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Se llama Ismael Jordi pero también pueden llamarle Alfredo Germont. Ya no sabe si nació en Jerez en 1973 y jugó desde los nueve años en el Xerez Deportivo o si es el amante de Violeta la Descarriada en La Fenice veneciana del siglo XIX.

Se llama Ismael Jordi pero también pueden llamarle Alfredo Germont. Ya no sabe si nació en Jerez en 1973 y jugó desde los nueve años en el Xerez Deportivo o si es el amante de Violeta la Descarriada en La Fenice veneciana del siglo XIX. Ha encarnado tantas veces al protagonista de La Traviata que casi ha perdido la cuenta. "Creo que ya son cerca de 70 veces. ¡Con mi edad! Y el año que viene tengo firmadas diez en Londres, seis en Laussane, cuatro en Barcelona, Nápoles… Eso son muchas funciones, ¿eh?" Verdi le corre deprisa por las venas pero no menos que "La Paquera o Terremoto. No hay día que no escuche flamenco". A un galope de vértigo entre Verona, su residencia desde hace 11 años, y su Jerez natal, sus recuerdos, su ADN, su familia, Ismael Jordi cumplió 40 años de edad el pasado 2013 y cumplirá década y media dando el do de pecho el próximo 2015. 

15 años de trayectoria fulgurante como tenor de proyección internacional desde que Alfredo Kraus hiciera como que lo ignoraba en aquella fría audición de la Escuela de Música Reina Sofía. "Allí ir un año a sus clases vale como dos en un conservatorio normal". Por eso se lanzó a Madrid con dos opciones: o entrar, o llevarse una foto con su maestro. Y optó, "inconsciente de mí", por el más difícil todavía: zamparle a Kraus en toda la cara la mismísima Traviata, "papel que, yo sin saberlo, él hacía como nadie".

Era 1998: "No me quiero ni acordar. Estaban sentado en la mesa Alfredo Krauss, Paloma O’Shea, viuda de Emilio Botín y presidenta de la escuela, y varios profesores más. Fue una temeridad, pero canté La Traviata y empezaron a hablar unos con otros, no me hacían ni caso. Kraus me miró así con gesto serio y me dijo: venga mañana. Lo peor es que delante mía acababa de cantar un barítono argentino, que venía con jet lag pero que cantó la cavatina de El Barbero de Sevilla (entona Largo al factotum della città largo Laaaa…) con una voz, macho… Pero una voz (La, la, la, la, laaaa.. Gracias)… Y me digo, éste me va a pegar una patada… Al día siguiente volví y le pregunto al maestro si puedo cantar lo mismo. Empiezo a cantar La Traviata y me para y me dice: La 'o' no puede ser nunca más grande que la 'i”. Me quedé dudando e hice lo mismo, y me dice: “Así, exactamente”. Duré un minuto y medio. A los siguientes en la audición les tuvo un cuarto de hora, diez minutos, les paraba, les corregía… Claro, en mí vio un potencial, vio una cosa, pero sobre todo vio que entendía lo que me decía al instante. Le copié, (chasquea el dedo). Eso me dio la entrada en la escuela”.

Producto de la 'cantera' del coro de Villamarta, de repente un diamante en bruto empezaba a ser pulido por un colosal diamante de la lírica mundial. Desde luego, un sueño. Pero un sueño muy exigente y con renuncias. Ahí empezaron. "La mayor fue la familia porque renuncias a muchas cosas, a no estar en los momentos importantes, renuncias a tus tradiciones, hace 15 o 16 años que no vivo las semanas previas de la Navidad, que me encantan. Jerez tiene sus cosas, sus problemas, pero se vive muy bien, me equilibra. Te sacrificas con esta carrera, como ocurre con muchísimos trabajos, no quiero decir que solo con éste... pero es aquí es estar muchísimo tiempo fuera y la verdad que no me acostumbro. Cada vez me cuesta más".

"Kraus vio en mí un potencial, una cosa, pero sobre todo vio que entendía lo que me decía al instante"

El debú oficial como Ernesto de Don Pasquale fue jugando precisamente en casa, como delantero centro en el teatro de los sueños al que de niño iba al cine. Ese mismo año, 2000, la mismísima Reina Sofía le entregaba un premio como el alumno aventajado del curso en la escuela madrileña y ya no iba a parar de crecer hasta alcanzar la madurez actual. Este 2014 probablemente haya sido el de su consagración. Ha debutado en dos de los cinco escenarios top del mundo: Royal Opera House de Londres y en La Bastilla de París. Hace unos años rechazó La Scala, por lo que también le queda por pisar el Metropolitan de NYC y la Staatsoper de Viena. "Y llegarán si se hacen bien las cosas", dice con la convicción del estratega.

Eso sí, se reafirma, "hay ahí que ir para salir por la puerta grande no para que te digan qué voz tan bonita. Es muy difícil, por ejemplo, estar en el Covent Garden de Londres, pero mira, estuve este año con María Estuardo supliendo a un tenor, y ya para el año que viene haré dos funciones con Plácido Domingo". No es Ismael Jordi de aceptar papeles frívolamente y a la ligera. De pétrea disciplina, rescata que "pude estar en La Scala pero dije que no. Era cantando Lucia, uno de mis grandes papeles ahora, pero en aquel momento no estaba preparado. Si hubiera ido (hace como que se corta el cuello), me hubieran dado y bien. Y ya no vuelvo más. Le tengo mucho respeto a ciertos papeles. Sueño, y me lo han ofrecido pero no me veo, con Werther. La voz la tengo pero no tengo la madurez psicológica: es un tío que se suicida por amor… Cuidado… Además luego todo el mundo tiene en la oreja a Kraus, que caminaba y era Werther. Hay papeles que requieren de una madurez psicológica y personal".

El tenor tiene claro que "esto es una carrera de fondo. Hoy lo tenemos más complicado porque tenemos YouTube, internet, los discos… La gente cree que Kraus, Pavarotti, Domingo siempre cantaron así cuando empiezan a comparar. Y escucha a Pavarotti cuando tiene 50 años, que lleva ya lleva 20 años cantando, y cree que siempre cantó así porque le conocieron cuando sacó el Tutto Pavarotti. Esto  hay que dejarlo madurar (se señala la garganta) y no es lo mismo uno que canta por seguiriyas con 30 años que con 60. Es como los vinos de Jerez, cuanto más tiempo, mejor". ¿Y a qué jerez aspira a convertirse? "Me gustan mucho el oloroso y el palo cortao. Creo mucho en eso. Si cantas las cosas que debes. El otro día me felicitaban por cómo canté La Traviata pero es que llevo cerca de 70 funciones de Traviata con la edad que tengo". "Es un papel que me está abriendo muchas puertas, aunque también me siento muy a gusto con Lucia di Lammermoor, un repertorio así más belcantista.

Su carrera ha sido meteórica tras irrumpir, en cierto modo, tardíamente. El cantante lírico empieza a hacerse "cuando nos cambia la voz, sobre los 18 o 19 años, porque antes de eso estamos con los gallos. Hay que empezar a estudiar canto a los 20 o 21". En todo caso, siempre hay excepciones: "Ten en cuenta que Kraus debutó con 29 años. Y yo he debutado con 27 con Don Pasquale". Luego de eso, ¿ha habido crisis de los 40? "Bueno, no creas, a mí siempre me dijeron, incluso Kraus nos dijo, que los tenores siempre tenemos un cambio vocal sobre los 40 al que hay que estar atento, donde la voz está ya más madurada y hay que buscar otro registro. No te creas que no estoy ahí… Es un cambio real y tienes que buscar otro punto. Luego cuando cumples 50 y tantos… Estoy notando ciertas cosas pero para bien". 

La edad, y por supuesto el prestigio, también te hacen más selectivo. Toda protección para la garganta. "No paro, no paro, pero hay números de funciones que no quiero pasar. No quiero llegar ni a 50 funciones al año. No puede ser, es que no, es que no. Podría hacerlo en esta edad pero es arriesgarme a no hacer las cosas en condiciones", asiente. Y puntualiza: "El único que puede arriesgarse a hacer eso es Plácido Domingo que es de otro planeta. Es el único, eso no es normal. La capacidad que tiene ese hombre no la he visto nunca. Yo en cambio llego de una ópera y me pongo a cantar villancicos y acabo reventado. Voy más en la línea de Kraus, que era mucho más tajante en eso. Cantaba y se volvía cuatro días a Canarias. Y pasaba allí su mes y medio en verano. Es que tiene que ser así".

Precisamente con Domingo cantó por primera vez en Valencia hace seis años, Iphigénie en Tauride, y repetirá el año próximo en las referidas dos funciones en Londres. En esa agenda de 2015, ha tenido incluso que rechazar otra colaboración con este tenor galáctico en el Teatro Real bajo la dirección de Woody Allen en su particular Gianni Schicchi, pero "no podía, me habría encantado, pero tengo firmado cantar en Zurich con la actual reina de las sopranos, Anna Netrebko".

"Si no aterrizas de verdad, la voz se resiente. Son dos laminitas que vibran que a la más mínima te las cargas. No quiero llegar ni a 50 funciones al año" 

En el mundo de la ópera hay rivalidad, "como siempre y como en muchos otros ámbitos", pero desde luego "la de antes era más sana porque por ejemplo la de Pavarotti y Domingo era más bien de cara a la galería, luego incluso se reían de eso cuando estaban juntos". En la era de la imagen, Ismael Jordi se mantiene en forma: "Lo de Pavarotti era más bien una imagen que él mismo se construyó, aunque también le gustaba comer mucho. Pero hoy en día los cantantes tienen que estar en forma, si tienes que cantar Romeo y Julieta, al menos parecer un poquito Romeo. Pero bueno yo voy al teatro a escuchar una gran voz, no a decir que guapo o que guapa es. Intento cuidarme, por mí, para estar físicamente bien. Yo no me lo tomo como algo obligatorio, es mi rutina y no me cuesta, lo necesito para vivir y para todo. Me gusta jugar al fútbol pero le he cogido un poquito de miedo porque meto la pierna y la dejo metida". En la era de las nuevas tecnologías e internet, en cambio, el tenor jerezano no tiene ni Facebook, ni Twitter, ni página web. "Es algo que tengo que resolver cuanto antes, pero realmente es que es algo que no me ha hecho falta para trabajar, para promocionarme, pero aun así hay que tenerlo, es algo de lo que me tengo que concienciar pero ya".

Érase un hombre a una maleta pegada

Llega a la entrevista tras bajarse de un avión que le trae de Toulon (sur de Francia) donde ha trabajado en Anna Bolena. "He llegado a coger recientemente 20 aviones en un mes. Y es lo que te digo: si no aterrizas de verdad, la voz se resiente. Son dos laminitas así que vibran, ¿eh? A la más mínima te las cargas. Porque hoy en día no hay distancias, antiguamente estaban tranquilos un mes en un barco hasta llegar a Nueva York, pero hoy en día es una locura". Por eso, como consejo, una palabra: paciencia. "Paciencia, paciencia, paciencia. Siempre es algo que me decía Kraus, también Caballé, tranquilo, tranquilidad. El tiempo de descanso, cantar cada cuatro o cinco días, siempre". ¿Y qué no falta jamás en su maleta? "En mi maleta no falta un buen vino de Jerez, y de eso hace ya unos pocos de años que no falta. No cuando canto, pero sí cuando ensayo, me gusta tomarme mi copita por la noche para cenar o cuando me apetece, y también me llevo mis discos de flamenco, eso no falta nunca, ya después se me olvidan 600 cosas".

No comparte en absoluto que a la ópera se le encasille como un género para las élites. "Cada uno tendrá su opinión, pero creo que para nada. La ópera es para todos los públicos. Es raro poner la televisión y que no salga un anuncio con ópera, con música clásica… Me acuerdo del anuncio de sopas Knorr y era la música de la ópera La Giaconda. Yo lo que recomiendo es que la primera vez que vayas a la ópera escuches algo que te suene desde la primera nota, ir a una Traviata, un Rigoletto, Carmen, El barbero de Sevilla… La ópera es una música popular, Mozart estrenaba sus óperas para el pueblo. Mientras las cosas se hagan en condiciones y con respeto… Si no es así, ya ahí no entro". Aunque no es menos cierto, reconoce, que la lírica sí ha sabido protegerse mejor frente a agresiones externas para pervertirlas comercialmente. "En ese sentido la ópera sí ha sido como un coto privado más ajeno a lo puramente comercial, pero ya te digo, si está bien hecho y con respeto, chapó.

Woody Allen asegura en una de sus películas que cuando escucha La cabalgata de las valquirias le dan ganas de invadir Polonia. De qué le entran ganas, cuando está fuera, al oír, ver y leer el chorreo diario de casos de corrupción, los desahucios, la pobreza severa... "Es una cosa que no sé… Se sufre mucho cuando estás por ahí fuera de España porque todo eso sale en los periódicos. Me gustaría que hablaran de tantas otras cosas positivas que tenemos de las que hablar en España... Pero sufres porque todos los días hay algo. Estás en un ensayo y te muestran el periódico y sientes vergüenza. Creo que si los políticos hacen algo mal lo tienen que pagar. El tema es que nadie dimite y luego, tampoco va nadie a la cárcel. Primero, dimitir, y luego, que se juzgue. Hay que empezar por ahí".

"La subida del IVA cultural ha sido un sablazo. Se están pasando mucho, están maltratando a la cultura, que tiene que ser algo básico, recetada por los médicos"

Y frente a eso, olas de cambio ciudadano: "¿Qué tiene que hacer Podemos para llegar al poder? Nada. Todos los días hay algo y se lo están poniendo a huevo. Es una pena, ya te digo, sobre todo cuando estás fuera de España ver esa imagen, esas noticias". El Gobierno subió el IVA cultural de un 8 a 21% hace dos años y directamente entiende que esa decisión "ha sido un sablazo. Hay gente como Jordi Savall devolviendo los premios nacionales, gente que se va a vivir a Santo Domingo… Se están pasando mucho. Es para pensárselo. Están maltratando a la cultura, dan ganas de devolver los premios. La cultura tiene que ser algo básico, la tienen que recetar los médicos. La medicina, la investigación, la educación, la seguridad, la cultura… son cosas que no se pueden tocar. Estamos maltratados y poco valorados. A la ópera también le afecta por supuesto. Del 8 al 21% es mucha tela". 

Ismael Jordi ofrece el 5 de diciembre un recital extraordinario en el Teatro Villamarta a beneficio de Afanas, y antes, el 28 y 29 de noviembre, se subirá a las tablas que le vieron debutar para volver a participar en el concierto-espectáculo Que suenen con (+) alegríaEn este último, cuyos ensayos comenzaban esta semana, compartirá escenario con David DeMaría y David Lagos. "Somos tres artistas con unos rasgos muy marcados, muy diferentes, y es algo muy bonito ver a los tres cada uno en su estilo, pop, flamenco y lírico, cómo interpretamos el villancico. Cómo nos buscamos las mañas cuando a lo mejor hay una letra más lírica y otro villancico es más flamenco". Y ahí vuelve una de sus grandes obsesiones: lo jondo. "Me encantaría cantar flamenco, es envidia sana. La bulería de los Reyes Magos la hacen entre los dos y es alucinante. Krauss, que era un enamorado del flamenco, decía: "¿Técnica vocal nosotros? Técnica vocal los flamencos. Un día y otro día hasta las tantas, con la copita, y cantan y cantan y cantan y cantan, y años y años y años… Cuando tenía una clase que no le entendía nada me decía ja-ja-ja-i… canta un poco flamenco, ahí está la voz del cantante lírico. Estuvo a punto de venirse una semana a Jerez con su hija a escuchar en dos o tres sitios, pero no le dio tiempo". Por si acaso el alumno algún día supera al maestro, Ismael Jordi de cuando en cuando se quita a Verdi de la cabeza y se arranca por El Gloria. "Hace tiempo que no canto un fandango, me cago en la mar, hace tiempo y ya me gustaría a mí. Siempre canto el mismo de El Gloria".

Sobre el autor:

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Paco Sánchez Múgica

Periodista, licenciado en Comunicación por la Universidad de Sevilla, experto en Urbanismo en el Instituto de Práctica Empresarial (IPE). Desde 2014 soy socio fundador y director de lavozdelsur.es. Antes en Grupo Joly. Soy miembro de número de la Cátedra de Flamencología; hice la dramaturgia del espectáculo 'Soníos negros', de la Cía. María del Mar Moreno; colaboro en Guía Repsol; y coordino la comunicación de la Asociación de Festivales Flamencos. Primer premio de la XXIV edición del 'Premio de Periodismo Luis Portero', que organiza la Consejería de Salud y Familias de la Junta de Andalucía. Accésit del Premio de Periodismo Social Antonio Ortega. Socio de la Asociación de la Prensa de Cádiz (APC) y de la Federación Española de Periodistas (FAPE).

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