de El Puerto de Santa María que guardaba sorpresas inimaginables. La primera de ellas es que estaba datada en el siglo XIX, aunque Aguilar, antes de comenzar el trabajo, ya imaginaba que podía ser anterior. "Yo intuía que era una casa de cargadores a Indias por la tipología de los almacenas y planta baja o la contaduría, que se había destruido parcialmente", comenta. El pésimo estado en el que se encontraba dificultaba todo el proceso.

Las columnas, pintadas con cal, impedían ver su época. Al final, observando y picando, quedó claro que La Casa del Reloj tenía su origen en el siglo XVII. "No tuvo ningún tipo de mantenimiento durante 100 años y en la cancela ponía 1859. Imagino que el que hizo el inventario se guiaría por eso", explica. Según los archivos consultados por el arquitecto, esa fue la época en la que el edificio cambió de propiedad y la nueva familia que se hizo cargo decidió optimizar el espacio haciendo pisos bastante grandes.

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Honorio Aguilar frente a la fachada de este mítico edificio de El Puerto.    MAURI BUHIGAS
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El edificio, aunque databa del siglo XIX, corresponde al XVII.   MAURI BUHIGAS

Durante los trabajos de rehabilitación, Honorio Aguilar ha descubierto arcos o la cancería de acceso a la escalera. Lugares que permanencían ocultos. "Todo atestiguaba que era del s.XVII. De hecho hemos encontrado en los archivos eclesiásticos las primeras familias empadronadas". Curiosamente, una de ellas compartía apellido con él.

Los relojes de sol que dan nombre a la casa, uno cuadrante declinante a levante y otro cuadrante declinante a poniente, datados en el siglo XVII y siglo XVIII. Sin embargo, lo que más ha llamado la atención de este arquitecto han sido las columnas del patio. "Son de mármol negro, un material que no hay en Andalucía. Parece negro Marquina, una cantera que hay en el País Vasco muy pequeña. Es un material muy demandado por su calidad y su originalidad", cuenta Aguilar de un edificio con gran altura desde el que se puede observar media provincia de Cádiz.

A pesar de todo, su idea inicial no cambió demasiado tras descubrir que la casa había sido construida dos siglos antes de lo datado. "Quizás de haberlo sabido hubiera intentado recuperar la escalera original que se transformó en el siglo XIX", añade sobre un proceso donde la obsesión era usar materiales que se parecieran lo máximo posible a los originales. No obstante, reconoce que siempre le gusta darle un toque más actual. En esta ocasión ha sido referente a la carpintería. "Lo más importante es que los materiales sean adecuados a la estructura inicial. El color también me parece relevanta para mantener la tonaliad".

Aguilar tiene claro el camino a seguir. "La luz es lo que modela la arquitectura, y la luz está asociada al color. En la arquitectura actual está muy devaluado porque hoy todo el mundo hace los edificios iguales. Todo es blanco o gris", dice sin pelos en la lengua. "Para poner color a lo mejor también hay que tener personalidad".

Rehabilitaciones... y piscinas en altura

Si su participación en La Casa del Reloj ha sido sonada, durante todo el verano se han hecho virales en redes las diferentes piscinas en las que ha participado. Lo llamativo de estas es que no son cumplen los estándares tradicionales del hueco en un jardín. Aguilar se ha especializado en los últimos años en aprovechar el espacio al máximo y esto se traduce en hacer una piscina o un estanque en cualquier rincón. Incluidas las azoteas.

"Toda piscina necesita el refuerzo de la estructura o una estructura específica", comienza explicando. La principal dificultad es la titularidad del edificio y su uso. Los permisos de una propiedad colectiva complican el proceso. "Sin ese impedimiento se podría hacer en cualquier sitio porque se puede cimentar en casi todo tipo de suelo".

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Una de las piscinas en altura.    MAURI BUHIGAS

Recientemente ha llegado a realizar cimentaciones a 20 metros de profundidad porque el suelo era "como plastilina". Es decir, una estructura metálica desde el subsuelo hasta los 15 metros de altura de una azotea. "Hace 20 años no existían, pero cada vez tenemos más necesidad de habitar los espacios exteriores de las viviendas", señala.

Su concepción de la arquitectura es muy clara. "Defiendo la necesidad de que haya espacios exteriores. La arquitectura es ese juego entre lo interior, lo exterior y lo semiexterior. Yo no podría diseñar una casa sin espacios exteriores o semiexteriores porque sería una jaula", comenta.

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Fachada de La Casa del Reloj.    MAURI BUHIGAS

En muchas partes de Andalucía, el uso de las terrazas ha sido mínimo durante muchos años por el temor al calor. "Eran espacios secundarios como tendederos o trasteros", aclara. Sin embargo, recientemente ha habido un interés en ocupar estas zonas. "El espacio libre puede tener casi el mismo valor que el construido y una forma es meter piscinas, estanques o jacyzzus, Es una inversión que vuelve porque das uso a la zona y ayuda a rebajar la temperatura de la casa". Lo dice desde la experiencia después de que un toldo en la azotea rebajara siete grados en su vivienda.

Ya hace varios años de su primera piscina en altura. Fue en la calle Alfonso X El Sabio de Sevilla al convertir una casa noble de la ciudad en seis viviendas. Pese a ello, rechaza que todo esté inventado. "Siempre se puede seguir innovando y muchas veces se logra mirando para atrás".

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