"La inteligencia artificial no es inteligente ni tampoco un ogro, salvo que caiga en unas manos muy malas"

El psicólogo y directivo Juan Gosálvez protagoniza en Cádiz unas jornadas en las que la vanguardia tecnológica se ofrece como una herramienta revolucionaria para encontrar trabajo y trabajadores

El psicólogo y directivo empresarial Juan Gosálvez, especialista en inteligencia artificial, posando para lavozdelsur.es.
03 de octubre de 2023 a las 19:54h
Actualizado a 04 de octubre de 2023 a las 15:32h

Un mundo feliz o Armagedón, según quién la agarre

Inteligencia artificial. El nuevo tótem, el dios pagano, la supuesta panacea o el hipotético monstruo tecnológico del tiempo presente. Es la definitiva evolución de la máquina que amenaza con erradicar casi cualquier tarea humana de la faz de la tierra, con resolver mejor y más rápido cualquier proceso técnico, incluso artístico.

Suena contradictorio compaginar la llegada de ese ogro digital con sus posibles aplicaciones para encontrar trabajo, para que las empresas puedan dar con trabajadores idóneos y viceversa. Algunos pioneros lo creen posible. En esa tarea, entre otros, está Juan Gosálvez Lara (Madrid, 1965). Licenciado en Psicología del Trabajo por la Complutense (1988), autoridad nacional en Recursos Humanos desde que el término estaba en fase embrionaria y Master por la Escuela de Negocios de la Universidad de Navarra.

Es uno de los padres de Nyuron, la herramienta de inteligencia artificial que resume millones de datos de una persona para ayudarla a encontrar el mejor trabajo posible, o a una empresa a dar con los mejores empleados posibles. Como broma, admite que puede ser el inventor del "currículum cuántico". Fue protagonista de las jornadas celebradas en la Casa de Iberoamérica de Cádiz para acercar ese imponente misterio informático a los asistentes. Esta iniciativa ha llamado la atención del Gobierno de España, que la incluye entre sus planes tecnológicos prioritarios, también ha recibido el apoyo de la Unesco y es reclamado por firmas de Silicon Valley.

La supuesta bestia binaria, metálica, plástica y no humana es como toda herramienta creada desde el principio de los tiempos, insiste. Puede ser catastrófica o benéfica según el uso, "según las manos en las que caiga". Las suyas están consideradas de las más expertas y cualificadas. Huye de extremismos y augurios para volver siempre al factor humano, al espíritu, "al alma", como inicio, final, remedio y destino de cualquier inteligencia. Por muy artificial que sea. Aunque su explicación llama a la calma contrasta con unos métodos que recuerdan a las más tremendistas películas de Nolan, a esa de Tom Cruise y Spielberg que predecía asesinatos.

Participa en una jornada sobre la inteligencia artificial dirigida a crear oportunidades laborales ¿Cómo es posible? ¿Las máquinas no iban a dejar a toda la humanidad en el paro? ¿No eran el engendro que iba a dejar sin empleo a los abogados, los actores, los ejecutivos, los periodistas…?
Intento huir de esta controversia hablando de ella. Creo que esos temores son más fuegos artificiales que otra cosa. Es cierto que puede ser muy mal utilizada, pésimamente utilizada. Es el problema de todas las herramientas o las tecnologías. A nivel personal no tengo ningún miedo. Vengo de un entorno natural, en medio del campo, nada artificial, y me sirve para acceder a un aprendizaje muy inteligente. Entre la ignorancia natural y la inteligencia artificial, me gusta más la primera.

¿Niega que sea ese ogro que puede exterminar al ser humano?
Tampoco es ese ogro. Salvo que caiga en malas manos, muy malas. La inteligencia artificial está muy mitificada. Nace con Touring hace más de 60 años y no ha dejado de desarrollarse. Ahora está de moda. Es publicidad, argumentos de venta. Ni más ni menos. Es para darle la magia de la novedad. Incluye muchas áreas, muchos conceptos. Algunos son muy interesantes, desde los que abordan el bullying a las aplicaciones médicas. Pero también hay otras partes más rutinarias. Alimentas a esa inteligencia artificial con datos y parece que es inteligente. Realmente no lo es. La inteligencia artificial no es inteligente, simplemente tiene la capacidad de reutilizar una ingente cantidad de datos para mejorar procesos y tareas. Es muy fácil imitar a un humano pero muy difícil conocer su alma, el interior, la esencia. La inteligencia artificial, en nuestro proyecto, consiste en crear herramientas que nos ayudan a agilizar procesos que al final van destinados a conocer mejor a la persona.

"La inteligencia artificial está muy mitificada. Nace con Touring hace más de 60 años, ahora está de moda, es publicidad"

¿Su proyecto consiste en llegar a lo personal desde lo artificial?
De hecho, nos inspiramos en lo personal. Somos una empresa que nace con una trayectoria enorme, con grupos de investigación con más de tres décadas de estudio sobre la esencia del comportamiento humano, el conocimiento de la persona. No hay dos iguales. Ni las hubo. Se calcula que por este planeta han pasado 106.000 millones de vidas humanas. Ahora somos 7.000 millones. Nunca hubo uno exactamente igual a otro en cuanto a comportamiento, a características biológicas. Eso no hay maquinaria que lo iguale. Los humanos merecemos un tratamiento especial. Vivimos, todos, diferentes experiencias por motivaciones absolutamente únicas. Somos la combinación de muchísimos factores que tienen una base biológica, cada uno con un aprendizaje distinto, un intelecto diferente. Nosotros utilizamos la inteligencia artificial para intentar establecer esa combinación única de cada ser humano, su ADN, su huella comportamental, e intentar sintetizarla.

Gosálvez, en un momento de la entrevista.  MANU GARCÍA

¿Qué hacen luego con esa síntesis?
Se la podemos dar a un trabajador para tratar de encontrar el mejor trabajo posible, o a una persona para buscar pareja, o a una empresa que selecciona personal, o a un colegio.

¿Su programa ayuda a encontrar trabajadores ideales, trabajos ideales, parejas ideales?
Nosotros intentamos que la gente encuentre su sitio. Intentamos plasmar un ADN comportamental, la esencia de cada persona y ponerle un decodificador para leerlo, lo que es relevante para saber si un puesto de trabajo se ajusta a ti.

"Por este planeta han pasado 106.000 millones de personas y no existen dos iguales, ni las hubo, eso no hay máquina que lo iguale"

¿Está en el terreno de la investigación y la vanguardia o ya tiene aplicaciones reales, prácticas?
En este momento tenemos un sistema financiado por el Ministerio de Ciencia y Tecnología, uno de los proyectos tecnológicos más relevantes en España. Tenemos una tecnología única en el mundo. Hemos recibido el apoyo de la Unesco, ha despertado interés internacional y ya tenemos un estudio de desarrollo propio para ir a Silicon Valley.

El especialista en IA, posando para este periódico.  MANU GARCÍA

¿Eso va a ser de ayuda para las empresas a la hora de seleccionar o a los trabajadores a la hora de elegir?
Depende de las manos en las que caiga. Tenemos una nueva aplicación para el mundo escolar. Esta es una tecnología transversal, válida para todos los sectores. Se pueden ir desarrollando marcas comerciales o aplicaciones.

"Las empresas quieren tener trabajadores felices y motivados con un fin instrumental, para que produzcan más, mejor y durante más tiempo"

¿Comprende que dé un poco de miedo que un programa establezca el nivel de simpatía, psicopatía o empatía de una persona, que la clasifique?
Todo está en el uso que se le dé. Por ejemplo, si el programa establece que una persona tiene inclinación a la ludopatía puede tener dos usos: decirle a un ordenador que bombardee con publicidad de tragaperras a esa persona o prevenir a esa persona para que trate de alejarse de las tragaperras. No deja de ser inquietante pensar que alguien tiene una tecnología así y la puede usar de un modo u otro. Esperemos que caiga en buenas manos, muy buenas.

En muchos de sus trabajos y publicaciones se le presenta como psicólogo industrial. Parece casi un oxímoron, una contradicción ¿Cómo se puede ser psicólogo industrial?
En la carrera de Psicología, hace mucho, yo la hice del 83 al 88, era una de las especialidades por entonces. Psicología del Trabajo se le llamaba también. Abarcaba la dirección de personal pero no la relacionada con la administración, con las nóminas y todo ese apartado. Se ocupaba de las personas, del personal como un recurso clave de la empresa. Psicología industrial pudo ser la primigenia nomenclatura de lo que luego se denominó Recursos Humanos. En teoría, se trataba de abordar la psicología de las personas en el trabajo, de ser especialistas en motivar a los trabajadores, ver sus puntos fuertes, saber en las áreas en las que podrían dar más rendimiento y estar mejor ubicados o ser más felices. Por entonces se empezó a considerar la motivación, la felicidad de los trabajadores, como un factor clave para la productividad y para la calidad del producto final de las empresas.

"El trabajador, antes, se sentía vinculado, casi agradecido, ahora las nuevas generaciones de empleados y profesionales se mueven con unos parámetros muy distintos"

¿El objetivo era buscar el bienestar del trabajador para que produzca más y mejor? ¿Hay constancia de avances en los últimos 40 años?
Se quedaría corto un periódico entero para hablar de esto. Ha cambiado mucho la sociedad. El propósito es el mismo antes y ahora, es decir, las empresas quieren tener trabajadores motivados con un fin instrumental. Si hay un trabajador motivado y feliz va a producir más, mejor y durante más tiempo. Hay un espíritu muy capitalista en todo esto.

Nada de bondad ni caridad, de humanismo ni solidaridad
Nada, nada. Ni misericordia. Nada de esto. En esta sociedad tenemos como motor económico el capitalismo y el interés de conseguir un rendimiento económico. Los trabajadores son un recurso para conseguirlo. Podríamos estar horas hablando sobre si este propósito es filosóficamente lícito o no. Pero la realidad es que es el modo en el que se mueve la economía, el mundo. Ahora, 40 años después, hay varias claves que son diferentes porque la sociedad ha cambiado, el mercado laboral ha cambiado. Las generaciones nuevas, las llamemos X, Z o millenials tienen unas metas personales diferentes, tienen un espíritu laboral diferente.

Gosálvez, durante la charla.  MANU GARCÍA

¿Qué ha cambiado en esos jóvenes, menores de 35, de 30 años, respecto al primer mercado laboral que conoció?
Ahora existen nuevos avances y nuevos problemas. Uno de ellos es que es muy difícil conseguir el compromiso de los trabajadores con una empresa, con una marca. Antes, ibas a trabajar a una gran firma, la que fuera, y el hecho mismo de estar, de entrar, ya era un éxito social, personal, algo que contarle a la familia con orgullo. El trabajador se sentía vinculado, casi agradecido por poder trabajar en esa profesión, incluso con un salario bajo inicialmente. Hoy en día, esas nuevas generaciones, nacidas a partir de 1990 por poner una línea, se mueven con unos parámetros muy distintos. Es muy difícil lograr aquel compromiso, ni siquiera las grandes marcas pueden utilizar ese reclamo, ese gancho, para atraer y fidelizar a los trabajadores.

"Las empresas andan locas. Existe un gran despiste. Los nuevos trabajadores se mueven por el atractivo del proyecto, la experiencia personal, el aprendizaje"

Si ya no tienen compromiso con el contratante ¿qué valores les mueven en el mercado laboral?
Se mueven más por el atractivo en sí del proyecto, por la experiencia personal que pueden obtener, por el aprendizaje. Incluso por la posibilidad de que su trabajo tenga algún tipo de repercusión, mínima si se quiere, que vaya más allá de producir algo, de ofrecer un servicio para ganar dinero. Buscan una utilidad social en su trabajo, algo de desarrollo personal. Las empresas andan locas. Lo sé. Intentan conocer qué materia prima tienen ahora en el mercado laboral. No saben cómo motivarles, como fidelizar. Existe un gran despiste. Las carreras profesionales que conocimos no les atraen, ni los mismos alicientes de antes.

Tal y como describe a esas nuevas generaciones de trabajadores, parece que merecen más aplauso y reconocimiento que crítica y reproche. Parece que sus motivaciones son más elevadas que las de anteriores etapas, menos materialistas.
Sin duda. No he analizado en profundidad el tema desde un punto de vista sociológico, ni siquiera psicológico. No puedo dar nada más que mi opinión humilde. Pero la causa del giro en estas nuevas generaciones que se quieren incorporar es que existe entre sus miembros un profundo sentimiento distópico de la sociedad. Hay una especie de desánimo, de desaliento, no sé si propio o transmitido.

¿Han asumido esos trabajadores jóvenes que vamos al desastre climático, social o político de todas maneras, hagan lo que hagan?
De distintas maneras, sí. Han dejado de creer tanto en ciertas utopías que a mi generación la pudieron impulsar. Tienen unos enfoques y unas metas diferentes que no pasan tanto por la vida material. Ahora son muchos menos los jóvenes que se plantean tener un matrimonio estable, hijos. Prefieren vivir el día a día. En esa visión, el trabajo es un soporte a corto plazo. Son menos los que tienen un planteamiento a largo plazo, buscar un trabajo estable que permita vivir en un sitio seguro. Han perdido esa ilusión, ese espejismo, de la seguridad y la estabilidad. A cambio, tienen otro tipo de energía, un impulso para satisfacer determinadas cuestiones personales. Pero tienen que ver con su desarrollo propio en el corto plazo. En estas generaciones nuevas son más frecuentes las iniciativas personales, montar su propio proyecto. Crece la idea de poder desarrollar algo que me gusta.

"Conozco a cantidad de gente de mi generación que entiende que se equivocó al pensar que la felicidad era tener carrera, familia, chalé de lujo y cochazo"

¿Habla de un componente pasional, casi espiritual, que ha sustituido a la ambición laboral utilitaria, material, al dinero?
Creo que ese sentimiento próximo a la distopía provoca que ya no crean tanto en las cuestiones políticas, en las ideologías. Para qué. No han servido de nada, se dicen. Todas nos engañan, creen. Sin embargo, esa situación es compatible con el hecho de que tengan interiorizados valores de solidaridad, de desvelo por la ecología, de sostenibilidad a largo plazo. Sí se preocupan por el mundo. Por ejemplo, son muchos los que no quieren estar en proyectos que puedan perjudicar el medio ambiente

Es difícil que los ciudadanos con más de 40, 45 años, critiquen a esas generaciones porque los mayores pusieron el trabajo, la estabilidad material, una carrera profesional, en el centro de sus vidas para lamentarlo en la madurez o la vejez
A los jóvenes no se les puede reprochar ese cambio. No, no, para nada. Nosotros, los mayores, exigíamos poco más que la estabilidad económica, montar una familia, todo aquello, y las nuevas generaciones están más preocupadas por algo que les llene. Hay mucha gente joven trabajando por muy poco dinero y sin embargo se pueden mantener en un proyecto si les ilusiona. Cuando yo buscaba los primeros trabajos, en los primeros años 90, era la época de la ética del pelotazo. La de aquellos ejecutivos engominados y con tirantes en el cine. Su meta era conseguir un puesto de trabajo más poderoso que el de al lado, con un afán de competitividad mucho mayor. Conozco a cantidad de personas de esas generaciones que ahora creen que eligieron mal camino. Llegaron a tener mucho en lo material, a lograr un gran puesto en una empresa. Y todo eso les frustró profundamente. Entienden que se equivocaron pensando que la búsqueda de la felicidad era tener carrera profesional, familia, un chalé en una urbanización de lujo y un cochazo. Todo eso creo que está superado.

¿Comparte que el mercado laboral trata peor, paga peor, a los jóvenes que empiezan ahora que a los mayores de 40 cuando empezaban?
Es así. Hay algo que no va. Esa es la pura realidad.

"Hemos avanzado mucho, sin parar. Hay motivos para la esperanza y los trabajadores jóvenes la encontrarán"

La próxima frontera es la semana laboral de cuatro días cuando en el mundo afortunado y rico ya se trabaja menos tiempo que en ninguna etapa anterior de la humanidad, un 30% del tiempo de vida según la Unesco ¿Es un avance o un nuevo peligro?
Es un avance. Hemos avanzado mucho, sin parar. Siempre hay motivos para la esperanza y los trabajadores jóvenes la encontrarán.

El psicólogo y directivo empresarial Juan Gosálvez.  MANU GARCÍA

Sin embargo, con el menor tiempo de trabajo conocido nunca, con niveles de paro bajos, con la mayor renta per cápita conocida jamás en países desarrollados, las consultas de psicología están atestadas, se baten récords de venta de ansiolíticos ¿Y si los pesares y malestares no estaban relacionados siempre con el oficio, el empleo y la empresa?
Las claves de la felicidad no están en las empresas. No se trata de empleo y jornada laboral. La búsqueda del confort te hace la vida más apacible y agradable momentáneamente pero no ayuda necesariamente a la felicidad, no siempre llega a la esencia de la persona. La felicidad tiene mucho que ver con determinados entrenamientos. Por ejemplo, entrenarse en ilusionarse por algo. Creo, y lo digo con lamento, que las últimas generaciones no lo han hecho. No les hemos ayudado los mayores, quizás.

"Las claves de la felicidad no están en las empresas. No se trata de empleo y jornada laboral"

¿Se ha olvidado esperar? ¿Se ha olvidado la pausa?
Todo el proceso de generar una ilusión, saberla agrandar. La paciencia a través de muchas insatisfacciones momentáneas. Creo que los mayores hemos desentrenado a la adolescencia durante muchos años. No les hemos ayudado a buscar la capacidad de emocionarse, de sacrificarse, de esperar. Y si al final no consigues lo deseado, queda todo ese camino andado, ya conseguirás otra cosa. Pero mientras llega o no, obtienes una lectura positiva de ti mismo. Creo que la sociedad está completamente equivocada. Hay una tabla de suicidios que asusta y entre los adolescentes crece más que en otras edades.

Nada que ver con el mercado laboral, entonces
No hay relación establecida. Se confunde el bienestar, el placer inmediato con la felicidad. Intento entrenar en las frustraciones de cada día a mis hijos. Trato de que aprendan a esperar, a volverse a ilusionar pronto. A veces no lo consiguen.

Sobre el autor

José Landi

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