Dicen que la literatura es un oficio de emociones, que uno llega a ella a través de un libro con el que conecta hasta quedar atrapado y enfermo de literaturitis. Ese día no es como ningún otro, ese día se ha obrado el milagro. Uno de los mayores enfermos de esta epidemia es Daniel Fopiani, autor de La melodía de la oscuridad, recientemente publicada por Espasa. Fopiani, sargento de Infantería de Marina de profesión, de 29 años, es, además de un lector incansable, un profundo trabajador del oficio de escribir, constante y a veces obsesivo, meticuloso y disciplinado. La melodía de la oscuridad es una novela negra de nueva creación, y digo de nueva creación porque el género ha evolucionado alejándose de los andamios narrativos que en ella usasen Conan Doyle o Raymond Chandler, venerados autores del género, para beber acertadamente de los esquemas prácticos de las series de televisión. Esta nueva fórmula acerca al lector al texto, no le es ajena, y se hace partícipe de uno historia en la que se involucra, disfruta y sufre a partes iguales. Un oficio de emociones, ya lo dijimos.
Adriano es el personaje creado por Fopiani para encabezar la trama. Un sargento de la Guardia Civil apartado del cuerpo después de sufrir un atentado pertrechado por la banda terrorista ETA tras el que perdió la visión y su vida sexual. Un hombre acabado, tocado en su ánimo, para quien su mujer desearía una vida más plácida. Porque Adriano, casi sin quererlo, se verá seducido por el teniente Román a colaborar en la resolución los crímenes de Hércules sin tener capacidad de negarse. Con la ciudad de Cádiz como telón de fondo, Alceo irá recreando los doce trabajos de Hércules en forma de asesinatos con el fin de conseguir el favor de los Dioses.
Pero más allá del argumento, originalmente enlazado con el mundo clásico a través del mito del héroe fundador de Cádiz, La melodía de la oscuridad es una obra de ingeniería literaria. Los principios narrativos de voz, tiempo y acción nos llevan de forma precisa a lo largo de una historia en la que un narrador omnisciente nos lleva de capítulo en capítulo en una cronología de sucesos que se desarrolla en nueve días capaces de poner patas arriba a una ciudad y a los cimientos de la propia vida de Adriano.
Lo verosímil de la historia queda sustentada por la coherencia con que Fopiani crea a cada uno de sus personajes, todos ellos tienen un pasado que condiciona y actúa en el presente al que se enfrentan. No son personajes espejos, sino que lo acertado de su construcción hace que empaticemos con sus vidas y su forma de actuar, desde el investigador al asesino, desde el marido a la mujer. Con certera habilidad cada uno de ellos emplea en las escenas detalles cotidianos que aumentan el grado de realismo, unos dedos que repiquetean sobre una pierna durante una espera, por ejemplo y entre otros.
Daniel Fopiani, que anteriormente había publicado La cárcoma (Premio Valencia Nova de novela joven), Lee o disparo y Relatos sin contrato, demuestra en La melodía de la oscuridad una profesionalidad y un conocimiento de la técnica poco frecuente para un autor de su edad pero nada raro para quienes tenemos el gusto de conocerlo y haber seguido la evolución de su obra.
En Fopiani tenemos narrador para rato y en La melodía de la oscuridad una lectura subyugante y vertiginosa. No dejen de leerla, se lo agradecerán.
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