Un rato de charla con el jerezano Antonio Fernández Marchán, valedor del brasileño Daniel Alves y quién mejor conocía a los rivales de España en aquel Mundial del "Iniesta de mi vida". 

A Antonio Fernández Marchán (Jerez, 1970) lo llamamos a mediados del pasado mes de abril para intentar concertar una entrevista con él. Fue imposible. En los últimos meses apenas ha bajado por Jerez salvo para pisar la Feria del Caballo un par de días. Junto a su mujer y su hija lleva casi una década residiendo en Madrid, donde actualmente ejerce de director deportivo para una empresa de representación de futbolistas, pero cuando no está en la capital de España está viajando por medio mundo o supervisando en la sierra de Cádiz su último proyecto, WEA, en el que busca, junto a otros compañeros como el ex xerecista Miguel Ángel Rondán, nuevos talentos futbolísticos que puedan dar el salto a algún club de primer nivel. Así que al hombre que apostó por Dani Alves para que triunfara en Europa cuando aún era un perfecto desconocido, al técnico que fue una de las manos de Vicente del Bosque y el que mejor conocía a los rivales de España en aquel Mundial del gol de Iniesta, lo entrevistamos en el Bar Javi, propiedad de su cuñado, en un caluroso mediodía de agosto, aprovechando sus cortas vacaciones entre Jerez y El Puerto. “Llevo tres días aquí y aún no he visto a mi madre”, afirma para explicar que ni estando de asueto logra desconectar de sus obligaciones.

—Si le dicen hace 20 años que el campo de su querido Guadalcacín iba a llevar su nombre y que iba a ser el primer equipo de la ciudad, no se lo cree.

—No me lo creo. A mí me dijo una frase Pepe Reina tras ganar el Mundial que también la utilizo mucho: “A veces, hasta lo imposible de soñar, se cumple”. Ser campeón del mundo no lo había soñado nunca, como tampoco que el campo de fútbol de tu pueblo, donde había empezado a darle patadas a un balón, llevara mi nombre y que además el equipo fuera el primero de la ciudad. Para mí es un orgullo enorme. Soy el socio número cinco del Guada y cada vez que puedo me escapo para verlo. Son de las cosas que te hacen ser feliz.

— A Antonio Fernández lo conoce todo el mundo por su faceta futbolística, pero también fue bailaor flamenco.

— De niño empecé bailando en el ballet Albarizuela, que fue bastante exitoso en su época, haciendo giras nacionales e internacionales, lo que pasa es que de muy joven tuve tres lesiones consecutivas de rodilla y lo tuve que dejar. En mi época rebelde de adolescente bailaba y jugaba al fútbol, pero lo hacía a escondidas porque eran dos cosas incompatibles. Con el baile empecé a ganar dinero pronto, empecé a hacer tele con programas como Sabadabadá, La Cometa Blanca o El kiosko, todos los programas infantiles de la época en TVE y entonces lógicamente me desvié más por eso porque era un trabajo para mí. Llenábamos teatros en Madrid y hacíamos incluso giras internacionales.

— ¿Le venía de familia el flamenco?

— La verdad es que no, nadie se ha dedicado de manera profesional, aunque nos gusta. Mi padre falleció hace mucho, era jardinero, y mi madre ama de casa y madre de siete hijos. El nacer en Jerez ya te da un extra para que te guste el flamenco y si te paseas por La Plazuela, Santiago o San Miguel y te gusta un poquito el compás… Y a mí me gustaba, con seis años empecé a formarme en el ballet Albarizuela hasta que me lesioné y lo tuve que dejar por decreto médico a los 20 años de manera definitiva, aunque desde los 18 ya hice poco porque estaba de recuperación en recuperación. Pero de forma definitiva dejo el mundo del espectáculo siendo subdirector artístico en el pabellón Tierras del jerez en la Expo 92. Y entre el Albarizuela y la vuelta como subdirector artístico estuve en varias compañías de Madrid con Miguel Prada, Pilar San Clemente e incluso hice mis pinitos también en el Ballet Nacional antes de empezar con la pelota.

— Luego fue el presidente de un club de fútbol más joven de España con solo 21 años...

— Ya me retiré del baile, tenía la rodilla destrozada y no podía retomar la carrera como futbolista, así que empecé a formarme como entrenador. Luego hubo una época en la que la presidencia del Guadalcacín se queda un poco huérfana. El fundador del club, Manuel Piñero, que además es cuñado mío, había estado 10 años y decidió dar un paso al lado. Como no había nadie que se presentara decidí dar el paso al frente. Por entonces el club estaba en Primera Regional, pero tenía ocho o nueve equipos de cantera y había una responsabilidad grande para una persona tan joven. Estuve solo un año. Convencí a mi vicepresidente, Ramón Lirio, para que continuara, porque yo lo que quería era entrenar. Y ya dejé de presidir y empecé con los equipos de cantera hasta que llegué al primer equipo.

— ¿Cómo se fija el Sevilla en usted?

—En la temporada 99-2000 hago en Sevilla el curso nacional de entrenadores. En aquel año había gente como Pablo Blanco, Manolo Jiménez, Ramón, Pintinho, Antonio Álvarez... en definitiva mucha gente del Sevilla. Manolo Jiménez se pegó mucho a mí, porque le gustaba cómo hacía el tema de informes, cómo exponía los trabajos y cómo dirigía a los compañeros haciendo casos prácticos de entrenamientos y le habló a Monchi de mí y le comentó que le gustaría que yo le hiciera los informes, porque ese año Manolo entraba como entrenador del Sevilla Atlético y Monchi como director deportivo del Sevilla. Fue el primer año de Roberto Alés de presidente y Caparrós de entrenador. Así que empecé a hacerle informes a Manolo Jiménez para el Sevilla Atlético, que en aquella época estaba en Tercera División. Pero mucha gente piensa que mi entrada en el Sevilla es a través de Monchi, al ser de San Fernando y yo de Jerez, y aunque con el tiempo nos hicimos amigos y lo seguimos siendo, fue Manolo Jiménez el que le habló de mí, porque hasta entonces no me conocía.— En aquella época estaba todavía el Sevilla en Segunda División y el club muy mal en el plano económico. ¿Cómo recuerda ese primer año?

— Yo el primer año en el Sevilla no tenía ni impresora en el despacho, con eso te lo digo todo. Nosotros íbamos a por jugadores a coste cero y que terminaban contrato. Veíamos solo fútbol nacional. Aquel año llegaron futbolistas como David Castedo; Javi Navarro, que venía de estar muy tocado en la rodilla del Elche y que muchos ya daban por retirado; Javi Casquero, Pep Martí, que venía del Tenerife… Eran todos jugadores que habían jugado en Segunda División, que venían libres, y fuimos capaces de confeccionar un equipo que luego estuvo magníficamente dirigido por Caparrós. En el momento en que ascendimos a Primera y los recursos ya fueron mejores empezamos a salir al extranjero a ver jugadores. Afortunadamente fueron seis años de crecimiento continuo a nivel deportivo y económico hasta el punto de conseguirse los cinco títulos y el Sevilla se catapultó como uno de los grandes de España y Europa.

— Empieza de responsable de fútbol internacional y es entonces cuando descubre a Daniel Alves.

— Cuando me suben al primer equipo empiezo en fútbol internacional y en un campeonato sudamericano sub 20 me cruzo con Dani Alves. Cuando la gente habla de Antonio Fernández como su descubridor yo digo que ya estaba prácticamente descubierto, pero era un gran desconocido. La historia es que cuando se celebra ese campeonato, en Uruguay un mes de enero, se estaba cerrando el plazo de fichajes en España. Llamo a Monchi para decirle que había un futbolista de 18 años que era un cañón, que ya era internacional aunque todavía jugaba en Segunda División en Brasil y que no iba a costar una millonada porque no estaba en un equipo grande. El tema es que quedaba una semana para cerrarse el plazo de fichajes, con lo cual Monchi no podía desplazarse para verlo en directo ni podía enviar a ninguno de mis compañeros para que vieran lo que yo decía. Me dijo que lo que yo veía era como si lo viera él y que si consideraba oportuno firmarlo, que tirara adelante.

"El primer año en el Sevilla no tenía ni impresora en el despacho"

— Fue entonces una apuesta personal suya.

— Completamente. Me acuerdo que cuando ya vuelvo de Uruguay con todo ya prácticamente negociado, aunque las negociaciones las remató Monchi, estaba una tarde en el campo del Guadalcacín calentando con el equipo. Cuando volví al vestuario y vi el móvil tenía como 15 llamadas de Del Nido. Me preguntaba una y otra vez si estaba seguro y tenía tanta presión que puse mi cargo a disposición si el jugador no funcionaba. Me dijo que eso era lo que quería oír y que muchas gracias por todo.

— ¿Qué costó?

— Dani estuvo un año y medio cedido con un coste, creo recordar, de 400.000 euros y una opción de compra de 1,5 millones que finalmente se pactó y quedó en un millón de dólares, al cambio de la época unos 800.000 euros. Cuatro años más tarde se vendió al Barcelona por 36 millones de euros.

— Lo cierto es que al principio no encajaba en el equipo.

— Caparrós lo ponía en banda izquierda, tuvo muchas críticas por los medios locales. Además los laterales brasileños cuando llegan tan jóvenes tienen muchas carencias de orden táctico y es verdad que al principio le costó, pero tuvo buenos profesores, empezando por el propio Caparrós. Luego en esa época los defensas eran Pepe Prieto, Javi Navarro, Pablo Alfaro, David Castedo, gente que le puso las pilas, por lo que en poco tiempo cogió la dinámica. Además él siempre tuvo claro que quería triunfar en el fútbol europeo y venía muy mentalizado. Más allá de las dudas que podía generar un chico de 18 años brasileño, te puedo decir que cuando llegó en diciembre tenía novia, acabó la temporada y para la pretemporada ya llegó casado. Le pregunté que si estaba loco y me dijo que no, que él venía a triunfar, que era su novia y la mujer que quería, que qué iba a hacer ella allí en Brasil y él en Sevilla, con la noche, con las niñas… Decidió casarse para centrarse en entrenar, su mujer y su casa. Y así se ha forjado el gran Dani Alves.

— ¿Pensaba que fuera a llegar tan lejos?

— Si te soy sincero, no. Pensaba que era un futbolista que iba a triunfar en el fútbol español, pero no hasta el punto de ganar absolutamente todo y que tuviera esa trayectoria tan brillante. Pero se lo ha currado y se lo ha ganado él solo.

"En el Sevilla de aquella época, al igual que en el de ahora, el éxito fundamental fue del grupo de técnicos que formó Monchi"

— Él siempre le ha agradecido que apostara por él.

— Cuando salió del Sevilla en su rueda de prensa de despedida me nombró y cada vez que tiene ocasión en medios nacionales se acuerda de mí. Mantenemos una excelente relación y a día de hoy seguimos hablando, la última vez cuando firmó por la Juve.

— ¿Entiende su decisión de marcharse del Barcelona?

— La he entendido porque me consta que ya el año pasado tuvo oportunidad de irse. Él es una persona de retos y cuando lleva mucho tiempo en un sitio y entiende que ha cumplido un ciclo y ha ganado todo lo que podía ganar le gusta enfrentarse a nuevas cosas. El año pasado, por la sanción de la FIFA por la que el Barcelona no podía fichar hubo un pacto de caballeros en el que él dijo que se quedaba pero que este año se iría libre. Y lógicamente él ha hecho su negocio. Ha hecho un año magnífico con Luis Enrique, ha ganado títulos y ahora quedaba libre y era un caramelo para cualquier equipo. Al final se ha decantado por la Juve.

— Antes se quitaba usted mérito al decir que realmente no fue el descubridor de Alves…

— En el Sevilla de aquella época, al igual que en el de ahora, el éxito fundamental fue del grupo de técnicos que formó Monchi. Lo de Dani fue una cosa puntual, pero si en lugar de haber estado yo hubiera estado otro, igual hubieran tomado una decisión parecida. Yo no entiendo que sea más listo ni más capacitado que nadie. Se dieron unas circunstancias en las que me tocó estar y con el resto de jugadores como Adriano, Luis Fabiano, Renato o Kanouté fue un trabajo de equipo magnífico, porque viajábamos muchísimo. Yo no había una temporada que no fuera como mínimo cuatro veces a Sudamérica a torneos, preolímpicos sub 23…— ¿Entonces es exagerado decir que Monchi es el mejor director deportivo de España? Al final es la punta de una pirámide.

— Sí, pero en definitiva yo entiendo que es el mejor director deportivo, porque para serlo no sólo hay que fichar jugadores, hay que saber gestionar grupos de trabajo y eso Monchi lo ha hecho como nadie. Lleva 16 o 17 años de manera consecutiva en el Sevilla.

— Se marchó de un Sevilla en la cresta de la ola, recién ganada su primera UEFA, para recalar en el siempre convulso Xerez, en Segunda. ¿Por qué?

— Yo también soy persona de retos y a mí me apetecía el tema del Xerez. En aquella época contactó conmigo Joaquín Morales, yo en el Sevilla había pasado seis años muy buenos, pero también necesitaba otras cosas, porque entre otras cosas había pasado mucho tiempo viajando, estando fuera de casa, y necesitaba enfrentarme a nuevos directivos, nuevos periodistas, nuevos jugadores, nueva afición… Necesitaba otra presión y otras sensaciones, porque entendía que era crecer y ganar como director deportivo. La decisión de venirme a Jerez fue puramente sentimental.

— ¿También quería demostrar que podía estar al frente de una secretaría técnica?

— En ese momento no era mi pensamiento. No consideraba que tuviera que demostrar nada a nadie. Siempre he sido un tío humilde, de segunda línea de combate, poco dado a las entrevistas y a los medios salvo cosas muy puntuales. Pero yo donde empecé a amar este deporte y a oler a hierba mojada fue en el estadio Domecq con Rafa Choquet, con Dieguito de la Margara, con Juan Garrido… Yo desde muy pequeño he sido socio del Xerez CD y con siete años ya iba a verlo, entonces entre tener una situación en el extranjero, que era por entonces fácil para mí porque venía de triunfar en el Sevilla o el Xerez, a mí emocionalmente me seducía mucho más el Xerez.

— ¿Está satisfecho de aquel año?

— Creo que no se me valoró lo suficiente o no sé si es que la gente tenía otras expectativas o que por ser de Jerez era más fácil llevarme las críticas, no lo sé.

— ¿Le dolió eso?

— Hombre, en parte te duele, pero más por la familia, porque yo soy un profesional y estoy acostumbrado tanto a las críticas como a los elogios, que creo además que los dos son necesarios a partes iguales. El elogio sin llevarlo al exceso porque debilita, y la crítica porque te hace ser más fuerte. Pero yo creo que hubo momentos puntuales y gente en momentos puntuales que trataba de hacer daño y yo lo sufría más por la familia que por mí. De hecho firmé por tres años y cuando se cesa a Pepe Murcia decido marcharme. Aparte sabía que no me iban a faltar ofertas y pude elegir entre equipos como Tottenham, Liverpool, Inter de Milán o Valencia. Y me quedé con el Valencia.

"En el Xerez hubo momentos puntuales y gente en momentos puntuales que trataba de hacer daño"

— Tampoco encontró estabilidad en el Valencia.

— No, pero yo lo tenía muy claro antes de firmar. Yo sé que el Valencia es un equipo inestable de por sí y una plaza complicada. De hecho, cuando llego a Valencia, la persona de protocolo que viene a recogerme al aeropuerto, en una conversación larga hasta el hotel, me dice una cosa que se me queda grabada: “Te deseo mucha suerte, pero ten en cuenta que el valenciano fabrica obras de arte para luego prenderles fuego”. Y es cierto. Esa es la mentalidad del valenciano, y a mí en su momento me chocó. Y en definitiva no fue aquel año, cada año ves que el Valencia es muy inestable. Y cuando yo estuve pasaron cuatro presidentes. Es imposible hacer nada así. Si en un club ya da mucha inestabilidad tener dos cambios en el banquillo, imagina en la presidencia. Pero para mí el año del Valencia fue un máster y no estoy arrepentido. En situaciones similares a las de aquella época volvería a ir. Fue un año en el que la Liga fue muy convulsa pero el resto del año fue muy bueno. Llegaron Mata, Villa, Iván Helguera… Lo bueno es que tuve oportunidad de compartir vestuario con jugadores de primer nivel y además en mi vitrina hay un rinconcito para una Copa del Rey que gané con el Valencia y eso lo agradeceré siempre.

— Luego tiene oportunidad de marcharse al extranjero, pero recibe una llamada de la Federación Española y no se lo piensa.

— Ese año en principio quería descansar, es el clásico que tras siete u ocho años consecutivos piensas en parar, en ver fútbol, en oxigenarte y tal. Me salen estas opciones en el extranjero pero una noche, cenando en El Puerto con otro jerezano, buen amigo y por entonces todavía futbolista, Dani López Ramos, me llaman al teléfono. Era Fernando Hierro. Me dice que había cambios en el cuerpo técnico, que nadie sabía todavía nada, pero que habían hablado con Vicente del Bosque y querían que yo fuera informador y analista de la Selección. De querer descansar a que te pase la Selección por delante con la generación de futbolistas que venía… La decisión fue muy fácil.

— Analiza a los rivales y hace un seguimiento de los jugadores susceptibles de ser seleccionados.

— Teníamos una lista de 50 o 60 jugadores, tres o cuatro por puesto, por si se daba la circunstancia de que se lesionaran los dos teóricos titulares, y a la sub 21 también la controlaba muy de cerca. Todos los técnicos, que éramos Vicente del Bosque, Toni Grande, Paco Jiménez y yo nos repartíamos los campos de España. Durante la semana veíamos todas las competiciones en vídeo y los fines de semana viajábamos, tanto por toda España como por el extranjero. Y la segunda misión era hacer un análisis de los rivales y preparar un informe. Me tocó toda la fase de clasificación del Mundial de Sudáfrica, la fase final y tres cuartos de la fase de clasificación de la Eurocopa de Polonia y Ucrania.— ¿Qué parte de culpa tiene Antonio Fernández de que Casillas levantara la Copa del Mundo en el Soccer City de Johannesburgo?

— Ostras… Pues… -se lo piensa- Sinceramente, pocas. Yo hice mi trabajo lo mejor que supe, estoy muy orgulloso de lo que hice, pero yo creo que la responsabilidad es del técnico para lo bueno y para lo malo, y luego de los jugadores que teníamos, porque era una generación espectacular. Evidentemente detrás había un grupo que acompañábamos, éramos los palmeros y el trabajo fue importante, entonces algo habré aportado. Pero me parecería injusto decir que yo tengo una parte de culpa del éxito. Estuve ahí, lo pude disfrutar, tengo todos los informes del Mundial y de la fase previa guardados con mucho cariño, que incluso me los han querido comprar para publicarse en algún libro, cosa que no he hecho porque entiendo que forma parte de mi trabajo y es mi intimidad profesional. Pero bueno, algo de culpa tendré, por intentar no ser tan modesto, pero nada comparable con la que tienen los futbolistas y Vicente, los verdaderos artífices de aquel éxito.

— ¿A cuál de aquellas selecciones a las que se enfrentó España en el Mundial le temía más, cuál consideraba que era la más correosa?

— Yo les tenía mucho miedo a Paraguay y a Chile. Eran selecciones que conocía muy bien. Dentro de la chilena con futbolistas muy amigos desde hacía años como Mark González, el chino Millán, Valdivia, Ismael Fuentes… Sabía que era una selección que, hablando en una terminología muy coloquial, era muy toca huevos: de presionar muy arriba, de no dar un balón por perdido, de no importarle si el marcador iba arriba o abajo porque iban a seguir, correosos… Y Paraguay tres cuartos de lo mismo. Por entonces era una selección muy física, con las ideas muy claras tácticamente, con muy poca vergüenza a la hora de irse al ataque, y esa falta de respeto, bien entendida, nos podía hacer daño. Eran los equipos que a mí me daban más miedo, incluso más que Alemania en la semifinal, porque Alemania era una selección con más calidad, más nombre, pero ese orden te facilita jugar de otra forma. En cambio la anarquía que pueden tener selecciones como Chile o Paraguay te desconciertan y cuando te quieres dar cuenta quedan diez minutos de partido y vas uno a cero perdiendo o vas cero a cero y no tienes manera de meterles mano. Y de hecho fueron selecciones que se nos atragantaron un poco (Chile 1-2 España; Paraguay 0–1 España) que después salvamos con una pizca de suerte y méritos propios.

"Conseguir tener en una misma generación a otros como Xavi, Iniesta, Villa, Mata, Silva, Sergio Ramos o Casillas será complicado"

— ¿Cómo recuerda esos días previos a la final con Holanda?

— Los recuerdo con mucho cariño. Por la mañana, tras el desayuno si no había entrenamiento, eran largos paseos por el complejo donde estábamos concentrados. Vicente del Bosque, Toni Grande, Paco Jiménez y yo, y a veces se unían Ochotorena y Javier Miñano. Hablábamos mucho sobre cómo visualizábamos el partido. En mi caso, que no veía menos de siete partidos de la selección a la que nos íbamos a enfrentar, ver de qué manera podíamos afrontar el partido para que el margen de error fuera mínimo. Y después los partidos son melones por calar. Al final tú tienes mucho control de todo pero hay circunstancias que hacen que modifiques lo que has visto anteriormente. Pero la previa a la final la recuerdo con mucha responsabilidad sobre todo, con ganas de disfrutarla y con una única idea, ganarla, porque todo lo que no fuera eso iba a ser morir en la orilla.

— ¿Se les veía esas caras de ganadores a nuestros futbolistas, como tantas veces se dice?

— Se les veía en el brillo de los ojos desde por la mañana y hasta por la noche. Al primer futbolista que veía por la mañana y al último antes de acostarnos era Puyol. Y se veía, y se le transmitía. Puyol también era un futbolista poco dado a los medios, daba pocas entrevistas, pero luego en el vestuario es el líder que se veía en el campo. Y él por las mañanas llegaba media hora antes de estar citado para esperar a sus compañeros y recibirlos y luego era el último en irse después de cenar. Pasaba por la habitación que yo tenía habilitada para hacer los informes para que imprimiera una quiniela que hacíamos a modo de apuestas entre los futbolistas y los técnicos y luego nos quedábamos hablando del partido que habíamos jugado, del que habíamos visto o del que nos tocaba por jugar. Y eso lo recuerdo con muchísimo cariño.

— ¿Se repetirá aquella gran generación de jugadores?

— Va a ser muy difícil que la veamos. Vienen bien la sub 21, la sub 19, la sub 17, pero conseguir tener en una misma generación a otros como Xavi, Iniesta, Villa, Mata, Silva, Sergio Ramos o Casillas será complicado. Ojalá, pero creo que no la vamos a volver a ver.

— ¿Cómo era su relación profesional con Del Bosque?

— Pues como la personal, excelente. Los tres años y medio que trabajé con él todas las mañanas desayunábamos juntos con los demás técnicos y a partir de ahí era planificar, hablar, y una relación súper sana en lo personal y profesional desde el respeto y la educación. Es un tipo que sabe manejar muy bien su grupo de trabajo, que sabe escucharte, que te demuestra luego que lo que tú le dices lo lleva a la práctica porque confía ciegamente en lo que le dices, que te hace partícipe, porque cuando les estaba poniendo una imagen en vídeo a los jugadores para explicarles algo al final me llamaba para que se lo explicara porque yo era el que lo había visto en directo… En ese sentido es un tipo brillante, y en lo personal hay poco que decir de él.

— ¿Es de los que piensa que debería haber abandonado la Selección antes?

— Sí. Yo pienso que le ha sobrado un poquito de tramo, pero no porque lo hubiera hecho mal, sino porque después del Mundial y la Eurocopa, Brasil era el punto y ahí pienso que se tendría que haber terminado.— ¿Ha afeado su salida el encontronazo que tuvo con Casillas, aunque después hicieran las paces?

— Se ha maquillado, aunque como a mí ya me pilló fuera lo que sé es por lo que he leído en la prensa. Cuando ya lo he visto en Madrid después de esto no le he querido preguntar, lógicamente. Lo único que puedo decir, conociendo a los dos en lo personal y lo profesional, es que ha podido haber algo que al final no ha quedado en nada.

— A Casillas también se le ha machacado. ¿Es comprensible que a un portero que ha sido leyenda se le ataque de esa manera?

— Pero es que eso es deporte nacional en España. El fútbol en general tiene la memoria muy corta y se nos olvidan las cosas rápidamente. Yo creo que lo que ha hecho Casillas en este país es para estarle eternamente agradecido. Que durante una fase de su carrera profesional en los últimos tiempos no haya estado con la brillantez de antes es lógico, pero es que la gente no sólo no lo entiende sino que lo machaca. Es que a Casillas hay que ponerle una alfombra roja allá por donde pase. Pero a él y a otros 30 futbolistas más. Y ya da igual que te guste más el Madrid o el Barcelona, o al contrario, es que es respeto profesional, es gente que ha dado por ti y por tu país muchísimo y que han logrado que se nos escuche hasta en el último rincón del mundo gracias al talento que ellos tienen y el interés que despiertan. Pero a veces la sensatez brilla por su ausencia.

— ¿Qué le parece Lopetegui como sustituto de Del Bosque?

— Muy bien. Yo creo que Julen es un tipo enamorado de su profesión, un gran conocedor del fútbol español y de todas las categorías inferiores, con fiebre de analizar todo y tenerlo atado todo al mínimo detalle. Lo único que le hace falta es una pizca de suerte, porque preparación y experiencia tiene sobrada, así como juventud y frescor para transmitírselo a los jugadores y tener un éxito notable.

— ¿Qué puede aportar?

— Él viene, excepto por su paso por el Oporto, de haber estado en los últimos años en las categorías inferiores de la selección, así que puede aportar frescura y ese cambio generacional que se ha iniciado pero que todavía no ha concluido. Creo que eso lo puede terminar de armar bien. Y luego le va a transmitir a los jugadores mucha seguridad. Julen es un tío muy sensato y muy seguro de lo que hace y esa firmeza que se le transmite al jugador luego es clave para que se sienta seguro, con confianza y con ganas de seguir acumulando éxitos.

"A Casillas hay que ponerle una alfombra roja allá por donde pase"

— ¿Se le debe seguir exigiendo a la Selección que pelee por los títulos o es demasiado pronto?

— A ver, yo creo que a España hay que exigirle, porque somos la mejor liga del mundo y tenemos jugadores magníficos. El exigir no está mal, la exigencia siempre te hace crecer, pero una vez que hayamos establecido el punto de exigencia viene el siguiente paso, que es el que se nos olvida: el de la comprensión. Tú puedes exigir mucho, luego se desarrollan los actos y si son exitosos hay que aplaudirlos, si no lo son hay que criticarlos, pero desde el respeto y la comprensión. Una cosa es que se les exija y otra querer ser campeones de Europa y del Mundo cada dos años, cuando eso no lo ha hecho nadie en los últimos años. Que le pregunten últimamente a los brasileños con su selección, pentacampeona del Mundo, cuando había años que tenía selección A, B y C porque tenían tanto talento que no cabían en una sola. Y aquí todo el mundo juega y todo el mundo se prepara y hay generaciones que trabajan muy bien. Y Alemania copió, entre comillas, el estilo y los métodos de España y al final le ha dado sus frutos. Y con Bélgica está pasando lo mismo. Entonces, exigir por supuesto, y luego aplaudir o criticar pero desde el respeto y la comprensión. Y que no tengamos la memoria tan corta. Que ha habido una generación de futbolistas que ha logrado sacar banderas de España en Cataluña y el País Vasco y que ha hecho que millones de personas salgan a la calle por la Gran Vía de Madrid.

— Se habló mucho también de Caparrós para el cargo de seleccionador, pero muchos decían que no daba el perfil. Usted que lo conoce bien, ¿qué opina de todo eso?

— Lo que opino es que muchas veces la gente hace análisis previos sobre perfiles pero luego, si le preguntas por ese perfil, muchos no te saben ni contestar. ¿Qué necesita Caparrós para ser seleccionador? Que le den el puesto. Si es un tío con más de 500 partidos en Primera División que se ha enfrentado a un montón de retos y los ha salvado en el 90% con éxito, que ha ido a un Bilbao con gente de la cantera y los resultados han sido espectaculares; en el Sevilla fue la base que después dio pie a los títulos de Juande… ¿Qué le falta a Caparrós? ¿Que te puede gustar más o menos su forma de jugar? ¿Que te puede gustar más o menos su forma de transmitirle a los jugadores? Eso no es lo que entra en el perfil. El perfil es el de un tío con experiencia, sumamente cualificado, con más de 500 partidos en Primera, conocedor del fútbol como el que más… ¿Qué más quieres? ¿Que mida 1,90, sea rubio y con los ojos azules? El perfil lo tiene, lo que pasa es que solo cabe uno y la Federación ha dicho que sea Julen y hay que aplaudirlo. Pero si hubiera sido Joaquín seguro que lo hace igual que Julen o mejor, porque a nivel de entrenador tiene más experiencia y a la hora de resolver problemas que se plantean en un partido seguro que Joaquín ha resuelto tres mil más que Julen a día de hoy.

"No tengamos la memoria tan corta. Ha habido una generación de futbolistas que ha logrado sacar banderas de España en Cataluña y el País Vasco"

— Por el último club que ha pasado es el Málaga. Allí vivió el riesgo del descenso y luego la gloria de la Champions. ¿Fue un gran desafío?

— Yo llego en noviembre o diciembre de 2010, seis meses después del Mundial. El equipo estaba último y con una plantilla confeccionada en el verano anterior que no estaba dando el perfil. Todo pasaba por salvarnos esa temporada, porque si el Málaga bajaba a Segunda División no habría habido ni jeque, ni millones, ni nada. Entonces había que reforzar a marchas forzadas al equipo para mantenerlo en Primera. Y tiré de agenda, de gente que sabía que iba a salir a La Rosaleda con 30.000 personas delante y no le iba a poder la presión. Maresca estaba sin jugar en Grecia, lo llamé y vino. Baptista estaba sin jugar en Roma, lo llamé, me costó más convencerlo y vino; y Demichelis estaba sin jugar con Van Gaal en el Bayern de Munich, lo llamé y vino. Y a estos tres jugadores veteranos, súper contrastados y del perfil que te comenté antes, les sumé dos jóvenes para equilibrar, Ignacio Camacho y Sergio Asenjo, con la mala suerte de que se lesiona a los tres partidos en el Sánchez Pizjuán y tiro de Willy Caballero, que en aquella época llevaba siete años en Segunda División con el Elche, que todos los años hacía una temporada buena y en ese momento dimos el paso en el Málaga para ficharlo. Y con ese equipo nos salvamos a falta de una jornada en San Mamés empatando a uno. Eso nos permite trabajar con tranquilidad durante el verano, porque teníamos solvencia económica y las ideas claras. Entonces con tiempo vinieron Toulalan, Van Nistelrooy, Joaquín, Isco, que entonces estaba en Tercera División con el Valencia Mestalla y Emery no contaba con él. Pagamos su cláusula de rescisión, por la que fui criticado por ello, cuatro millones, pero dos años después se vendió por 36, así que tampoco estuve muy loco al tomar aquella decisión.

— ¿Fue el año en el que profesionalmente se sintió más realizado, por eso de clasificar al equipo para la Champions?

— La verdad es que te sientes bien, porque el Málaga entró en Champions por primera vez en su historia y no pasó a las semifinales por una mala tarde de un trío arbitral en Dortmund. En condiciones normales el Málaga debería haber pasado de ronda y luego a dos partidos puede pasar cualquier cosa. Pero llegar a cuartos ya fue un éxito, aunque fue agridulce, pero sí te queda la sensación de haber hecho un buen trabajo, de ver a la gente disfrutar y de ver un plantillón, porque entrabas en el vestuario y daba gusto: Joaquín, Santi Cazorla, Monreal, Van Nistelrooy, Buonanotte, Sergio Sánchez, Ignacio Camacho… Una plantilla que hizo disfrutar mucho al malaguismo hasta que el dueño cambió el rumbo, por las circunstancias personales que él entendiera, y decidió volver a ser un equipo más recompuesto económicamente y no estar dispuesto a apostar tan alto. Así que yo entendí que no fue el proyecto para el que fui llamado y me marché.— Y desde entonces está un poco más alejado de los focos mediáticos. En los últimos tiempos abandera el proyecto de cantera 'WEA Sierra de Cádiz'. ¿Cómo surge la idea? ¿Por qué la sierra?

— Desde hacía mucho tiempo veíamos que la sierra estaba muy desprotegida y yo siempre digo lo mismo: nadie elige donde nace. Nosotros somos unos privilegiados por nacer en un país maravilloso como este, por mucho que lo critiquemos, mientras hay otra gente que nace en países tercermundistas, en medio del África más profunda y ni yo elegí nacer en España ni los otros allí. Pues llevando este símil a la sierra de Cádiz yo pensaba que un niño de la sierra tenía el derecho de tener las mismas posibilidades que un niño nacido en Madrid, Sevilla, El Puerto o Jerez. Un chaval de Olvera, de Villamartín, de Bornos o de Alcalá del Valle solo podía aspirar a jugar en el equipo de su pueblo. Miguel Ángel Rondán es clave en el proyecto porque conoce bien la sierra al ser de San José del Valle. Lo que hacemos es que si el niño antes iba por una carretera nacional, que ahora pueda ir por una autopista. Porque si coges a los mejores niños de cada pueblo y los pones a entrenar con otros de su nivel, al final se hacen mejores, porque la competencia es mayor. Aquí ya hay más exigencia, es una escuela profesionalizada, entonces por eso creamos WEA. Y en dos años de existencia ya tenemos a un chico en el Villarreal, a dos en el Rayo, a uno en el Sevilla y el Atlético de Madrid está detrás de otro. Así que algo bueno estaremos haciendo.

"Si Caparrós hubiera sido el elegido para ser el seleccionador seguro que lo hace igual que Julen o mejor, porque a nivel de entrenador tiene más experiencia" 

— Qué pena lo del Xerez CD…

— Es una lástima, pero lamentablemente es lo que tenemos. Entre todos lo mataron y él solo se murió. Yo creo que hubo una etapa muy bonita, de muchos años consecutivos en Segunda División, y hubo un momento en el que aquí nos creíamos que éramos más de lo que realmente éramos. Y entre unos y otros, entre los que vinieron, los que se fueron, los que opinaban, los que decían, los que escribían, los que jugaban, lo cierto es que lamentablemente si tenemos que ver fútbol de nivel nos tenemos que ir fuera de Jerez, y eso es una pena. Hubo siete u ocho temporadas seguidas en Segunda donde veíamos fútbol de nivel, pero es que llegó un momento que pensábamos que no servía para nada y que teníamos que estar entre los tres primeros sí o sí y que teníamos que ascender y que teníamos que ganar todos los partidos por cuatro a cero.

— ¿Se habría consolidado el Xerez en Primera de haberse salvado, como hicieron el Getafe, el Granada…?

— Pues por qué no. Ha habido equipos que lo han conseguido con presupuestos humildes pero con trabajo bien hecho. Pero aquí entraron muchas prisas y no fuimos capaces de valorar lo que teníamos. Un poco la antonomasia de esta ciudad. No supimos disfrutar de lo que tuvimos, saborear el estar siete u ocho años consecutivos en Segunda, con un club que nunca se supo sanear pero que lo disfrutábamos. Ahora lamentablemente ni podemos disfrutar del Xerez CD ni parece que el FC acabe de enganchar…

— ¿Se debería haber esperado a que el CD ‘muriera’ para crear el FC?

— Yo respeto enormemente la decisión de los que un día tomaron la decisión de crear un nuevo club, pero yo soy de los que piensa que el xerecismo es el del Xerez CD. Que ahora han creado un nuevo Xerez los que son xerecistas de toda la vida y son más xerecistas que nadie… Me parece muy bien y me parece muy respetable y les deseo el mayor de los éxitos, pero yo ahora mismo no me siento identificado como xerecista con ese club de la manera en que se produjo.

— De todos los jugadores con los que ha trabajado, ¿cuál es el que más le ha impresionado tanto en el plano futbolístico como en el personal?

— Hombre, yo siempre digo que Alves ha marcado mi carrera, y aparte en lo personal es un tipo espectacular más allá de las excentricidades que podamos ver en televisión por su manera de vestir o su forma de lanzar un mensaje en un momento puntual o por cuatro vídeos que cuelgue en internet cantando. A Dani Alves el corazón no le cabe en el pecho, hace muchas cosas buenas por personas necesitadas que la gente desconoce. Entonces en lo profesional y en lo personal Dani es mi jugador. Luego Isco es otro jugador que me ha impresionado mucho. Le conocía de las selecciones inferiores, por eso tuve tan claro firmarlo para el Málaga. Después en lo personal me han marcado otros muchos jugadores como Llorente, Villa, Puyol y ni que decir tienen Sergio Ramos o Jesús Navas, a los que conozco desde que tenían catorce años. Muchas veces la gente conoce del futbolista una cara que no es la real, ni la auténtica. Los vemos en la previa de un partido, del postpartido, con un mensaje medio impuesto del club para salvar una situación, pero al futbolista también hay que conocerlo en la trastienda.

"En Jerez entraron muchas prisas y no fuimos capaces de valorar lo que teníamos" 

— ¿Su recuerdo más bonito? ¿Y el más triste?

— El más bonito el Mundial, por supuesto, aunque esa primera UEFA del Sevilla es imborrable. Y triste, sin duda, la pérdida de Antonio Puerta, con el que tenía una magnífica relación. Hay muchos momentos que me llevan a acodarme de él y a emocionarme mucho.

— ¿La mayor decepción que se ha llevado?

— La verdad es que tampoco recuerdo una decepción de manera especial. Te decepciona un jugador que prometía más y que finalmente no rinde tanto porque no trabaja lo que tiene que trabajar; te decepciona un compañero que ves que ha hecho algo que no es correcto o que te ha faltado a la lealtad; te decepciona un partido puntual porque no compites al nivel que se te exige… Hay muchas cosas que te decepcionan pero ninguna ha sido tan importante como para guardármela. Yo soy una persona nada rencorosa y entiendo que la gente se puede equivocar e incluso tiene la obligación de poderse equivocar, lo mismo que yo también habré cometido muchos errores.

— ¿Qué le queda por hacer a Antonio Fernández en el mundo del fútbol?

— Seguir disfrutando, creciendo y aprendiendo. Esto es una carrera sin principio ni final. Sí que me gustaría hacer algo importante en el extranjero. En España tuve la suerte de ser campeón de España, de Europa y del mundo antes de cumplir 40 años, algo que creo que no había hecho nunca ningún técnico, y tengo la sensación o el gusanillo de hacer algo importante fuera, no sé si como director deportivo. De hecho tuve la oportunidad de ir a una federación sudamericana hace poco y en el último momento me eché para atrás, pero por ahí van a venir los tiros. A día de hoy me seduce mucho más emprender un proyecto deportivo importante en el extranjero.

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Jorge Miró

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