Una década de "calvario" de la exmujer de un antidisturbios que se divorció estando embarazada

Incumplimiento del régimen de visitas, impago de pensión alimenticia, amenazas, intento de desalojo de su propia casa... son algunas de las situaciones a las que ha hecho frente en este tiempo

S.D.C., exmujer de un antidisturbios, tras atender a lavozdelsur.es.
S.D.C., exmujer de un antidisturbios, tras atender a lavozdelsur.es. MANU GARCÍA
21 de mayo de 2023 a las 09:33h

Estando embarazada de su segundo hijo, poco más de un mes antes del parto, S.D.C. decidió separarse de su ahora exmarido tras una fuerte discusión. "Ahí vi la luz y decidí que me costara lo que me costara iba a salir adelante sola, pero empezó mi verdadero calvario", relata a lavozdelsur.es, donde cuenta su historia, a modo de desahogo. En la última década ha sufrido violencia psicólogica y, sobre todo, violencia vicaria, una forma de violencia de género que usa a los hijos para hacer daño a la madre.

El "calvario" de S.D.C., como ella misma relata, se inicia en el momento en el que pide el divorcio, cuando su hijo tenía apenas seis meses de vida. El día después de nacer su segundo hijo, su expareja retira más de 20.000 euros de la cuenta corriente y se lleva el coche, dejándole uno muy pequeño en el que "no cabe ni la sillita", cuenta a modo de ejemplo. Ahora reside en una vivienda, propiedad de ambos, que quiere que abandone en pocos meses, para ser vendida. Además, se queja de que "tiene dos propiedades más y no tiene hipoteca".

Desde el nacimiento del segundo hijo, recibe la visita de su exmarido "cuando le daba la gana, sin avisar", incumpliendo el régimen de visitas, e impidiendo que durante años pueda hacer planes con su hijo, pueda organizar unas vacaciones o, simplemente, hacer algún curso de formación. "Pedí una modificación de medidas y me concedieron que debía avisar con una semana, pero tampoco lo cumple, era un caos", asegura. "Nunca he podido organizar mi vida".

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S.D.C. lleva una década sufriendo violencia vicaria.   MANU GARCÍA

De su matrimonio, que duró más de una década, tiene a otro hijo, que hoy reside con el padre, y con el que ella mantiene una relación muy fría, porque lo ha puesto en su contra. El exmarido de S.D.C. es policía antidisturbios y el niño mayor, "no es policía, pero ya habla igual". "En seis meses dejé de tener un hijo para tener a otro", asegura. 

S.D.C. se casó muy joven, algo que lamenta ahora. Por la profesión de su exmarido, estuvieron viviendo a 1.500 kilómetros de su casa, en una ciudad que pidió como destino, y en la que ella, que estaba en la universidad, no podía estudiar. "Había pocas plazas y no pude inscribirme", recuerda. Pero se matriculó en la UNED (Universidad Nacional de Educación a Distancia) para no interrumpir sus estudios. "Cuando empezó a tener problemas con su jefe, nos volvimos, y decidí que nunca más iba a ir donde él quisiera", dice.

El exmarido de esta mujer, según cuenta, estaba "siempre ausente" por su trabajo. Por esos tiempos, se separaron una primera vez, porque "veía cosas que no me parecían normales". El hijo mayor residía entonces con ella. Más adelante se reconciliaron —"voy a cambiar..."— y se quedó embarazada, pero ahí llegó la separación definitiva. "Ha usado su profesión para evadir su responsabilidad como padre, pidiendo destinos en el extranjero", recalca S.D.C.

En una ocasión en la que tenía que ir a recoger a su hijo mayor, le dijo que no podía, porque el día siguiente se iba a trabajar al extranjero. "Me lo dice un día para otro, porque le encanta tenerte a su merced". Así, se quedó con el pequeño, con tres años, al que crió sola. "Tuve que ir a rogar que me dieran un trabajo a media jornada", dice, porque dejó de pagar la pensión alimenticia.

Una víctima de violencia vicaria, posando para un reportaje de lavozdelsur.es.
S.D.C., tras la entrevista con lavozdelsur.es.  MANU GARCÍA

Su exmarido, hasta convence al mayor, que supera la veintena y vive con él, para que la denuncie por apropiación indebida, reclamándole una pensión, algo que no se le concedió. Por contra, cuenta que "en el Juzgado demostramos que gana un buen sueldo y que aún así intentó extinguir la pensión del niño (menor), porque declaró que prácticamente vive en la inmundicia para no pagarla".

Su sentencia de divorcio, dice, "está sometida a él, con la connivencia del Juzgado". Por eso pidió una modificación más adelante, pero hasta ocho después de la separación, la mujer no consiguió "un convenio (de custodia compartida) al uso". "Compré mi libertad por los 3.000 euros que me costó el procedimiento", señala.

Tras todos estos años, destaca la "sensación de humillación" tan profunda que tiene. Hasta llegó a interponer una denuncia por violencia de género, que terminó retirando. "Se ve que no doy imagen de mujer maltratada. Es imposible que yo con los estudios que tengo y cómo me expreso, pueda ser una mujer maltratada", dice con sorna.

La denuncia la puso por la presión que recibía y, entre otras cosas, por amenazas. "Siempre me decía que si le ponía los cuernos, me daba un tiro y se iba al extranjero. Me he llevado muchos años escuchándolo. La jueza me llega a decir que es una cuestión de educación. ¿Pero usted sabe lo que es dormir sin pegar ojo? ¿Decir a todo que sí para no discutir?", rememora. Vivía con miedo. Hasta tenía avisado al camarero de una cafetería cercana a su lugar de trabajo para que llamara a la Policía si lo veía pasar.

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S.D.C. teme por su vida.  MANU GARCÍA

Criando al niño, sin trabajar, y sin recibir pensión, "me tenía ahogada por todos los frentes", dice S.D.C., que ahora mismo define su situación como de "jaque mate judicial y civil", porque en pocos meses tiene que dejar la casa en la que reside con su hijo pequeño, tras firmar un acuerdo, tras solicitar él la custodia compartida para no pagar la pensión y vender la vivienda. "Pero si no encuentro una casa no me voy, no soy una okupa, la mitad es mía", señala. 

Desde hace meses, está buscando otra. Pero a los altos precios de los alquileres y las viviendas en venta, se suma su situación personal. "Con los ingresos que tengo, es complicado que me den una hipoteca", confiesa S.D.C., que está "desesperada" buscando un nuevo hogar para ella y para su hijo pequeño. "No me salgo de la casa, ni gasto un duro más en abogados —calcula que lleva unos 10.000 euros en todos estos años—, ni más energías", dice.

Hasta tal punto es insoportable la situación, que hasta la madre de S.D.C. ha llegado a denunciar a su exmarido. "Se llevó al niño una vez porque le dio un ataque de ansiedad, fue a buscarlo y amenazó a mi madre", relata. La abogada de él también la amenazó con "darle una hostia". 

S.D.C. lleva más de una década "aguantando que este señor se presente en la puerta de mi casa cuando quiere". En ocasiones, ha tenido que acudir la Policía. La mujer hasta tiene un certificado de la administradora de la finca en el que se recoge que los vecinos temen por su vida. "Yo estoy convencida de que si mi historia entra en otro Juzgado, hubiera sido todo muy distinto", dice a modo de conclusión. Pero eso, desgraciadamente, nunca podrá saberlo.

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Francisco Romero

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