11739761_10205372834212578_991354907_n
11739761_10205372834212578_991354907_n

Después del referéndum, Natalia Georgakopoulou, griega de nacimiento pero afincada en Cádiz desde hace cinco años, destapa las miserias y la situación tan crítica que vive su país. "Volver sería un suicidio", confiesa. 

El pueblo griego apostó el pasado 25 de enero por Syriza, un partido de extrema izquierda que se disputaba la soberanía contra Amanecer Dorado, un partido neonazi que caló en el país por su cercanía y su populismo hacia el pueblo griego. No obstante, Grecia rechazó la visión xenófoba de los dirigente de Amanecer Dorado, quienes daban de comer a niños griegos mientras al lado de estos se encontraban niños inmigrantes a los cuales no les daban a probar ni un bocado. Grecia lleva en una situación crítica más de diez años. La debacle comenzó al cerrar los Juegos Olímpicos de Atenas 2004 y con el micrófono de cristal que consiguió la cantante Helena Paparizou en Eurovisión de 2005. Después de sentirse un país poderoso por mostrar sus logros a los países vecinos y de gastar más de lo que tenían en sus propios bolsillos, -tanto gobierno como ciudadanos- el país cayó en depresión económica y financiera, lo que provocó una alarma social, política y cultural. Los griegos piensan que a día de hoy se encuentran mucho peor que hace unos años, cuando estaban inundados por la corrupción y por la mala gestión de Pasok y Nueva Democracia.

"Volver a Grecia es un suicidio, no tiene razón, no tiene lógica"

Por motivo del referéndum que tuvo lugar el domingo 5 de julio, lavozdelsur.es se pone en contacto con una griega que lleva cerca de cinco años viviendo en Cádiz, Natalia Georgakopoulou. Ella llegó a Cádiz por temas de estudios (está terminando Lingüística y Lenguas Aplicadas en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Cádiz) y porque "necesitaba un cambio de vida radical". Conoció la 'Tacita de plata' en febrero de 2009, y en septiembre de 2010 decidió establecerse en ella para encontrar algo con lo que sostenerse económicamente. Su estancia en Cádiz no ha sido fácil, "la gente se ríe cuando le digo que vine aquí a trabajar, porque la cosa aquí también está bastante mal" comenta entre risas. Natalia ha intentado trabajar como guía turístico, ya que a sus 28 años habla más de 5 idiomas, (portugués, turco, japonés, francés, inglés, español y griego) o como traductora, pero hasta el momento ha hecho más trabajos gratuitos que remunerados.

Actualmente imparte clases de varios idiomas, alguna que otra traducción y también es profesora de danzas tradicionales griegas. Natalia constituye la cuarta generación de inmigrantes en su familia, explica que Grecia es un país de mucho movimiento migratorio, "porque en Grecia la cosa no iba, no funcionaba, pero siempre había esa vuelta" ya que finalmente todos intentan acabar en su país natal. Ella no piensa igual, "yo soy de diferente mentalidad" comenta; no cree que Atenas termine siendo su lugar de residencia, "y menos ahora, volver a Grecia es un suicidio, no tiene razón, no tiene lógica". 

Expone que antiguamente el trabajo se encontraba en las grandes ciudades, como es el caso de Atenas, donde ella nació; pero "ya no, ya se van todos para su pueblo", se está llevando a cabo un éxodo urbano. Esto conlleva que algunos pueblos pequeños no se vean tan afectados por la crisis en comparación con Atenas, como comenta un griego que vive en Alejandreia, Theodor Makrygiannis. Las semejanzas entre España y Grecia son muy notables, pero Natalia afirma que en el caso de Grecia los temas se intensifican, como es el caso de la homosexualidad, el enchufismo o el machismo, "estamos en el siglo pasado, la mujer todavía es la que se tiene que callar, la mujer en el sector laboral es la más perjudicada y la mujer que estudia tiene que al mismo tiempo saber hacer algo de la casa".

"Estaba pensando ir este verano, pero como está la cosa incluso mi familia me recomienda que no vaya. Me da miedo que no me dejen salir, porque ahora que hemos votado el no, no sabemos qué va a pasar. Si salimos de Europa, yo no podré salir del país sin sacar una visa", manifiesta Natalia con mirada perpleja. Los griegos no saben qué les deparará el futuro. Ella explica que aunque el no haya sido la opción mayoritaria en el referéndum, las negociaciones con el Eurogrupo van a continuar y realmente nadie les asegura que el acuerdo al que lleguen sea diferente a las condiciones que la troika exigía desde un principio. Piensa que tanto el sí como el no eran lo mismo y que Alemania no se va a apiadar de Grecia como ellos hicieron al ayudar al pueblo germano en la crisis que afrontaron en el 2000.

"Los psicólogos en Grecia dicen: si queréis sobrevivir apagad la tele, apagad la radio"

La joven estudiante afirma que "en los últimos diez años Grecia funciona bajo el miedo", por lo que la victoria del no en el referéndum ha sido totalmente inesperada para ella y para todo el pueblo heleno: "Es una gran sorpresa que la gente haya preferido apostar por el orgullo antes que por el miedo". Achaca "la campaña del terror" a los medios de comunicación, "los grandes responsables del miedo que se propaga en mi país son los medios de comunicación. Hay gente que entra en pánico porque está delante de una tele todo el santo día, y qué pasa, que no sabes lo que creer. Hay gente que se lo toma a pecho, y algunos se tiran al precipicio por haber escuchado una noticia que al final no tiene nada que ver con la realidad. Los psicólogos en Grecia dicen: si queréis sobrevivir, apagad la tele, apagad la radio". Los informativos son los culpables de la incertidumbre que se palpa por las calles griegas, mandan titulares de alarma social que lo único que originan es que haya de 2 a 4 suicidios semanales, esta cifra aumenta cuando se llega a situaciones límites, como es el caso de unas elecciones. En cuanto a la información que se extendió de que los supermercados se estaban quedando sin productos, Natalia aclara: "Hay supermercados que pueden traer alimentos perfectamente, pero la mayoría no los traen para poder sembrar el pánico". "Mira,  se ha terminado la leche, qué vamos a hacer", asegura que sostienen muchos ante sus clientes de manera intencionada.

A Grecia se la ha acusado de malgastar dinero público en Defensa, el país griego guarda más tanques que Alemania, Italia y Francia juntas, cerca del 4% del PIB se destina a gasto militar. Natalia explica que se debe a que "Grecia vivió bajo un dominio de 400 años de esclavitud turca, hasta que en 1821 se produjo la revolución griega. Desde entonces ya Grecia es como la conocemos hoy, es parte digamos... bueno, nunca se va a considerar Grecia parte de Europa". La inversión en defensa militar se justifica ante la amenaza de una posible invasión turca. Pero ella no piensa que sea razón suficiente para invertir tantísimo dinero en un asunto que no es de máxima prioridad, como sí lo es la hambruna y la pobreza que se vive en Grecia. La cercanía geográfica entre ambos países estimula la confluencia religiosa, cultural, gastronómica... "La mayoría son cristianos ortodoxos, hay después una pequeña minoría de cristianos católicos y hay también una pequeña minoría de musulmanes por el contacto que hay con las fronteras", comenta sobre la diversidad cultural que se encuentra actualmente en la cuna de la democracia.

Podemos comprobar que Grecia y España guardan numerosas similitudes en aspectos políticos, sociales y laborales. Poca variedad aparece en nuestras pantallas cuando se trata de Grecia, solo se visualizan los encuentros del Eurogrupo o alguna que otra celebración en casos puntuales. Pero tanto aquí como allí, las manifestaciones son diarias, y por desgracia, sucede lo mismo con los desahucios. "Los hay porque mi madre lo vive de primera mano, ella trabaja en un banco y se enfrenta con esa situación casi a diario en los últimos 6-7 años". Los ciudadanos se envuelven en llanto, en desesperación e incluso lanzan amenazas a personas que están detrás de un mostrador que puede que se encuentren en la misma situación. Por otro lado, en Grecia "el sueldo mínimo ahora mismo ronda los 400 euros", cifra que no se respeta ya que se ofertan empleos por debajo del mínimo legal, un caso que los españoles conocen bastante bien.

Con esta situación sociolaboral, "la gente joven se va al extranjero a buscarse la vida." No obstante, no siempre se encuentran con un cartel que indica 'bienvenidos'. Natalia explica que "gente que se fue con la esperanza de encontrar un buen trabajo en Alemania ha vuelto llorando". Los griegos mantienen una lucha constante con el pueblo germano, quien proyecta una gran influencia a los demás países del Norte. "Hay un prejuicio de que los del Sur somos perros que estamos mordiendo la mano que nos da de comer, y es mentira, ¿quién da de comer a los alemanes? Si no estuviese trabajando el pobre Sur, todo el Norte estaría hambriento ahora mismo".

"Si no estuviese trabajando el pobre Sur, todo el Norte estaría hambriento ahora mismo"

Toda crisis social, económica y financiera comienza con una crisis política. El pueblo griego puso sus esperanzas en el equipo de Alexis Tsipras. "Las personas que votaron a Tsipras le dieron su confianza porque él había prometido que iba a condonar todos los préstamos con los bancos, y la gente estaba tan desesperada que se creyó algo tan ridículo. Era un modelo totalmente populista, pero funcionó, porque la gente ya estaba desesperada. Nadie se paró a pensar; todos creyeron en esta promesa", puntualiza Natalia sobre un partido político que pasó de tener una representación del 4% de los votos a conseguir la mayoría este año. Sin embargo, si algún político ha destacado por encima del propio presidente, ese ha sido Yanis Varoufakis: "Tuve una mínima esperanza en él porque entró muy fuerte y mostró mucho valor, pero al final la gente que también confió en él se encontró con que ahora ha dimitido, por lo que dicen que todo fue un paripé, que salió solo para mostrar su lado de super estrella". 

Natalia admite que no votó en las elecciones de enero, ni en el reciente referéndum. Censura que no se facilita que los inmigrantes voten, "la única embajada de Grecia está en Madrid y para poder votar tienes que pagar un billete de AVE o de avión y no tienes este dinero; qué vas a hacer, nada". No solo ocurre en el extranjero, al ser un país tan disperso, todo es más costoso. "El tranporte es imposible sobre todo para ir a una isla a votar, y si llevas tu coche, mínimo necesitas 300 euros solo para la ida. Si estás en Grecia terrestre o Peloponeso, partiendo de que el centro es Atenas, unos 80 euros ida y vuelta. ¿Cuánta gente tiene dinero para votar algo que no te va a asegurar nada?" 

"Grecia no es Europa, quiere aparentar ser Europa, pero en la mentalidad somos Oriente"

Grecia es cara. Allí un café cuesta más de 5 euros y la cifra sube si lo complementas con nata o virutas de chocolate. Con los alimentos ocurre lo mismo, un cartón de leche puede salir por 1,5 euros y si hablamos de un pescado de las aguas griegas, cuesta mucho más que un producto que llega de algún país vecino. Aun así, al pueblo griego le gusta aparentar, "hay un complejo de la imagen, de proyectar algo más de lo que eres. Porque mi compañera de trabajo tiene un bolso Prada, que ha costado miles de euros, yo tengo que tener algo mejor, porque si no me va a mirar mal". Comenta que hace unos años el clasicismo era apreciable, "todos tenían coches muy buenos, todos hacían gastos enormes, hoteles, vacaciones de lujo", pero "Grecia no es Europa, quiere aparentar ser Europa, pero en la mentalidad somos Oriente". El declive que está viviendo la cuna de la Democracia induce a que las personas que ya no tienen nada que perder -ese 60% que votó 'no'- se aúnen para rebelarse frente a la Europa más insolidaria. Grecia, acosada por el miedo, se sigue jugando su futuro (e indirectamente el futuro de Europa) ante la atónita mirada de propios y extraños. 

Sobre el autor:

claudia

Claudia González Romero

Periodista.

...saber más sobre el autor

Archivado en:

Si has llegado hasta aquí y te gusta nuestro trabajo, apoya lavozdelsur.es, periodismo libre, independiente y en andaluz.

Comentarios

No hay comentarios ¿Te animas?

Lo más leído