La historia de la Asociación de Armadores de la Punta del Moral está profundamente entrelazada con la evolución del sector pesquero en la ciudad de Ayamonte, donde el Guadiana hace de frontera natural entre Huelva y Portugal. Esta zona, conocida por su amplia tradición marinera, ha sido —y es— epicentro de la pesca desde tiempos inmemoriales. La Punta del Moral, una pequeña barriada situada en la desembocadura del río Carreras, ha sido históricamente un refugio para pescadores y marineros que, generación tras generación, han encontrado en la mar su principal fuente de sustento.
Los más antiguos del lugar recuerdan que en la Punta del Moral no había nada. Ni un muelle donde atracar sus pequeñas embarcaciones, ni camino por el que ir hacia Ayamonte. El mar y sólo la mar. Históricamente, Isla Cristina siempre fue el vínculo más fuerte hasta que el progreso en forma de carretera llegó hace poco más de medio siglo. Aquellos descendientes de familias de pescadores procedentes en su mayoría de Carboneras (Almería) comenzaron a mirar a la villa de Ayamonte como madre nodriza.
En 1995, un grupo de armadores decidió formalizar su unión y fundar la Asociación de Armadores de la Punta del Moral como sociedad cooperativa andaluza (SCA), con el objetivo de coordinar y fortalecer sus actividades en un entorno cada vez más competitivo. Y es que aquellos pescadores luchadores veían que todo su trabajo se quedaba en Isla Cristina o en Ayamonte, pero no en la barriada, que no sacaba beneficio de su actividad y no se invertía en ella. Y así nació esta asociación un 29 de julio de aquel año.
En sus inicios, la asociación contaba con veinte embarcaciones de arrastre, todas ellas dedicadas a la pesca en el Golfo de Cádiz, una de las áreas pesqueras más productivas de España. Estas embarcaciones eran en su mayoría de madera, un material que pronto quedaría obsoleto ante la necesidad de modernización y mayor eficiencia. Pero con ella se marcharon aquellos artesanos que con sus manos arreglaban los envites de la mar en aquellas tablas con tantas millas náuticas recorridas.
A principios del año 2000, la asociación emprendió un proceso de renovación de su flota, reemplazando los antiguos barcos por otros más modernos de fibra de poliéster. Esta renovación no solo mejoró la eficiencia operativa, sino que también permitió a los armadores acceder a nuevas áreas de pesca, incluyendo las aguas de Portugal. Esta expansión fue un hito significativo, ya que permitió diversificar las capturas y mejorar la rentabilidad de las operaciones. Ya era hora después de tantas penurias pasadas.
El presidente de la Asociación, Alonso Abreu, subraya la importancia de esta modernización: “El paso de barcos de madera a fibra fue crucial. Nos permitió acceder a nuevas áreas de pesca y competir en un mercado cada vez más exigente”. Además, a partir de 2007, la asociación se convirtió en la concesionaria de la lonja de Ayamonte, lo que marcó un punto de inflexión en su capacidad para gestionar la comercialización de los productos pesqueros. Y, en 2018, le llegó el reconocimiento como Organización de Productores, pasando a tener la nomenclatura de OPP-80, y poder sentarse en Bruselas con voz y voto. Hoy, los armadores punteros son miembros de la patronal pesquera española Cepesca y la europea Europeche.
Una flota diversa
La flota se compone de una variedad de embarcaciones especializadas que reflejan la riqueza y diversidad del Golfo de Cádiz. Entre las más destacadas se encuentran las embarcaciones de arrastre de fondo, que son mayoría, con 38 barcos dedicados a la captura de especies como la gamba blanca, la cigala o la bacaladilla, entre otros muchos. Estos barcos están equipados con artes de pesca diseñadas específicamente para operar en las profundidades del golfo, donde se encuentran algunas de las especies más valiosas comercialmente. Además, la flota incluye una embarcación única en Andalucía, dedicada a la pesca del pez espada mediante palangre de superficie, una modalidad que requiere una gran precisión y cuidado para asegurar la calidad del producto.
Pero si algo le hace única a los armadores de la Punta, como se les conoce en la costa occidental onubense, es su compromiso con la innovación tecnológica y la sostenibilidad. Recientemente, se han implementado avances como el uso de puertas que no tocan el fondo marino en veinte de las embarcaciones de arrastre. Esta tecnología, además de reducir el impacto ambiental al evitar la destrucción de hábitats marinos, mejora la eficiencia del consumo de combustible, ahorrando en costes operativos y en la huella de carbono. Asimismo, dos embarcaciones se dedican exclusivamente a la captura del pulpo, utilizando técnicas sostenibles que garantizan la preservación de esta especie clave en la gastronomía local. Una especie que ahora se encuentra en parón biológico (15 agosto - 15 noviembre).
La lonja de Ayamonte, un activo que urge renovar
La lonja de Ayamonte es uno de los principales centros de comercialización de productos pesqueros en la provincia de Huelva. Desde que la Asociación de Armadores de la Punta del Moral asumió su gestión en 2007, la lonja ha experimentado un crecimiento sostenido, con un aumento del 10% anual en su volumen de facturación. Este crecimiento, sin embargo, no ha estado exento de desafíos y dificultades. La infraestructura actual se ha quedado pequeña ante el volumen de actividad, lo que ha llevado a la asociación a solicitar repetidamente una ampliación de las instalaciones.
"La lonja de Ayamonte es vital para nuestra comunidad", afirma Abreu. "Genera empleo directo e indirecto y es un motor económico para toda la comarca". Actualmente, la lonja maneja un volumen de ventas anual que ronda los 16 millones de euros, una cifra que refleja la importancia de la pesca en la economía local. Sin embargo, la falta de espacio y las deficiencias en las infraestructuras limitan la capacidad de crecimiento. "Hemos solicitado una ampliación desde hace varios años, pero los trámites administrativos y los cambios políticos en la administración han retrasado el proyecto", lamenta el presidente. Le urge al gobierno de Juanma Moreno y a la dirección general de Puertos de Andalucía abordar con urgencia un problema que se alarga en el tiempo.
La situación actual del edificio afecta tanto a la capacidad de almacenamiento como a la operatividad diaria. En temporadas altas, como la campaña de la gamba blanca, una especie emblemática de la región, la lonja se ve desbordada. "Hemos tenido que buscar soluciones temporales, como el uso de cámaras frigoríficas externas, pero esto no es sostenible a largo plazo", explica el presidente. Asimismo, han detectado fallos en la estructura del muelle que urgen arreglo antes del tan ansiado proyecto de reforma que lleva ya dos años de retraso.
Una pesca de calidad
El Golfo de Cádiz, donde opera la flota de la Asociación de Armadores de la Punta del Moral, es rico en biodiversidad marina. Entre las especies más destacadas se encuentran la gamba blanca, el pulpo o la cigala, todas ellas de gran valor comercial y gastronómico. La gamba blanca, en particular, es un producto emblemático de la región, conocida por su sabor delicado y su alta demanda tanto a nivel nacional como internacional. Ahora, en verano, con la población ayamontina duplicada, el mercado no da abasto. Una delicia para el paladar y saludable para el organismo.
"Nuestro enfoque siempre ha sido la calidad sobre la cantidad", afirma el presidente. "Los barcos de nuestra asociación se distinguen por buscar las mejores capturas, aquellas que garantizan un producto de primera calidad". Este enfoque en la calidad ha permitido a la lonja de Ayamonte posicionarse como un referente en la venta de mariscos y pescados frescos a nivel nacional.
El presidente también destacó la importancia de la gestión sostenible de las especies. "Hemos implementado medidas para asegurar que nuestras prácticas de pesca sean rentables y sostenibles a largo plazo". Entre estas medidas se incluyen el uso de artes de pesca más selectivas y respetuosas con el medio ambiente, así como la limitación de las capturas para evitar la sobreexplotación de las especies.
La soberanía alimentaria: un desafío global
Uno de los temas que Alonso Abreu abordó con preocupación fue la soberanía alimentaria, un concepto que cobra especial relevancia en el contexto actual de globalización y cambio climático. La soberanía alimentaria se refiere a la capacidad de un país o región para producir suficientes alimentos para abastecer a su población, sin depender excesivamente de las importaciones. En el caso de la Unión Europea, y en particular de España, la pesca juega un papel crucial en garantizar esta soberanía.
Pero el problema viene en los datos devastadores que proceden desde la burocrática Bruselas: ”El 70% de los productos pesqueros que se consumen en la Unión Europea no se capturan en aguas europeas", advierte el presidente. "Esto nos deja en una posición de vulnerabilidad, especialmente en tiempos de crisis". Durante la pandemia de COVID-19, esta dependencia de las importaciones se hizo más evidente, ya que muchos países restringieron sus exportaciones para asegurar el suministro interno. "Si esos terceros países deciden cerrar sus fronteras, nos enfrentamos a un serio problema de abastecimiento", alerta el presidente.
Para contrarrestar esta dependencia, la Asociación de Armadores de la Punta del Moral aboga por una política pesquera que favorezca la producción local. "Necesitamos políticas que apoyen a los pescadores locales y que faciliten la entrada de nuevas generaciones en el sector", subraya el presidente. En su opinión, la Unión Europea debería revisar su enfoque actual, que según él, está demasiado centrado en la sostenibilidad ambiental sin considerar adecuadamente las necesidades económicas y sociales de las comunidades pesqueras.
La pesca como motor de desarrollo
Es por todo esto por lo que el sector pesquero en Ayamonte y, por correlación, en toda la costa andaluza, afronta una serie de desafíos que amenazan su viabilidad a largo plazo. Uno de los principales problemas es la falta de relevo generacional. "Cada vez es más difícil encontrar jóvenes que quieran dedicarse a la pesca", comenta el presidente. "Es un trabajo duro, pero también es una oportunidad laboral con buenos salarios y estabilidad". La falta de relevo generacional no solo afecta a la continuidad de las empresas pesqueras, sino también a la transmisión de conocimientos y técnicas que han sido perfeccionadas durante generaciones. Y, sin embargo, es optimista, ya que ve que en la Punta del Moral, muchos jóvenes siguen los pasos de sus padres y abuelos: “Tenemos chavales con 17 años que están ya inmersos en los procesos de formación”. Una formación que también imparte la nueva sede, donde se da servicio a los armadores, pero también numerosas iniciativas formativas. Asimismo, dentro de la misma se encuentra la sede del Grupo de Acción Local para el Sector Pesquero, ente que financió la construcción de la misma junto a fondos europeos, estatales y autonómicos.
"Nos enfrentamos a una competencia desleal de productos que llegan a nuestros mercados sin cumplir con los mismos estándares que nosotros", denuncia el presidente como otro de los desafíos que tienen entre manos. Un ejemplo claro es la pesca del pez espada, donde las prácticas ilegales en países como Marruecos están afectando gravemente a los pescadores españoles. "Nosotros cumplimos con todas las normativas, pero competimos en el mismo mercado con productos que no han sido capturados de manera sostenible”, añade.
A pesar de estos desafíos, el sector pesquero de Ayamonte también tiene muchas oportunidades por delante. La creciente demanda de productos de alta calidad y la valorización de prácticas sostenibles, como la colocación de puertas voladoras, ofrecen un horizonte prometedor: ”Es el futuro, y nosotros estamos comprometidos con él", asegura el presidente. "Estamos invirtiendo en tecnologías que no solo mejoran la eficiencia de nuestras operaciones, sino que también reducen nuestro impacto ambiental".
I+D con olor a sal
Mirando hacia el futuro, este colectivo tiene claro que la innovación será otra de las claves para el éxito. "Queremos que Ayamonte siga siendo referente, pero para eso necesitamos modernizarnos y adaptarnos a los nuevos tiempos", afirma Alonso Abreu. Una de las áreas de enfoque es la mejora de las artes de pesca para reducir el impacto en el fondo marino.
"Hemos empezado a implementar puertas que no tocan el fondo marino en 20 de nuestras embarcaciones", explica el presidente. "Esto no solo reduce el daño al ecosistema, sino que también disminuye el consumo de combustible, lo que es beneficioso tanto para el medio ambiente como para nuestra rentabilidad". Este tipo de innovaciones son esenciales para mantener la competitividad en un mercado globalizado y cada vez más consciente de la sostenibilidad.
Además de las mejoras técnicas, la asociación está trabajando en la creación de una plataforma de formación para nuevos pescadores. "Queremos asegurarnos de que las nuevas generaciones tienen acceso a la formación adecuada para seguir con nuestra tradición pesquera, pero con las herramientas y conocimientos del siglo XXI", enfatiza Abreu. Esta plataforma no solo se centrará en las habilidades técnicas, sino también en la gestión empresarial y la sostenibilidad, preparando a los futuros líderes del sector pesquero.
Una tarea de todos
Por último, este armador que continúa la tradición familiar, habla claro a todas las administraciones, da igual el color que tengan: "Necesitamos políticas que nos apoyen, que entiendan la importancia de la pesca para nuestra soberanía alimentaria y para la economía local”.
Y es que, más allá de ser la flota pesquera que más gamba blanca captura de España, -junto a Isla Cristina-, o de luchar como nadie por los derechos de los hombres y mujeres del mar durante el pasado invierno de protestas ante la subida desorbitada del precio del combustible, la Punta del Moral huele a mar como nadie, entre fandangos y fados, nasas y artes únicas, al son que dicten las mareas, con el recuerdo de aquel moral centenario que daba la bienvenida a intrépidos pescadores almerienses hace más de un siglo; un paraíso donde el tiempo se para, la vida brota en cada calle de esta barriada pesquera y el futuro parte del muelle hacia el Atlántico cada día. Larga vida a la mar y a sus gentes.
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