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Cada año más de 30.000 americanos mueren por armas de fuego.

Mark [Barden], quiero darte las gracias por la presentación. Todavía me acuerdo de la primera vez que te vi, la primera vez que pasamos tiempo juntos, y la conversación sobre Daniel. Y eso me cambió ese día. Y mi esperanza, de verdad, es que cambie el país.

Hace cinco años esta semana, un miembro del Congreso y otras 18 personas fueron tiroteadas en un supermercado en Tucson, Arizona. No era la primera vez que tenía que hablar a la nación en respuesta a un tiroteo indiscriminado, y no fue la última. Fort Hood. Binghamton. Aurora. Oak Creek. Newtown. Navy Yard [Washington] Santa Barbara. Charleston. San Bernardino. Demasiadas.

Gracias a un gran equipo médico y al amor de su marido, Mark, mi querida amiga y colega, Gabby Giffords, sobrevivió. Ella está aquí con nosotros hoy, con su maravillosa madre [aplausos]. Gracias a un gran equipo médico, su maravilloso marido, Mark, quien, por cierto, la última vez que vi a Mark [este es un pequeño inciso, puede que sepáis que Mark tiene un gemelo que está en el espacio exterior [risas]], vino a mi oficina y le dije: ¿Cuánto hablas con él? Y él dijo: bueno, normalmente hablo con él todos los días, pero hoy la llamada ha llegado justo antes de la reunión así que puede que no haya respondido a su llamada [risas] lo que me hizo sentirme bastante mal [risas]. Eso sí es una llamada de larga distancia [risas]. Así que le he dicho que si su hermano, Scott, llama hoy, que responda [risas]. [Mark] Sube el volumen del teléfono [risas].

Yo estaba con Gabby en el hospital, y en ese momento no pensábamos realmente que sobreviviría. La visité justo antes del homenaje y como una hora después Gabby abrió los ojos por primera vez. Me acuerdo de hablar con su madre sobre eso. Conozco el dolor que ella y su familia han padecido estos últimos cinco años, y la rehabilitación y el trabajo y el esfuerzo para recuperarse de heridas demoledoras.

Y después pienso en todos los americanos que no han tenido tanta suerte. Cada año más de 30.000 americanos mueren por armas de fuego. Suicidios. Violencia doméstica. Tiroteos de bandas. Accidentes. Cientos de miles de americanos han perdido a sus hermanas y hermanos o han enterrado a sus hijos. Muchos han tenido que aprender a vivir con discapacidades, o a vivir sin el amor de sus vidas.

Algunas de estas personas están hoy aquí. Ellos os pueden contar algunas historias. En esta sala hay muchas historias. Hay mucho dolor. Hay mucha resistencia, mucha fuerza, pero sobre todo mucho dolor. Y esto es solo una pequeña muestra.

Estados Unidos no es el único país del mundo donde hay violencia y gente peligrosa. No somos intrínsecamente más propensos a la violencia. Pero somos el único país en el mundo que ve este tipo de violencia indiscriminada irrumpir tan frecuentemente. Esto no pasa en otros países desarrollados. Ni de cerca. Como he dicho antes, de alguna manera nos hemos vuelto insensibles y hemos empezado a pensar que es normal.

Y en vez de pensar en cómo solucionar este problema, este se ha convertido en uno de los debates más polarizados y partidistas –-a pesar de que hay un consenso general sobre lo que hay que hacer en América. Esta es parte de la razón por la que el martes voy a estar en Virginia en un encuentro sobre la violencia y las armas. Porque mi objetivo es llevar a la buena gente a los dos lados de este problema para un debate abierto.

No soy candidato, no busco apuntarme tantos. Podemos no estar de acuerdo sin ser desagradables, no necesitamos interrumpirnos constantemente. Pero sí necesitamos sentir una sensación de urgencia sobre esto. En las palabras del doctor [Martin Luther] King, tenemos que sentir “la intensa urgencia de este momento”. Porque hay gente muriendo. Y las constantes excusas de inacción ya no valen, no son suficientes.

Por eso estamos aquí hoy. No para debatir sobre el último tiroteo indiscriminado, sino para hacer algo e intentar prevenir el siguiente [aplausos]. Para demostrar que una gran mayoría de americanos, incluso si nuestras voces no se oyen más alto ni son las más extremistas, nos preocupamos por un niño pequeño cono Daniel; para unirnos y avanzar con sentido común en la tarea de salvar vidas y proteger mejor a nuestros hijos.

Ahora, quiero ser totalmente claro desde el principio –y he dicho esto una y otra vez, esto se convierte en una rutina, hay un ritual sobre todo esto que tengo que cumplir--: creo en la Segunda Enmienda. Está ahí grabada sobre el papel. Garantiza el derecho a tener armas. No importa cuántas veces la gente intente darle la vuelta a mis palabras –enseñé Derecho Constitucional, sé un poco sobre esto, [aplausos] lo entiendo. Pero también creo que hay que buscar maneras para reducir la violencia que provocan las armas protegidas por la Segunda Enmienda.

Quiero decir, pensad en esto: todos creemos en la Primera Enmienda, la garantía de la libertad de expresión, pero todos aceptamos que no se puede gritar “fuego” en un teatro. Entendemos que hay que poner algunas limitaciones a nuestra libertad para proteger a gente inocente. Amamos nuestro derecho a la privacidad, pero aceptamos pasar por el detector de metales antes de poder entrar en un avión. A la gente no le gusta hacer esto, pero entendemos que es parte del precio de vivir en una sociedad civilizada.

Y lo que habitualmente se ignora en este debate es que la mayoría de los propietarios de armas suele estar de acuerdo. La mayoría cree que podemos respetar la Segunda Enmienda y evitar la discusión sobre la capacidad irresponsable e ilegal de las armas para producir daños masivos. 

Hoy en las tiendas de armas se exigen los certificados de antecedentes penales. Si un padre quiere enseñarle a su hija a cazar, puede entrar en una tienda de armas, hacer un certificado de antecedentes penales, y comprar su arma de forma segura y responsable. Esto se ve como una violación de la Segunda Enmienda. Al contrario de lo que algunos propietarios de armas sugieren, este no ha sido el primer paso en una pendiente resbaladiza hacia una confiscación masiva. Al contrario de las declaraciones realizadas por algunos candidatos presidenciales, aparentemente, antes de esta reunión, este no es una plan para quitarle las armas a todo el mundo. Si superas el control de penales, compras un arma.

El problema es que algunos vendedores de armas han estado actuando bajo reglas diferentes. Alguien violento puede comprar las misma armas en internet sin necesidad de un certificado de penales, sin preguntas. Un estudio reciente muestra que una de cada 30 personas que buscan armas en una web tiene antecedentes penales. Estamos hablando de gente condenada por crímenes serios: asalto con violencia, violencia doméstica, atraco, posesión ilegal de armas. Gente con historiales criminales largos está comprando armas mortales muy fácilmente. Y esto era solo una web en el transcurso de varios meses.

Hemos creado un sistema en el que gente peligrosa pueden jugar bajo reglas distintas a las de un propietario de armas responsable que compra su arma de forma correcta y se somete al control de sus antecedentes penales. Esto no tiene sentido. Todo el mundo tendría que ajustarse a las mismas reglas. La mayoría de americanos y propietarios de armas están de acuerdo. Y eso es lo que intentamos cambiar hace tres años, después de que 26 americanos –incluyendo 20 niños-- fueran asesinados en la escuela Sandy Hook.

Dos senadores estadounidenses –Joe Manchin, un demócrata de West Virgina, y Pat Toomey un republicano de Pennsylvania, los dos proprietarios de armas, los dos grandes defensores de los derechos de la Segunda Enmienda, los dos con una nota “A” de la Asociación del Rifle [eso es difícil de encontrar --] trabajaron juntos y de buena fe, consultando a gente como nuestro vicepresidente, que ha sido un campeón de esto durante mucho tiempo, para redactar un proyecto de ley de sentido común que habría requerido que cualquiera que comprara un arma tuviera que someterse a un certificado de delitos penales. Eso era todo. Cosas de sentido común. El 90% de los americanos estaban de acuerdo con esa idea. El 90% de lo demócratas en el Senado votaron a favor de esa idea. Pero fracasó porque el 90% de los republicanos en el Senado votaron en contra de esa idea.

¿Cómo se convirtió esto en un problema tan partidista? El presidente republicano George W. Bush dijo una vez: “Creo en los certificados de delitos penales en las ferias de armas o en cualquier parte para asegurarnos de que las armas no caen en manos de quien no debería tenerlas”. El senador John McCain introdujo una medida bipartidista para resolver el vacío legal de las ferias de armas, y dijo: “Necesitamos esta enmienda porque hay criminales y terroristas que se han aprovechado y están aprovechando este vacío en nuestras leyes de seguridad de armas”. Incluso la Asociación del Rifle solía apoyar los certificados de delitos penales. Y por cierto, la mayoría de los miembros todavía los apoyan. La mayoría de los votantes republicanos todavía lo hacen.

¿Cómo hemos llegado hasta aquí? ¿Cómo hemos llegado al momento en el que la gente piensa que requerir un certificado de penales significa quitar las armas?

Cada vez que esto sale, nos responden con la excusa de que las reformas de sentido común como los certificados de penales podrían no haber impedido la última masacre, o la anterior a esa, o la anterior a esa, así que para qué intentarlo. Rechazo este argumento [aplausos]. Sabemos que no podemos parar todos los actos de violencia, todos los actos de mal en el mundo. Pero a lo mejor podemos intentar parar un acto de mal, un acto de violencia.

Algunos de vosotros tal vez recordáis que al mismo tiempo que sucedía lo de Sandy Hook, una persona perturbada en China cogió un cuchillo e intentó matar –con un cuchillo– a  un montón de niños. A lo mejor no podemos salvar a todos, pero podemos salvar a algunos. Así como no podemos prevenir todos los accidentes de tráfico, pero damos pasos para intentar reducirlos.

Como dijo Ronald Reagan una vez, si los certificados de penales pudieran salvar más vidas “merecería la pena convertirla en ley suprema”. El proyecto de ley del Congreso de hace tres años recogía esa máxima. Desafortunadamente, demasiados senadores no la respaldaron [aplausos].

De hecho, sabemos que los certificados de penales suponen una diferencia. Después de que Connecticut aprobara una ley que requería certificados de penales y cursos de seguridad de armas, las muertes por disparos se redujeron un 40%. Un 40% [aplausos]. Mientras tanto, desde que Missouri rechazó una ley que requería certificados de penales y permisos de compra, las muertes por arma crecieron hasta un 50% por encima de la media nacional. Un estudio muestra que ahora en Missouri los criminales tienen un acceso más fácil a las armas.

Y los datos nos dicen que en los estados en los que se requieren certificados de penales, a los americanos que respetan la ley no les es más difícil comprar armas. Sus armas no han sido confiscadas. Sus derechos no han sido violados.

Y esta es solo la información a la que tenemos acceso. Con más investigación podríamos mejorar la seguridad. Así como con más investigación hemos reducidos las muertes de tráfico enormemente en los últimos 30 años. Investigamos cuándo coches, comida, medicamentos, incluso  juguetes, hacen daño a la gente y podemos hacerlos más seguros. Y sabéis qué, la investigación y la ciencia son cosas buenas. Funcionan [Risas y aplausos]. De verdad.

Pero pensad en esto. Pese a que nadie argumenta que las pistolas sean potencialmente mortales, armas que matan a decenas de miles de americanos cada año, el Congreso votó para que los expertos de salud pública tuvieran más difícil investigar sobre la violencia de las armas; más difícil recopilar datos y hechos y diseñar estrategias para reducir la violencia de las pistolas. Incluso después de San Bernardino, se negaron a dificultar que los sospechosos de terrorismo pudieran coger un avión para comprar armas semiautomáticas.

El lobby de las armas puede estar tomando como rehén al Congreso, pero no pueden tomar América como rehén [aplausos]. No tenemos que aceptar esta carnicería como precio de nuestra libertad [aplausos].

Ahora quiero ser claro. El Congreso todavía tiene que actuar. La gente en esta sala no descansará hasta que el Congreso lo haga [aplausos]. Una vez que el Congreso ponga en marcha medidas de sentido común para la seguridad de las armas, podremos reducir la violencia que generan. Pero no podemos esperar. Mientras tengamos un Congreso en sintonía con la mayoría de americanos, hay medidas dentro de mi autoridad legal que podemos tomar para ayudar a reducir la violencia de las armas y salvar más vidas –acciones que protegen nuestros derechos y a nuestros hijos.

Después de Sandy Hook, Joe y yo trabajamos juntos con nuestros equipos y pusimos en marcha una serie de acciones ejecutivas para intentar reforzar las reglas y sistemas existentes. Pero hoy queremos dar un paso más. Así que dejadme hacer un resumen de lo que vamos a hacer.

Número uno, cualquiera que esté en el negocio de venta de armas de fuego necesita tener una licencia y exigir certificados de antecedentes penales, o estar sujeto a acciones penales [aplausos]. No importa si lo haces en Internet o en una tienda de armas. No importa dónde lo haces, sino lo que haces.

También vamos a extender los controles de los certificados de antecedentes penales para incluir a los criminales que intentan comprar algunas de las armas de fuego más peligrosas escondiéndose detrás de firmas, corporaciones y otros atajos.

También vamos a dar pasos para hacer que el sistema de certificados de antecedentes sea más eficaz. Bajo la guía de Jim Comey y del FBI, nuestro director adjunto, Tom Brandon, del Departamento de Alcohol, Tabaco, Armas de Fuego y Explosivos [ATF por sus siglas en inglés], vamos a contratar a más gente para procesar solicitudes más rápidamente, y vamos a convertir un anticuado control de certificado de penales en un sistema del siglo XXI [aplausos].

Y estos pasos llevarán a un proceso más amable para los propietarios de armas que respetan las leyes, a un proceso más llevadero para los vendedores de armas responsables, a un proceso más sólido para proteger a los ciudadanos de la gente peligrosa. Hasta aquí el número uno.

Número dos, vamos a hacer todo lo que podamos para asegurar el cumplimiento de las leyes de seguridad de armas que ya están vigentes, lo que significa que vamos a añadir 200 agentes e investigadores más al ATF. Vamos a obligar a los vendedores de armas a que informen con regularidad sobre las pistolas perdidas o robadas. Estamos trabajando con activistas para proteger a las víctimas de abusos domésticos de la violencia de armas, donde demasiado frecuentemente [aplausos], demasiado frecuentemente hay personas que no están recibiendo la protección que necesitan.

Número tres, vamos a hacer más para que los que padecen enfermedades mentales tengan la ayuda que necesitan [aplausos]. Hay algunos que se inspiran en tiradores de élite. Pero la verdad es que casi dos de cada tres muertes por arma son suicidios. Por lo que mucho de nuestro trabajo consistirá en prevenir que la gente se haga daño a sí misma.

Por eso tenemos que asegurarnos de que el Obamacare [risas y aplausos] garantice que las enfermedades mentales estén cubiertas como las demás. Y por eso vamos a invertir 500 millones de dólares para extender ese tratamiento a todo el país [aplausos].

También vamos a asegurarnos de que los expedientes federales de salud mental se envíen al sistema de control de certificación de penales, y a eliminar los obstáculos para que los Estados puedan compartir información relevante. Si podemos desestigmatizar los problemas de salud mental, dar a la gente la ayuda adecuada, cubrir las lagunas  que hay en el sistema de control de certificación de penales, entonces podremos ahorrar a más familias el dolor de perder a un ser querido por suicidio.

Y para aquellos que en el Congreso normalmente se apresuran a culpar de los tiroteos a las enfermedades mentales como forma de esquivar cualquier acción sobre las armas: ésta es vuestra oportunidad para apoyar estos esfuerzos. Confirmad vuestra palabras con los hechos [aplausos].

Número cuatro, vamos mejorar la tecnología en el campo de la seguridad de armas. Hoy, demasiadas muertos y heridos son el resultado de armas legales que fueron robadas, mal usadas o disparadas accidentalmente. Solo en 2013 más de 500 personas perdieron sus vidas en accidentes con pistolas –y eso incluye a 30 niños de menos de cinco años. En el país más avanzado del mundo tecnológicamente, no hay razón para que eso suceda. Tenemos que desarrollar más tecnología para hacer las armas más seguras. Si conseguimos bloquear un teléfono con una huella dactilar, ¿porqué no podemos hacer lo mismo con nuestras pistolas? [aplausos] Si disponemos  de una aplicación para encontrar una tablet que hemos perdido –lo que a mí me pasa a medida que me voy haciendo más viejo [risas], si podemos encontrar nuestro iPad, no hay razón por la que no podamos hacerlo con un arma robada. Si un niño no puede abrir un bote de aspirinas, tenemos que asegurarnos de que no pueda apretar el gatillo de una pistola. [aplausos]. ¿Verdad?

Así que vamos a mejorar la investigación. Y vamos a trabajar con el sector privado para modernizar la tecnología de las armas de fuego.

Y algunos vendedores de armas ya están dando un paso adelante al negarse a vender armas sin un certificado de penales completo, y al abstenerse de vender armas semiautomáticas altamente especializadas. Y espero que se les unan más vendedores y fabricantes –porque deberían estar preocupados con unos  productos que hoy matan casi a tantos americanos como los accidentes de coche.

Digo esto porque ninguno de nosotros puede hacerlo solo. Creo que Mark ya ha dicho esto antes. Todos deberíamos ser capaces de trabajar juntos para encontrar un equilibrio que ponga de manifiesto que el resto de nuestros derechos también son importantes -los derechos de la Segunda Enmienda son importantes, pero hay otros derechos que también nos importan. Y tenemos que ser capaces de equilibrarlos. Porque nuestro derecho a la libertad religiosa --ese derecho se les negó a los cristianos en Charleston, Carolina del Sur [aplausos] y a los judíos en Kansas City. Y se les negó a los musulmanes en Chapel Hill, y a los shijs en Oak Creek [aplausos]. Ellos también tenían derechos. [Aplausos]

Nuestro derecho a reunirnos de forma pacífica --ese derecho que les fue arrebatado a quienes fueron al cine en Aurora y Lafayette. Nuestro derecho inalienable a la vida, a la libertad, a la búsqueda de la felicidad --esos derechos arrancados a los estudiantes de Blascksburg y Santa Barbara, Columbine, y Newtown. Y  a todas las familias que nunca pudieron imaginar que un ser querido pudiera morir a punta de pistola.

Cada vez que pienso en esos niños me pongo furioso. Y por cierto, esto pasa en las calles de Chicago todos los días. [Aplausos]

Tenemos que reclamar un Congreso lo suficientemente valiente para pararle los pies a las mentiras del lobby de las armas. Tenemos que levantarnos y proteger a los ciudadanos. Tenemos que pedir a los gobernadores, legisladores y empresas que hagan su trabajo para que la sociedad sea más segura. Necesitamos que la amplia mayoría de propietarios de pistolas responsables que lloran con nosotros cada vez que esto pasa y que sienten que su opinión no está siendo convenientemente representada se una a nosotros para pedir algo mejor [Aplausos].

Y necesitamos que los votantes que quieren leyes más restrictivas con las armas y que están decepcionados con los líderes que se oponen a eso vayan a votar cuando hay elecciones. [Aplausos]

Esto es pura matemática. Si, el lobby de las armas se hace oír y está bien organizado para defender que las armas estén disponibles para todos en todo momento. Bueno, ¿sabéis qué?, nosotros tenemos que ser tan entusiastas como ellos. tenemos que estar igual de  bien organizados en la defensa de nuestros hijos. No es tan complicado. El congreso bloquea estas leyes porque quiere ganar las elecciones. Y os prometo que si no les dejáis ganar mientras sigan  bloqueando esas leyes,  cambiarán de rumbo. [Aplausos]

Y sí, será difícil, y no sucederá en un día. No sucederá con este Congreso. No ocurrirá durante mi legislatura. Pero hay muchas cosas que no suceden de un día para otro. El derecho al voto de las mujeres no se consiguió en un solo día. La liberación de los Afroamericanos no pasó en un noche. Los derechos LGTB - esos costaron décadas de trabajo. Que resulte duro no es excusa para no intentarlo.

Y si no sabes por qué deberías sentir “la intensa urgencia de este momento”, piensa en lo que pasó hace tres semanas. Zaevion Dobson estudiaba en el instituto Fulton de Knoxville, Tennessee. Jugaba al fútbol, y era querido por sus compañeros y profesores. El propio alcalde habló de él como una de las historias de éxito de la ciudad. La semana antes de navidad iba a casa de un amigo a jugar a videojuegos. No estaba ni en el lugar ni en el momento equivocado. no había tomado una mala decisión. Estaba donde cualquier otro joven estaría. Tu hijo. Mis hijos. Y el tirador empezó a disparar. Y Zaevion - que estaba todavía en el instituto, que prácticamente no había empezado su vida - intentó proteger a tres chicas de las balas. Y le dispararon en la cabeza. Las tres chicas se salvaron. Dio su vida para salvar otras - un acto de heroísmo mayor que el que pudiera esperarse de un joven de 15 años. “Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos”.

No nos piden quue hagamos lo que hizo Zaevion Dobson. Nos nos piden que tengamos una espalda así de sólida; un corazón tan fuerte; unos reflejos tan despiertos. No os pido que tengáis la misma valentía, capacidad de sacrificio o amor. Pero sí queremos a nuestros hijos y nos preocupamos por su futuro, y si queremos a este país y nos preocupamos por su futuro, entonces podemos sacar el coraje para votar. Podemos ser valientes para movilizarnos y organizarnos. Podemos encontrar la valentía para abrirse camino entre todo este ruido y hacer lo que un país sensato debería hacer.

Es lo que estamos haciendo hoy. Y mañana debemos hacer más. Y pasado mañana tendremos que hacer más. Y si lo hacemos, dejaremos como legado una nación más fuerte que la que heredamos y digna del sacrificio de jóvenes como Zaevion. [Aplausos]

Muchas gracias. Dios os bendiga. Gracias. Dios bendiga a América.

[Aplausos]

________________

Traducción de Adriana M. Andrade

Pincha aquí para ir al enlace con el texto original.

Sobre el autor:

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Paco Sánchez Múgica

Periodista, licenciado en Comunicación por la Universidad de Sevilla, experto en Urbanismo en el Instituto de Práctica Empresarial (IPE). Desde 2014 soy socio fundador y director de lavozdelsur.es. Antes en Grupo Joly. Soy miembro de número de la Cátedra de Flamencología; hice la dramaturgia del espectáculo 'Soníos negros', de la Cía. María del Mar Moreno; colaboro en Guía Repsol; y coordino la comunicación de la Asociación de Festivales Flamencos. Primer premio de la XXIV edición del 'Premio de Periodismo Luis Portero', que organiza la Consejería de Salud y Familias de la Junta de Andalucía. Accésit del Premio de Periodismo Social Antonio Ortega. Socio de la Asociación de la Prensa de Cádiz (APC) y de la Federación Española de Periodistas (FAPE).

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