Los ángeles de las narices de 'foam'
Esteban Viaña nació en Jerez y tiene, según su particular sentido del humor, 58 años disléxicos. Vamos, que tiene 85, pero le echa tanto humor como al resto de las cosas de la vida.
Viaña hace reír a los niños enfermos del hospital, como hacen sus otros veinte compañeros divididos en cinco grupos y que conforman la Asociación Payasos Sanadores. ¿Su misión? Arrancar una sonrisa a aquellos críos que están en una cama de hospital hasta que la medicina, el tiempo y la fuerza los saque de ahí sanos y salvos.
Esteban Viaña estudió lo que hoy se conoce como Empresariales; antes Profesor Mercantil, pero ha trabajado toda la vida en las bodegas Domecq. Ayer, hoy y siempre, es actor pero, sobre todo, payaso, uno de los oficios más hermosos: hacer reír. Hacer reír a los niños que más lo necesitan. El cuerpo lo viste con una pajarita colorida y descomunal, una ropa vistosa y la nariz de 'foam', como el resto de ángeles que velan en la Asociación, porque un niño no pierda la sonrisa ni en los momentos más difíciles. ¿Y alma? El alma la viste con esa prenda que solo tienen quienes nacen con el corazón entregado a otros. Quienes ofrecen esperanza a cambio de alegría cuando el cielo está nublado, cuando hay que borrar las lágrimas para pintar esa sonrisa en el momento justo.
Desde pequeño, paralelamente al teatro, yo siempre he hecho cosas de payasos, y así he seguido todo este tiempo. Un día se me ocurre que por qué esto que hago no se puede trasladar a los niños que están en el hospital. A través de una amiga que trabaja allí hablé de esa posibilidad. Hablé después con un señor, pero o no me supe explicar, o no sé bien, porque me lo pintó muy negro todo, no fue acogida la idea como esperaba.
Porque para hacerlo todo de forma regular tenía que hacerse a través de una asociación, con una serie de protocolos y demás. Yo fui pensando que me iban a abrir los brazos y no fue así, de modo que lo dejé. Pero al cabo del tiempo, por medio de Nicolás Montoya, presidente de nuestra asociación, y con el que he hecho mucho teatro con la compañía Tras el Trapo, pudimos constituir todo legalmente en 2016. Pero no fue hasta 2019 cuando pudimos empezar.
"Al principio la propuesta de actuar para los niños de hospital no fue acogida como esperaba"
Sí, lo de los grupos era para que la gente no tuviera que ir todas las semanas. Hicimos cuatro grupos, hasta que la pandemia cortó la actividad. Nos cortó el poder ir al hospital, pero en sustitución de eso estuvimos grabando infinidad de vídeos con el teléfono, bien para animar a los chavales hospitalizados, bien para felicitar algún cumpleaños.
La sede era mi casa, pero un día comento, durante la Navidad, que necesitaríamos un mecenas que nos facilitara un local. Mi hija me llevó a ver uno por medio de una inmobiliaria, y desde entonces tenemos nuestro local en la barriada Eduardo Delage, muy cerca por cierto del hospital, lo cual nos viene estupendamente.
Sí. Estamos haciendo talleres, porque como has dicho, la gente que llega no ha hecho nunca antes de payaso.
"Yo pagaría por ir; recibo muchísimo por parte de los niños"
Tenemos una especie de lema o de modo de enfocar todo esto. Intentamos ver al niño como si no estuviera enfermo. Vemos a un niño que está desubicado de su ambiente, de su colegio, de su casa. Está en un sitio que podíamos llamar inhóspito. Pues resulta que nosotros intentamos no salir con la mochila cargada, pero te puedo decir que por más que haga el esfuerzo, hay cosas que te afectan. He seguido niños que pierden el pelo, que los ves mal. Son cosas que te conmueven. No obstante, intento olvidarme de sus males, porque una de las cosas que tenemos es no preguntar al niño por su enfermedad; eso es renovar el dolor de por qué está allí. No queremos eso.
No te puedes imaginar. Todo son agradecimientos y sonrisas. La satisfacción con eso es impagable.
La verdad es que lo que intento es que la gente se quede con la imagen del personaje y no de la persona. No quiero que se acuerden de Esteban Viaña, sino de Tranquilino, que es mi personaje.
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