Una serie ambientada en la Expo 92, una periodista que presume de Curro en pantalla, un empresario que compra y remodela un pabellón de la Expo para que vuelva a ser exactamente lo que fue, una empresa andaluza de camisetas que convierte a Doraemon en símbolo andalucista... Los 90 nunca se fueron. De reciente, parece, para muchos, ayer. Pero fue hace 30 años. Lo evidencian las farolas destrozadas del paseo inferior que alguna vez fue un río en La Cartuja.
La estética de los 90 ha vuelto porque la añoranza de un tiempo pasado va por edades. Hoy, aquellos niños de los 90, de La Banda del Sur, son hoy adultos con hijos y dinero para dedicarlo a rememorar. Igual que hizo la generación anterior recordando los 80. O la anterior, cuando fue un éxito en Estados Unidos una serie de los años 70. La famosísima Stranger Things, ambientada en los 80, se estrenó hace 7 años, en 2016. Ya va siendo hora de la siguiente ola de nostalgia.
30 años después, Curro, mascota y algo más de aquella Expo, sigue de moda. Es el cartel anunciador de la serie de Alex de la Iglesia para Netflix. Quien tiene un Curro tiene un tesoro. Romano Antigüedades tiene su sede en Alcalá de Guadaíra y atesora una de las mayores y mejor cuidadas colecciones de este animalito antropomórfico que, según la hora, parecía un ave con plumas de colores, un pato o quién sabe qué.
Alejandro Rico es segunda generación de esta empresa que se hizo con decenas y decenas de balancines mecánicos y de pago cuando la Expo acabó, en una subasta. "Ya mientras se montaba aquello, se estaba pensando en el día después y se vendieron anticipadamente interiores de pabellones o elementos como estos balancines", señala. Fue su padre quien los adquirió, pues él apenas era un chaval, pero hoy está al cargo de este ejército de curros.
Están a la venta por unos 450 euros y, reconoce, no los ve caros. Hace un año estaban a 340 euros. "Funcionan todos, aunque a algunos hay que hacerle arreglos". Estos balancines han formado parte del panorama de las calles de Sevilla y aún queda alguno. "Tenemos en almacén 70". Y aunque no están especializados en estas antigüedades de solo tres décadas, sí percibe que "la gente tiene cada vez más interés. Pasan los años y los alumnos de la Universidad de Sevilla cada vez vienen más, interesados en hacer trabajos con estos elementos de la época que ni siquiera conocieron". La estética de entonces, incide, "no ha muerto". Y tiene a la venta otros elementos de aquel tiempo. "Cabinas de la ONCE, por ejemplo, que llaman mucho la atención, o dinosaurios que se expusieron en Cartuja 93, o cabezas de dragones".
"Ojalá en La Cartuja hagan mucha VPO"
Curiosamente, para ser nostálgico de una era no hace falta ni siquiera haberla vivido. La periodista Reyes Calvillo así lo expresa. Nacida en 1994 y presente en varios programas de Canal Sur, fue viral hace unos días por un traje de flamenca con motivos de la mascota de la Expo. "Es la generación del mollete de la que habla Jesús Jurado", explica sobre el autor de un libro que supone todo un retrato generacional. Porque pensar en los 90 es pensar en quienes fueron niños entonces. "Este tema tiene un análisis sociológico interesante sobre el Síndrome de Peter Pan. Nos suelen llegar las responsabilidades más tarde y en parte retrasamos esa adultez manteniéndonos en aquel tiempo".
Un tiempo donde no todo era de color de rosa. "Me encantaría pensar que vuelve esa estética de los 90 a nivel arquitectónico, por ejemplo, porque solo hay que consultar las redes para comprobar que esos edificios de la Expo sirven como escenario visual de muchas fotografías... Me gusta que vuelva la ropa de entonces, porque en parte se recupera ropa de otras generaciones que hay escondida en algún armario, a la que se le da una nueva vida. Pero que no vuelva a nivel corporal. Porque esa época estética de la extrema delgadez llevó a muchas niñas a la anorexia", recuerda Calvillo.
La periodista de Canal Sur, así, se identifica con esa niñez de entonces, se siente cómoda en aquel tiempo, como cuando iba con su abuela a ver los alrededores de Isla Mágica. "Ojalá en la Cartuja hagan mucha VPO".
El deseo de recuperación de otro tiempo tiene también mucho de mentiroso. La nostalgia, a veces, no hace mirar el dibujo completo. Julio Muñoz Gijón, periodista sevillano, conocido también en redes como Rancio o Rancio Sevillano, lo resume de otro modo. "Muchos sevillistas dicen que Suker sí que era bueno. Ha habido delanteros después mucho mejores. Pero uno siempre recuerda como lo mejor aquello de la infancia o la primera adolescencia. Vuelves porque te emociona esa edad".
Muñoz se atreve a improvisar un nombre: "Neorranciedad". "Los jóvenes modernos de Sevilla se reinventan a partir de símbolos tradicionales. En otras ciudades, rechazan esa tradición. Aquí, los modernos tienen de referente la Semana Santa, las camisetas de El Pali, de Silvio y de Triana". El ejemplo también está en la música. "Califato 3x4 hace música del siglo XXIII, son modernos-modernos, y meten Semana Santa".
Respecto a Curro, reconoce que tiene muchas ganas de ver la serie de Álex de la Iglesia. Y entre sus próximas novelas, tiene algo planeado sobre aquel momento. "El 92 fue el gran cambio de Sevilla, porque hasta entonces era un desastre y se adecentó". En cuanto a la estética, se reafirma. "Es que molaba mucho. Podrá ser nuestro paraíso perdido de la infancia, podrá ser que ahora tenemos una mayor capacidad de expresarnos los que somos medio puretas, pero es que molaba mucho aquel tiempo".
Rancio se autoproclama "defensor de La Cartuja. Todo el mundo está siempre que qué pena, quizás porque se ven hierbajos desde el otro lado del río. Pero para mí es un parque tecnológico superaprovechado, y a solo diez minutos del centro. Dime en qué ciudad del centro llegas a un sitio como la Alameda. Hay un relato de que está deshabitada, pero hay empresas punteras. El único problema que tiene es que le faltan bares". Y remacha: "Tiene singularidad en sus edificios, porque pasas por la bola, por el cohete... Más quisieran en Madrid, por ejemplo, donde viví, tener un parque como La Cartuja".
El empresario Mario López Magdaleno ha comprado recientemente el Palacio de La Motilla, en calle Cuna, un edificio hasta hace poco propiedad del marqués de Valencina y de la Motilla. Pero ha hecho otra gran inversión urbanística en Sevilla. En concreto, el pabellón de Hungría de la Expo 92. Un edificio de madera que está restaurando su empresa para que quede exactamente como estaba antes. En sus torres se representan cada una de las religiones del país e incluso la Embajada húngara ha agradecido el interés por recuperar un edificio tan singular y simbólico.
Porque La Cartuja, con varias sedes de la Universidad de Sevilla, varias grandes empresas, un centro de alto rendimiento deportivo, dos puentes simbólicos de la ciudad, y un parque en plena forma que acaba de cumplir 30 años, no ha perdido su importancia. Quizás no es la moda que fue. Quizás no reciba a millones. Pero sigue siendo, a la altura del Monasterio que da nombre a esta isla en el Guadalquivir, una entrada a Triana. O Triana, una entrada a La Cartuja, con un rascacielos andaluz a medio camino entre ambos. La estética de los 90 está de vuelta. No hay nada más noventero que Curro. Las rutas turísticas, incluso, han empezado a llegar a La Cartuja. Quizás, una nueva oportunidad.
El sentimiento de poner en valor La Cartuja no es actual, pero sí quizás más intenso en la actualidad. Rafael Ruiz es arquitecto y presidente de la asociación Legado Expo Sevilla, un colectivo que quiere reivindicar "el tiempo feliz" de 1992. "Hoy Curro es mascota de Sevilla, los niños actuales siguen conociéndolo. Parece algo cíclico, como en los 90 se añoraban los 60". Comparte esa visión de que los treintañeros son los que ponen de moda las décadas de su infancia. Pero, en su caso, hay algo más, el cuidado de un patrimonio sevillano.
Un par de veces al año, organizan visitas por La Cartuja para conocer aquella Expo que otros guías turísticos privados hoy siguen mostrando. "Hablamos de espacios urbanos e instalaciones muy interesantes. Hay arquitectos de todo el mundo que vienen buscando conocer el recinto de la Expo. Y cada vez llama más la atención". El problema actual, considera, es la accesibilidad. "Costó integrar la Expo en Sevilla y aún hay pendientes puentes y pasarelas que están incluidos en el plan general pero que no se han ejecutado. Se supone que se deben hacer".
Por eso, le cuesta ser del todo optimista a pesar de esta oportunidad generada por la vuelta de los 90. "No hay mejor manera de mantener algo que construyendo, manteniendo la vida. Ojalá de este revival surja una concienciación en la ciudadanía sobre el patrimonio de La Cartuja". Ve, así, con buenos ojos, la iniciativa de López Magdaleno. "Nos alegramos muchísimo que por puro amor a la Expo devuelva al pabellón de Hungría el aspecto original. Lo ha hecho genial, con mucho respeto, acudiendo a los planos originales que se guardan en el Archivo. Pero no solo debería venir de la iniciativa privada, sino también de la pública".
A Ruiz le preocupan también otros pabellones. "En 2008 se declararon BIC cinco pabellones: el de España, Andalucía, Francia, Hungría y el de la Navegación. No se salvó el pabellón de la ONU en el catálogo de protección que realizó el anterior gobierno municipal, aunque sí se incluyeron varios nuevos. No todos los que queríamos". En el pabellón de la ONU, recuerda, se va a construir una residencia de estudiantes.
De manera similar a Calvillo y Muñoz se expresa Álvaro Rodríguez, uno de los fundadores de la empresa de camisetas Gloria Vendimia. Por el pasado 28F, pusieron a la venta un diseño basado en la serie Doraemon, quizás la más conocida del programa La Banda, con muchas referencias andaluzas. "Nos hemos encontrado un percal de generación, alquileres, dificultad de tener hijos, trabajos precarios o necesidad de compartir piso y nos queda añorar aquellos tiempos". Pone también de ejemplo El Grand Prix, que volvió este verano a la tele. "El primer programa fue un éxito y luego se desinfló en audiencia, porque no era el programa lo que echábamos de menos, sino nuestros abuelos y padres junto a la tele".
Esa vuelta no sería tanto estética como emocional. "No creo que la de los 90 sea una estética tan definida, es lo que se siente al volver. Hasta el cani en moto que incluía el diseño de la camiseta de Doraemon. Creo que esta década, hasta 2030, habrá mucha referencia a los 90. Aquella época nos inspira y hoy nos da vértigo tener hipoteca e hijos. En parte, yo llevo un pensamiento positivo: ser siempre jóvenes, porque no me veo de viejo. Con la edad que tengo, mi padre me llevaba al fútbol. Hoy los treintañeros en adelante son los que llenan las discotecas. Volvemos todos a los 90 hagamos lo que hagamos. Ya sea pintar, hacer ilustraciones para camisetas, o escribir reportajes", remacha.
El plan para La Cartuja
El Ayuntamiento de Sevilla, dentro de una política del nuevo gobierno local, anunció hace un mes un 'zafarrancho' de limpieza en La Cartuja, como ha realizado en muchos barrios. Preguntado al respecto, el Ayuntamiento de José Luis Sanz explica que "vamos a adecentar La Cartuja para que el continente está a la altura del contenido".
Entre las acciones realizadas, la retirada de chatarra, la eliminación de maleza o una recogida de basuras que en los primeros días acumularon 10 toneladas. Un trabajo alrededor del Monasterio de La Cartuja, pero también en el resto de la zona.
Una de las dificultades reside en recuperar, si es posible, el mobiliario original del 92. Mucho de eso necesita o una intervención completa... o una retirada. Son farolas que han sido apedreadas hace años, por ejemplo, y que no se repusieron. No hay idea concreta sobre cómo hacerlo, aunque se vislumbran movimientos.
En la reunión entre Juanma Moreno y José Luis Sanz en el Ayuntamiento de Sevilla de esta semana, se puso sobre la mesa una propuesta de la Junta para cambiar el uso del Canal de la Expo que se muestra en la imagen. Una opción sería levantar edificios tras reformar el suelo, ya que, según el PCT Cartuja, existen empresas que quieren instalarse. La pérdida sería simbólica. Porque hoy, ese canal, no se usa y es zona de abandono.
Respecto a esta propuesta, desde la asociación Legado Expo tienen muchas dudas. "Hay muchas empresas que quieren instalarse y es bueno que haya vida, nuevas obras... A La Cartuja merece la pena ir por su atractivo cultural, están el CaixaForum, el Cartuja Center, el CAAC... Y se mantienen bien los pabellones donde hay actividad empresarial, porque el PCT Cartuja lo mantiene, a diferencia de lo que corresponde a Junta y Ayuntamiento". El pabellón de España es ejemplo de ello.
Para el Canal, ya realizaron una propuesta con un jardín botánico al estilo del Jardín Americano, huertos solares, plazas de aparcamiento subterráneo... "Pero detectamos en el actual gobierno local muchas ganas de ladrillo de densificar y eliminar espacios abiertos, que es parte de lo que tiene La Cartuja". Y lanza una idea. "Podría dedicarse esa zona de la bancada del Canal a la sede de la Agencia Aeroespacial, cerca del cohete. Excusas hay, ideas hay, pero otra cosa es la voluntad política, que piensa solo en una rentabilidad económica".
