Desde 2011, en el supermercado solidario del hospital San Juan Grande no se respira tristeza ni vergüenza. Ese ha sido el gran éxito de la Obra Social de la orden de San Juan de Dios, dignificar su programa de entrega de alimentos que beneficia actualmente a 1.300 familias.

Aún queda media hora para que el economato social Hermano Adrián, de la orden de San Juan de Dios, abra sus puertas, pero unas sesenta personas se apostan ya en la puerta de manera ordenada. Aquí no se respira tristeza, ni hay signo alguno de vergüenza. Ese es el gran éxito que ha conseguido la Obra Social desde 2011, cuando abrió este supermercado solidario en los momentos en que la crisis pegaba con mayor virulencia, dignificar el programa de ayudas que hasta 2010 beneficiaba a 45 familias a base de bolsas de alimentos. Hoy día, los usuarios son los que eligen y compran los productos que más les apetece, aprovechándose de unos descuentos del 75 por ciento, que aporta la obra social.

Cuando echó a andar el economato había 126 familias usuarias. Hoy, seis años después, son 1.300. “Creíamos que duraría dos o tres años, los que durara la crisis. Ya vamos por seis. Lo ideal sería que no hiciera falta que funcionara, sería buena señal, pero mientras tanto aquí estaremos”, señala Silvia Gutiérrez, responsable de la Obra Social San Juan Grande. Como bien explica, los beneficiarios del economato llegan derivados de los servicios sociales del Ayuntamiento, que son los primeros que valoran la situación de cada familia. Una vez esto, otra trabajadora social de la obra social, vuelve a estudiar si cumplen el perfil, esto es, personas que como mucho cobran los 426 euros de ayuda familiar o ya han perdido toda prestación. A partir de ahí, dependiendo de los hijos que tengan, tendrán más o menos créditos para gastar en el economato: siete euros, si son uno o dos; nueve euros, si son tres o cuatro; y 11 euros, a partir de cinco hijos. En total, cada usuario paga un 25 por ciento de la compra. El resto, como ya está dicho, lo aporta la obra social gracias a las donaciones de sus bienhechores. En 2016, el presupuesto del economato rozó los 400.000 euros.El perfil del usuario del economato es variado. Vemos mucha gente joven, sobre todo madres veinteañeras, pero también personas ya entradas en años. La crisis ha creado un nuevo perfil que antes era casi exclusivo de personas marginadas. “Aquí tenemos hasta personas con dos carreras y tres idiomas”, explica Silvia Gutiérrez, para dar a entender que la situación ha golpeado a todos en mayor o menor medida. Jamal, marroquí de 47 años y vecino de la calle Santa Clara, llena un carrito hasta arriba de alimentos y productos de limpieza. Lleva desde 2009 en Jerez y desde 2004 en la provincia de Cádiz. En 2007 perdió su empleo y desde entonces pasa por dificultades. “He ayudado y le he dado de comer a mucha gente. Ahora nadie se acuerda de mí”, lamenta, pero no pierde la sonrisa. “El economato, gracias a Dios, es una gran ayuda”, afirma antes de partir a casa. Laura, de 26 años, tiene dos hijos y otro de camino. Actualmente tiene que lidiar con ellos sola, ya que su pareja se encuentra en Mallorca cuidando de su madre. Hace dos meses que es beneficiaria del economato. “Sin esto todo sería más difícil. Desde los 20 años estoy pasando por dificultades”. Un año más que ella tiene Jessica, con una hija de cinco años. Parada, al igual que su pareja, no cobran actualmente ninguna prestación. “Es la primera vez que vengo, y no será la última. En casa la situación no está bien”, señala.

En el buen funcionamiento del economato tienen mucho también que decir sus 80 voluntarios, personas que han decidido dedicar un poco de su tiempo a la semana por echar una mano a los que lo necesitan. Es el caso de Manuel, que atiende y cobra en la caja. Lo suyo viene de familia, ya que siempre ha estado vinculada a la orden de San Juan de Dios. “Esto engancha y en el momento en que no puedes venir, ya te falta algo”, afirma. Recientemente fue monitor de un taller de carpintería que también dirige la obra social. Y es que, junto al economato, sus otras dos patas son el programa de ayuda económica de primera necesidad y la formación para encontrar empleo. “Aquí en el economato apenas tienes tiempo de conocer las historias personales de cada uno, en el taller es diferente. La gente se abre a ti como si fueras de su familia y llegas a confraternizar con ellos”. María del Mar, de 49 años, anda detrás de los usuarios con una calculadora. Les echa una mano a calcular cuánto llevan gastado, para que no se pasen del crédito que tienen asignado. Lleva un año y medio de voluntaria y señala que ahora mismo no se ve en otro lugar. Junto a ella, Leticia, de 25 años, se estrena de voluntaria. Se da la circunstancia de que apenas unos días antes vino aquí como usuaria, ya que en su casa las cosas no van todo lo bien que desearían. Su padre, albañil de 53 años, sufrió una caída que lo tiene alejado de los andamios. Su madre es ama de casa y ella, con un grado medio de Comercio, busca trabajo.El que es el único economato social de la provincia de Cádiz, y el segundo que la orden de San Juan de Dios tiene en España, junto al de la localidad extremeña de Almendralejo, necesita la colaboración de más bienhechores. “Tenemos la caseta de Feria, organizamos diferentes actos —el próximo, un festival flamenco en la plaza de toros de El Puerto el 22 de julio— pero necesitamos más ayuda para poder sufragar los gastos”, explica Silvia Gutiérrez. Para ello, aporta un número de cuenta (Cajasol-La Caixa 2100 8253 76 2200056578) con el cual realizar una aportación. Todo irá, recuerden, por una buena causa. 

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Jorge Miró

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