Nayra Pérez, la cómica que nació del horror: "A los ofendiditos hay que dejarlos. A mí no me afectan"

Tienes un amplio abanico para elegir. Gracias a Dios estamos viviendo muy buena época. Yo recuerdo que antes teníamos muchísimos programas de humor, de día, de noche, pero hoy tenemos muchos otros medios que no son la televisión, sobre todo con las redes sociales, internet... Pero hay mucho ofendido, pero cuando yo creé el formato de Ladys Night fue para dar visibilidad a las compañeras, con un humor desde lo más negro, lo más oscuro, hasta el más blanco, que es el que yo hago; verde, amarillo, de todos los colores. Estamos abriendo campos a perfiles de cómicos muy diferentes.

Es un humor blanco y para todo tipo de público, porque la comedia se define como verdad y dolor, y creo que el público es partícipe de ello, de las confidencias. Es una terapia muy buena para mí, eso lo primero, y después la gente se identifica contigo, porque hablo de cosas del día a día. 

No, no. Para nada. En mi casa decían que hablen de ti, da igual cómo. Creo que, al final, cuando llegas a un público que se ofende por algo es porque hay mucho choque generacional, de ideales políticos, de educación. Hay que dejarlos. No me afecta.

"Cuando llegas a un público que se ofende por algo es porque hay mucho choque generacional, de ideales políticos, de educación"

Yo recuerdo que hice un programa preshow con Movistar, trabajé con con JJ Vaquero, con Susi Caramelo, con Patricia Conde. Y cuando estábamos grabando, en los descansos, salía mucho ese tema. Es verdad que tienes que entender el humor, porque es humor. Tú, a un actor que mata a 300.000 personas, que viola a una mujer, no lo atacas, porque está haciendo un papel. El cómico es exactamente lo mismo. Está sacándole punta y está haciéndote pensar a través del humor sobre cosas que son crudas y son reales. 

La monologuista gaditana, Nayra Pérez Menacho, en una actuación.

Soy mujer y soy feminista, por supuesto, pero en mi tipo de humor no he notado diferencias en cómo lo acogen mujeres y hombres. Y además gran parte del público que acude a Ladys Night es masculino. Tenemos un público masculino muy amplio, como un 45%, y eso me parece muy interesante. 

Es que hay que diferenciar muchas cosas, y tener mucho cuidado cuando se vende un show como es un formato de comedia. Yo creé una productora de comedia, con formato de política de izquierdas, o el de comedia femenina como es el caso de Ladys Night, que se creó no solo para dar visibilidad, porque era súper importante. Hace dos años no había un formato donde las mujeres pudiéramos trabajar. Teníamos varios formatos de comedia femenina, pero se confundía con feminista, y creo que hay una gran diferencia en esto. Yo soy feminista, pero no hago humor feminista. Hay una delgada línea, y tengo compañeras que hacen una comedia maravillosa, pero no es nuestro caso. Es comedia hecha por mujeres y ya está. Cada una no tiene que contar que no le gusta cocinar, que su marido le hace la cama todos los días. Cada una cuenta lo que le apetece. Es que no hay más. Por eso creo que tenemos este target de público masculino. 

"Hasta hace dos años y pico no había un formato donde las mujeres pudiéramos trabajar"

(Risas). ¡Qué pregunta más difícil! Yo creo... Hay una cosa con el público de comedia que aprendí con dos profesores míos con los que empecé: Raúl Massana y Jaime Bartolomé, de un curso que hice en la Escuela de Artes de la Comedia, en Madrid. Te subes al escenario y ves a ese señor con los brazos cruzados y cara de coño, mirándote. Y la actitud suele ser: hazme reír. Entonces, ese tipo de personas creo que tiene un problema. Porque cuando tú entras a un espectáculo de comedia es porque quieres pasar un buen rato. Y esa es mi meta, que la hora y cuarto o la hora y media que está allí el público, se olvide de todo e intente reírse. No, la gente que no se ríe no está sana.

Creo que el humor me eligió a mí, pero en realidad no lo tengo claro. Yo empecé a hacer monólogos por una cosa muy cruda, mi humor nació del horror. Yo estaba trabajando en Barcelona y viví el atentado de Las Ramblas. A los meses me volví a Madrid, y hablando con el psicólogo al que yo iba a hacer mi terapia me dijo: Oye, a ti que te gusta tanto, ¿por qué no haces un curso de monólogos? Y empecé a hacer monólogos por eso.

Ahí y así empezó todo. Yo he sido dependienta toda mi vida. Hasta que todo cambió. Puse en Cádiz una tienda de bebés, que me fue mal, fatal. Entonces decidí venirme a Madrid, porque necesitaba trabajar para pagar la deuda. Ahora hace diez años que llegué. Mi experiencia con los monólogos fue así: hice un curso de comedia, me crucé en él con gente maravillosa, que la mayoría son amigos y compañeros de la empresa que hemos montado. Empecé a rodar con Micros Abiertos, probé con textos y más textos, y me lo pasaba muy bien. Lo entendí como un hobby. Pero a veces estás en el sitio indicado, en el momento preciso. Eso me pasó con Movistar. Yo fui de público al programa, pero el regidor se enteró de que yo hacía monólogos y me sacó a la tarima, y salieron Vaquero, Raúl Cimas... Cuando terminé, salí del programa y me llamaron de dirección para preguntarme si podía hacer un show todos los días que se grabara. 

Es súper importante que ha estado y está por muchas salas y teatros de España. Lo más importante, también, es que hemos estado en el teatro Maravillas, en Madrid, con 400 butacas. Hemos estado en Barcelona, en Ibiza. Ahora vamos a Pamplona, Valencia. Después de Cádiz hacemos Granada. Estamos muy contentas.