Callejuela de Gibraleón.
Callejuela de Gibraleón.

Si aparcamos por un instante la necedad, y borramos de nuestros labios esa risa estúpida, estampada en la cara delatando desconocimiento y miedo, podremos en la Noche de Difuntos, ser capaces en Jerez de la Frontera, de ver lo inaudito cuando giremos la cabeza para mirar por encima de nuestro hombro izquierdo, a riesgo de que se nos afloje la vejiga y nos mojemos de arriba abajo empapados en los temores propios.

Las creencias populares relacionadas con la Noche de Difuntos, son de origen pagano y de antigüedad inmemorial. Si intentamos remontarnos a los orígenes de esta celebración en memoria de los difuntos, descubriremos que se encuentran en una antigua fiesta pagana celebrada por los celtas, que luego fue adaptada por los romanos y que el cristianismo hizo suya.

Fue en el año 998 cuando, en el sur de Francia, el monje benedictino San Odilón u Odilo (c. 962 – 1048), quinto abad de Cluny, instauró la oración por los difuntos en los monasterios de su congregación, como fiesta para orar por las almas de los fieles que habían fallecido, por lo que fue llamada «Conmemoración de los Fieles Difuntos».

La celebración se basa en la doctrina de que las almas de los fieles que al tiempo de morir no han sido limpiadas de pecados veniales, o que no han hecho expiación por transgresiones del pasado, no pueden alcanzar la Visión Beatífica, y que se les puede ayudar.

Casa de 'El Pantera'.

En Jerez encontramos “Casas encantadas, leyendas, brujería, historias de crímenes inexplicables, lugares de actividad paranormal y psicofonías reunidos en esta ciudad”. Las casas viejas son más propensas a estar encantadas porque sus ex residentes consiguen tener un apego emocional a ellas que de alguna manera se manifiesta como energía fantasmal, pero las casas nuevas también son capaces de albergar fantasmas cuando las entidades deciden pasar a través de ellas. En el primer caso podemos clasificar el Palacio Domecq.

Este palacio conocido por el de Camporreal, y antiguamente de Benavente. Un palacio al que no le falta de nada, ilustres visitantes, tesoros ocultos y hasta sus fantasmas, que recorren las escaleras y pasean de noche por las angostas calles adyacentes. Pocos son los valientes que deciden aventurarse en su interior, en una Noche de difuntos, ya que los que se atreven a cruzar el umbral dejarán de tener sueños tranquilos.

En la casa palacio que fue vivienda del “Pantera”, cerca de la Plaza del Mercado, se perciben martillazos, golpes en las paredes y gritos inconcebibles, también se permite escuchar un lamento de mujer por haber perdido a su hija.

En el Palacio Riquelme hay ruidos extraños, golpes, arañazos, explosiones,… todos ellos, fenómenos enigmáticos.

Como edificaciones nuevas tenemos la zona de las Torres de Córdoba, un sitio de sobra conocido por apariciones de espíritus. Destaca el Café Teatro La Guarida del Ángel, con su extraña presencia en los servicios de señoras y también en las escaleras, o ese sentir de alguien a tu lado más la sensación de ser tocado en La Moderna, en el salón interior, justo al lado del antiguo paño de la vieja muralla.

“El Altillo” siempre fue un conjunto de misterio, ambición, envidia, curiosidad y extrañas casualidades. Belloc Carrer, una de las muchas institutrices que pasaron por la finca, profesora de francés, se despidió con una frase: “Pobre Altillo, pobre Altillo”. Era la premonición. De un paraíso tranquilo, amable y acogedor, donde las niñas desarrollaban su vida entre amas, niñeras y profesoras, aquello se convirtió en un sufrimiento, una melancolía que duró más de veinte años.

El Palacio Villavicencio (Alcázar), alberga entre sus paredes una gran cantidad de extraños sucesos. Distintos testimonios hablan de las voces que retumbaban, de pomos de puertas que se giran solos y presencias que no se consideran humanas. Personas que aseguran haber visto una pálida figura femenina en el lugar. Se escuchan con claridad pasos y ruidos que no corresponden a nadie. Objetos que se mueven por sí mismos, timbres que suenan sin ser tocados.

Interior del Palacio de Villavicencio.

En la Casa de la Mujer, en la Calle Liebre, Calle Pedro Alonso, Calle Caballeros, en los estudios de radio y televisión de Onda Jerez, Capilla de la Yedra. Cruz de las Lealas. San Juan de los Caballeros. La Plazuela, El Recreo de las cadenas. Iglesia de San Lucas. Callejón de los Negros. El arco de la Calle Ancha. Calle Muro. Colegio La Salle en Alameda Cristina. Iglesia de la Victoria, Casa del Cristo en la Calle del Pollo, Museo arqueológico, La Catedral, El Rincón Malillo, Calle Gibraleón, Calle Porvera, Casino Jerezano, algunos moradores vagan confundidos sin descanso por sus estancias y espacios.

En Jerez muchos manifiestan haber sido empujados al estar sentados en las sillas, otros dicen haberse despertado en plena noche con la sensación de haber sido tocados en la cara por manos heladas. Notan variaciones enormes de temperatura. Además, de vez en cuando las casas se inundan de un olor repugnante de un rancio perfume. También se forman manchas negras sobre los lavabos y aparecen nubarrones de moscas a pesar de la temporada. Se oyen fuertes portazos y también el crujir de los suelos. Objetos diversos aparecen de ninguna parte, se desplazan, se caen al suelo o salen despedidos por el aire.

Un testigo asevera haber escuchado alboroto de lo que parecía ser un perro que frotaba y llamaba suavemente en su puerta, pero cuando la abrió, no había nada al otro lado.

Otro, escuchó ruidos de pasos cojeando que iban y venían, en círculos, alrededor de su cama.

Gente afirma haber visto luces en la inmensidad de las plantas como linternas paseándose, presencias fantasmales, golpes, ruidos y luces misteriosas que asustan a los trabajadores del lugar.

En la Noche de Difuntos, callaras o te tomaran por loco, o más aún, por necio. Sin fanfarronadas, sin aspavientos, sin presumir de valiente, ya no volverás a ser el mismo.

ETe lo ratifico, he escuchado de primera mano los testimonios, visto las casas encantadas y apresurado el paso, más nunca reconoceré como mías estas palabras mal confesadas una Noche de Difuntos, en Jerez de la Frontera.

En esta noche jerezana, aprendemos que la cobardía, en cuestiones de muertos, no es una deshonra. Luego, no digas que no se te ha advertido.

Sobre el autor:

Captura de pantalla 2018-05-14 a las 17.36.08

Eduardo Arboleda Ballén

...saber más sobre el autor

Si has llegado hasta aquí y te gusta nuestro trabajo, apoya lavozdelsur.es, periodismo libre, independiente y en andaluz.

Comentarios

No hay comentarios ¿Te animas?

Lo más leído