La Asociación por la Recuperación de la Memoria Democrática, Social y Política de San Fernando (Amede) ha conseguido exhumar ya seis cadáveres de represaliados de la fosa de los ejecutados durante el terror caliente.

Los primeros rayos de la mañana auguran que va a ser un día de calor en el Cementerio Municipal de San Fernando. Allí bajo una pequeña lona, brocha en mano y espátula cerca, Jorge Cepillo Galvín y Susana Rodríguez ya están tumbados sobre unas planchas excavando la tierra, exhumando huesos, recuperando identidades, haciendo justicia, con sus familias y con la sociedad.

Les acompaña Moncho, José Ramón Sánchez. Voluntario, hoy le toca turno. Atento, mira cada movimiento de Jorge por si necesita algo. Descarga los cubos de tierra que van saliendo de la enorme zanja abierta donde hasta no hace mucho, se ubicaba un enorme parterre lleno de piedras blancas al que comúnmente se le conocía como la fosa de los republicanos.

En noviembre del pasado año 2016, la Asociación por la Recuperación de la Memoria Democrática, Social y Política de San Fernando (Amede) levantó toda esa estructura para realizar  sondeos arqueológicos para la localización y delimitación de las posibles fosas comunes. Y la evidencia fue clara: allí había restos humanos que se correspondían con personas represaliadas por el franquismo. La disposición de los cuerpos, lesiones y los ocho casquillos de fusil Mauser y cinco, de arma corta evidenciaron el triste final de estos ciudadanos.

Tuvieron que pasar ocho meses hasta que el Boletín Oficial de la Junta recogiera el pasado 2 de agosto la orden para la localización, exhumación e identificación genética en el cementerio isleño. Una semana después y ya con todos los permisos, el equipo por formado por el arqueólogo y director de la excavación Jorge Juan Cepillo Galvín; el antropólogo forense Juan Manuel Guijo Mauri; el antropólogo social Francisco Javier Pérez Guirao; el topógrafo Eugenio Olid Chastang y la auxiliar de arqueología Susana Rodríguez Domínguez, además de María José Rodríguez Martín y Félix Urra Ceballos, se puso manos a la obra. Capital en todo este proceso ha sido el trabajo del investigador Miguel Ángel López Moreno que es el que ha recopilado, gracias a las obras de Pepe Casado y a la documentación del Archivo Histórico Municipal, hasta 217 nombres de personas asesinadas por el franquismo.

Él reconoce que la investigación “no acaba nunca” porque no se trata sólo de nombres, sino de un estudio completo sobre la represión en San Fernando. Y las conclusiones, son demoledoras: para empezar, si consiguen exhumar los cadáveres que se disponen en los treinta metros de largo de fosa, se trataría de la segunda más grande de toda Andalucía, después de la de Málaga. Y para terminar, porque en La Isla no hubo enfrentamiento bélico, sino horror.

El que se ve en el sector A, donde ahora mismo excavan. Allí, en la confluencia de las manzanas de Santiago, El Pilar y San Antonio, en el extremo izquierdo y pegada a la puerta del antiguo cementerio protestante hay una zanja de 2,60 de longitud, por 1,60 de ancho y 1,40 de profundidad, de donde ya han sacado seis cuerpos. Los tres primeros esqueletos fueron exhumados el pasado 30 de agosto y correspondían a tres adultos de unos veinte años de edad, en los que se observaban daños por impactos de proyectil en el cráneo, en dos de ellos, y en un caso en la zona axilar.

Trasladados al depósito municipal, aquel día, dos ya descansaban en cajas y el último estaba montado en posición anatómica para ser estudiado. Jorge y Susana seguían mientras desenterrando los tres siguientes que exhumarían dos días después. El trabajo es minucioso porque la tierra es arcillosa, de manera que en cuanto recibe un poco de sol, se seca y se pega al hueso, explica Cepillo. Por eso, la brocha no es suficiente y la espátula se hace necesaria teniendo cuidado eso sí, de no dañar el hueso. De ahí, la demanda del equipo técnico que reclama unas grandes lonas que resguarden las fosas para proteger al máximo los huesos. Felix Urra se lo explica esa mañana a la alcaldesa de San Fernando, Patricia Cavada, al responsable del Servicio de Memoria Democrática de la Diputación Provincial, Carlos Perales y al coordinador de exhumaciones de la Dirección General de Memoria Democrática de la Junta, Miguel Ángel Melero. Los tres, representantes de las administraciones implicadas, han cursado visita para comprobar el estado de la misma y recoger las demandas de la asociación que apunta la necesidad de esa infraestructura, utilizada por ejemplo, en las exhumaciones del Marrufo.

Desde arriba, que hoy es el suelo, se aprecia hasta dónde se rellenó la fosa y el nivel por donde pisaron los asesinos: cuatro palmos de tierra, al menos. Pero hay que bajar aún mucho más. Encontrados esos tres últimos cuerpos, el equipo técnico rebaja todos los alrededores para seguir adentrándose en la tierra. En esta fosa del sector A, correspondiente a los sondeos 4 y 5 de las catas, han encontrado otra más y aún no saben hasta dónde puede llegar: ni de largo ni de ancho. Puede ser que se extienda hasta justo los nichos de la manzana de Santiago, por un lado, y de El Pilar, por otro. Éstas son las fosas del terror caliente, las del 36 y principios del 37, donde mataron indiscriminadamente y arrojaron sin respeto los cadáveres. Como a los familiares de Moncho: José Sánchez Movellán y Ramón Alba Guerrero. Él prefiere estar callado, atento a todo lo que se le pide porque “si se pone uno en el lugar de los muertos, lo pasa fatal. Nunca pensé que me iba a doler tanto”, reconoce.

Y queda aún mucho dolor previo a la reparación. Cepillo explica que están en los preliminares de intervención que se alargará hasta finales de 2018 y en la que vienen trabajando para no descartar nada. De momento, van cotejando los datos históricos con los antropológicos, haciendo una identificación presuntiva en función de las características que presenten los cadáveres, su localización, disposición y todo aquel objeto que puedan dar indicios de quiénes fueron. Hasta ahora han aparecido algunos objetos personales, como zapatos, peines y casquillos de bala.

Pero la identificación infalible se consigue con el ADN. Desde Amede, se ha pedido a la Dirección General que esas pruebas se vayan realizando paralelamente a la intervención habida cuenta del tiempo necesario para poder excavar una fosa de 30 metros de largo, cuatro de ancho y cuatro de profundidad. Resguardados por lonas, están los siguientes sectores donde tienen que actuar. En el B y en el C, pueden encontrarse ya a víctimas ajusticiadas bajo la pantomima de consejos de guerra, que en muchos casos, exigían que fueran inhumados en cajas pero también, saben por los estudios históricos, que allí descansan como pueden,  víctimas como los seis de Grazalema: agricultores, un panadero, un zapatero y un obrero que fueron ejecutados en San Fernando.

La intervención aquí se complica mucho más porque en esta zona de la fosa se mezclarán cuerpos de represaliados con el de otras personas que no tenían posibles para ser enterrados en nichos o de víctimas del tifus. Pero la asociación no se para. La de San Fernando se caracteriza además por una fuerte presencia de familiares. Su primer presidente, Juan Manuel Fernández Roldán, nieto del último alcalde republicano de San Fernando, Cayetano Roldán, murió el pasado mes de julio después de toda una vida buscando a los suyos.

Su memoria, como la de las víctimas, está siempre presente y las rosas son su mejor símbolo. Allí crecen las de un rosal plantado en el viejo parterre que unas voluntarias rescataron para adornar el futuro hito que recuerde a todos los asesinados. 

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Vanessa Perondi

Periodista.

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