Una profesión con la que "he disfrutado muchísimo"
Tras un recorrido de 43 años en la Educación, le ha llegado el momento de la jubilación. Ahora se trata de hacer otras cosas, aunque asegura que en el colegio ya disfrutó muchísimo. Su profesión no la vivió solo como un trabajo, sino como una auténtica vocación. Elena Aguilar Valderas, profesora de Primaria y Secundaria, deja las aulas, aunque no del todo.
Seguirá liderando algunos programas educativos de los que puso en marcha y que el centro –actualmente Montaigne... la tradicional Compañía de María– le ha pedido que los continúe. No obstante su vida ya no va a ser la misma. Sin la presión de preparar el nuevo curso en un centro que es referencia en Jerez, de la que fue su directora, Elena Aguilar tendrá más tiempo para su gran afición, la tauromaquia, algo que le viene de familia.
Desde su infancia ha vivido muy de cerca los toros, una devoción que ha ido cultivando con los años y que a día de hoy la sitúa entre una de las expertas en este mundo. Para ella, un objetivo en la educación, al margen de lo puramente académico, remitiéndose a su larga experiencia, es que los niños y niñas encuentren lo que les apasiona, “eso les harán felices toda su vida”.

Sí, lo hice muy pronto. Cuando empecé a estudiar, una amiga y yo íbamos un año adelantadas porque entramos antes en el colegio. La legislación entonces no era tan exigente. Me encontraba con muy poca diferencia de edad respecto a mis alumnos, pero desde el primer momento supe disfrutar con ellos y asumir la gran responsabilidad de lo que tenía entre manos.
“Desde el primer momento tuve la capacidad de disfrutar con mis alumnos”
Estuve dos años en el Colegio del Cuco. Después pasé a la Compañía de María, que era mi colegio desde los tres años, porque surgió una baja y entré a cubrirla. Allí di clases en Primaria a niños de 9 y 10 años y en Secundaria a adolescentes de 14 a 16. Enseñaba matemáticas, una asignatura que me apasiona porque abre la mente de los niños y es imprescindible para todos. En el colegio siempre hemos trabajado las matemáticas en relación con el arte, la música o la pintura. También impartí dibujo.
Es fundamental enseñarles muchas cosas, porque un niño necesita tener aficiones. Debemos educarlos para que encuentren algo que les apasione. Si descubren lo que realmente les gusta, serán felices y lo estudiarán con agrado. La clave es abrirles la mente para que sepan escoger su camino.
“Un niño que encuentra lo que le apasiona será feliz toda su vida”
En realidad, algunas cosas las voy a continuar haciendo. La directora actual quiere que mantenga cierta actividad en el colegio. Durante años llevé un programa muy interesante de aprender con el patrimonio de Jerez vinculado a todas las áreas, y la idea es que lo siga desarrollando.

Tenemos una gran aceptación en la ciudad. Este año abrimos guardería y, pese a que la natalidad está baja, se llenó de inmediato. Lo mismo ocurre con Infantil y con Bachillerato, que ya tenemos implantado junto a un grado de FP. El colegio sigue creciendo en distintas áreas porque su proyecto educativo es muy sólido.
Al principio sentimos temor, porque estábamos acostumbrados a trabajar de una manera muy definida. Pero Estrella Flores, la actual titular, respetó totalmente el proyecto de la Compañía de María. Las monjas dejaron una base muy fuerte y ahora se refuerza con formación constante al profesorado para adaptarnos a los tiempos, siguiendo el espíritu de santa Juana de Lestonac. La esencia sigue intacta.
Sí, nuestro proyecto es educar desde la belleza para valorar la vida, siguiendo la idea de “cabezas bien hechas más que bien llenas”, de Montaigne, tío de santa Juana. Ha habido cambios para mejorar en tecnologías y adaptación a la modernidad, pero la filosofía de fondo se mantiene.
Cuando las religiosas vendieron el colegio ya no se podía usar el nombre de la Orden, y se decidió recurrir a Montaigne, ensayista francés y tío de santa Juana, cuya pedagogía influyó en el proyecto educativo. Así se mantuvo la coherencia con el espíritu original.
“El proyecto educativo se mantiene fiel a su esencia, adaptándose a los tiempos”
Es mi gran pasión. Incluso en el recreo del colegio algunos niños torean por voluntad propia y yo los acompaño.
De mi familia. En casa siempre gustaron los toros. Desde pequeña he ido a tentaderos y he convivido con toreros. Ha sido parte de mi vida desde la infancia.
Todos los veranos he viajado a Pamplona, Bilbao y otras ciudades para ver toros. Me tocó vivir la época de Paco Ojeda, que me marcó con solo 16 años. Para mí fue el mejor de todos los tiempos.
“La fiesta del toro hay que enseñarla desde el campo para que al menos se respete”
Los entiendo, aunque creo que muchas veces lo rechazan por desconocimiento. La fiesta debe enseñarse desde el campo, mostrando cómo vive el toro, cuya calidad de vida es incomparablemente mejor que la de otros animales estabulados. Entiendo que no les guste, pero al menos pedimos respeto.


