Antonio Jiménez, 75 años en un oficio casi extinto: "Fui el último espartero de Jerez"

Antonio Jiménez Gallego, heredero de una tradición artesanal iniciada en 1840, se considera el último en Jerez en fabricar a mano toda la gama de productos de esparto. A sus 84 años, lamenta el abandono de un oficio que ya casi es historia

Antonio Jiménez con sus 84 años añorando el oficio.
14 de junio de 2025 a las 07:36h

Durante más de siglo y medio, la familia de Antonio Jiménez Gallego se dedicó en Jerez a la espartería, cordelería, albardonería y al suministro artesanal de materiales también de esparto a las fincas de la zona. “Mi padre, mi abuelo, mi bisabuelo y mi tatarabuelo tenían una industria”, cuenta. El taller comenzó en la calle Zaragoza y luego se trasladó a la cuesta del Palenque, donde su padre levantó un edificio tras volver de la Guerra Civil. Aquel negocio fue durante décadas una referencia.

"El oficio no se aprendía en colegios, sino de padre a hijo. En el taller llegó a haber hasta siete aprendices"

Antonio, que comenzó en el oficio con apenas nueve años, recuerda con precisión la fecha de inicio de la saga de artesanos: 1840. “Un negocio netamente familiar”, apunta, que se mantuvo vivo hasta su cierre definitivo en 1999. Hoy, con 84 años, asegura que el oficio está “casi exterminado totalmente”. Lamenta que solo queda en Jerez un pequeño taller dirigido por un antiguo oficial de su padre, pero ya no se realiza el proceso completo de la espartería, lo que supone, según él, la desaparición de un legado artesano.

El espartero ya jubilado durante la entrevista.  MANU GARCÍA

“El oficio no se aprendía en colegios, sino de padre a hijo”, explica. En su taller llegó a haber seis o siete aprendices. Sin embargo, esta figura ha desaparecido. La mayoría de productos artesanales de esparto que se ven hoy proceden del norte de África, lo que, a juicio de Antonio, compromete la calidad y el valor tradicional de estos objetos. “El esparto actual es muy corto, con una malla muy endeble, y no sirve”.

Redores, esterones, suelos de bodega, espuertas y cuerdas hiladas: “He sido el último en fabricar toda la gama de productos”

Durante décadas, la espartería fue uno de los pilares artesanales de Jerez con las bodegas, la tonelería y el caso como principales clientes. El trabajo de Antonio estaba estrechamente vinculado al mundo del vino: fabricaba utensilios como redores, esterones, suelos de bodega, espuertas y cuerdas hiladas en su propia casa. Todo, hecho a mano. “He sido el último en fabricar toda la gama de productos”, afirma con orgullo.

Además del taller, Antonio abrió en 1970 La Casa del Mimbre, una tienda en la calle Corredera con productos de decoración, cestería y lámparas, que cerró en los primeros años de los 2000. Paralelamente, trabajó también en el reparto de materiales a las fincas con camión propio, y más tarde, en el transporte de vino a distintas capitales andaluzas. “Siempre he estado vinculado al campo y al producto local”.

Antonio Jiménez, el último que domina su oficio al ciento por ciento.    MANU GARCÍA

“Hoy el trabajo del esparto es mecánico y sin alma artesanal”

Ya jubilado, admite que le hubiera gustado seguir: “No debía de haberme retirado”. Aunque sus hijos le frenan, confiesa que ha tenido el impulso de volver. Denuncia que hoy el trabajo del esparto es mecánico y sin alma artesanal, y se reivindica como el último profesional completo del gremio.

Entre anécdotas, recuerda con humor un episodio ocurrido en la puerta de la Plaza, cuando una tormenta arrastró un lote de juguetes de cartón que vendía: “Los caballos se fueron todos nadando por la calle Santa María y calle Arcos. Salimos en el periódico como la caballería rusticana”. Un recuerdo que resume con nostalgia y algo de ironía el final de una época.

Sobre el autor

Kiko Abuín

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