Los currantes que hacen posible el disfrute en Nochevieja: "La gente va con más ganas de fiesta"

Sergio Cabrera, Ramón Benítez y Mario Martínez trabajan este 31 de diciembre para que el resto lo pase en grande en la noche más especial del año

Mario Martínez, del pub Kheops de El Puerto, se prepara para trabajar en Nochevieja.
31 de diciembre de 2025 a las 13:36h

Son las 00.30 de la noche. Las uvas ya están en el estómago y las copas de cava o champán ya se han elevado al cielo. Cargados de deseos para el nuevo año, es momento de coger el abrigo y lanzarse a la calle. El 31 de diciembre, Nochevieja, unos se quedan en casa debajo de la mantita y otros, se ponen sus mejores galas para pasarlo en grande.

Para que aquellos que eligen la segunda opción puedan disfrutar de la primera fiesta del año, hay quienes se pasan toda la noche trabajando. Personas que hacen posible que todo funcione. Está quien te lleva a la zona de ocio desde la casa de tu tía que vive a las afueras; quien te sirve la primera cerveza de la noche o quien selecciona cuidadosamente la música que te hará bailar toda la madrugada.

“Para los que estamos de guardia es una noche dura”, dice Sergio Cabrera, de 44 años. Este taxista jerezano no probará ni una gota de alcohol el día 31. Este miércoles, se reunirá con su familia para cenar y, en torno a la una de la madrugada ya estará con las manos en el volante. Su trabajo consistirá en llevar a los vecinos y vecinas a las zonas de ocio o de vuelta a casa. Se pasará hasta las 9.00 horas aproximadamente dando vueltas de un lado a otro.

Sergio junto a su taxi en la plaza Esteve.   MANU GARCÍA

“Es una noche peculiar y complicada”, reconoce el jerezano, que lleva 21 años en esta profesión. Según explica a lavozdelsur.es, “es más corta de lo normal”. “La noche normalmente empieza en el turno de las once de la noche. Entre que la gente se toma las uvas, se toma la última copa en casa y empieza a salir, son la una y media o dos de la madrugada, que es cuando abre la central”, indica.

En su caso, sobre las 1.00 horas ya empezará con los servicios recogidos en los sistemas telemáticos. Después, llegará la hora punta, que se extiende hasta las 3.00 horas, habrá un parón y a las 7.00 horas volverá a recibir llamadas. “Es un día en que el ambiente es distinto al normal. A veces el estado de las personas es un poco más complejo que un sábado cualquiera. No sé por qué, pero la gente suele estar más agresiva. Es curioso, pero estos días, solemos tener conflictos con algunos clientes, puede ser por el exceso de alcohol”, sostiene. 

Sergio Cabrera, montado en su taxi esperando en la parada de plaza Esteve.  MANU GARCÍA

Al igual que Sergio, Mario Martínez será otro de los trabajadores que empezarán el año con un cansancio extra. Desde primera hora de la tarde del 31, este abulense de 58 años estará detrás de la barra de Kheops, un clásico de la noche en El Puerto, a punto de cumplir 44 años de vida. Su hermano abrió este local en la plaza de la Cárcel, el meollo del ocio nocturno de la ciudad, en 1982. Él cogió las riendas en el año 1990 y, desde entonces, además de servir copas y cerveza, regala agradables conversaciones a quienes frecuentan este rincón tan querido por distintas generaciones. 

“Nunca hemos cerrado, siempre con el mismo nombre y la misma ubicación”, dice desde uno de los bares más longevos del centro. “Aquí la tarde se suele llenar, luego paramos a las nueve de la noche para cenar, dejamos arreglado el bar y a la una estamos aquí de nuevo”, comenta el hostelero. 

Mario terminando de poner las mesas en el interior del pub.  MANU GARCÍA

Por la noche, la aglomeración de gente entre la terraza y el local se concentra hasta las 4.00 horas, momento en el que los grupos empiezan a ir a las discotecas de la zona. “Aquí estamos para las primeras copas, ya luego la gente se va a bailar hasta las ocho de la mañana. Es un día especial, más animoso, la gente está más festiva, pero es una noche distinta a una de sermana Semana Santa o Carnaval”, expresa. 

El 31 recibe la visita del doble de gente que de costumbre. Por eso, tiene las existencias listas para que no falte de nada. “Antes, cuando acababa, me iba de cachondeo, pero ya uno va teniendo una edad”, dice. 

Baile hasta el amanecer

A quienes el cuerpo le pide baile, continúan su ruta. La discoteca Gold es una de las referentes para quedarse a gusto. En la cabina de esta sala, desde hace unos 13 años, está José Ramón Benítez, conocido como Ramón Layh.

Este portuense de 35 años, que lleva unos 17 detrás de las mesas de mezclas, es el encargado de que suenen temazos hasta el amanecer. “No es un día cualquiera. Es una sesión que al final tiene una carga emocional muy fuerte. Es el primer día de fiesta del año y la gente quiere cerrar etapas. La gente va con más ganas de fiesta, y para nosotros es mucho más satisfactorio que un día normal, al final responde de mejor manera a todo”, comenta Ramón.

Ramón Layh junto a su mesa en la discoteca Gold.  MANU GARCÍA

Como DJ residente y jefe de cabina de la Gold, está cada fin de semana al pie del cañón. Sin embargo, el día 31 “no es una sesión cualquiera”. Según explica, “tienes que tener más cuidado con todo lo que haces, es un día en el que la gente sale con más ganas, tienes más presión, pero, al final, la recompensa es más satisfactoria”.

Ramón empezó desde muy joven en este mundo. Le gustaba la música y empezó a probar en su cuarto hasta que acabó recorriendo las salas, no solo de la provincia de Cádiz, sino también de Madrid, Córdoba o Granada. Ya ha perdido la cuenta de las fiestas que ha animado. 

“Antes de entrar en la Gold, los 31 de diciembre eran días de mucho coche, de irme a pinchar afuera. Había años en los que me he tenido que tomar las uvas sentado en el coche yendo a trabajar porque no llegaba”, recuerda.

Este miércoles, su plan será distinto. Cenará con su mujer y sus amigos, tomará las uvas, brindará y a las 00.30 horas se marchará a la discoteca: “Considero que nuestro trabajo es esencial en esa noche porque hacemos que la gente desconecte de su vida diaria en una fecha tan señalada como esta”.

Sobre el autor

Patricia Merello

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