Un kiosquero con ingenio
Siempre está con las manos llenas de chucherías. Y no es él quien se las come. Juan José Conejero Fleming las predica a los cuatro vientos. Este portuense con 40 años recién cumplidos lleva apenas dos meses al frente del kiosco Las Campanas y ya se ha ganado el corazón de muchos vecinos. Con entusiasmo, mantiene vivo uno de los negocios más queridos por los niños, y los que no lo son tanto, del centro de El Puerto. Quién no se ha acercado alguna vez a este pequeño establecimiento ubicado a los pies de la imponente Iglesia Mayor Prioral para comprar unos gusanitos. Dos décadas después, en su interior está Juan José, un hombre que disfruta sorprendiendo. En sus vídeos de TikTok o Instagram se le puede ver, promocionando gominolas o con una guirnalda dorada en el cuello preparando calcetines rellenos de chocolatinas. Es un maestro en llenar cualquier tipo de objeto de chicles, tabletas o caramelos. Desde una palomitera o una maleta de viaje, hasta un carro de juguete. “Gracias a Dios ya tengo encargos. Estoy hasta arriba. La Navidad es una paliza”, dice desde detrás del mostrador.
Pero Juan José no solo saca sonrisas por su desparpajo en el kiosco. Lleva toda la vida en agrupaciones de carnaval llegando a participar en el COAC y a acumular cuatro premios con chirigotas y cuartetos. Otra de sus pasiones es la Semana Santa, que la vive desde esta esquina privilegiada. Este hermano de cuna de Los Cerillitos, donde pertenece a la junta de gobierno, le esperan unas fiestas movidas.
Respuesta. Yo me he pegado 10 años trabajando con un carro en la playa de lunes a domingo, sin parar, de sur a sur. Era vendedor ambulante. Me surgió la oportunidad de abrir una tienda. He estado 4 años con una tienda de chucherías, un kiosco, en el extrarradio de la ciudad. Y ahora llevo 2 meses en el centro del puerto, que es el kiosco que tengo ahora. Del extrarradio me he venido al centro. Es uno de los kioscos más antiguos, lleva 20 años en activo. Lo fundó Pedro García de Quirós. Ha ido pasando de mano en mano.
P. ¿Qué es lo que más se vende en un kiosco como este?
R. He sido pionero en el puerto en meter muchas cosas nuevas. Yo, por ejemplo, he traído al puerto una cosa que vendo mucho, que son los autobuses rellenos. Eso en El Puerto nadie lo trabajaba, y lo metí yo. También he traído las maletas rellenas de chocolate enteras. No las había, las traje para las carrozas de Reyes Magos.
P. Está en constante innovación.
R. Siempre estoy metiendo cosas nuevas. No me gusta copiar. Cuando veo cosas suelo darle una vuelta para no hacerlo igual que los demás. Tengo mucho ingenio y siempre estoy dandole vueltas a todo para enfocarlo de una manera distinta. Que tenga un estilo y una marca mía. También tengo los clásicos de toda la vida de Dios, hay cosas de las que no se puede salir uno, como los conos. Yo le digo capirote porque soy cofrade. Este año he traído a El Puerto las cajas de madera rellenas personalizadas. De equipo de fútbol, de escudos. Yo intento traer siempre cosas. Por ejemplo, me meto en tiendas de Andalucía, fuera de la ciudad. Y miro cosas que me llaman la atención.
P. No para quieto, va a llevar el Kiosco de Las Campanas hasta a una feria de cestas.
R. Sí, vamos a Sevilla este año.
P. ¿Y es la primera vez que va a participar en algo así?
R. Si, he preguntado y nunca ha ido nadie de El Puerto allí. Es una feria donde vamos a exponer nuestros productos. Que vendemos, pues bien, que no vendemos, pues nada. Me dicen que algo suele comprar la gente. Me vieron por las redes sociales y me llamaron de la organización para preguntarme si quería ir. Allí montan como una especie de feria del libro pero de cestas y capirotes. Voy allí, ponemos nuestras cosas, no me cuesta nada, que se vende, bien, si no se venden, pues me las traigo de vuelta.
P. Es una forma de dar visibilidad al pequeño comercio portuense.
R. Es el poder de las redes sociales. Las tengo para vender. Al fin y al cabo es lo que hoy en día la gente ve. Yo vendo mucho a la gente de San Fernando, de Rota, de Cádiz, de la Bahía gracias a las redes sociales. Me han visto, les ha gustado lo que tengo y se han puesto en contacto conmigo. Vendo mucho gracias a las redes sociales, la verdad.
P. Usted de pequeño, ¿era de ir a los kioscos a comprar chuches con tus amigos?
R. Claro, yo me he criado en los kioscos. Por eso le nombré así a la tienda. Todo el mundo le pone barracas y yo le puse el kiosco porque de chico iba a los de toda la vida.
P. ¿Diría que es una tradición que se ha perdido?
R. Los niños siguen viniendo, pero es muy diferente a los kioscos que nosotros hemos conocido de pequeños. Los kioscos antiguos que yo conocí eran casetitas que estaban repartidas por las barriadas. Ahora ha cambiado mucho. Ahora hay otro tipo de chucherías es todo muy diferente. No tiene nada que ver con lo que yo conocí en los 80, 90. Yo aquí intento siempre montar todo al estilo antiguo. Mantener la esencia, por eso tengo prensa.
P. ¿Qué chucherías hay ahora? Imagino que habrá una gran variedad...
R. Ahora hay hasta gomitas que se pelan. Siempre intento traer las clásicas de toda la vida de Dios, las más antiguas. Tengo a muchas personas mayores que me compran los Pictolines. Pero también todas las gomitas nuevas, esas que se les echa líquido por encima. Todo lo que salga en TikTok, todo lo que sale último, lo traigo. Los niños quieren lo último, lo que ven en Instagram, en TikTok. Antes entraba un caramelo nuevo y tu no lo descubrías hasta que no ibas al puesto. Hoy, lo ponen en las redes sociales.
P. ¿La Navidad es la época más fuerte del kiosco?
R. Si, y Semana Santa, porque estoy en la esquina de la iglesia de la que salen la mayoría de los pasos. Es una semana muy intensa, Navidad dura más porque los comercios como este empezamos desde el 2 de noviembre. La gente está encargando cosas desde que pasan los Tosantos. A día de hoy tengo más de 50 encargos para Reyes y todavía queda un mes y pico para que vengan los Reyes. Estoy llegando a la tienda a las 7 y media de la mañana. (10:48) Y me estoy yendo a las 10 de la noche. Y en casa me pongo a empaquetar los caramelos, las gomitas pequeñitas, las moneditas, para montarlo.
