Hay oficios que se están perdiendo y es una pena. Uno de ellos es la carpintería de ribera, un trabajo muy arraigado a los municipios marítimos. Sin embargo, con el avance de la tecnología, cada vez son menos las personas que se dedican a ello. Entre otras cosas porque el único aprendizaje posible es la herencia familiar. Ello ha provocado que una empresa del País Vasco haya tenido que recurrir a Conil para la reparación de la nao San Juan, un ballenero del siglo XVI que está siendo reconstruido con técnicas tradicionales en Gipuzkoa.
Pedro y Antonio Muñoz son dos hermanos con un taller de Conil que llevan 35 años dedicados al sector. En ese tiempo, han levantado más de 40 embarcaciones de madera y de fibra. La empresa Albaloa no ha dudado en contar con ellos para ser parte destacada de un proyecto internacional "que une pasado y presente a través de un oficio casi desaparecido".
Estos dos conileños han concedido una entrevista a la propia empresa, donde explican que vienen de una familia de pescadores desde hace varias generaciones. "Empezamos a aprender el oficio trabajando en la almadraba, donde nuestro padre trabajaba. Él nos consiguió un puesto en el varadero, en el taller donde se reparaban las embarcaciones. Ahí aprendimos el oficio", señalan. Este viaje lo han emprendido para 'calafatear' la nao San Juan, es decir, introducir estopa en las juntas de las tablas para evitar que el barco se hunda. Un trabajo artesanal que "se está perdiendo" sobre todo con madera.
El fundador de la empresa en persona fue a convencerlos
Antes de este curioso encargo, los dos hermanos han pasado años trabajando en Barbate y Conil. Primero haciendo reparaciones y luego realizando barcos de pesca de madera. La caída de la demanda de este tipo de embarcaciones hizo que se pasaran a la fibra. El propio fundador de Albaola fue quien, durante una visita a Conil, conoció a Antonio y Pedro. "Vino a conocernos, nos visitó y quedó encantado. Nos propuso venir a echar una mano cuando fuera posible... y la verdad es que, con su poder de convicción nos 'cameló'", aseguran.
Ninguno esperaba esta experiencia a estas alturas de la vida, pero la valoran de forma positiva. "Nunca habíamos trabajado en un barco de estas características", dicen. "Estamos aprendiendo otras formas de trabajar y compartiendo con personas de distintos lugares y países. Lo estamos disfrutando mucho", añaden.
A pesar de que es un trabajo que se está perdiendo, ellos defienden que es "un oficio muy bonito" que "te engancha". No obstante, también reconocen que "hay que sentir atracción por el mar y los barcos. Cuando sientes esa conexión, ya no hay marcha atrás".
