Antonio, el primer tertuliano decimonónico de Sevilla: "Yo no me vendo, hago lo que pienso"

Antonio fundó Sevilla Eterna, la que dice que es la primera tertulia cofrade de Sevilla. Con esta reunión como excusa, su vida es la de un hostelero que se apuntaba a todo. Es esencia de Intramuros, ya jubilado, en calle Matahacas, en una casa que es como un museo. "¿Rancio? Yo soy decimonónico"

Antonio Abela, en su casa, casi un museo, en la calle Matahacas.
Antonio Abela, en su casa, casi un museo, en la calle Matahacas. MAURI BUHIGAS

Dice la RAE que 'carisma' viene del griego, chárisma, y significa agradar, fascinar. Sus sinónimos son magnetismo, personalidad, ángel o duende. Según la RAE. Estas dos palabras son asimilables, sin duda, para Antonio José Abela. El carácter que da una barra de bar. Con Antonio hay que sentarse, al menos, una vez en la vida. Quien no tenga ocasión, al menos tiene esta entrevista. Pero, ¿quién es Antonio? Antonio no te dice en qué año nació simplemente, que es 1956, sino también que "fue el año del pregón de Antonio Rodríguez". Y Antonio no es un sevillano cualquiera. Porque Antonio es de todos los barrios, "de los de Intramuros". Ahora está en Matahacas, pero ha tenido bares por toda la ciudad. Vayamos por orden, si es que en una charla con Antonio es eso posible.

"A mí me ha gustado siempre leer, pero el estudio, no. Mi familia no estaba muy fuerte. Yo pensé en hacer la reválida y esas cosas, pero con 14 años me dijo mi padre que me había buscado un trabajo de botones en un banco, así que ya no jugué al fútbol. Entré en la Caja Rural, casi siete años estuve. Me metí en un sinidcato, que era amarillo, me fui a la mili, y a la vuelta me habían despedido". La razón, que "era un sindicalista de los de antes, no los de las gambas y las cigalas". Con todo y con esas, sin un duro, como estaba en la hermandad de los Servitas, estuvo colaborando y "un compadre, mi primer padrino, Fermín García Velasco", le ayudó a conseguir el dinero para su primer bar. 

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"¿Qué vienes, de incógnito, con ese sombrero?".   MAURI BUHIGAS

Y allí fundó una tertulia, "la primera tertulia cofrade que ha habido en Sevilla". Por entonces, no había bares cofrades, cuenta. "Los fines de semana se juntaban 200 personas en la calle". Unas tertulias acompañadas de "música, diapositivas y follones en vinagre. He hecho conciertos aquí, en Dos Hermanas, carteles propios".

En calles de corralones en San Julián, en Pasaje Mallol, montaría también Sevilla Eterna, un local muy grande, cuenta, del que le echaron en los 90 para construir pero no ha sido hasta 2022 cuando la familia del corralón que había alquilado no hicieron las obras. Podría haber estado 30 años, hasta su jubilación, en el mismo local. Pero cosas del destino, será, que ha ido dando saltos por toda Sevilla. Y eso es Antonio, toda Sevilla. 

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La sevillana que regalaron a Antonio.  MAURI BUHIGAS

Ahora, en calle Matahacas, tiene su casa, su tertulia y parroquianos habituales, una cosa que cada vez se ve menos. Ha pasado una época mala Antonio, porque se ha separado, pero ya se ha venido arriba. Y así entra y sale gente de su casa, donde por la mañana pega el sol en estas fechas, y se sienta con su sombrero en la puerta. "Me saludan hasta los del AirBnB", dice.

La última experiencia laboral se acabó. Sus cinco hijos van volando solos, así que se buscó una casita a pie de calle, porque "con más de 60 años quién va a contratarme, si por un sueldo mío en el bar meten a tres o cuatro chavales de Sudamérica o de España".

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Antonio, de Sevilla Eterna, durante la charla.  MAURI BUHIGAS

Además, con esta edad, se habría estrenado, desde que fue botones, trabajando para otro. "En los bares nunca he trabajado para nadie". Al final, la vida, le ha hecho trasladarse "cada dos o tres años". Porque se aburría, en realidad, o por las circunstancias. "Yo lo hago todo a mi modo". En la barra del bar. Por eso, cuando le iba bien, tampoco entraba en lo de montar dos o tres bares, algo que tanto se estila hoy. "He estado la calle Dueñas, delante del palacio, en los Remedios, en San Marcos...". Le salen seis o siete bares que ha tenido. La peor experiencia, quizás, delante del Parque de Los Príncipes, "que eran todos mayores de 70 y se bajaban a tomarse un vino", uno nada más.  

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Los recuerdos de Antonio.   MAURI BUHIGAS

Hay muchas cosas más que contar de Antonio. Cuenta, reafirmándose, y sin echar una mirada mala a quien no piensa igual, que él es "franquista". Como esto es una tertulia, como en la universidad, se habla sin cortapisas y con respeto, y no te va a mirar mal si le dices que tú no.  "Lo viví poco, conocí poco de Franco. Y la guerra fue entre todos. No quiero ninguna guerra, ni entre Rusia y Ucrania ni entre Israel y Palestina". Ha habido guerras siempre, cuenta. Y son todas un desastre. "Cabrones todos", como los que "van a ganar dinero reconstruyendo Ucrania, que es lo que quieren". El problema es que "no me gusta esta democracia. Piensa la gente que tiene trabajando la Junta de Andalucía. Es horroroso. Y el resto. No hacen falta más policías", ni más administración, viene a decir, "sino que cuanto alguien vaya a un juicio, no entre por un lado y salga por el otro lado. No hacen falta 100 millones para cambiar eso". 

Otra cosa de Antonio es que, cuenta, es medio gitano. Y su tertulia, la mitad, de la hermandad de Los Gitanos. Porque Antonio, en esos bares que ha tenido, ha mantenido Sevilla Eterna como refugio, punto de encuentro, de sevillanía. De todas las hermandades del centro. De Los Gitanos, de La Macarena. Quizás, una tertulia es un sustantivo para englobar una causa no necesariamente desarrollada del concepto "echar el ratito". Sobre todo, de Semana Santa. Pero de sus tertulias también ha salido ayuda a los vecinos de cada barrio donde se asentaba Antonio. 

"Recogíamos ropa, por ejemplo, y hacíamos un certamen de villancicos". O "se ponía un bidón en la puerta en diciembre y se pedía para los pobres con los conciertos de las bandas". Y si algún vecino tenía un problema, como aquella vez que a alguien le hizo falta para medicinas para su mujer, se recaudó entre los propios tertulianos. La tertulia cofrade, la tertulia sevillana, como punto de encuentro, y de carga.

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Abela, con sus parroquianos. MAURI BUHIGAS

Van entrando parroquianos al final de la mañana. Si algo va perdiendo esta generación joven que se ha hecho adulta es ser parroquiano, socio o peñista de algo. Salvo de las cofradías, que mantienen la esencia de vida comunal en Andalucía, parroquianos van quedando menos. Los que entran lo hacen sirviéndose ellos mismos un vino en casa de Antonio, o cogiendo una cerveza sin preguntar de una neverita hostelera horizontal en la entrada. Y empieza la carga, la maldad. "Quítate ese sombrero, que parece que vienes de incógnito", le dice Antonio al primer tertuliano, parroquiano, que entra. "Pues cojo una cervecita".

"A mí es que me gusta meterme en todo". Sevilla es eso. "Un sevillano, sevillano, sevillano, de los que saben que está el baile del carnaval de los Seises en la Catedral". Antonio es tan de Sevilla que su barrio (el de ese momento, da igual cuál) le regaló una sevillana, que empieza: "To los locos de este barrio / estamos en Intramuros / siempre nuestro amigo Antonio / nos va a tener aquí seguro". Y sigue: "Da igual que sean villancicos / marchas de Semana Santa / o cantes por sevillanas / siempre estaremos aquí / pa to lo que le haga falta". Y tan de Sevilla que no es Rancio, como Julio Muñoz, hijo de uno de sus parroquianos, sino que es "decimonónico, así lo tengo puesto en WhatsApp". 

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Fotos y carteles decoran una de las estancias de la casa, testimonios de vivencias.  MAURI BUHIGAS

Antonio podría ser alcalde, aunque no cree que haya ningún partido que apueste por él. Tiene soluciones para el turismo masivo. "Si vas al Serengueti, al que te ayuda a cruzar el río hay que darle mil pavos". Fin. Esta calle, Matahacas, "el 80% son turistas". Alguno entra, despistado, "y como no sé idiomas, si me pide un vino, como decía el Peregil, el primero que vea, a tomar por culo". Se lo pone, claro. Porque Antonio está para todos, hasta para los turistas que le saludan al paso. En realidad, sí le han llamado "el alcalde del barrio". San Julián, entonces, tiene dos. Iba a intentar arreglar el tema del Metro, "que lo están moviendo desde que yot enía chupete, que hace 40 años se hundió un kiosko y lo cerraron. La administración es una mierda". Ah, y el mejor alcalde que ha tenido Sevilla, Soledad Becerril, "no sé si por ser mujer, pero le echó huevos de verdad".

Muchas cosas que ha hecho Antonio han sido con El Pali y con el Beni de Cádiz, en el bar de este último, "que hacía paellas todos los días", para acabar tomando gin tonics, presenciando muchas peleas de ambos, peleas de tertulia, entre comillas, "tenían mucho arte los dos".  

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Antonio, con un vino, en la puerta de su casa, tras la entrevista.  MAURI BUHIGAS

Al preguntarle cómo ve la primavera sevillana, y eso de que parezca ya verano, recuerda que se ha criado "pasando mucha calor, y no teníamos ni ventiladores, a 50 grados. Años de sequía, que se ve en las cortezas de los árboles, yeso no es cambio climático ni nada". Y sí, que hay mucha gente, porque es que Sevilla es muy bonita, que se coge el AVE por la mañana desde Madrid, ve Semana Santa y se vuelve por la noche. Caen edificios, los bares se vuelven para turistas y no hay ya donde tomarse una cervecita como las de antes. Pero este hostelero, que es sevillano, sevillano, lo tiene claro: "Yo no me vendo, siempre he hecho las cosas como las pienso". Así que esa ola, la del turismo, no le ha cogido.

El que quiera saber más de Antonio, puede ir a verle, si le deja pasar, a su casa en la calle Matahacas. Si alguna vez pasan por ahí, salúdenle. Le devolverá el saludo. Y quizás le cuenta alguna anécdota. De las del Pali. O la foto del papa en la entrada. O por qué no cree en la democracia.

Sobre el autor:

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Pablo Fdez. Quintanilla

Licenciado en Periodismo y Máster en Comunicación Institucional y Política por la Universidad de Sevilla. Comencé mi trayectoria periodística en cabeceras de Grupo Joly y he trabajado como responsable de contenidos y redes sociales en un departamento de marketing antes de volver a la prensa digital en lavozdelsur.es.

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