Manuel Curao, periodista y presentador: "El flamenco es un superviviente"

El palaciego cumple 41 años de profesión, la mayoría de ellos dedicados al arte flamenco, entre ellos casi todas las ediciones del Festival de Jerez

Manuel Curao, nombre propio y con mayúsculas del mundo flamenco.
Manuel Curao, nombre propio y con mayúsculas del mundo flamenco. MANU GARCÍA

Palabra de Curao

En tiempos flamencos como estos, con figuras que emergen con rapidez para hacerse un hueco en el mundo del baile, el toque o el cante, hay un nombre y un apellido que son sinómino de conocimiento, de sabiduría y experiencia, y que todo el mundo conoce por encima de muchos de los artistas de nuevo cuño. Manuel Curao (Los Palacios y Villafranca, 1960) es de esas personas que te transmiten su saber si aspavientos, sin vanagloria. Hablar con él es aprender (incluso aunque el flamenco no esté en tus preferencias). 

Tras más de 40 años informando sobre el flamenco y todo lo que orbita a su alrededor, cumplió el pasado Festival de Jerez, su asistencia número 26. La única vez que faltó fue por el nacimiento de su hija. Una razón de peso para apartar, siquiera unos días, tangos o bulerías. 

Más bético que don Benito Villamarín o el portuense Joaquín, que es decir mucho, lamenta del flamenco que no se haya introducido debidamente en las escuelas, que sigamos viendo a los niños con la flautita de marras, y no con, por ejemplo, una guitarra. Tampoco le gusta a don Manuel la poco fe que el mundo del flamenco tiene en sí mismo. "Y los complejos del propio flamenco" asegura. 

¿A usted le gusta la palabra flamencólogo?

Si se usa bien, sí. Cuando surgió esa palabra, fue en un momento en el que el flamenco empezó a interesar más allá de la afición. Lo que ocurre es que, a veces, se utiliza en sentido peyorativo. Hay gente a la que incluso le molesta, pero es un término que, si se usa bien, me gusta. Como dice la palabra, son personas que se dedican al estudio del flamenco. 

¿Y Manuel Curao es flamencólogo o informador de flamenco?

Yo soy un comunicador del flamenco. Fui crítico en mis tiempos, pero entiendo que hoy lo que más necesita el flamenco es divulgación. El flamenco está muy necesitado de divulgarse, eso sí, con criterio, pero no partiendo de la crítica pura y dura. 

"El flamenco lo que más necesita es divulgación"

Más de doce años después de que la Unesco designara al flamenco como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad, ¿sigue sirviendo como camino para que se conozca mejor o realmente no le hacía falta?

Al flamenco todo lo que sea dignificarlo, engrandecerlo, potenciarlo, le viene muy bien. Porque está muy falto de esa dignificación y todavía hoy hay asignaturas pendientes. Yo entiendo que fue un otorgamiento justo, en la medida de que el flamenco es más que una música. Es la seña de identidad de un pueblo. Es una oferta que pocas músicas redondea. Es instrumentación, es voz, es cante y es baile. Hoy el flamenco es de los géneros que mejor colocado está en las músicas del mundo. Eso le vino bien, pero cuidado, lo que es necesario saber es que cuando la Unesco te concede la consideración de Patrimonio Inmaterial de la Humanidad tiene un efecto frontón: eso va, y después vuelve. La Unesco exige una serie de actuaciones sobre ese patrimonio. Por ejemplo, si es un edificio o un bien cultural, que se mantenga, que se cuide. Y ahí hubo un tiempo en que la Unesco fue crítica con la Administración porque no estaba cumpliendo con su parte. La primera de ella es la divulgación y la consideración del flamenco en la enseñanza.

De eso, cortito y al pie, ¿no? 

Llevamos decenas de años pidiendo que el flamenco esté en los colegios. A día de hoy son actuaciones individuales, pero no es algo que esté reglado ni establecido. La Unesco puso en solfa esa consideración porque no se estaba cumpliendo con el pliego que le habían enviado a la Administración.

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Manuel Curao en el Consejo Regulador después de la entrevista. MANU GARCÍA
¿El flamenco sigue estigmatizado de algún modo?

Yo no diría tanto. Pero todavía no ha redondeado la consideración que realmente merece. Desde dos puntos de vista: el flamenco es un mercado que produce y mueve mucho dinero; un mercado que mueve cifras que no mueven otros géneros de la música. En ese sentido, está muy desordenado. Desde los cachés de los artistas que vienen por un sitio, otro día por otro. Eso no está ordenado. Todavía hay que organizar el criterio profesional de los flamencos, que sean personas físicas que estén dadas de alta, bien así, o bien como empresa. Que la propia Administración los trate de forma especial a efectos de Seguridad Social y de tributación. En eso se está todavía en parvulitos. 

Hablemos ahora de otras cuestiones. Terremoto, Camarón, Manuel Torre, la Paquera, entre tantísimos otros. ¿Son leyenda por sí mismos o porque su desaparición y el paso del tiempo los han convertido en leyenda?

El flamenco es mucho de los tiempos en que se vive. Esos tiempos ya no vuelven, afortunadamente, no vuelven. Desafortunadamente, tampoco vuelven. ¿Por qué? Porque era un tiempo en el que el flamenco estaba muy desconsiderado. Pero no solo el flamenco. Estábamos en una sociedad fuera incluso de la media mundial. España era un país pobre, inculto... Eso genera una forma de vida y un tiempo en el flamenco. El flamenco está descompensado desde siempre. Cuando llega la consideración falta quizá la genialidad de los artistas, cuando hay genialidad hay mucha desconsideración. Lo que sí es verdad es que el flamenco es un superviviente.

¿A día de hoy también?

A día de hoy también. Ha sido capaz de sobrevivir a la pandemia. Se dice muy pronto, hay artistas que dejan de trabajar dos años, y no son precisamente trabajos donde las posibilidades económicas les puedan permitir a la gran mayoría estar sin trabajar. También es verdad que, a veces, los tiempos de los verbos no coinciden siempre. Hay artistas con los que convivimos y no se valoran hasta que no se mueren. Estamos en una tierra, bendita sea, que crea mitos. Y nosotros somos muy dados a los mitos. Los artistas toman valor cuando mueren. Su obra termina ahí, pero su presencia sigue estando. Y me has hablado, en esos ejemplos que son nones, únicos en la historia. 

Camarón decía: "El flamenco tiene solo una escuela: la que transmite y la que no transmite". ¿El flamenco de hoy transmite?

Cuesta trabajo. En el flamenco hay que distinguir cante, baile, toque e instrumentación. Las transmisión cada día escasea más, porque se hace todo de forma más global. Cuesta incluso distinguir a los artistas. En esa época salían diez artistas y cada uno tenía una personalidad. Hoy se canta muy bien, pero falta personalidad. Pero pasa igual con la guitarra, y casi está pasando con el baile. 

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Curao, tras la entrevista.   MANU GARCÍA
Recién pasado el Festival de Jerez, sigue llamando la atención que gran parte de la ciudadanía no conozca bien qué se celebra. ¿Esto pasa solo en Jerez o, por ejemplo, en la Bienal de Sevilla ocurre igual?

Creo que pasa en general en Andalucía. El Festival de Jerez, sin la presencia de los alumnos que vienen a los cursos, y ya se pudo comprobar el año que no vinieron, cae a unos niveles ínfimos. A veces digo de forma exagerada que si no vinieran los cursillistas podríamos jugar a la pelota en el patio de butacas del Teatro Villamarta y no molestábamos a nadie. Pero eso ocurre en la Bienal también, ¿eh? Lo que pasa es que estamos hablando de una población que mueve un millón de habitantes. El teatro mayor que tiene Sevilla no llega a 2.000 plazas. Se hizo un estudio en la Bienal y el 70%, hace ya años, era de fuera. No necesariamente extranjeros. Pueden ser de Madrid, Barcelona... Y lo mismo ocurre con el resto de festivales flamencos. 

¿Estamos cansados del flamenco o no valoramos lo que tenemos?

Partimos de la base de que no valoramos lo que tenemos, y después, hoy día, la competencia que el flamenco tiene como espectáculo es enorme. O sea, cuesta trabajo salir de casa. Porque tienes una oferta televisiva, o en las redes sociales, enorme. Hay una cosa muy importante: nos hemos acostumbrado a que el flamenco sea gratis o barato, más bien gratis, Entonces, pagar por el flamenco parece un mundo. Al aficionado lo han acostumbrado a que no pague, y ahora cuesta trabajo que lo haga. 

Se le ha acostumbrado mal...

Se le ha acostumbrado mal. La cultura gratuita es un arma de doble filo. ¿Yo voy a pagar 40 euros en el Villamarta si después me voy a una peña y lo veo gratis?

¿El flamenquito le da ardentía?

No. Pero me molesta cuando ocupa un espacio que no es el suyo. Esa es otra cuestión también. Asistimos a los Grammy, en el que hay un desbarajuste, un desorden... donde se presenta como flamenco cosas que, evidentemente, no lo son. Y el flamenquito como tal, pues... Es que eso ha existido siempre. El rumbeteo y todo eso. Pero que tenga ese dominio y que realmente haya ocupado tanto espacio sí me molesta. 

Hemos hablado del cante, del toque. Hablemos ahora de baile. Mario Maya, Antonio Gades, Carmen Amaya o Pilar López... ¿Hoy por hoy hay alguien que se le acerque o necesitamos que desparezcan para saberlo?

En el baile está mucho más claro. El Festival de Jerez es una buena radiografía para entenderlo. Después de 27 años, más de un cuarto de siglo, se redondea un círculo que te dé la radiografía de la ebullición que ofrece el baile ahora mismo que, dentro del baile flamenco, el género o subgénero que más está en boga. Al Festival acuden desde hace años figuras con su propia compañía y su propio espectáculo que llegaron a Jerez como alumnos o alumnas de los cursos. Cerrar ese círculo es muy significativo. En la guitarra y el cante no ocurre. Has dado dos nombres que vienen de la misma raíz o del mismo tronco: Pilar López. De Pilar López salen, entre otros, Farruco, Antonio Gades y Mario Maya. De Farruco, toda su familia. De Gades: Cristina Hoyos y María Pagés. De Mario Maya: Israel Galván, Eva La Yerbabuena, Rafael Carrasco. Pero es que ya, de Rafael Carrasco y Eva la Yerbabuena, salen Rocío Molina, Águeda Saavedra o Mercedes de Córdoba.

Menciona a Israel Galván, cuyos espectáculos, cuando menos, no pasan desapercibidos.

Creo que lo que hace Israel son espectáculos teatrales con una base flamenca. Lo que sí ocurre es que Israel no estaba aburrido en su casa y dijo voy a hacer esto. Él viene de ganar el Giraldillo del baile, viene de bailar con Mario Maya, y viene de hacer espectáculos que son estrictamente flamencos. Y ahora, como todos los genios, hace estas historias que a algunos les gusta más, a otros les gusta menos, más flamenco, menos flamenco...

De todas formas quien va a ver a Israel Galván sabe a lo que va.

Exactamente. Igual que Rocío Molina. Ella empieza y ya, siendo una niña, sorprende que baile con esa sabiduría de vieja. Ahora, como todos los creativos, monta estos espectáculos que, como he dicho con Israel, a algunos les gustará más y a otros menos. 

Se cumplen 100 años del nacimiento de Lola Flores. Esa universalidad, ¿qué explicación tiene?

La propia de los genios. Es decir, Lola Flores, antes que nada, era un genio, algo sobrenatural que se podía haber dedicado a cualquier otra cosa, pero que afortunadamente para nosotros de dedicó al flamenco. Ella surge, nace y se desarrolla en el mundo del flamenco, y su genialidad ahí está. Y será asi por los siglos de los siglos. Para mí es una artista única.

"Lola flores, antes que nada, era un genio"

¿Se ha tardado mucho en homenajearla, al menos aquí, en Jerez?

Sí, siempre. Jerez tiene muchas asignaturas pendientes todavía, ¿eh? Y Sevilla, y Granada, y Málaga, Huelva, Cádiz... Parece como si reconocer a un artista flamenco fuera algo menor, cuando realmente es lo único. Quiero decir, lo único que a nosotros nos distingue. Yo creo que, además, no se le ha dado la medalla de Andalucía hasta ahora y han tardado mucho. Se le podía haber dado en vida, que ya era lo que era. Eso desde luego me parece un despropósito. 

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La voz del flamenco, Manuel Curao, ante los micrófonos. MANU GARCÍA
¿A Manuel Curao qué le molesta del flamenco?

La desconsideración.

¿Del público, de las administraciones o del propio flamenco?

Del propio flamenco. Creo que desde dentro no se está convencido del potencial que tiene el flamenco. A mí me molesta el complejo. El flamenco sigue arrastrando un cierto complejo de música de un dios menor, y eso no es así ni muchísimo menos. Hace ya mucho que el flamenco está en la primerísima categoría de las músicas del mundo. Nada más que hay que hablar con gente de las diferentes compañías para ver el trato que se le da hoy en día a nivel internacional. Abres Broadway y se llena; hay una bienal en Holanda, hay dos festivales en Francia, en Nimes y en Mont-de-Marsan. La programación de flamenco en Madrid es impresionante. A mí me molesta que el propio flamenco no sea consciente a la hora de luchar por su identidad. Y por supuesto me molesta que la Administración, de una vez por todas, sobre todo la andaluza, no atienda a las necesidades. ¿Cómo es que el flamenco todavía no ha entrado en los colegios? ¿Cómo es que los niños saben de hip-hop y de todos los géneros nuevos y después tú le hablas de grandes artistas del flamenco y no los conocen?

El remedio es meterlo en las escuelas.

Pero hay que tener cuidado, ¿eh? Tú no puedes contar el primer día la historia de la seguirilla, porque entonces creas el efecto contrario. A los más chicos habrá que hacerle juegos para que se familiaricen con él y con esa música. Donde el flamenco está bien es en la universidad. Por eso está muy descompensado. Hay tesis doctorales dedicadas al flamenco, y cátedras. Hay una programación estupenda, como la de Málaga o la de Córdoba. El resurgir de la Cátedra de Jerez o de Cádiz. Pero eso de que al niño se le dé una flauta... ¿Por qué no se le da una guitarra u otra cosa? Que estamos ya de flauta... De toda la vida, vamos. 

Sobre el autor:

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Juan Manuel Sainz Peña

Con más de 150 premios literarios nacionales e internacionales (Premio Iberoamericano de Novela, Verbum, 2019, finalista del Premio Juan Rulfo de novela en París, y ganador del Premio Internacional de Novela Bachiller Alonso López) es uno de los autores españoles más premiados de los últimos años. Ha dirigido programas en Onda Jerez Radio y colaborado con las emisiones locales de la Cadena SER. Del 2000 al 2004 escribió para Jerez Información. Desde 2003 hasta 2013, y de 2015 a 2019 fue colaborador y crítico teatral de Diario de Jerez.

 

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