“Pensaba que iba a trabajar en un bar y me forzaron a prostituirme con amenazas a mi familia”

lavozdelsur.es habla con Kanita Mukanovic, técnica de prevención de trata en la ONG CEAin, y con cuatro mujeres que han sido víctimas de explotación sexual en nuestro país, en una escalada imparable de las diligencias judiciales contra la trata

Una víctima de trata, en una imagen de archivo.

H. era trabajadora social en Venezuela, pero perdió su trabajo al agudizarse la crisis socioeconómica que azota su país. Cuando una buena amiga contactó con ella y le ofreció un trabajo en un bar durante unos meses en España lo vio como una oportunidad:

“Me dijo que ganaba mucho dinero semanalmente, así que pensé: voy, trabajo tres meses allá y ahorro el dinero para montar un pequeño negocio de fruta o de lo que sea. Mi amiga me compró el pasaje y me ofreció quedarme en su casa”.

Pero cuando H. llegó a España comenzó para ella la que sería su peor pesadilla. Su amiga la recogió en un coche junto a otra persona, pero no fueron al destino que ella esperaba. “Íbamos en el coche y el hombre que nos acompañaba hablaba de cosas que me parecían extrañas, mi amiga me mandó un mensaje de texto pidiéndome que no dijera nada”.

Llegaron a una casa extraña y, en ese momento, fue cuando le comunicaron la realidad de su situación: “Me dijeron que tenía que quedarme allí trabajando hasta saldar una deuda de siete mil euros por mi venida a España. Ahí me enteré de que mi amiga trabajaba como prostituta. Dije que no quería prostituirme, que limpiaría, lo que hiciera falta”. Pero sus súplicas sirvieron de poco: “Me llevaron a otro lugar, donde conocí a otras chicas y a algunas transexuales que estaban especialmente traumatizadas y que no querían trabajar allí. Algunas planearon escapar, pero tenían micrófonos y cámaras ocultas en las habitaciones”.

A menudo la oferta engañosa de captación se produce en las redes sociales y viene de una persona conocida, una amiga, alguien del entorno familiar, o incluso alguien de quien te has enamorado y con quien mantienes una relación sentimental (método lover boy). El perfil de la víctima suele ser de madre soltera o desempleada y las redes de explotación aprovechan especialmente la situación de países en contexto de crisis y dificultad. Esto nos lo explica Kanita Mukanovic, responsable en CEAin del proyecto Shakti, de detección, identificación y atención de víctimas de trata, tráfico de personas, financiado por el Ministerio de Sanidad, Consumo y Bienestar Social.

En 2019 aumentaron en un 43% las diligencias por trata de personas con fines de explotación sexual, según el último informe anual de la Fiscalía General del Estado. Según este documento, hecho público este mes y recogido por Europa Press, el Ministerio Fiscal reconoce que "en España sigue siendo preponderante" este tipo de delitos. Según el último informe de Naciones Unidas contra la droga y el delito, a nivel mundial las víctimas por explotación sexual son un 68% mujeres, un 26% niñas y un 3% niños (97% en total) y un 3% hombres.

"Yo no hago esto, yo soy licenciada, tengo dos carreras, hijos..."

“Me llevaron a una habitación con un señor holandés que decían que había pagado por mis servicios. Me encerré en el cuarto de baño, llorando y pidiéndole a Dios desesperada. Cuando salí, este señor puso el traductor en su móvil y me preguntó qué me pasaba. Le dije: yo no hago esto, yo soy licenciada, tengo dos carreras, tengo hijos, me vine porque me dijeron que iba a trabajar en otra cosa…” H. explicó todo al hombre que estaba destinado a ser su primer cliente – “Me dijo que era cliente habitual pero se sorprendió al conocer mi historia, me dijo: una cosa es que tú quieras y otra que te obliguen. Me dijo que me iba a ayudar, que iba a pagar a la dueña el dinero que supuestamente yo por pisar España ya le debía”. Ante la negativa de la dueña, llamaron a la policía y H. salió de allí. No tuvo que llegar a prostituirse, pero éste, por desgracia, no es el desenlace más frecuente.

“En la gran mayoría de los casos es muy complicado identificar a una mujer como víctima de trata” -explica Mukanovic. “No se atreven a denunciar porque las amenazan, a ellas y a sus familias. Incluso en el caso de las que consiguen salir, no se atreven a desvelar ningún dato por miedo o por vergüenza. Sólo quieren dejar toda esa experiencia atrás. En algunos casos solicitan protección internacional, pero a menudo, pasado un tiempo les viene denegada”.

En el art. 3 del Protocolo de Palermo para prevenir, reprimir y sancionar la trata de personas, se define la trata como: “la captación, el transporte, el traslado, la acogida o la recepción de personas, recurriendo a la amenaza o al uso de la fuerza u otras formas de coacción, al rapto, al fraude, al engaño, al abuso de poder o de una situación de vulnerabilidad o a la concesión o recepción de pagos o beneficios para obtener el consentimiento de una persona que tenga autoridad sobre otra, con fines de explotación”. 

-“Hay mujeres que vienen sabiendo que van a trabajar como prostitutas, pero no fue mi caso” – nos cuenta H. “En mi país se está pasando mucha hambre y necesidad. Al latino se le pinta Europa como el centro de la riqueza y cuando llegas aquí ves que es mentira”.

Mukanovic explica que a veces las redes de tráfico de personas captan con ofertas absolutamente falsas, otras veces ofrecen verdades a medias, te hablan de unas condiciones que luego no resultan ser como te las contaron. Ese fue el caso de E., también de Venezuela, que fue realmente consciente de su privación de libertad cuando un día salió a comprar con una compañera y las grabaron en vídeo. “Yo me vi empujada porque soy madre soltera, tengo dos niños y no tengo ayuda de nadie, si yo no tengo ellos no tienen. Recibí una oferta a través de una conocida mía y por el desespero de no tener cómo dar sustento a mis hijos decidí venir a España. Yo sabía a qué venia, pero las cosas no eran como me las contaron. Me habían dicho que la deuda se pagaba en quince días como mucho, y que nadie me iba a obligar a nada, que trabajaría en un bar como camarera y, sólo si yo lo decidía, haría algo más – nos cuenta E.

"En cuanto un cliente llegaba las mujeres salían como perros hambrientos"

-Cuando llegué al sitio y vi a tantas mujeres… más de cincuenta mujeres de muchos países y nacionalidades: brasileñas, rumanas, colombianas… de todas partes y no paraban de llegar más, me di cuenta de la realidad: ¿cuándo voy yo a pagar esto? Además la deuda aumentaba ochenta euros más por cada día que pasaba allí. Mínimo un año encarceladas para pagar. En cuanto un cliente llegaba las mujeres salían como perros hambrientos tras un trozo de carne en el suelo... era una guerra entre todas porque tienes que pagar la deuda. Yo pagaba porque alguien escribía a mi familia en Venezuela, tenía miedo por mis hijos y por mi familia. Me dijeron que no denunciara, que sabían dónde estaba mi casa y a qué colegio iban mis hijos, que eso era una red muy grande y que no sabía dónde me había metido”.

Si la oferta de captación engañosa es un factor común en la mayoría de los relatos de mujeres víctimas de explotación sexual, el de las drogas es sin duda otra clave importante, ya que se utiliza como un medio de control. H. nos cuenta que lo primero de lo que le advirtieron las demás mujeres cuando llegó fue: “Aunque te lo pidan, no les des tu pasaporte. Y sobre todo: no consumas. A muchas las obligaban a consumir con sus clientes”.

E. nos cuenta que donde ella estaba “no te obligaban pero sí que te persuadían continuamente a consumir drogas. Te decían que así el cliente estaría más contento, te daría más dinero y así podrías pagar antes la deuda. Muchas mujeres terminan haciéndolo para sobrellevar la situación”. 

L. también fue víctima de explotación sexual y nos cuenta que “hay clientes que pagan muchas horas, de cinco o seis horas en adelante, y te obligan a consumir para estar con ellos. Muchas no quieren pero terminan haciéndolo, he visto niñas muy jovencitas que llegaban bien y eran empujadas a consumir si el cliente lo pedía, y tenían que hacer de todo…” 

L. era empresaria e independiente en Costa Rica, pero cuando el último de sus negocios fue mal, a través de una amistad le ofrecieron trabajo en el sector agrario en España para la exportación de productos. En el momento de viajar a nuestro país le pidieron el favor de llevar una maleta de un proveedor con productos para vender, más tarde descubrió que esa maleta contenía droga oculta en su interior: “Sin yo saberlo podría haber terminado en la cárcel”. 

Cuando llegó a España, empezó su pesadilla: “Empezaron a amenazarme con hacer daño a mis hijos. Me obligaron a ir a una casa donde estuve encerrada durante meses junto a otras mujeres. Nos hablaban por radio, para salir, para ir a la cocina, etc. Había muchas literas. Nos obligaban a trabajar de día y de noche. Era verano y no teníamos aire acondicionado, el sol nos daba muy fuerte pero no podíamos abrir ventanas ni cortinas, habían puesto mallas para que desde fuera no se viera nada. Te levantaban a cualquier hora. Si hay siete u ocho mujeres tienes que presentarte, te escojan o no te escojan. Si te escogen trabajas, y si no te escogen tu autoestima también se daña, te sientes inferior. Ahí no vales nada, pierdes la integridad como persona, no eres nada”.

Afortunadamente L. consiguió escapar de su cautiverio: “El día que conseguí que me dejaran ir me dieron sólo 30 euros por todo el tiempo trabajado. Me daba vergüenza llamar a mi familia y decir lo que había pasado. Aunque no había terminado allí por decisión propia, sentía miedo y vergüenza de que mis hijos y mi familia supieran que yo había caído en eso. También tenía miedo de ir a la policía porque ya no tenía permiso para estar legalmente en el país y no sabía qué me podía pasar”.

Mukanovic advierte que “cuando estás en un país extraño, todo el mundo que conoces te está amenazando y no tienes documentación, muchas veces tampoco tienes confianza en las autoridades o en la policía”. 

Algunas víctimas de explotación sexual piden ayuda a los clientes. En el caso de H. salió bien, pero no es lo más frecuente. L. nos dice “los clientes lo saben, la mayoría son habituales, algunos se gastan hasta cuatro y cinco mil euros. Les mandan mensajes con fotos de las chicas nuevas que han llegado”. En el caso de P. el desenlace fue aún peor, porque pasó de ser víctima de trata a víctima de violencia de género: “Un cliente se enamoró de mí y empezó a ofrecerme mucho dinero, sabía que lo necesitaba por mi familia. Decía que quería ayudarme, traer a mis hijos aquí. Nos fuimos a vivir juntos pero después de unos meses empezó a controlarme muchísimo, no me dejaba buscar trabajo. Empezó a comportarse como un machista, me obligaba a estar continuamente con él las 24 horas del día, siete días a la semana. No podía ir ni al baño sola. Empezó el maltrato psicológico, las malas palabras, el comportamiento agresivo… Cuando le dije que nos diéramos espacio y nos separásemos se negó y la discusión llegó a unos niveles que los vecinos tuvieron que llamar a la policía”.

Actualmente P. tiene una orden de alejamiento e intenta rehacer su vida lejos de su agresor y de todo el infierno que tuvo que vivir: “Quiero dejar esto atrás, empezar en otro sitio donde nadie me conozca, donde nadie sepa nada de mí. Empezar una vida desde cero donde todo esto forme parte de un pasado oscuro, nada más”.

H. intenta concienciar en la prevención y ayudar a mujeres que han pasado por situaciones parecidas: “He llorado mucho, al principio sentía vergüenza delante de mi madre, sobre todo de mi padre. He hablado mucho con mis hijas, ellas saben lo que me pasó y ahora no me da vergüenza de que en mi país algunas personas lo sepan, si eso sirve para evitar que otras pasen por lo que pasé yo. Porque, aún sin tener que llegar a acostarme con ningún hombre, ha sido una experiencia horrible, como no te puedes hacer una idea.”. 

Y añade “esto no va a parar porque mueve mucho dinero, pero si logramos concienciar sobre estos engaños y evitar que algunas chicas que nos lean y estén recibiendo ofertas sospechosas estén alerta. A muchas chicas que me dicen que han recibido una oferta, que lo están pensando siempre les digo: ni se te ocurra, vas a caer en un mundo de drogas, y de ahí no sales. Y después son desechadas. Te quedas sin nada, sin cotizar y en la calle”. H. advierte que “actualmente hay niñas de hasta 12 y 13 años que son sacadas del país por las redes de tráfico para ser explotadas sexualmente”.

“La forma de ayudar a la reinserción es dándoles permiso de trabajo y un empleo"

H. también llama a poner el foco de atención en la reinserción de las mujeres que han sido víctimas de explotación sexual: “La forma de ayudar a la reinserción es dándoles permiso de trabajo y un empleo. A veces, las mujeres que no tienen el idioma o no tienen ningún tipo de red de apoyo familiar aquí, vuelven a caer en las redes porque no consiguen otra manera de sobrevivir y necesitan dinero para su familia”.

También E. quiere que su testimonio sirva para crear alarma social ante esta lacra y evitar que otras mujeres pasen por lo mismo: “Esto no es mentira, es totalmente cierto, es algo muy real. A mi propia hermana también le ofrecieron hace poco venir a trabajar a España al bar de un hotel, con carta de invitación y todo pagado. Le dije que no se fiara, entonces el señor empezó a pedirle fotos y ya ella no le contestó más. Espero que este testimonio sirva a alguna muchacha, incluso si sabe a lo que viene, que no se deje llevar por la desesperación… porque no es fácil. Gracias a Dios yo salí y estoy bien, pero la que salga mañana no se sabe… Crees que las cosas serán de una manera y luego llegas y te encuentras el panorama real. Yo recién me estoy levantando de mis problemas psicológicos. Salí asustada, desesperada, mal… Ahora estoy más tranquila y tengo un poco más de paz”.

En eso también coinciden todas, en esa búsqueda de paz y la esperanza de poder vivir tranquilas lejos de esta experiencia traumática en la que fueron utilizadas como mercancía para el enriquecimiento de otras personas. Una lacra ante la que asociaciones como CEAin intentan generar una mayor consciencia y alarma social. “Esto está ocurriendo todos los días, a todas horas, es importante que nos dotemos cada vez más de herramientas para luchar contra la trata de personas, que se ha convertido en la nueva esclavitud del siglo XXI”- reivindica Mukanovic.

CEAin forma parte de Andalucía Acoge y pertenece a la Plataforma Antena Sur contra la Trata, donde también participan Algeciras Acoge, Fundación Amaranta, Asociación Familia Vicenciana, Fundación Cruz Blanca, Nuevo Hogar Betania, CEAIN, Centro Social Mujer Gades, Proyecto Alma, Asociación Victoria Kent, y Save the Children España.

Todos los testimonios de este reportaje son de mujeres que han sido víctimas de trata en diferentes puntos de nuestro país y que prefieren permanecer en el más estricto anonimato, por ello no publicamos sus nombres, pero sí sus experiencias bajo las iniciales simbólicas: H.E.L.P.