Jesús Maeztu, Defensor del Pueblo Andaluz: "Hay que arreglar lo que ha fallado; se lo debemos a los fallecidos"

El Defensor del Pueblo Andaluz analiza las consecuencias de un virus que ha disparado las peticiones de ayuda a la oficina que dirige. "Hay mucho dolor y eso hace que te dediques en cuerpo y alma", dice

El Defensor del Pueblo Andaluz, Jesús Maeztu, tras la entrevista con lavozdelsur.es.
El Defensor del Pueblo Andaluz, Jesús Maeztu, tras la entrevista con lavozdelsur.es. MANU GARCÍA

La agenda de Jesús Maeztu raramente tiene un hueco libre. En uno de ellos atiende a lavozdelsur.es, en su despacho del edificio que el Defensor del Pueblo Andaluz tiene en la calle Reyes Católicos de Sevilla. En él, hay una mesa de escritorio, otra auxiliar y un pequeño sofá para atender a visitas. Y documentos, muchos documentos. Estanterías llenas de ellos y, sobre la mesa, el último informe realizado por la defensoría —Derechos de la ciudadanía durante la covid-19. Primera ola de la pandemia—, un balance demoledor con las consecuencias de la primera ola de la pandemia, basándose en los 5.000 expedientes gestionados entre marzo y septiembre, tras el que anima a avanzar hacia la igualdad para que "la población más vulnerable no vuelva a quedarse atrás" cuando pase esta crisis.

El actual Defensor del Pueblo Andaluz, que sucedió al histórico José Chamizo, nació en la localidad gaditana de Medina Sidonia en 1943. En la Universidad Pontificia de Salamanca estudió Filología y Teología, tras lo que fue ordenado sacerdote. Jesús Maeztu Gregorio de Tejada, ya como párroco, se implicó en los problemas sociales de barriadas gaditanas como Loreto, Cerro del Moro o Puntales, en unos años en los que la droga hacía estragos y los problemas eran incontables. Antes de llegar a su actual desempeño, dejó el sacerdocio, estudió Derecho y ejerció como profesor de Derecho del Trabajo en la Universidad de Sevilla, para luego ser el comisionado para el Polígono Sur de Sevilla, donde volvió a trabajar rodeado de marginalidad, desempleo y problemas de todo tipo. En 2019 renovó como Defensor del Pueblo Andaluz para los próximos cinco años. 

"El Defensor quiere que la ciudadanía andaluza sepa que existe; estamos para defender los derechos de la ciudadanía al margen de procedimientos judiciales"

Siete años después de su llegada al cargo, ¿en qué ha cambiado la figura del Defensor y la situación de Andalucía?

La institución va a cumplir 40 años en 2023 y siempre se ha destacado por ser la voz de los ciudadanos y por defender sus derechos. Son derechos que están en el titulo I del Estatuto de Autonomía y de la Constitución, derechos humanos, libertades públicas, derecho al trabajo, a la familia, a la cultura. En los últimos cuatro o cinco años, por mi perfil de trabajo previo en barrios marginales, tuvimos una atención especial a los grupos vulnerables, a las personas mayores, a la Andalucía despoblada, o a los menores. Fuimos incorporando que la Defensoría saliera a la calle. El último salto han sido las visitas a las comarcas, para reunirnos con diez o doce alcaldes y analizar temas conjuntos más allá de colores políticos. El Defensor quiere que la ciudadanía andaluza sepa que existe, que puede llegar a nosotros por todos los medios disponibles, que queremos que utilicen cuando lo necesiten. Estamos aquí para defender los derechos de la ciudadanía al margen de procedimientos judiciales a través de un sistema universal, gratuito e imparcial.

¿Relevar a alguien con el peso de José Chamizo le añadió aún más responsabilidad?

Fue un proceso continuista. A José lo conozco perfectamente desde que éramos jovencitos, cuando yo estaba en Cádiz y él en el Campo del Gibraltar. Tenemos un perfil muy parecido, con una vocación social muy clara. Los dos venimos de las parroquias. Yo estuve presidiendo la defensoría en funciones (entre 1995 y 1996), él me sucedió y luego yo le sucedí a él. Cada uno mejoró la institución y eso es lo importante, quien la suelte la deje en mejores condiciones. 

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Jesús Maeztu, en un momento de la entrevista. Autor: Manu García

El año pasado renovó en el cargo, aunque ha dicho alguna vez que durante una época no le hubiera importado ser alcalde de Cádiz, ¿qué cree que hubiera sido más difícil?

Son labores distintas pero tienen sus parecidos. La satisfacción de la cercanía, de conocer el rostro de los problemas, de tener empatía, ver los resultados del trabajo... Entre trabajar con 50.000 personas en el Polígono Sur y en una capital como Cádiz con otras 50.000 más, hay cierta semejanza. La política de los cuidados, de la participación, de la convivencia ciudadana, de eliminar los enfrentamientos entre barrios ricos y pobres, para mí eso tiene mucho de defensa de derechos. Sería igual de bueno e igual de difícil en ambos casos. Nunca he pertenecido a ningún partido. La única vez que pudo haber sido posible que saltara a la política fue al término del mandato de Carlos Díaz (alcalde de Cádiz entre 1979 y 1995), pero no hubo una propuesta oficial. Pasado eso ya no, mi perfil más claro era trabajar pero no tanto desde la función política, que la respeto y valoro, otra cosa es cómo se hace cierto tipo de política.

¿Qué fue lo peor de la primera ola de la pandemia, a nivel personal y profesional?

Nos supuso un cambio importante en el modo de trabajar. De pronto no teníamos al equipo de trabajo al lado, ni reuniones, solo un teléfono y un aluvión de noticias sobre el virus. Fue un trabajo permanente a todas horas, interrumpido con alguna comida. Nos desbordaban las demandas de la gente. Teníamos unas 120 consultas diarias de media. Machaconamente se repetían cuatro mensajes que dije en el Parlamento cuando presenté el informe: No sé adonde ir, todo está cerrado, nadie me escucha y no sé si mi hijo y yo comeremos hoy. Eso te estimula para trabajar, a poco que seas sensible. Hay mucho dolor ahí y hace que estés dedicado en cuerpo y alma.

"Ni toda la culpa la tienen los jóvenes que se van de botellón, ni toda la culpa la tienen los políticos. No es tan sencillo como eso"

¿Está contento con el trabajo que han realizado?

Creo que nos hemos humanizado mucho más. Hemos visto el dolor de la gente y ahí te tienes que implicar, quieras o no quieras, tienes que ser de hierro para no hacerlo. Hemos comprobado que mucha gente se estaba quedando atrás. La pandemia ha agrietado las costuras de la salud, de la enseñanza, de las residencias...  

¿Las Administraciones han estado a la altura de las circunstancias?

La Administracion no estaba preparada para el virus, ni la ciudadanía tampoco. La pandemia iba arrastrando dolor y devastando como el fuego a un sistema que necesita reforzarse. La educación, la sociedad de la información, los sistemas de protección social, la sanidad... Son las enseñanzas que nos deja la pandemia, que ha provocado un tsunami. Hay que reforzar el modelo y la estructura de los centros de mayores y la Atención Primaria.

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Un detalle de las manos de Jesús Maeztu. Autor: Manu García

¿Cree que hay voluntad de enmendar esos errores?

La pandemia nos ha avisado, ha habido muchas muertes, y se lo debemos a los fallecidos. Todos juntos podemos revisar los fallos, antes que echarnos las culpas unos a otros. Tenemos que salir de aquí en torno a una política humanitaria, no quemados y con sed de venganza. Quiero una Administración más humana, centrada en la política de cuidados, sin desigualdades tan grandes entre pueblos y ciudades, barrios ricos y pobres. Me gustaría que se revisara lo que ha fallado, reconociendo la responsabilidad de todo el mundo. Todos tenemos que implicarnos y tratar de mejorar, aportar, y ser responsables. Hay que dejar los reproches fuera. Ni toda la culpa la tienen los jóvenes que se van de botellón, ni toda la culpa la tienen los políticos. No es tan sencillo como eso.

¿Cree que la clase política andaluza es consciente de la situación de la calle? 

Son conscientes. No puedo decir que no quieren arreglar esto, claro que quieren. A todo el mundo le duele y le avergüenza que un hospital no tenga camas preparadas, que se hayan quitado recursos, el problema es que tienen que priorizar que funcionen las cosas y no centrarse en el adversario. La ciudadanía les pide que dejen de enfrentarse y se pongan todos a trabajar juntos.

Sobre el autor:

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Francisco Romero

Licenciado en Periodismo por la Universidad de Sevilla. Antes de terminar la carrera, empecé mi trayectoria, primero como becario y luego en plantilla, en Diario de Jerez. Con 25 años participé en la fundación de un periódico, El Independiente de Cádiz, que a pesar de su corta trayectoria obtuvo el Premio Andalucía de Periodismo en 2014 por la gran calidad de su suplemento dominical. Desde 2014 escribo en lavozdelsur.es, un periódico digital andaluz del que formé parte de su fundación, en el que ahora ejerzo de subdirector. En 2019 obtuve una mención especial del Premio Cádiz de Periodismo, y en 2023 un accésit del Premio Nacional de Periodismo Juan Andrés García de la Asociación de la Prensa de Jerez.

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