"Hay sitios donde nos sentimos como en casa". La frase es tan simple, como cierta. Más aún si procede de alguien que nació en el noreste de Italia — concretamente en Pordenone, aunque creció en Udine y se trasladó más tarde a Trieste —, ha vivido en lugares como Nueva York, Berlín, Madrid o Barcelona pero ha decidido que el sitio donde puede ser ella misma es San Fernando.
Por increíble que pueda parecer, La Isla es donde Laura Furci, una reconocida pianista y cantante italiana principalmente de jazz, afirma que se ha encontrado a sí misma. Un lugar donde puede ser, estar y mostrarse al mundo tal y como es. Aunque le gusta mostrar sus sentimientos a través de la música, es igual de natural mediante la palabra. Tras su trayectoria musical se esconde una historia que, de momento, la tiene disfrutando de la Bahía de Cádiz.
Ella misma no lo esconde. "De verdad, estoy enamorada de San Fernando", cuenta sobre cómo terminó regresando hace un año a la localidad donde anteriormente ya vivió seis. Un trabajo como cantante y, de vez en cuando, como pianista cuando ya residía en Barcelona hizo que Furci llegara por primera vez a La Isla. "San Fernando en concreto no lo conocía. Cadíz sí por una visita durante mis estudios de Ciencias Políticas Internacionales en Madrid", señala.
Pese a su carrera universitaria, donde sus padres tuvieron mucho que ver, su pasión siempre fue la música. Aunque su familia pensaba que únicamente sería un hobby, para Furci lo era prácticamente todo. Ya con 15 años fue reconocida en su país con el premio Città del Parnaso. Cuando lo logró, posiblemente no pensaba que más adelante compartiría escenario con Javier Colina, Guillermo McGill (con los que tiene un trío), Javier Ruibal, (España) el mito mundial Al Jarreau, Johnny Phillips (Londres), Malte Toenissen y Nico Lippolis (Berlin) Ugonna Okegwo y Colin Stranahan (Nueva York); o compartir estudio de grabación con Michael League (Snarky Puppy, productor de su disco Newyorkino), Campi Campón – J.Drexler – (productor de su disco madrileño), David Binney (con el que grabó sus primeros temas en Nueva York) y muchos músicos más.

"Elegí una facultad que me diera la oportunidad de conocer otras culturas u otras historias", señala sobre sus estudios universitarios. Pese a sus reticencias iniciales, acabó licenciada con matrícula de honor. "La vida no es sólo tocar el piano, cantar y rírse. También es tener tu hogar y manejarte en el día a día", afirma sobre su aprendizaje.
Ese primer trabajo apenas le duró seis meses, pero fue suficiente para que Laura Furci estableciera un vínculo con la zona. "Este era el sitio en el que yo podía encontrarme con mí misma, que es el objetivo de la vida", expresa sobre aquel momento de juventud, sucedido hace alrededor de una década.
"Me quedé seis años porque veía la naturaleza que hay, un horizonte que no se acaba, la calma, la alegría de la gente, el calor del clima, la manera de hablar de todo el mundo... Creo que el día está hecho de esas pequeñas cosas y nuestra vida se crea con esos pequeños momentos. Me dije que si mi día a día iba a ser así, sería mucho más fácil y sencillo para mí encontrar quién soy porque partía de un cariño generalizado", explica.
Insiste en varias ocasiones en que no le gusta afirmar nada de forma categórica y que vive un proceso constante. Lo que está claro es que todo lo que almacena busca transmitirlo en su música. "Busco descubrir quién soy y qué sentido tiene la vida para compartirlo luego en la música con los demás. Escucho mucho mi intuición y la energía que siento a mi alrededor. Mi cuerpo me dice ahora que aquí me siento bien", comenta sobre su forma de ver el mundo. Tras esos seis primeros años, su cuerpo le pidió conocer otras cosas.
Nueva York fue un punto de inflexión que le dio seguridad y la confianza de que podía hacer grandes cosas por sí misma. Allí comenzó a componer y grabar con músicos de alto nivel. Asimiló que realmente ella también estaba en la cima. "En Nueva York vi que podía ser lo que quisiese sin que me juzgasen. Me iban a escuchar. Me sentí libre". La experiencia le sirvió para ver lo que era, pero también lo que aún le faltaba. "Daría todo lo que sé por la mitad de lo que no sé. Cuanto más estudias, más te das cuenta de lo que no sabes", dice sobre lo que supuso trabajar al otro lado del charco.
Luego llegó el turno de vivir también en Berlín y en Trieste, pero en el horizonte estaba San Fernando. "Por algo será que he vuelto aquí", añade mientras cuenta que cuando sale de su casa ve el infinito de las marismas, o aparca en Camposoto para andar por el Parque Natural hasta la Punta del Boquerón. "Lo primero que miro antes de empezar el día es cuándo está la bajamar. Sibre esta base veo si puedo conseguir un momento para ir y hacer esa caminata hasta el castillo de Sancti Petri", cuenta sobre su día a día. "No me preguntéis por qué vivo aquí", dice con ironía.

"La gente que vive aquí a lo mejor no se da cuenta porque siempre lo ha tenido. Yo he elegido más rápido de lo que pensaba. Me fui mirando el océano desde la Punta del Boquerón y diciéndome que me iba, pero iba a volver. Pero pensaba hacerlo cuando fuera más mayor porque entonces tenía ganas de irme, tenía ganas de Nueva York o de Berlín. Quería aprender otras cosas".
La pandemia fue otro de los momentos que hizo que se replanteara cosas. "A todo el mundo nos ha hecho pensar más rápido y darnos cuenta de lo que realmente nos importa en la vida. Cuanto más te conoces, más fácil es decidir el entorno al que te adaptarás mejor. Y yo a San Fernando me adaptó muy bien", dice sobre su regreso.
Una de las cosas que más despertó su curiosidad fue el flamenco, aunque reconoce que no tiene intención de probar el género. "¿Por qué tengo que hacer yo algo que ya lo sabe hacer tan bien otra gente?", pregunta. Su hermano es guitarrista y, lógicamente, eso hizo que conociera a Paco de Lucía. No obstante, no niega que esta música pueda influirle de forma inconsciente a la hora de componer. "El flamenco es super inspirador". Además, reconoce que nota el flamenco en la gente, "aquí no hay que explicarle ritmo a nadie, lo tenéis en la sangre".
El público español también es diferente al que se ha encontrado en otros lugares del mundo. "Es más calurosa la forma de dar las gracias porque al fin y al cabo cuando subes a un escenario estás enseñando tu corazón en la mano", describe sobre lo que se encuentra al otro lado del escenario. "Ser músico y no comunicar tu verdad, tu dolor o tu alegría no tiene sentido".
En las partituras de Laura Furci no hay únicamente música. También las acompaña de palabras, frases o recordatorios que le ayudan a transmitir lo que quiere llevando a gala un texto basado en la frase de "vive la pregunta", es decir, ser consciente de todo el proceso sin poner todas las ganas en la respuesta.
Su pasión intenta transmitirla día a día a cada uno de sus alumnos, ya sea de forma presencial u online. Y aunque no niega la importancia de la técnica, busca algo más. "Piensan que hay que tener un nivel alto para dar clases. Hay que querer aprender y tener respeto a la música. No es un camino corto, es un camino dentro de ti mismo. Puedes tocar perfectamente la técnica y no transmitir nada. ¿Por qué no transmites nada? Porque no tienes nada que transmitir. No estás viviendo de verdad, sintiendo tu sensibilidad o no te estás apasionando a tu libertad".


