Ha vestido a los mejores jinetes, ganaderos, rejoneadores y toreros de España y de todo el mundo. A sus 84 años, jubilado desde hace dos, presentará en septiembre un libro en el que recoge sus vivencias tras 65 años de profesión.

¿Cuántas veces habré pasado por la calle Bizcocheros en treinta años? ¿Cientos? ¿Miles? Resulta increíble conocer, con casi 34 años, que esta vía alberga una colección que más de una ciudad quisiera para sí pero que aquí en Jerez solo unos pocos la han podido ver.

En el número 8 de esta señorial calle del barrio de San Pedro está el domicilio y taller de quien mejor ha sabido entender cómo se debe vestir de corto. Antolín Díaz Salazar (Jerez, 1933) espera nuestra visita un mediodía de primavera. Años atrás, lo más probable es que hubiera declinado nuestro ofrecimiento, dada la gran carga de trabajo que ha tenido siempre. Pero ya jubilado, el maestro de sastres, el rey del traje corto andaluz, nos abre las puertas de su casa de par en par y nos explica, sin prisas, la historia de algunos de los 150 ropajes que expone en su pequeño museo. “El Ayuntamiento me dijo en su día que para abrirlo al público tenía que habilitar, entre otras cosas, dos cuartos de baño. Ya me dirás dónde los iba a colocar aquí”.

A los 16 años comienza a trabajar con sus tíos y aprende el oficio. Pero Antolín, en una época en la que no existían los grandes almacenes y abundaban los sastres, pronto se da cuenta de que tenía que desmarcarse porque barrunta que la confección, antes o después, se comería la sastrería. Años después, tras finalizar el servicio militar, monta su propia tienda en el número 2 de la plaza Esteve, donde estaría 35 años, y aunque comienza confeccionando ropa femenina, pronto se dedica al traje corto andaluz. Tiene 23 años. Como nadie en su familia se había decantado por esta rama, tiene que aprender de manera autodidacta. Estudia cuadros, libros y grabados antiguos y empieza a realizar sus propios diseños y a combinar nuevos colores más allá de los clásicos que hasta entonces se habían estado empleando.Al principio tiene poco trabajo, solo encargos para la Feria y el Rocío, pero pronto su buen hacer corre de boca en boca hasta llegar a oídos de todo aquel que tiene que decir algo en el mundo del caballo no solo en España, también en el extranjero. “En 65 años de profesión no sé lo que son unas vacaciones. Me he podido escapar un día suelto, pero irme una semana, en la vida”. Sus jornadas de trabajo, junto a Carmen Beato, su difunta esposa, a la que define como “una bordadora excepcional”, comenzaban cuando todavía no había salido el sol y terminaban cuando ya se había puesto. “Aquí nos pegábamos 14 o 15 horas al día perfectamente”.

Los mejores jinetes, los ganaderos más afamados y los toreros y rejoneadores más reputados han vestido y visten con la firma Díaz Salazar. El propio fundador de Mango, Nahman Andic Ermay, gran amante de los caballos y propietario de una yeguada, no duda en pagarle los desplazamientos a Barcelona para que le tome medidas para sus trajes. Incluso la Casa Real le encarga los trajes de los lacayos que acompañarían a la infanta Elena y a Jaime de Marichalar en el coche de caballos que los llevó hasta la Catedral de Sevilla en su boda. “Eran de color oscuro para que no destacaran más que el traje del novio. No se apreciaban los bordados, que son preciosos. La historia es que tuve que hacer cuatro, dos para los lacayos y otros dos para los guardaespaldas, que iban con ellos en el coche. Les tuve que incorporar unos bolsillos para que pudieran guardar las pistolas”.

“En 65 años de profesión no sé lo que son unas vacaciones. Me he podido escapar un día suelto, pero irme una semana, en la vida”

Antolín, que confecciona trajes de corto en todas sus vertientes, le tiene especial cariño al vestuario que diseña y confecciona para la Real Escuela Andaluza del Arte Ecuestre. “Es todo mío. Me llamó Alvarito cuando la funda y no es porque lo haya hecho yo, pero es único. Álvaro siempre me dejó libertad total para que expresara mi creatividad”. Su única espina es no haber podido trabajar el traje de luces. “Me hubiera gustado, pero por tiempo no podía, era imposible. Al final, los toreros iban a Madrid a hacerse los trajes de luces y a Jerez, a Antolín a hacerse el traje corto”.A sus 84 años, el sastre ya no ejerce salvo cuando llega algún cliente que necesita que le ajusten su traje. Y desgraciadamente, la prestigiosa firma Díaz Salazar se perderá. Ninguno de sus hijos ha querido dedicarse al oficio y de su familia, un sobrino es el único que quiere seguir sus pasos, aunque él mismo reconoce que quizás le ha pillado demasiado tarde. Incluso el propio Antolín, con 65 años de experiencia, afirma que sigue aprendiendo. “Por la vida hay que ir de humilde, aunque una cosa es hacer trajes de corto y otra saber el oficio. Y yo he aprendido del hilo al pabilo”.

Por eso mismo, el sastre ha querido reflejar en un libro sus conocimientos. Llevaba muchos años dándole vueltas a la idea hasta que la ha plasmado en una obra titulada, como no podía ser de otra manera, El traje corto. Actualmente en fase de producción antes de entrar en imprenta, será presentado el próximo 9 de septiembre, Día Europeo del Caballo, en el museo de enganches de la Real Escuela. “Hay más de 500 invitaciones. Va a ser un acto muy bonito”, explica Antolín, que avanza que habrá un segundo libro enfocado a los profesionales y en el que enseñará algunas de sus técnicas, pero no todas. Porque como bien dice “la gente no crea, copia”.

Nos despedimos de él no sin antes preguntarle si se siente lo suficientemente valorado en Jerez. "Aquí soy uno más, no existo". Y se muerde la lengua. ¿Tendrá que morir para que le reconozcan?, le insistimos. Se lo piensa y calla, con una media sonrisa. 

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Jorge Miró

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