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Jesús Maraña, en una visita a Jerez para presentar el proyecto periodístico 'infoLibre' y el libro 'Conversación con Luis García Montero', considera que "la objetividad nunca ha existido".

Nos referimos a su impresionante currículo y Jesús Maraña (Sahagún, 1961) automáticamente quita hierro a la cosa: "Son los años…". Desde que a los 16 años se marchó de León a Madrid para estudiar COU y luego licenciarse en las antiguas Ciencias de la Información, su generosa peripecia profesional le ha llevado, entre otras muchas cosas, a ser redactor jefe de El Mundo, a dirigir las revistas Tiempo e Interviú, a embarcarse en la dirección de Público, "una frustración", y a defender ahora con infoLibre Tinta Libre una especie de nuevo periodismo en España que circula entre la profundidad que ya empieza a reservarse el papel y la inmediatez que ofrece el soporte digital. Asiduo tertuliano en programas como Al rojo vivo, de la Sexta, acaba de publicar en Turpial Conversación con Luis García Montero. En un rincón del Jardín de La Luna Nueva, con una evocadora montaña de libros y papeles a sus espaldas, no solo apunta por dónde cree que van los tiros del convulso negocio de la información, sino que en apenas media hora regala una valiosa masterclass de periodismo. Junto a su equipo, se halla inmerso en la vanguardia nacional de una gran batalla: convencer a los lectores de que la labor de los periodistas es "más necesaria que nunca" y que, por tanto, tiene un valor y una utilidad que hay que recompensar.

Una pregunta doble a modo de preámbulo: ¿la objetividad y la independencia son los padres?

Más que el padre o la madre, son más bien los Reyes Magos. La objetividad no ha existido nunca. Esto que en algún tiempo se nos intentaba inculcar en las facultades y escuelas de Periodismo, en la práctica del oficio y si uno sigue la vocación, el sentido común y los principios del periodismo, ve que la objetividad no existe en ninguna faceta de la vida. Por tanto llega un momento, y pronto, en que lo importante es lo otro: la independencia y la honestidad con la que se hace periodismo. Al final estamos jugándonos toda la batalla de presente y futuro del periodismo en convencer a la gente de que lo que hacemos lo hacemos honestamente y con transparencia porque lo que tenemos es un descrédito acumulado importantísimo. Y creo que a estas alturas ya nadie cree en la objetividad porque todo el mundo más o menos es consciente de que todos tenemos un punto de vista, todos tenemos unos valores que seguimos o priorizamos, y por tanto lo importante es decir: oiga, estos son mis principios y me comprometo a cumplirlos si usted los comparte. Lo que sí es nuestra obligación es separar los datos de la opinión y, desde ese base, ser honestos en lo que hacemos. Creo mucho en la batalla de la independencia y relativamente poco en la de la objetividad. Pero sí creo que es compartible por cualquier lector inteligente, que son la mayoría.

"Tenemos un descrédito acumulado importantísimo; estamos jugándonos toda la batalla de presente y futuro del periodismo en convencer a la gente de que lo que hacemos lo hacemos honestamente y con transparencia"

¿Y la batalla de la independencia cómo se combate en un mundo como el de los medios, donde se depende tanto de la financiación que da la publicidad; cómo consigue uno librar esa batalla con expectativas de éxito?

Nosotros cuando un grupo de periodistas hicimos esa reflexión, hace casi tres años, intentamos fijarnos en modelos por ahí fuera. ¿Cómo se puede hacer periodismo y no depender de otros intereses que te cortocircuiten o que no te permitan de verdad hacer periodismo honestamente? No es que yo tenga nada, per se, contra la publicidad, pero sí creo que es innegable que si solo se vive de la publicidad se está condicionado. Y ya obviamente si es publicidad institucional o son acuerdos opacos que no tienen que ver con la eficacia publicitaria sino con ese ‘vamos a llevarnos bien’, que es lo que es la base de sustento de la inmensa mayoría de medios en este país, pues ahí es muy difícil sostener el periodismo como negocio. Pero sobre todo recuperar la credibilidad que necesitamos recuperar para que esto funcione desde un punto de vista, que uno lo defiende, del compromiso o la necesidad de un buen periodismo o de un periodismo independiente y honesto. Entonces es fundamental encontrar la fórmula, el modelo de negocio, que permita eso. Y nosotros nos fijamos en un modelo que estaba funcionando en Francia, Mediapart, que es también un grupo de periodistas que fundan un medio y que en este caso además dicen ‘no admitimos publicidad y solo queremos vivir de los lectores, de los abonados’. Pero claro, Francia es Francia y tienen una mentalidad de dar valor a la cultura, a la educación, a la información, que aquí, por muchas razones y como tantas otras cosas, nos falta. Por tanto aquí el proceso es más lento y más costoso. Pero oye, el modelo francés con todas sus dificultades desde el tercer año ha sido rentable y sostenible, por lo que nosotros aspiramos a que eso se pueda hacer aquí también. Cada uno en su medida cree que eso es posible. Y sobre todo es necesario. Niego absolutamente que el periodismo esté en crisis, el periodismo es más necesario que nunca y la gente expresa la necesidad de buen periodismo.

¿Usted es de los que piensa que si el periodismo está en crisis solo tiene solución con más periodismo?

Absolutamente. Porque además creo que no hay crisis del periodismo, lo que hay es una crisis de las empresas periodísticas, del modelo de negocio periodístico. Durante mucho tiempo se ha producido un alejamiento de las empresas periodísticas respecto de los intereses de los lectores y esto ha llegado un momento en que ha estallado por muchos factores, tampoco demasiados. La crisis económica se ha unido a la revolución digital y se ha unido a la crisis de valores, y crisis democrática, que estamos viviendo. Hay un paralelismo entre el desgaste de la credibilidad en política y el desgaste de la credibilidad de los medios. Y en ese paralelismo nos hemos encontrado en un momento en que los medios no son creíbles por muchas razones pero, entre otras, porque los lectores han percibido que están en manos de intereses ajenos a los de los propios lectores.

"El negocio del entretenimiento y de la comunicación no equivale al periodismo. El periodismo es una necesidad democrática, es un mimbre social imprescindible"

¿Ha habido o hay cierta corrupción en los medios?

Sí, pero no en el sentido personalizado de la palabra, porque habrá de todo como en todos los sectores. Pero como modelo y como instrumento democrático, claro que ha habido una corrupción en los medios. En cuanto se traiciona la función para la que estás pensado, creado y para la que tienes una necesidad social, pues se puede definir como corrupción; y en este país es que creo que hace tiempo ya que se percibió y fue por culpa nuestra. Creo que hay que hacer una profunda autocrítica, ya que ni entendimos en su día la revolución digital, ni las empresas supieron trasvasar o superar este conflicto de la revolución tecnológica. Creyeron que internet solo servía para dar un nuevo pelotazo de negocio y eso ha sido una ecuación letal. Es decir, los grandes grupos de comunicación en este país pusieron gratis en Internet los contenidos por los que cobraban creyendo que al multiplicarse geométricamente la audiencia se iban a multiplicar los ingresos. Pensaron solo en términos de negocio. ¿Qué ocurrió? Pues algo que visto con perspectiva dices: oiga, es que tenía que pasar eso, claro. La gente llegó un momento en el que identificó internet con gratuidad y comunicación con periodismo. Y son elementos completamente diferentes. El negocio del entretenimiento y de la comunicación no equivale al periodismo. El periodismo es una necesidad democrática, es un mimbre social imprescindible, y eso se perdió de vista, y ni funcionó el negocio, que al unirse a la crisis económica es lo que ha llevado a unos niveles de endeudamiento y de condicionalidad a bancos, grandes empresas, etcétera, que ha impedido que se ejerza con independencia, ni llevó tampoco a que la gente percibiera en eso una necesidad. Con los nuevos instrumentos, ¿yo para qué necesito periodistas si puedo informarme por mi cuenta o puedo opinar por mi cuenta en cualquier plataforma tecnológica? Bueno, pues esa batalla es muy complicada, no solo en España, pero aquí un poquito más, porque se añade otro factor que tú has mencionado, que es la corrupción generalizada. Y eso tiene un componente también social, ya que nadie se fía de nada, ¿por qué se van a fiar de los periodistas?

"Lo que hay que reivindicar es precisamente lo más sagrado del periodismo, los elementos que no tiene el ciudadano que por su cuenta informa u opina en las redes o en internet"

¿Estamos infoxicados?

Sí. Vamos a ver, cuando se dice que nunca ha habido en la historia tal nivel de información, es verdad. Pero también es verdad que nunca ha habido tal nivel de intoxicación y tal conflicto en la saturación, que no es información, que lleva a la desinformación. Y por tanto, en este magma es más necesaria que nunca la labor del periodista. Pero convencer a la gente que se considera a sí misma mejor informada que nunca es más difícil que nunca. ¿Cómo das valor a la función del periodista? Esto es lo difícil y yo creo que también nos condiciona, nos obliga a buscar territorios nuevos. No basta con sacar un medio y decir aquí estoy yo para dar sermones por las mañanas. Eso se ha acabado hace tiempo. Esto tiene que ser útil y la gente tiene que percibir que es útil. Por tanto, algunos creemos que lo que hay que reivindicar es precisamente lo más sagrado del periodismo, los elementos que no tiene el ciudadano que por su cuenta informa u opina en las redes o en internet. El periodista está obligado, y como equipo de trabajo y colectivo tenemos la obligación de hacernos responsables de lo que publicamos; tenemos la obligación de contrastar la información; tenemos la obligación de ser transparentes… Tenemos una serie de compromisos que cualquier ciudadano, que es libre de informar y opinar usando las mismas herramientas que nosotros, no tiene; no tiene las mismas obligaciones. Es lo que nos puede llevar, creo yo, a hacernos necesarios de nuevo, si es que alguna vez hemos dejado de serlo, que probablemente algo de eso hay. Si no, no estaríamos viviendo la crisis que estamos viviendo. Algunos creemos que ese camino tiene sentido, tenemos que reivindicar nuestra función, nuestra utilidad y nuestro compromiso.
Su proyecto edita Tinta Libre, una publicación mensual en papel. ¿Los diarios impresos están condenados?

Bueno, la función que tenían desde luego parece evidente que sí. Desde luego no tiene mucho sentido lo que desgraciadamente sigue ocurriendo: algunas empresas que dan unos contenidos gratis por la noche e intentan cobrarlos en el kiosco al día siguiente. Es absurdo. Por lo tanto, en ese concepto, en esa función de lo que era un diario en papel, yo creo que efectivamente eso está condenado a la extinción. Lo cual no quiere decir que esté muerto el papel. A mí me preocupa cuando colegas, profesionales del gremio, anuncian, y llevan anunciándolo años y años, que el papel ha muerto. Gente que además dirige periódicos de papel. Es como si el director de una sucursal bancaria dice: este negocio está muerto, no entren ustedes, pero sigue en la sucursal, cobrando su sueldo y un bonus. Es una cosa que nunca he entendido, ni tampoco como inmediatamente los accionistas no dicen: si usted no cree en este negocio, apártese. Las cosas que mueren hay que dejarlas morir, no hay por qué precipitar los funerales. Y probablemente el papel, como tantos otros soportes que son superados por revoluciones tecnológicas, tendrá y seguirá teniendo una función, una representación de algo, puede tener perfectamente unos contenidos y una estética que puede tener aficionados, seguidores, y gente dispuesta a pagar por él. Probablemente con una periodicidad distinta, con unos contenidos diferentes, con una profundidad diferente, y hasta con un tacto y una estética diferente, por eso a la vez que hemos sacado un digital, hemos sacado un mensual en papel, que no tiene nada que ver en los contenidos con el digital. Pero que tiene la función de conectar, si quieres, un mundo con otro. La profundidad con la inmediatez.

"Es absurdo dar contenidos gratis por la noche e intentar cobrarlos en el kiosco al día siguiente; eso está condenado a la extinción pero no quiere decir que el papel esté muerto"

Cierta intemporalidad…

Claro, es que lo que no tiene sentido, y es verdad que nos lo seguimos encontrando en los kioscos. En las redes y en internet a las doce de la mañana de un jueves se anuncia una noticia, Anticorrupción pone una querella a Jaume Matas y a OHL. Si eso lo lees el viernes por la mañana en papel, a la inmensa mayoría de la gente interesada en la información le va a sonar a arqueología. No hay información. Por tanto, habrá que buscar qué elementos, qué contenidos, tienen sentido en un papel. En este caso, Tinta Libre es una herramienta que tiene sentido si lo que das es calidad, firmas de prestigio, profundidad en un análisis, cosas que sean más intemporales, algo que puedas tener en la mesa del salón durante un mes y hasta que te den ganas de coleccionarlo. 

El cierre del diario Público, del que fue director, abrió una enorme espita de nuevos proyectos periodísticos que han dejado de ser aventuras para ser realidades más o menos sólidas: infoLibre, eldiario.es, La Marea... ¿Hasta qué punto dolió aquel cerrojazo y hasta qué punto se ha convertido en una oportunidad?

A ver, Público fue una frustración para muchísima gente; para muchos que nos fuimos de otros medios consolidados porque nos pareció que era un tren que había que coger. Era una periódico en papel que sale en 2007 con una visión ya de tener una proyección digital. ¿Qué pasó? Que esto fue en 2007 y en 2008 estalló por completo la crisis económica y publicitaria, fue cuando cayeron a la mitad los ingresos publicitarios. Y en ese sentido tuvo muy mala suerte porque fue un periódico que consiguió llegar al espacio al que se dirigía pero las circunstancias en las que salió la empresa hicieron que no resistiera el tiempo que necesitaba para consolidarse y pasar a la evolución digital que necesitaba. De hecho, Público sigue existiendo en lo digital y no le va mal, por lo que sé, de cifras y de audiencia y demás. Pero el proyecto generó mucha frustración porque además tenía ese componente de esa cuenta pendiente que hay en este país, en el que se dice que hay una gran pluralidad de medios pero, de toda la vida en el kiosco, si uno echa un vistazo se encuentra un montón de cabeceras que van desde el centro hasta la ultraderecha en la línea editorial, y sin embargo del centro hacia la izquierda siempre ha habido una escasez impresionante.

Y encima El País dejó de ser El País...

Bueno, teniendo en cuenta que El País está endeudado y tiene una dependencia de intereses que no son exclusivamente periodísticos... El caso es que eso generó por una lado esa frustración pero por otro, como decías, fue como una especie de vivero de gente de varias generaciones del periodismo que se ha notado. Han surgido inmediatamente proyectos que son complementarios unos con otros, han surgido ideas diferentes, no han surgido cinco proyectos iguales. A mí me parece interesante ese fenómeno.

"Lo que hace falta es músculo, contenidos y principios. Yo lo que defiendo es que todo eso tiene que tener unos valores, unos principios, para conseguir la credibilidad necesaria"

Recientemente ustedes han cerrado un acuerdo con CTXT, mientras que Jot Down anuncia una alianza con El País. ¿El futuro está en la sinergia?

Nosotros hemos iniciado una colaboración. Y es que éstas tienen sentido, parece que la propia realidad va llevando a eso. Internet exige especialización y exige a la vez complementariedad, pero sobre todo exige fórmulas que sostengan los medios. Entonces puede que uno sea capaz de hacer un medio excelente en una cosa, pero si no lo puede sostener es una ocasión perdida. Y en este sentido, creo que nos queda mucho por explorar. Como dice nuestro colega y socio Edwy Plenel, ex director de Le Monde y fundador de Mediapart, esto es un laboratorio permanente. Entonces, ¿dónde estarán las cosas y qué medios funcionarán y cuáles no dentro de tres años? Nadie tiene ni idea. Ni idea. Ni en lo digital, ni en el papel, ni en ningún soporte. Entre otras cosas porque hasta los soportes van cambiando. Y nos va condicionar el hecho de que ya a día de hoy la progresión de la gente que utiliza el móvil como único instrumento para leer, ver fotografías e informarse, es tremenda. Y eso va a condicionar en el sentido por ejemplo de que la gente busca historias, más que medios. Por tanto, lo que hace falta es músculo, contenidos y principios. Yo lo que defiendo es que todo eso tiene que tener unos valores, unos principios, para conseguir la credibilidad necesaria. Ahora, lo demás está por explorar. Hemos llegado a una alianza con Contexto, que es un medio incipiente pero con una gran calidad en los análisis, y tiene todo el sentido que algunas historias y análisis de CTXT se puedan ver en infoLibre, porque compartimos muchos valores y el esfuerzo por dar calidad a las historias. ¿Hasta dónde nos llevará la alianza? Pues lo vamos a ver porque estamos dispuestos a explorar todo eso, a seguir ampliándolo. Es apasionante el tiempo que vivimos, muy complicado, pero es apasionante porque no sabemos dónde nos lleva.

¿El lanzamiento de El Español supondrá un antes y un después en la prensa diaria nacional? ¿Cómo vislumbra el impacto del lanzamiento de un proyecto tan ambicioso?

Lo vislumbro con optimismo. Todo medio que surja, y además con potencia y bastantes recursos, y vaya en la línea de dar valor a la información con la fórmula que sea, pues el propio Pedro J dice que es un modelo similar al de infoLibre o entre infoLibre y el muro de pago de New York Times, lo recibo encantado. Porque cuanto más sumemos a esa fórmula, más fácil será convencer y transmitir a la gente que lo que hacemos tiene un valor, que no surge por esporas, que no se hace de manera automática, sino que hay gente que se dedica a esto y que se compromete a hacer esto. Luego ya cada uno en su territorio, con su forma de hacer las cosas, con su especialización o no… Como El Español que en principio va a ser un diario generalista, para eso hay que tener muchos recursos, o en el de infoLibre, que somos un medio especializado en investigación y análisis político, económico y financiero, pero no tenemos deportes. ¿Por qué? Porque no podemos, no sabemos cómo vamos a competir con el Marca, con las teles… Si puedes sostenerlo y puedes competir, bien, pero si no hay que especializarse. Pero insisto, lo fundamental es que todos, muchos, vayamos en la línea de convencer a la gente de que la información tiene un valor. Y nos queda mucho camino por recorrer.

"Claro que hay que estar en las redes, pero no dejarte llevar por el ruido de las redes. Exigen mucha prudencia"

El director de innovación de New York Times, Marc Frons, aseguraba hace unos días en una entrevista en El País que jamás contrataría hoy a un periodista que no tuviera Twitter, ¿hasta qué punto las redes sociales están absorbiendo el concepto clásico de los medios de comunicación?

Están influyendo mucho. No sé si más de lo que debieran pero influyen mucho. Estoy en Twitter, pero si el director de innovación de New York Times hubiera puesto otros tres ejemplos, como Facebook, Instagram… pues llega un momento en que puede resultar discutible eso. Creo que es muy útil estar en Twitter y estar pendiente de las redes sociales. Son absolutamente útiles si seleccionas un buen timeline, ya que creo que tienes una inmediatez y una selección de información, sobre todo para los profesionales pero también para cualquier ciudadano, muy necesaria. Pero eso sí, exige una criba, un filtro, y un tiempo dedicado a eso que lo que no puedes es hacerlo con cinco redes sociales. O por lo menos yo no puedo. Yo no estoy en Facebook, infoLibre sí, y además nos va muy bien. Porque es curioso cómo redes que pueden tener la imagen de que son muy de uso personal o de amistad, o de ligereza en sus contenidos, sin embargo funcionan muy bien a la hora de que la gente busca contenidos en ellas. Es imprescindible utilizarlas pero es muy peligroso si las utilizamos mal. Y en general, aunque no me gusta generalizar porque hay mucha gente que procura sortear esos riesgos, las redes pueden llevarte a concluir cosas que no tienen ningún sentido, a precipitarte a la hora de seguir informaciones que no llevan a ninguna parte. No tenemos ni recursos ni tiempo suficiente para seguir todos los consejos que salen de la chistera de Twitter. Eso nos exige hacer periodismo. Al final también es hacer periodismo en las redes; y seleccionar qué pistas merece la pena seguir, y qué pistas son coherentes con lo que buscas y con lo que quieres aportar a tus lectores… Claro que hay que estar en las redes, pero no dejarte llevar por el ruido de las redes. Exigen mucha prudencia.
¿Evitar cantidad antes que calidad?

Sí, sí, salvo que el tipo de negocio que se quiera hacer vaya en ese sentido, a buscar la audiencia por la audiencia. Lo respeto absolutamente, pero esa es otra batalla. Los que creemos en el periodismo en dosis, las que podemos aportar, propiciamos algo que tenga valor para una serie de gente, las suficientes para que lo hagan sostenible. Entonces tienes que seguir tu carril, no puedes dejarte llevar por todo el ruido que generan las redes. Lo cual no quiere decir que haya que despreciarlas. Para nada. Son absolutamente útiles y necesarias, pero desde el periodismo creo que tenemos usarlas con prudencia y adaptándolas a lo que debemos hacer.

En todo caso, ¿habría que mirar en ese hipotético currículo algo más que una cuenta de Twitter?

Absolutamente. En eso discrepo. Cualquiera que llegue a un medio digital y diga ni me interesa Twitter ni voy a estar, pues te genera desconfianza: oye, te equivocas. Pero no es tan importante como las lecturas acumuladas, la experiencia acumulada, la agenda de contactos para aportar el contraste de informaciones propias o ajenas… Hombre, hay cosas que siguen siendo absolutamente imprescindibles en periodismo, no es solo Twitter.

"Si no estás en manos de los lectores y de los periodistas, entonces sí que no hay otra: tienes que estar en manos de las grandes empresas, de los bancos o de las agencias que se anuncian"

¿Es posible concienciar y habituar a la gente a que pague por la información de calidad? ¿Cómo camina la experiencia de infoLibre?

Cumplimos dos años en marzo y estamos en unos 6.000 y pico socios, lo cual es una velocidad de crecimiento más lenta de lo que nos gustaría. ¿Por qué? Porque eso te exige además tener los recursos suficientes para mantener el medio hasta el punto de equilibrio. Nosotros mantenemos el plan de negocio que hicimos desde el principio y que fijaba a los tres años conseguir el punto de equilibrio. Tenemos una suerte, el porcentaje de socios que se apuntan a la tarifa anual, la más duradera y cara -dentro de que hablamos de precios que comparado con lo que era ir todos los días al kiosco, pues esto es un cubata al mes-, es el 70% de los suscriptores, y eso te da una estabilidad y una garantía de futuro, pero es muy lento, el crecimiento es muy lento. Como dice Plenel, que se tiró los tres primeros años predicando por las ciudades y pueblos de Francia, tienes que contar las cosas casi puerta a puerta para decir: oiga, que esto tiene sentido, y vale la pena, es barato, puede compaginarlo con otras tres cosas a las que usted decida suscribirse. Esta es una labor muy lenta pero tenemos la satisfacción de que hasta el momento hemos conseguido seguir creciendo constantemente y a la vez ir generando los recursos para sostener esto hasta el punto de equilibrio. Se siguen apuntando suscriptores y accionistas, que participan en la propiedad con un pequeño capital o con ahorros. La única manera de garantizar esto es un pacto entre periodistas y lectores. Y es que nos lo creemos en todos los sentidos. Esto tiene que ser algo que compartamos, incluyendo la propiedad del medio. Si no estás en manos de los lectores y de los periodistas, entonces sí que no hay otra: tienes que estar en manos de las grandes empresas, de los bancos o de las agencias que se anuncian.

"La Ley Mordaza va en la línea del discurso del miedo; es desincentivar cualquier tipo de protesta e información sobre atropellos de derechos"

¿Son tan dañinas como las pintan iniciativas como la web Versión Original en el Ayuntamiento de Madrid?

Se ha sobreactuado de una manera impresentable. Calificar eso de censura, de un problema de libertad de expresión, me parece absolutamente exagerado. Sobre todo cuando creo que hay batallas urgentes como es la defensa de los medios públicos de información, la batalla de RTVE y recuperar su autonomía profesional por ejemplo. Entonces que un Ayuntamiento tenga una web en la que dice que este dato es verdadero o falso no le veo mayor problema en principio. Yo le hubiera llamado Versión Oficial, no Versión Original, porque eso es darle un plus de veracidad que no tiene por qué tener. Pero por lo demás, en la reacción se ha sobreactuado de un modo que no entiendo.

Algunos de los que más se escandalizan por esa iniciativa pertenecen al partido que ha aprobado la Ley Mordaza.

La Ley Mordaza es un elemento claro de poner límites al ejercicio de la libertad de opinión e información, y sobre todo va en la línea del discurso del miedo, es desincentivar cualquier tipo de protesta, manifestación e información sobre atropellos de derechos.

¿Qué va a pasar políticamente en España antes de 2016, cómo ve el tablero?

Absolutamente abierto. No me atrevería a hacer ningún vaticinio. Creo que la posibilidad de fragmentación política es evidente pero a partir de ahí está todo muy abierto. La confrontación del discurso entre Rajoy y Podemos está por ver si consigue situar el debate político en esos dos focos o puede ser erróneo. No sé en qué medida otros movimientos políticos tendrán posibilidad de emerger. En todo caso se avecina una legislatura que obliga al pacto y al diálogo, a ejercer la democracia.

Sobre el autor:

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Paco Sánchez Múgica

Periodista, licenciado en Comunicación por la Universidad de Sevilla, experto en Urbanismo en el Instituto de Práctica Empresarial (IPE). Desde 2014 soy socio fundador y director de lavozdelsur.es. Antes en Grupo Joly. Soy miembro de número de la Cátedra de Flamencología; hice la dramaturgia del espectáculo 'Soníos negros', de la Cía. María del Mar Moreno; colaboro en Guía Repsol; y coordino la comunicación de la Asociación de Festivales Flamencos. Primer premio de la XXIV edición del 'Premio de Periodismo Luis Portero', que organiza la Consejería de Salud y Familias de la Junta de Andalucía. Accésit del Premio de Periodismo Social Antonio Ortega. Socio de la Asociación de la Prensa de Cádiz (APC) y de la Federación Española de Periodistas (FAPE).

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