Cuando Antonio del Valle juega al tenis de mesa se olvida de que tiene Parkinson. Cada semana, espera ansioso que llegue el martes, que es el día que se citan usuarios de la asociación que trata a personas con esta enfermedad en Jerez, convocados por el Club de Tenis de Mesa (CTM).
"Cuando tienes Parkinson, tu vida cambia completamente: la alimentación, la forma física… No eres el mismo", comienza diciendo Antonio, de 59 años, a quien le dieron el diagnóstico hace cinco. "La gente cree que es una enfermedad de viejos, pero no. Aquí hay compañeros que empezaron con 40 años", agrega.

Del Valle, que trabajaba como cocinero, empezó con un dolor "normal" de espalda como primer síntoma. "Pasé casi un año en casa, con la incertidumbre y depresión, sin saber qué era. Cuando finalmente me diagnosticaron Parkinson, fue un alivio: por lo menos sabía qué tenía", dice.
"Aprender a asimilar la enfermedad es muy complicado. A veces necesito bastón, o incluso pañal, porque el esfuerzo y el temblor nervioso son muy fuertes. Es otra vida totalmente distinta", agrega. A Del Valle siempre le gustó el deporte. Es de los que acude con ganas a los partidillos que juegan entre usuarios de la asociación Parkinson Jerez, que acogió con los brazos abiertos la iniciativa que le propuso el presidente del CTM, Sebastián Guerrero, hace unos meses.
"Había visto iniciativas parecidas en otras ciudades. Le pregunté a amigos neurólogos que tengo, porque trabajaba en el hospital, y lo desconocían, pero pensé que teníamos que probar", sostiene Guerrero, en conversación con lavozdelsur.es.
Instalaron una mesa en la sede de la asociación, en la calle Lealas, y mientras un grupo de mujeres colorea mandalas o se dedica a otras manualidades, otros usuarios —la mayoría, hombres— juegan al pimpón.
"La experiencia, aunque llevamos poco tiempo, está siendo muy buena. Estoy supercontento. Llevo mucho tiempo tratando con personas con discapacidad, y esto a mí me llena", abunda Guerrero, impulsor de una iniciativa que tiene numerosos estudios que la avalan.
Los beneficios del tenis de mesa frente al Parkinson
El tenis de mesa, para las personas con Parkinson, mejora sus habilidades cognitivas y motoras. Los obliga a realizar movimientos repetitivos que fortalecen sus músculos y disminuyen su rigidez. Les ayuda a mejorar el equilibrio, la concentración o la memoria.
Pimpón Park es el nombre del primer estudio sobre este asunto en España, impulsado por la unidad de Trastornos del Movimiento del servicio de Neurología del Hospital de La Princesa de Madrid en octubre de 2024.
Hay que recordar que en España hay unas 160.000 personas con Parkinson, según datos de la Sociedad Española de Neurología (SEN). Cada año se diagnostican 10.000 nuevos casos.
"Por el lado psicológico y emocional, les sirve de apoyo dándoles motivación para superarse y hacer ejercicio y también para la socialización", destaca sobre esta práctica la Fundación Red Parkinson, una organización que busca fomentar el ejercicio entre las personas que padecen la enfermedad.

Esto mismo lo constata Antonio del Valle: "Es el mejor día de la semana. Me gusta socializar, hablar con todos, y este ambiente te da vida. Sin esto, me costaría muchísimo más llevar la enfermedad, aporta muchísimo", confiesa.
"Lo que aporta a las personas con Parkinson es muchísimo. Primero, la socialización: entre ellos se relacionan intensamente. Y luego, simplemente el hecho de estar pendientes de la pelota, de mirar la mano, de darle... ese reflejo ojo-mano y el pensamiento rápido les aporta un beneficio enorme", agrega Sebastián Guerrero, presidente del CTM. Hace hincapié en la socialización, porque "muchas personas con Parkinson tienden a recluirse en casa y esto los motiva a salir".
"La idea es frenar y convivir con la enfermedad"
A Manuel Moreno, de 83 años, se lo diagnosticaron hace cuatro años. Es sacerdote y ha ejercido durante 54 años en Venezuela. Por la enfermedad, su familia le pidió que volviera, para tenerlo cerca.
"Cuando supe que el pimpón podía ayudar a reducir los efectos, me motivé. Y he comprobado que es verdad: te da rapidez de concentración y movimiento, te ayuda a estar más despierto", dice Moreno, que cuando juega se transforma. Se mueve a una velocidad que descoloca a sus rivales.

"Yo había hecho deporte en mi juventud, pero llevaba mucho tiempo sin practicar nada. Esto me ha motivado de nuevo. Me mantiene distraído, activo de cuerpo y mente", relata, y añade: "La parte espiritual también necesita un componente físico y emocional".
"Tenemos también bicicletas estáticas y cinta en la asociación, pero el pimpón aporta otra cosa", insiste, "la clave es mantenerse activo". Desde el primer momento, lo tuvo claro: "Me lo tomé en serio pronto, cuidando la alimentación, siguiendo los consejos médicos... La idea es frenar y convivir con la enfermedad. Podría rendirme, pero entonces todo avanzaría más rápido".
Cuando termina de jugar Manuel, le llega el turno a Antonio Salas, de 59 años. Hace once que tuvo el diagnóstico. "El Parkinson no se va a curar, pero lo puedes frenar un poco. Al terminar te quedas más relajado, los días que no vengo lo noto", cuenta.
Salas siempre hizo deporte, sobre todo bicicleta, y es algo que le ha ayudado a sobrellevar la enfermedad. "Cuando me lo diagnosticaron no fue una sorpresa, porque ya notaba los síntomas. Fue duro, porque te cambia la vida laboral y personal, pero lo llevé con cierta preparación mental. Con el tiempo, aprendes a convivir con la extrañeza, con esas sensaciones raras que se vuelven habituales", dice.

"Cuando juegan es como si no tuvieran Parkinson"
En la asociación Parkinson Jerez están encantados con la iniciativa. "Para ellos es muy beneficioso: mejoran los movimientos, la coordinación, la atención, la concentración... Y además socializan, salen de casa, se relacionan", dice Mercedes Gámez, trabajadora social de la entidad. "El cambio es increíble, cuando juegan es como si no tuvieran Parkinson", añade.
"Incluso en casos con muchas discinesias (movimientos involuntarios), el juego los estabiliza. En cuanto cogen la raqueta y se concentran en la pelota, parece que el cuerpo se calma", relata Gámez.
"De verdad, lo que aporta esta actividad es impresionante. Lo ves en ellos: entran rígidos, con dificultad, y en la mesa se transforman. Por eso digo que cuando juegan, parece que no tuvieran Parkinson", insiste la trabajadora social.


