Salvar a la Bella Escondida olvidada en una azotea de Cádiz

Esta torre mirador construida en el siglo XVIII, que forma parte del imaginario gaditano, se sumerge en una nueva etapa en busca de la rehabilitación de su fachada

La Bella Escondida, torre mirador ubicada en la casa palacio de la calle José del Toro, en Cádiz.
La Bella Escondida, torre mirador ubicada en la casa palacio de la calle José del Toro, en Cádiz. MANU GARCÍA

Oculta e invisible a los ojos del cualquier transeúnte. Pero no desconocida. La torre mirador más enigmática de Cádiz tiene sus seguidores, muchos de los cuales solo la han visto en fotografías. Otros, han tenido la suerte de dejarse embelesar por ella desde una azotea. Desde la torre Tavira, se ve diminuta e insignificante, sin embargo, no es una más de las 134 torres que caracterizan al skyline gaditano. Esta es una joya patrimonial especial. Es la única de la ciudad construida desde el suelo y con planta octogonal.

Curiosos y vecinos pisan cada día la rosa de los vientos que adorna el portal al que se asoman aquellos que han oído hablar de ella. No se deja ver. En cambio, la casa palacio del siglo XVIII donde reposa, sí. Un imponente edificio histórico datado de 1730 que custodia la torre que, desde finales de los 60, se conoce como “la Bella Escondida”. Fue el periodista Bartolomé Llopart quien la bautizó como tal cuando se acercó a las obras de una finca colindante. Para él, un tesoro por descubrir que actualmente es propiedad de las cuatro familias residentes del inmueble.

“Cuando llegué estaba a punto de caerse entero”, dice Manuel Morales Jódar, decorador sevillano que decidió comprar una parte de la casa en 2003. La adquirió sin conocer la existencia de esta torre, que vio por primera vez al subir a la azotea. Se quedó maravillado de sus encantos y de las escaleras imperiales con doble entrada de la casa que tantas veces ha pisado. “Estaba buscando una casa para veranear, me hablaron de que aquí vendían la cama de Francisco de Asís, vine a verla y, me enamoré de la casa”, cuenta a lavozdelsur.es.

Entrada a la casa palacio del siglo XVIII.
Entrada a la casa palacio del siglo XVIII.   MANU GARCÍA
Interior de la casa palacio restaurada.
Interior de la casa palacio restaurada.  MANU GARCÍA

Entonces, recordó que su padre siempre se detenía en el número 13 de la calle José del Toro, en pleno casco antiguo porque era la que más le gustaba. “La casa ya me estaba llamando desde pequeño”, dice el sevillano, que se encontró con la vivienda en ruinas, llena de polvo.

No dudó en iniciar una gran reforma que se extendió durante cinco años. Trabajos de restauración que devolvieron el esplendor al palacio abandonado. Manuel quería poner en valor el inmueble y el mirador que le acompañaba. Incluso se movilizó para convertir a la Bella Escondida en Bien de Interés Cultural (BIC). “Todavía no lo es”, comenta al otro lado del teléfono. También trabajó para darle visibilidad con motivo del aniversario de La Pepa, en 2012, organizaba eventos y estaba en contacto con guías turísticos que la mostraban a los turistas con gusto.

“Pudimos restaurar la torre por dentro, lo que me dejaron hacer. La fachada requería una intervención muy difícil”, comenta Manuel. La malla que colocaron todavía envuelve a la torre que, en otros tiempos, llegó a ser víctima de expolio. Su restauración externa se quedó pendiente y el proyecto turístico con el que el inquilino soñaba, no cuajó.

“Todo lo que propuse se ha ido al garete”, suspira tras haber pasado 20 años de su vida luchando por ella. Ahora, mantiene la planta baja, con 75 metros cuadrados, que ha puesto a la venta.

Vista de la torre desde la azotea de la vivienda.
Vista de la torre desde la azotea de la vivienda.   MANU GARCÍA
Paco en el punto más alto del mirador.
Paco en el punto más alto del mirador.   MANU GARCÍA

Las paredes de esta casa palacio susurran historias. Lo que se cuenta es que no se construyó como torre vigía para controlar los barcos, como el resto, sino para ser observaba por la hija de un comerciante que acababa de entrar en el convento de la calle Feduchy. La monja contemplaba aquel mirador erigido como turris eburnea, torre de marfil para soportar la dureza de los votos. “Era un vasco que comerciaba perlas, siempre digo que la torre ha sido financiada por perlas”, detalla Manuel.

"Este mirador forma parte del imaginario de Cádiz"

Cristóbal Rodríguez Picón, procedente de Ronda, la compra y, desde entonces, allí han dormido numerosas personas hasta llegar a Paco Cárdenas, que se mudó en 2021 junto a su mujer Julia. Ambos profesores gaditanos, él beduino y ella, de “Cai Cai”, quedaron prendados por la planta que estaba en venta.

Paco merodea por el inmueble restaurado lleno de salones señoriales y rincones que parecen intactos desde hace siglos. Él quiere rehabilitar a la Bella Escondida, continuar de alguna forma con la lucha de Manuel. “Hay que hacerlo porque si no se va a caer”, advierte frente a la puerta de acceso a las escaleras que conducen al punto más alto del mirador.

Vistas desde la bella escondida.
Vistas desde la Bella Escondida.  MANU GARCÍA

Le gustaría que la torre se pudiera visitar y está dispuesto a retomar el contacto con las autoridades municipales para su rehabilitación. “La gente entraría por aquí, hay acceso directo, no molestaría a las viviendas y hay incluso dos baños públicos”, dice señalando la entrada.

“Como propietarios de una torre así tenemos que ser conscientes de que esto nos rebasa y forma parte del imaginario de Cádiz”, comenta mientras sube por las escaleras en forma de caracol, algo que le gusta hacer a diario.

Al final, unas bonitas vistas panorámicas de 360 grados a ocho niveles del suelo. Desde lo alto, Paco compara el último tramo de la torre, con el carajo de una embarcación. “Este es el ombligo de la ciudad. Si Cádiz fuese un barco, este sería su palo mayor”, comenta.

Portal de la casa palacio ubicada en Cádiz.
Portal de la casa palacio ubicada en Cádiz.   MANU GARCÍA
La torre es la única de planta octogonal de la ciudad.
La torre es la única de planta octogonal de la ciudad.   MANU GARCÍA

Apasionado de la historia, este gaditano ha investigado sobre los orígenes de la casa palacio en la que habita y mantiene la teoría de que la torre se levantó antes que el inmueble. Aquí, hace años, vivieron personajes históricos como José de Artecona Salazar, que dejó su huella con los lauburus, símbolo tradicional vasco, que se divisan en el portal.

También residió una de las mujeres más significativas del siglo XIX en la capital. Josefa Fernández, la marquesa de Casarrábago, fue pionera como presidenta de la Junta de Damas de la Sociedad Económica de Amigos del País de Cádiz y realizó obras de caridad. Una “protofeminista” que llegó a recibir en las tertulias que organizaba en esta casa palacio a Benito Pérez Galdós. “Estoy convencido de que él conoció esta casa y que habla de ella en sus Episodios Nacionales”, comenta Paco.

Un lugar cargado de historia que busca una nueva etapa, un rumbo para salvarse de las garras del abandono.

Sobre el autor:

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Patricia Merello

Titulada en Doble Grado en Periodismo y Comunicación audiovisual por la Universidad de Sevilla y máster en Periodismo Multimedia por la Universidad Complutense de Madrid. Mis primeras idas y venidas a la redacción comenzaron como becaria en el Diario de Cádiz. En Sevilla, fui redactora de la revista digital de la Fundación Audiovisual de Andalucía y en el blog de la ONGD Tetoca Actuar, mientras que en Madrid aprendí en el departamento de televisión de la Agencia EFE. Al regresar, hice piezas para Onda Cádiz, estuve en la Agencia EFE de Sevilla y elaboré algún que otro informativo en Radio Puerto. He publicado el libro de investigación 'La huella del esperanto en los medios periodísticos', tema que también he plasmado en una revista académica, en un reportaje multimedia y en un blog. 

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