Aura en sus miradas: una tienda para reciclar tópicos en una asociación de personas con discapacidad

A punto de cumplir 30 años, la asociación de Los Palacios abre un establecimiento solidario y ecológico en el que los donantes de ropa les regalan a estos chicos la oportunidad de trabajar

Una usuaria de Aura, en la tienda solidaria abierta por la asociación.
Una usuaria de Aura, en la tienda solidaria abierta por la asociación. MAURI BUHIGAS

Aura, la asociación de discapacitados intelectuales de Los Palacios y Villafranca, no es una sigla, sino una palabra que potencia aquí lo que significa cabalmente: la irradiación que emana una persona. El nombre de este colectivo que está a punto de cumplir 30 años de historia en este municipio del Bajo Guadalquivir, con su hálito poético, se le ocurrió a su fundador, Manuel Parejo, cuando lo telefonearon del registro de asociaciones, allá por 1995, con la pega de que el nombre elegido en principio, Atalaya, ya estaba escogido. “Me dijeron que tenía que decidir el nuevo nombre rápidamente, así que no solté el teléfono y se lo dije: Aura”, recuerda él ahora, tres décadas después y todavía consciente de que aquel soplo de inspiración se debía “al aura especial que desprendían estos chicos”. “No me hizo falta pensarlo”, insiste Manuel, ahora que hace dos años que dejó la presidencia en manos de otra madre de chicos con Síndrome de Down, Concha Cid. La nueva presidenta, infinitamente agradecida por la labor histórica de Parejo “desde la época en que no había nada”, ha impulsado el último reto que agitaba la ilusión de los usuarios y sus familiares: su capacidad laboral. 

En los dos últimos años, Concha ha contado con la colaboración creciente de muchos establecimientos de la localidad para hacer realidad ese sueño del emprendimiento laboral por parte de los usuarios de Aura, algo más de una treintena. Primero fue la tienda de ropa de caballero de Manolo Ruiz, que les abrió sus puertas para que vendieran allí unas sudaderas bautizadas con el eslogan Gente con corazón. Luego fue El Rinconcito de Elena, una tienda de decoración. Y cuando en Aura quisieron darse cuenta muchos de sus chicos se empleaban ya con disciplina de becarios en media docena de comercios del pueblo cuya clientela empezó a tratarlos como a otros empleados más: les preguntaban por el precio de esta camisa o de aquel pantalón o les pedían opinión sobre cómo les quedaba tal pañuelo al cuello o tal maceta en el patio de sus casas. La experiencia no solo les sirvió para visibilizarse, para interactuar con todas las personas más allá de sus propios ámbitos familiares o para granjearse amistades nuevas, sino también para bregarse de un modo básico en la gestión de la contabilidad. 

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Usuarios de Aura, rodeados de ropa donada.  MAURI BUHIGAS 

“Es que siempre se ha pensado en estos chicos por sus limitaciones y no por lo que son capaces de hacer”, se queja Miguel, el padre de Esther, otra Síndrome de Down cuya primera capacidad que salta a la vista es la de contagiar su sonrisa. “Pero es que eso ocurre con cualquier chico: tú no lleves a tus hijos a la escuela pensando que no van a ser capaces de aprender a escribir, y verás como no aprenden”, advierte Concha. “En la educación pública tenemos otro caballo de batalla”, tercia Enmanuel, su marido, incansable en su lucha porque los colegios e institutos a los que acuden sus hijos, Lucas y Pablo, incrementen su confianza en sus posibilidades de aprendizaje. “Aprenden de otra manera, pero lo hacen”, insiste él, harto de que “se etiquete a las personas con discapacidad intelectual, que es una manera de taparlas”. María del Mar Parra, la pedagoga contratada por la asociación, sabe de sobra de estas capacidades porque las encuentra a diario en los usuarios, que un día dibujan lo que sueñan ser de mayores y otro navegan por internet para conocer sueños ajenos… Aura no para de acometer iniciativas a lo largo del año, desde la del calendario con fotos que editan y venden cada Navidad –antes con famosos locales; últimamente con monumentos cercanos- hasta la comedia que interpretan a final de cada curso académico en el teatro municipal. 

De marcha, un viernes sí y otro no

“Nuestra lucha ha sido siempre la de ir destruyendo los tópicos que tanto daño hacen”, explica Concha, igualmente satisfecha de la red de voluntarios que se ha ido conformando para salir con los usuarios de Aura dos viernes al mes. Van a la hamburguesería y ellos piden su menú, ellos se ponen sus bebidas, ellos pagan sus consumiciones y comprueban la vuelta. Y, sobre todo, se lo pasan pipa mientras van y vuelven, mientras comen, mientras se hacen selfis, mientras descubren la anchura insospechada de la vida. Otros viernes han ido después a una sala de baile para “mover el esqueleto”, dice Ana mientras se contonea con mucha gracia. O al parque, o a hacer una ruta turística por el pueblo, o por Sevilla. “Había chicos que no es que no conocieran los monumentos más famosos de la capital, sino que no habían ido nunca a Sevilla”, cuenta sorprendida María del Mar, mientras asienten algunas madres de las últimas incorporaciones a esta asociación siempre en expansión y que, en los últimos meses, ha encontrado un nuevo universo en el deporte. “Nos han recibido con los brazos abiertos en el Club de Atletismo de Los Palacios”, ratifica Concha, que el año pasado ya experimentó igualmente la capacidad de empatía y acogida del Club de Tenis Manolo Cabeza. 

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Un joven de la asociación Aura, en la nueva tienda.  MAURI BUHIGAS 

“Antes solamente salían dos veces al año”, recuerda Miguel, quien -cuando el año pasado fueron por primera vez solos a Madrid, con unos monitores pero sin padres- ejerció de paparazzi, con lágrimas desde su satisfactoria distancia… “Cuando empezaron a salir en grupo, la gente en la plaza del pueblo se quedaba atónita y callada, mirándolos como si fueran algo raro, pero hoy es algo normal”, explica Concha. 

Una tienda propia

Auravinted abrió, en la propia sede de Aura, hace solo dos semanas. Y ha sido un éxito inmediato. “Vamos por la calle y todo el mundo nos dice que tiene ropa para traernos”, comentan los padres. Pero no toda la ropa sirve para el nuevo establecimiento solidario y ecológico. “Tiene que ser ropa en buen estado y que haya sido usada muy poco”, comentan las madres más implicadas en esta nueva iniciativa que tiene implicados, más especialmente, a unos siete usuarios de la asociación. “Era un proyecto que, más allá de la colaboración en otros establecimientos del pueblo, que puede seguir, queríamos poner en marcha desde hace tiempo”, explica  Concha, consciente de hasta qué punto “no se nos puede ir de las manos porque tiene muy buena pinta y todos los chicos están muy ilusionados”. 

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María del Mar Parra, pedagoga de la asociación, seleccionando ropa junto a una de las usuarias. MAURI BUHIGAS
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Foto de familia de la asociación Aura.  MAURI BUHIGAS  

La tienda de Aura -con su propio escaparate, sus estanterías, sus expositores, sus secciones- abre los lunes y los miércoles. Este último es el día del tradicional mercadillo de Los Palacios y Villafranca. “Y pasa mucha gente por la plaza de la Almazara, así que nosotros también sacamos la ropa afuera”. Los precios son súper económicos. Todas las prendas, de tallas variadas –incluso ropa de bebés o para muñecos- y todos los complementos valen uno o dos euros. 

“Lo primero que hacen ellos es seleccionar y clasificar la ropa”, explica María del Mar. “Y la ropa que no sirve para nuestro cometido la donamos nosotros a otras asociaciones como Madre Coraje”, advierte Concha. “Están aprendiendo a doblar las prendas, a colgarlas, a etiquetarlas, a exponerlas; un oficio”, dice María del Mar. Y no hay más que ver a los responsables de Auravinted para evidenciar su delicadeza con la clientela, sus ganas de ofrecer lo mejor de sí mismos, sus ofertas, sus precios, sus promociones, sus regalitos por cada compra, su preocupación porque “a lo mejor, si esto sigue así, vamos a tener que abrir más días de la semana”. 

Sobre el autor:

Álvaro Romero Bernal.

Álvaro Romero

Álvaro Romero Bernal es periodista con 25 años de experiencia, doctor en Periodismo por la Universidad de Sevilla, escritor y profesor de Literatura. Ha sido una de las firmas destacadas, como columnista y reportero de 'El Correo de Andalucía' después de pasar por las principales cabeceras de Publicaciones del Sur. Escritor de una decena de libros de todos los géneros, entre los que destaca su ensayo dedicado a Joaquín Romero Murube, ha destacado en la novela, después de que quedara finalista del III Premio Vuela la Cometa con El resplandor de las mariposas (Ediciones en Huida, 2018). 

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