La miseria se abre paso entre las cenizas del asentamiento de Palos: "Llevamos dos días sin comer"

Más de un día después del incendio el paisaje en el asentamiento onubense sigue siendo desolador; las víctimas de las llamas deambulan sobre el terreno sin una alternativa para vivir

Uno de los habitantes del asentamiento de Palos afectado por el incendio.
Uno de los habitantes del asentamiento de Palos afectado por el incendio. MAURI BUHIGAS

El paisaje es desolador. Hace dos días hubo un incendio, pero no es el único que ha dejado su rastro. En el descampado, a unos metros del polígono industrial de San Jorge, en Palos de la Frontera, hay coches calcinados. Llevan ahí meses. El óxido evidencia que las latas que se ven por el suelo no han sido víctima de las llamas recientes. 

Unos metros más adentro la catástrofe sucedida en las últimas horas del domingo empieza a palparse. Las cenizas ocupan gran parte del terreno. Se hace complicado dar un paso sin pisar uno de los clavos que sostenían la estructura de las infraviviendas arrasadas por las llamas. Uno camina y encuentra trozos de una bicicleta y hasta una antena parabólica. En los extremos del descampado se mantienen algunas chabolas en pie, con sus correspondientes plásticos. Por el centro, residentes en este asentamiento limpian el suelo y apartan la chatarra. Hace un año había 400 personas en el asentamiento. Ahora, algunos de los que aún se mantienen, dicen que hay menos.

Uno de los hombres que recoge los restos que han dejado las llamas apenas chapurrea algunas palabras de castellano. Es complicado contar con exactitud lo que ocurre en estas pocas hectáreas de terreno. Existen muchas realidades en pocos metros. Algunas de estas infraviviendas tienen aparcados en sus puertas dos o tres coches. Otros, por su parte, deambulan sin rumbo fijo entre las chabolas y el pueblo.

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El asentamiento quedó devorado por las llamas.    MAURI BUHIGAS
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Uno de los afectados recoge chatarra.    MAURI BUHIGAS

Nico es uno de los afectados por el incendio. Tiene 26 años y es de Gambia. Hace cuatro años llegó a España después de un largo viaje. Dice que está aquí porque no tiene más remedio. "Poco dinero en España es mucho en Gambia. Puedes vivir bien, con casa y luz, no como aquí", afirma. Está esperando su pasaporte para volver a su país. Mientras, trabaja en Huelva durante la temporada de frutos rojos sin contrato. "Hay mucha gente sufriendo aquí que en su país no sufriría". También explica que a varios de sus compañeros les recomienda que prueben suerte en otros lugares de España o Europa, "esta forma de vivir solo la he visto aquí".

No es su primera experiencia con incendios en este asentamiento. Hace unos meses vivió de cerca la muerte de un joven marroquí de 24 años. "Le he mandado fotos a mi padre y me ha dicho que para vivir aquí mejor que vuelva", comenta a lavozdelsur.es, después de reconocer que gastó mucho dinero para poder llegar a España.

A unos metros, recogiendo escombros, se encuentra otro de los habitantes de este asentamiento. Es de Mali y muestra su agotamiento. "Nadie nos ayuda", lamenta sobre la situación que están viviendo. En una pequeña conversación reconoce que está algo harto de las preguntas y de la presencia de la prensa. "Tengo hambre. Si me preguntas mucho, yo me canso", afirma.

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Las víctimas del incendio piden ayuda, llevan varios días sin comer.    MAURI BUHIGAS
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Las cenizas cubren el terreno.    MAURI BUHIGAS

Una de las cosas que le impactan y critica es que desde España haya habido ayuda organizada a Ucrania con viajes en coches llenos de comida atravesando el continente. "Aquí también hay pobres. Llevo dos días sin comer", dice sobre esta situación. No obstante, añade que hay "mucha gente española que es buena". Este maliense pide apoyo social para presionar a las administraciones. De momento, nadie le ha ofrecido una alternativa, un sitio para vivir.

Nada tiene que ver el movimiento del martes con lo vivido el lunes. La zona se llenó de prensa y curiosos. Eso hizo que trabajadores de Andalucía Inserta, una organización por la erradicación de la pobreza y la exclusión social, esperase para acudir al terreno.

"Siempre que hemos venido se repite la situación, mucho desánimo", cuenta una de las trabajadoras de esta organización. Algunos afectados dicen que tienen permiso para volver a construir, pero los propietarios del terreno afirman que el Ayuntamiento esta vez lo ha negado. "Nosotros intentamos orientarlos para insertarlos laboralmente. Venimos todas las semanas a los asentamientos y conseguimos que muchos de ellos salgan del asentamiento. Nuestra función es que tengan una vida mejor", añaden. 

En esta tarea también se encuentra la organización sevillana de La Carpa. El lunes, un día después del incendio, varios voluntarios acudieron a llevar agua. Ahora esperan volver el jueves después de organizar packs de comida para entregarlo a los afectados.

Las otras realidades: vecinos del asentamiento y los propietarios del terreno

A pocos metros del asentamiento hay una vivienda. A su propietaria, el incendio le pilló dentro de ella con sus nietos. Celebra que se produjese a las 23 horas de la noche y no de madrugada porque quizás no lo hubiera contado. Vio como en pocos minutos la casa estaba rodeada por llamas de 3 metros de altura. "Fue todo tan rápido que no dio tiempo a reaccionar. Una mujer llegó hasta aquí en llamas vivas". La Guardia Civil tuvo que acudir para sacarlos. Uno de sus nietos ha tenido que acudir al hospital por la inhalación del humo. A ella también le cuesta respirar. Es la cuarta vez que viven una situación así.

Reconoce que la situación le duele y que le dan pena los chavales que las sufren. A algunos de ellos, incluso, les ofrece su casa para comer o para cambiarse. Sin embargo, arremete con otro grupo que, según lo que ellos viven en el día a día, controlan el territorio. Cuentan que el incendio se produjo por una discusión entre habitantes de este asentamiento que acabó con la mujer que ha sido detenida comprando un bidón de gasolina para rociarlo por la zona.

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Una vivienda aledaña al asentamiento también quedó rodeada por las llamas.   MAURI BUHIGAS
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Al fondo, Huelva.    MAURI BUHIGAS

Ahora, algunos de sus familiares limpian la zona con maquinaria para evitar que si se repite la situación, las llamas alcancen la casa. Una de las quejas de estos vecinos de Palos es que las diferentes administraciones se culpan unas a otras por las competencias. "Traumatizados estamos nosotros por la impotencia de no poder salir de aquí", afirma otro de los vecinos, que también denuncia el movimiento de droga que algunos de los habitantes del asentamiento realizan. Durante la mañana varios policías locales inspeccionan el terreno.

Mientras esta familia cuenta su experiencia, llegan al lugar algunos de los propietarios del terreno. Este espacio está repartido entre cinco familias, aunque desde hace una década, cuando se instaló el asentamiento, no tiene posibilidad de explotarlo. "Las administraciones nos dicen que, como es propiedad privada, ellos no pueden hacer nada, pero nosotros no nos podemos enfrentar", dice una mujer, que estaba durmiendo en su casa del pueblo cuando todo empezó a arder y que acudió en pijama al lugar de los hechos tras enterarse de lo sucedido.

Esta propietaria explica a lavozdelsur.es que hace unos años este espacio era el pulmón verde de Palos. Ahora casi no quedan árboles. "La Junta nos lo quiso expropiar porque aquí había pino, eucalipto, encina y chaparro". En el horizonte, solo tierra y ceniza.

Sobre el autor:

Emilio Cabrera.

Emilio Cabrera

Periodista.

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