Viajar con la casa a cuestas como medida anticovid

Nacho Fernández es el propietario de Caracolvan, una empresa de alquiler de furgonetas camper afincada en El Puerto que fundó cuando la crisis se llevó por delante la revista en la que trabajaba

Nacho, montado en la T2 Westfalia con la que empezó. FOTO: MANU GARCÍA
Nacho, montado en la T2 Westfalia con la que empezó. FOTO: MANU GARCÍA

El padre de Ignacio Fernández, Nacho para los amigos, era ceramista y, por lo tanto, siempre trabajó con su propia furgoneta. Además de para cargar los materiales que necesitaba para su taller, también la usaba para irse con la familia de viaje, a desconectar. “Echábamos el colchón detrás para dormir ahí”, recuerda Nacho. Ese gusto por la libertad que le aporta viajar en furgoneta lo conserva. Este periodista palentino, que estudió la carrera en Bilbao y ejerció el oficio en Madrid, estuvo durante una década cubriendo el mundial de rally, recorriendo cada temporada miles de kilómetros. “Cuando volvía a casa mi pareja quería irse de vacaciones y le decía que nada de aeropuertos ni hoteles, que mejor en furgoneta”.

Cuando la crisis se llevó por delante la revista en la que trabajaba, lo tuvo claro: iba a montar una empresa de alquiler de furgonetas. De eso hace diez años y, por entonces, “había que explicar qué era una camper”, que, además de unas zapatillas de deporte, es un tipo de furgoneta equipada para viajar sin ataduras. “Ahora parece que hay un boom, pero cuando empezamos había que explicar qué era”, dice Nacho Fernández, quien se instaló en Cádiz por alejarse de la gran ciudad y por verlo como un destino turístico donde implantar una compañía que comprende un modo de vida.

La empresa que fundó Nacho, junto a su pareja Ainhoa —“ella es del consejo de administración, tiene otro empleo”, bromea— se llama Caracolvan y tiene su base de operaciones en el polígono industrial El Palmar de El Puerto. Ahí lleva un año, en la nave donde guardan las ocho furgonetas que alquilan a clientes de todo el país y de otros como Portugal, Francia o Alemania. Con unas clásicas, como la T2 Westfalia de 1977, que es la joya de la corona —y que ahora sirve como emblema de la marca—, empezó en el garaje de su casa, hasta que la empresa creció lo suficiente como para tener sede propia. “Vimos que tenía aceptación y fuimos comprando más furgonetas, nos dimos cuenta de que con las nuevas los alquileres se alargan, al final la gente quiere flota nueva”, explica. Las clásicas, con más de 30 años de antigüedad, “daban muchos quebraderos de cabeza”.

Caracolvan cuenta con varios modelos de las míticas California, con techo elevable, u otras más pequeñas como la Mini Camper o la Eco Camper, aunque la más demandada es la Maxi Camper, para viajar en familia, ya que cuenta con dos camas dobles, baño propio, cocina y ducha con agua caliente. Como novedad, también incluye vehículos camper 4x4. “Trabajamos con mucho extranjero, que está más acostumbrado a este tipo de viaje”, cuenta Nacho. “Les llevamos la furgoneta al aeropuerto de Sevilla, Jerez o al de Málaga”. Este año, por el coronavirus, ha notado que ha descendido muchísimo la llegada de turistas de otros países, pero muchos españoles han querido probar. “Es importante que la gente lo conozca y vea sus virtudes”, dice.

Nacho Fernández, con la VW T2 Westfalia que tiene en Caracolvan. FOTO: MANU GARCÍA

“Necesitamos libertad de movimientos pero también un espacio propio donde sentirnos seguros. Una casa que se mueva, con todo lo nuestro dentro, con nuestra cocina, nuestro baño, nuestra cama y todo el camino por delante podría ser la solución. Un refugio libre de inseguridades con el que podríamos estar un día en la playa y otro en la montaña. Eso es justo lo que nos ofrecen las furgonetas camper, movilidad total con nuestra casa a cuestas”, expresan desde Caracolvan, que vive con la “incertidumbre” de no saber qué pasará en los próximos meses. “A estas alturas ya teníamos reservas casi hasta final de año, ahora solo a un par de semanas vista”, explica Fernández.

Nacho, que durante sus vacaciones aprovecha para viajar en furgoneta, reclama a las Administraciones más atención y medios para este tipo de turismo. “Lo fácil es prohibir en lugar de dar alternativas”, señala. “En Francia, por ejemplo, todos los pueblos tienen un área de autocaravanas, en Portugal está muy cuidado este tipo de turismo. Hay una percepción de que es un turismo cutre, que deja poco dinero, pero no es así. No por echar a esa gente van a ir un hotel. Esto suma, no resta, hay que crear una infraestructura para que esta gente se encuentre cómoda y tenga donde aparcar”.

 

Las furgonetas camper y autocaravanas pueden aparcar en los núcleos urbanos, como recoge el artículo 93 del Reglamento General de Circulación —“la parada y estacionamiento en vías urbanas se regulará por ordenanza municipal, y podrán adoptarse las medidas necesarias para evitar el entorpecimiento del tráfico”—, pero, eso sí, hay que conocer las ordenanzas municipales de la población en cuestión, ya que hay muchas que prohíben expresamente el aparcamiento de vehículos vivienda. Para ello hay que diferenciar entre acampar y pernoctar. Dormir dentro de una furgoneta o autocaravana es posible, pero si hay elementos en el exterior —sillas, mesas, una carpa— se considera acampada y puede conllevar multas. Dejar basura fuera, verter líquidos o cocinar en el exterior también puede ser motivo de sanción, así como ocupar espacios protegidos como pueden ser parques naturales, donde hay que conocer las zonas habilitadas.

“La mayor ventaja es la libertad”, destaca Nacho Fernández, quien recomienda a quien no haya probado la experiencia a que se anime a alquilar una furgoneta camper. Él, que hace diez años quería “cambiar de aires” y dejó el periodismo para montar su propia empresa, confiesa que hay veces que echa algo de menos el oficio, aunque no las condiciones laborales del sector. “La cosa está muy jodida, tengo amigos en Madrid que me dicen que están mal”, reseña. Él ya lleva diez años dedicado a su gran pasión, y espera que sean muchos más.

Sobre el autor:

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Francisco Romero

Licenciado en Periodismo por la Universidad de Sevilla. Antes de terminar la carrera, empecé mi trayectoria, primero como becario y luego en plantilla, en Diario de Jerez. Con 25 años participé en la fundación de un periódico, El Independiente de Cádiz, que a pesar de su corta trayectoria obtuvo el Premio Andalucía de Periodismo en 2014 por la gran calidad de su suplemento dominical. Desde 2014 escribo en lavozdelsur.es, un periódico digital andaluz del que formé parte de su fundación, en el que ahora ejerzo de subdirector. En 2019 obtuve una mención especial del Premio Cádiz de Periodismo, y en 2023 un accésit del Premio Nacional de Periodismo Juan Andrés García de la Asociación de la Prensa de Jerez.

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