Joaquín Romero, de defender a sus compañeros en el colegio a ser campeón del mundo de Muay Thai

El deportista isleño se hizo con el título mundial en Tailandia en el mes de marzo; lo que comenzó como una simple afición ha terminado siendo su manera de vivir

Joaquín Romero se proclamó campeón del mundo en marzo.
Joaquín Romero se proclamó campeón del mundo en marzo. MANU GARCÍA

Es una mañana cualquiera entre semana y, sin embargo, una pequeña escuela de Artes Marciales situada en San Fernando tiene ambiente. Varias personas entrenan golpes de diferentes modalidades bajo las órdenes de Joaquín Romero, un joven de 32 años que no puede esconder las magulladuras de su cara. El motivo es lógico, hace un par de meses se proclamó en Tailandia campeón del mundo de Muay Thai, su especialidad.

Lo de no ser profeta en su tierra es algo que no va con Joaquín. A su llegada tras este campeonato tuvo un recibimiento masivo en la estación de tren. Pocos días después, también realizó el saque de honor en el estadio Iberoamericano 2010 antes de que se disputase un partido de Primera Federación.

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Romero con el título reciente en su escuela.   MANU GARCÍA
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La medalla que lo acredita.   MANU GARCÍA

Habrá quien jamás haya escuchado hablar de este deporte, sin embargo cuenta con una tradición histórica en la propia Tailandia y otros países asiáticos. Algunos, incluso, lo consideran un deporte extremo por la dureza de los golpes. Aunque ahora este isleño es campeón del mundo, sus inicios fueron prácticamente por casualidad.

"Tenía 18 años y hacía musculación en el gimnasio, pero siempre me habían llamado la atención las artes marciales". Un amigo lo empujó a hacer jiu jitsu y estuvo con esta disciplina siete meses. Sin embargo, Joaquín reconoce que realmente le llamaba la atención la clase posterior. "Me quedaba atento viendo la clase de Muay Thai porque me gustaba la parte del golpeo hasta que un día me preguntó el entrenador que cuándo iba a entrar en la clase porque siempre me quedaba viéndola. Probé esa clase y ya hasta el día de hoy", cuenta.

Su padre está en la puerta de esta pequeña escuela y reconoce que "al principio lo llevaba muy mal", por el tema de los golpes. De hecho, afirma que cuando se va a competir pasa toda la semana "sin dormir". "Cuando me llama para decirme que ha ganado lo primero que le pido es que me diga cómo está", explica sobre los campeonatos que disputa. Aun así, tampoco puso demasiado impedimento cuando Joaquín dio el paso de competir en este deporte. Tan sólo le puso una condición, "si vas tienes que ser el mejor".

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Hay quien considera este deporte como extremo.    MANU GARCÍA
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Comenzó a entrenar con 18 años por casualidad.    MANU GARCÍA

Su padre cuenta algunos detalles de la infancia del deportista. Cuando Joaquín iba al colegio, padres de otros alumnos lo paraban para decirle que estaban contentos porque sus niños "tenían un guardaespaldas", en referencia al que años más tarde se convertiría en campeón mundial de Muay Thai. Además, lo señala con cierto orgullo, "defendía a los que sufrían bullying".

Ahora, esta escuela de artes marciales también se ha convertido en un lugar para aprender autodefensa. Son muchos los chavales que sufren acoso los que acuden para tener recursos ante posibles ataques. Pero lo hacen bajo una condición, "sin notas buenas no pueden venir y sólo aprenden a defenderse", explica sobre la forma de trabajar.

Lo que empezó como algunos entrenamientos por curiosidad se convirtió poco después en la participación en varios campeonatos de España. Eso le permitió a Joaquín abrir su propia escuela con sus propios eventos. Tuvo que ganar más de un campeonato nacional para poder acudir a un mundial. "Fue una experiencia brutal", exclama. En su primer año ya fue medalla de bronce pero aquello no fue suficiente. "Empecé a prepararme de otra manera con entrenamientos específicos para ese tipo de competición".

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Reconoce que competir no es suficiente, pero su escuela funciona.    MANU GARCÍA
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Se trata de uno de los deportes importantes en Tailanda.   MANU GARCÍA

Pese a que le dedica mañanas y tardes a entrenar, no puede vivir únicamente de competir. Es por ello que tiene su propia escuela en la que ofrece clases. "Lo que se gana en las peleas no da para sobrevivir", reconoce.

Esta era la quinta vez que Joaquín se enfrentaba a un campeonato del mundo. Él mismo dice que era la ocasión en la que iba mejor preparado. Una semana antes del comienzo se marchó a aclimatarse y a entrenar con deportistas locales de Tailandia. Uno de esos tailandeses le tocó en el primer combate. "En el primer asalto fue noqueado", comenta. A pesar de la dureza de la modalidad, al menos el próximo año seguirá compitiendo. "Tengo ya dos niños y la familia me tira mucho", dice. 

Mirando al pasado asegura que no quería ser peleador cuando comenzó a entrenar, pero su entrenador le dio una oportunidad a través de una pelea organizada en Chiclana. Fueron a verlo todos sus vecinos con la mala suerte de que perdió el combate. "No veas la que me cayó durante ese año. No me podía quedar toda la vida con esa masacre", cuenta en tono de broma. La segunda la ganó y fue el inicio de una carrera meteórica con varios campeonatos de Andalucía y de España en su palmarés. Unos campeonatos que presiden este pequeño gimnasio, aunque sin duda, el que más brilla es el cinturón de campeón del mundo logrado recientemente. "Los que se cachondearon ahora son alumnos míos".

Sobre el autor:

Emilio Cabrera.

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