Prostitutas a la fuerza, esclavas del siglo XXI: "Una red de personas me manipuló, engañó y extorsionó"

Carolina, María, Alba, Nicoleta y Nuria son cinco de las 45.000 mujeres que se dedican a la prostitución en España, entre el 90 y 95% víctimas de trata. Inserta Andalucía las ayuda a reinsertarse en el mercado laboral. El Gobierno trabaja en una ley que frene este negocio que "utiliza a los seres humanos como mercancías"

Víctimas de trata, las esclavas del siglo XXI.
Víctimas de trata, las esclavas del siglo XXI. MANU GARCÍA

“Llevaba varios meses en una situación insostenible, hacía uso de las drogas y del alcohol para evadirme de la realidad que me estaba tocando vivir. Al principio podía gestionar mejor el dinero, una parte lo enviaba a la familia, la otra era para devolver la deuda y la última para mí, para mis gastos”, cuenta Carolina, una mujer obligada a prostituirse en España, cuyo nombre es ficticio, pero su historia es muy real. Como las de María, Alba, Nicoleta y Nuria, con las que contacta lavozdelsur.es.

Ellas son cinco de las 45.000 prostitutas que hay en todo el país, según datos ofrecidos por el Gobierno en mayo del año pasado. Entre el 90 y el 95% son víctimas de trata. “A medida que pasaba el tiempo y la situación se me iba haciendo más pesada, necesitaba consumir más y más para poder seguir trabajando”, agrega Carolina. “Ya no era suficiente con tomar ansiolíticos, necesitaba también otros estupefacientes”.

Carolina hasta intentó acabar con su vida. “Una mañana, ya no podía más y me tomé una caja de pastillas”, confiesa. Pero pidió ayuda a tiempo. “Hacía unos cuantos meses que un grupo de chicas que trabajaban para una entidad venían al club donde trabajaba. Ellas me ayudaron a conseguir la tarjeta sanitaria, me acompañaron a realizarme controles médicos, sabía que podía contar con ellas”, dice. 

En España hay unas 45.000 prostitutas, de las que entre el 90 y el 95% son víctimas de trata

Estaba perdiendo el conocimiento, cuando las llamó y les contó lo que había hecho “a duras penas”. “Lo siguiente que recuerdo es la ambulancia, y a una de las chicas de la entidad a mi lado, acompañándome. Me trasladaron al hospital y tras pasar una noche, me dieron el alta”, rememora. 

Ahora vive en una casa de emergencia facilitada por la entidad que la ayuda. Una vez ahí, “realmente tomé conciencia de que yo era una víctima de trata de seres humanos con fines de explotación sexual, tampoco sabía que tenía derecho a protección por tal motivo. Yo tenía tanto miedo de que me hicieran algo a mí o, peor aún, a mi familia…”, expresa.

Ella es una de las víctimas de trata rescatadas por la asociación Inserta Andalucía, que ofrece ayuda a estas mujeres, desde apoyo emocional, gestión de trámites burocráticos, orientación laboral o asesoramiento jurídico. A todas se les entrega material de higiene y preventivo y se realizan derivaciones a otras entidades, en caso de que tengan otras necesidades.

“La gran mayoría de las mujeres atendidas son migrantes, procedentes, principalmente, de Latinoamérica, del norte de África y de Europa del Este”, cuenta Miguel Vargas, técnico del proyecto Amives de la citada entidad en la provincia de Cádiz (programa de atención integral a mujeres víctimas de trata con fines de explotación sexual y sus hijos e hijas menores).

"Hacía uso de las drogas y del alcohol para evadirme de la realidad que me estaba tocando vivir"

“Nos hemos encontrado con muchas que viven en los mismos clubs/pisos en los que ejercen durante un período de larga duración; otras mujeres viven en los lugares donde ejercen sólo durante un breve período de tiempo, después del cual vuelven a sus hogares habituales para llevar a cabo otras responsabilidades”, agrega Vargas, técnico de una entidad que atiende a 113 mujeres en la provincia de Cádiz, 103 en Sevilla, 78 en Granada y 53 en Huelva.

“Pasé horas hablando con chicas de la entidad, me informaron sobre la protección que me podía proporcionar la Policía si colaboraba con ellos y denunciaba mi situación”, recuerda por su parte Carolina, víctima de trata.

“Me acompañaron a comisaría, donde pude contar toda mi historia, desde el día que me ofrecieron un trabajo para limpiar y cuidar personas, con mentiras y engaños, hasta la agresión de un cliente. Gracias a mi testimonio espero que encierren a estos delincuentes y no se lo puedan hacer a ninguna mujer más”, expresa.

Nuria, drogada en mitad de una redada

Nuria ejercía la prostitución en un chalé de lujo. Sabe que era de lujo porque “los clientes que venían se dejaban mucho dinero, el taxi que les traía les cobraba cinco veces más de lo normal y nuestras tarifas también eran altísimas”.

“Pero eso sí, de todo ese dinero, yo no veía ni un peso”, agrega Nuria, quien asegura que “entre lo que tenía que pagar por mi habitación, la comida, lo que me costaban los condones y el lubricante que tenía que comprar allí sí o sí, y las toallitas higiénicas… se me iba el dinero y casi todo lo que ganaba era lo que tenía que enviar a mi país para ayudar a mi familia”.

Un viernes, la “mami” —como ella llama a la madame— les contó que iba a celebrarse una fiesta con clientes “muy importantes”. “Nos dijo que teníamos que hacerlo muy bien, que no la podíamos defraudar. Todo lo que recuerdo de aquella noche está bastante difuso, ya que consumimos varios tipos drogas y alcohol”, recuerda.

A la mañana siguiente, tras la fiesta, hubo una redada. “Yo no me encontraba nada bien, y no sabía qué estaba pasando, estábamos todas muy nerviosas”, rememora Nuria. Una agente policial le pidió documentación y, ante ella, se derrumbó y le contó en qué situación se encontraba, y la puso en contacto con la entidad.  

"Todo lo que me había sucedido no era casualidad; una red de personas se había coordinado para manipularme, engañarme y extorsionarme"

“Las chicas llegaron enseguida y me dijeron que esa misma noche podía quedarme en un piso de emergencia que tienen para casos como el mío. No lo dudé ni un segundo, no sé cuánto más tiempo podría haber aguantado en esa situación”, asegura. 

Después de estar 15 días en el piso, “recuperándome y tomando perspectiva de lo que habían supuesto los últimos meses para mí”, se dio cuenta de que llevaba un tiempo en España y no era consciente de las decisiones que había tomado.

“Todo lo que yo pensaba que había hecho por voluntad propia, todas las personas que se habían ido cruzando en mi camino desde mi llegada a España y todo lo que me había sucedido, no había sido producto de la casualidad, sino de una red de personas que se había coordinado ya desde mi país para manipularme, engañarme y extorsionarme”, dice con angustia.

Ahora vive en otra ciudad, en un centro de acogida con otras compañeras, “aunque podría decir que ya son mis amigas”, y con la ayuda de trabajadoras sociales, psicólogas y abogadas está intentando acceder al mercado laboral. De momento, se está preparando para enfrentarse a entrevistas de trabajo.

Alba, tres años de club en club

Alba lleva tres años en España. Al país llegó, como todas las protagonistas de este reportaje, “en busca de una vida mejor”, procedente de su Colombia natal. “Siempre he querido trabajar con un contrato y tener mi casa y poder enviar dinero a mis hijos en mi país, o incluso traérmelos para acá… pero no me lo han puesto nada fácil por ser migrante irregular, como decís vosotros, no he tenido permiso ni de residencia ni de trabajo”, señala. 

“He estado de piso en piso y de club en club durante todo este tiempo, conozco España mejor que mi propio país, o bueno, mejor dicho, los clubs y los lugares donde se ejerce la prostitución”, añade Alba. “Pero todo esto se va a acabar, ya que ya llevo tres años en este país y por fin voy a poder regularizar mi situación”, expresa esperanzada. 

"Me encantaría seguir formándome como administrativa, en mi país ya he trabajado varios años en esto"

“En uno de los últimos clubs donde ejercí conocí una entidad que se ofreció a ayudarme y a acompañarme en todo el proceso, ya que implica papeleo. Hay que mostrar documentos oficiales con fecha y empadronamientos, pero usted no sabe lo difícil que es empadronarse en este país y más las mujeres como nosotras que viajamos mucho y nos quedamos poco tiempo en cada lugar”.

Pero lo peor, para Alba, es el hecho de que “para que te den los papeles necesitas un contrato de trabajo, pero claro, para conseguir un contrato de trabajo necesitas los papeles... en fin, un pez que se muerde la cola”. “Conseguir la documentación, realmente, va a suponer un antes y un después en mi vida”, sostiene.

Cuando llegue ese momento, Alba quiere hacer cursos —“me encantaría seguir formándome como administrativa, en mi país ya he trabajado varios años en esto”—, alquilarse un piso —“hasta ahora he tenido muchas trabas por estar en situación irregular”— y, con suerte, traer a sus hijos a España —“ahora están en Colombia con mi madre”—.

María, prostituirse para hacer frente a deudas

María, de 30 años, también es colombiana. Hace trece años que reside en España. “En mi país tengo 3 hijos menores, de 14, 13 y 11 años, que me los cuida mi madre. El padre de estos hijos nos abandonó a mis hijos y a mí cuando eran pequeños”, relata.

En ese momento, su hermana, “viendo que necesitaba dinero para mantener a mis hijos, me ofreció venir a España. Tengo que mandar todos los meses 500 o más euros a mi madre para la manutención de mis hijos, tenga o no tenga dinero”. 

A su llegada, se enamoró de uno de sus clientes, también colombiano, al que le entregaba sus ingresos. “Comenzó a maltratarme física y psicológicamente cuando no le entregaba dinero diciéndome que no le quería lo suficiente”, agrega. 

"No puedo salir de la prostitución. Tengo que mantener a mis hijos y pagar todas mis deudas"

María mantiene deudas con su hermana, que le costeó el viaje hasta España, y también con “otros contactos que me ha ido facilitando mi novio para pedirles dinero cuando no ganaba suficiente”. Las deudas la agobian y ve muy lejos el día en que pueda saldarlas. 

"Me ofrecieron un dispositivo de acogida que consiguió que saliera de la situación de violencia, pero debido a mi situación tengo que seguir ejerciendo porque tengo a los menores que mantener y es muy difícil. Esta situación me impide salir de la prostitución. Tengo que estar día sí y día también para poder mantener a mis hijos y pagar todas mis deudas”, sostiene.

Ahora, María está estudiando, “pero no tengo cabeza para eso porque tengo que enviar dinero. Mis hijos están ahí cuidados por mi familia y yo no me puedo permitir eso. Es la única solución que me queda ahora mismo”.

Nicoleta, del club a un supermercado

“En Rumanía vivía con mi pareja y con mis dos hijos —el mayor vivía con su mujer en España—. La relación con mi marido cada vez iba a peor y nos separamos. Mis dos hijos menores y yo volvimos a casa de mi madre, pero no teníamos apenas dinero, ya que vendía comida en la calle y no iba muy bien. Fue cuando a través de unas conocidas me ofrecieron la posibilidad de prostituirme”.

Quien narra estos hechos se llama Nicoleta, al menos en este reportaje, ya que no es su nombre real. “Acepté porque en ese momento era la única solución que vi, pero aun así era poco dinero y tenía mucho miedo por si mi familia se enteraba”, confiesa. 

Al llegar a España, Nicoleta estuvo en Madrid, donde pasó seis meses. “Me di cuenta de que las posibilidades de trabajo no eran tantas y que la posibilidad era seguir ejerciendo. Estaba en un club, pero le decía a mi familia que estaba con unas amigas”, dice.

"La relación con mi marido cada vez iba a peor y nos separamos. Unas conocidas me ofrecieron la posibilidad de prostituirme"

Luego estuvo en Cartagena, donde compartió piso con más chicas. “Empecé a compaginar la prostitución con trabajo en el campo y el jefe a veces me llamaba también para limpiar su casa”, señala.

“No podía dejar la prostitución porque tenía que pagar dinero que debía y enviar a mis hijos. Pero como seguía trabajando en el campo según la temporada y también como empleada de hogar en la casa de mi jefe del campo, me dijo que podía hacerme un contrato. Yo no me lo creía porque pensaba que quería algo más y no me fiaba, ya que algunas chicas me habían contado situaciones muy feas de otros hombres”, recuerda Nicoleta.

Durante una temporada, trabajó entre semana limpiando y en el campo y los fines de semana en el club de alterne. “Fue duro porque tenía que pagar muchas cosas y seguir enviando dinero a mi familia a Rumanía”, agrega.

Gracias a Inserta, se formó para poder ejercer como reponedora y cajera en un supermercado. “Ahora estoy contratada porque les gustó mucho cómo trabajé y me gusta aprender”. Es el comienzo de su nueva vida. 

Más de 1.000 mujeres atendidas en Andalucía

El proyecto Amives, apoyado por el Ministerio de Igualdad e impulsado por la asociación Inserta Andalucía, ha permitido atender a un millar de mujeres víctimas de trata en toda Andalucía.

Este programa engloba una intervención integral orientada a la integración social y laboral de las mujeres víctimas de trata con fines de explotación sexual y sus hijos e hijas menores mediante la atención individualizada. Además, ofrece recursos residenciales de inserción laboral, así como de emergencia.

Amives ha permitido en 2022 la atención de más de 1.000 mujeres en situación de trata y prostitución en toda Andalucía, casi la mitad en las provincias de Sevilla, Cádiz y Huelva. Gracias a sus unidades móviles, el equipo de Inserta Andalucía se adentra en "las zonas donde hay prostitución para facilitar el acceso de las víctimas a nuestros recursos”, explica Elena Jurado, responsable territorial del proyecto.

“Una vez que se logra recuperar la confianza de estas mujeres, en sí mismas y en su entorno, es que están listas para aprender o fortalecer habilidades y trabajos que les permiten mejorar su presente y su futuro. Y ahí está Inserta Andalucía para ayudarles y guiarles en lo que necesiten”, incide Jurado, quien asegura que muchas de estas mujeres "ni siquiera saben que pueden tramitar una tarjeta sanitaria y que tiene derecho al sistema sanitario de salud pública".

Legislar contra la trata

Para luchar contra esta lacra y liberar a mujeres como María, Alba, Nicoleta, Carolina y Nuria, el Gobierno de España aprobó el pasado mes de noviembre el anteproyecto de Ley Orgánica Integral contra la Trata y la Explotación de Seres Humanos.

"Será un antes y después en el compromiso con la protección de los derechos humanos", en palabras de la ministra de Justicia, Pilar Llop, quien asegura que la futura ley permitirá amparar amparar a través de herramientas legales, institucionales y de carácter social "a personas que sufren mucho en nuestro país y también en otros países del mundo" y reforzará la lucha contra las mafias de explotación y el crimen organizado.

El Gobierno prepara una ley contra la trata para "romper la cadena de negocio"

La trata es el tercer negocio más lucrativo después del tráfico de armas y de drogas según los organismos internacionales. Una de las principales novedades que incluye este anteproyecto de ley es la creación del Mecanismo Nacional de Derivación (MND) como órgano encargado de la inmediata derivación de las presuntas víctimas de trata a los servicios especializados.

La futura ley también incluye medidas para desincentivar la demanda y "tratar de romper la cadena de negocio que se genera utilizando a los seres humanos como mercancías", y consecuentemente, aspectos de carácter penal, jurídico y procesal, según la ministra Llop, "para combatir más eficazmente contra el crimen y evitar la impunidad".

En el anteproyecto se recoge que "será castigado con la pena de prisión de cinco a ocho años quien, ejerciendo sobre una persona un poder de disposición o control, y empleando violencia, intimidación o engaño, o abusando de una situación de superioridad o de necesidad o de vulnerabilidad de la víctima, la obligue a realizar cualquier trabajo o servicio, incluyendo prestaciones o actividades de naturaleza sexual, la mendicidad y la realización de actividades delictivas".

Sobre el autor:

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Francisco Romero

Licenciado en Periodismo por la Universidad de Sevilla. Antes de terminar la carrera, empecé mi trayectoria, primero como becario y luego en plantilla, en Diario de Jerez. Con 25 años participé en la fundación de un periódico, El Independiente de Cádiz, que a pesar de su corta trayectoria obtuvo el Premio Andalucía de Periodismo en 2014 por la gran calidad de su suplemento dominical. Desde 2014 escribo en lavozdelsur.es, un periódico digital andaluz del que formé parte de su fundación, en el que ahora ejerzo de subdirector. En 2019 obtuve una mención especial del Premio Cádiz de Periodismo, y en 2023 un accésit del Premio Nacional de Periodismo Juan Andrés García de la Asociación de la Prensa de Jerez.

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Comentarios (1)

Rosario Hace 1 año
No es cierto que el 90 - 95% de las mujeres que ejercen la prostitución sean víctimas de trata. Las estimaciones serias indican precisamente lo contrario.
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