Entre naranjos que perfuman el ambiente con aroma a azahar, en pleno corazón del casco antiguo de Rota, se esconde un restaurante que se ha ganado un lugar propio en la oferta gastronómica del municipio.
En la plaza Barroso, donde el ritmo del día parece ir más lento, La Silla Azul sigue consolidando una trayectoria ya larga y muy reconocible para vecinos y visitantes. Un local “muy tranquilito”, como señala su equipo, al que se puede acudir prácticamente a cualquier hora.

El funcionamiento es sencillo y uno de sus mayores atractivos reside en que la cocina permanece abierta de manera ininterrumpida. El personal comienza temprano con los desayunos, continúa con los almuerzos, las meriendas, las cenas y remata con las copas. “La cena es uno de los momentos más potentes, y también vienen muchos americanos para el brunch”, explican desde el restaurante, que mantiene intacta la esencia de este negocio tan señero en la Costa Noroeste.
Una oferta muy variada
Su gran imán es una carta muy extensa y variada, diseñada para todo tipo de gustos y que el propio equipo define como “muy étnica”. “Tenemos un poco de todo, utilizamos muchas verduras de aquí, de la zona. Siempre procuramos poner a disposición de los clientes unos platos equilibrados y sanos”, detallan. Y no exageran: en una misma mesa puede convivir un poke hawaiano con una tapa de carrillada, una combinación que en La Silla Azul fluye con absoluta naturalidad.
Su propuesta viaja por distintas cocinas del mundo: asiática, mexicana, peruana, italiana o española. Un recorrido gastronómico que, según explican, marca la diferencia dentro de la oferta local. “Destacamos por no ofrecer al cliente lo que Rota habitualmente ofrece como son fritos, planchas o pescados. Es un sitio que gusta por la oferta tan diferente que tiene”, matizan.
El encanto del lugar también pasa por su estética. El restaurante apuesta por una decoración “alternativa”, donde destacan las sillas de mimbre, las mesas de madera y floreros con margaritas que aportan un toque cálido y personal. “Se está muy a gusto”, aseguran quienes trabajan allí, convencidos de que el ambiente se construye con horas de dedicación, “mucho calor y cariño”.


