Carmen Martínez, Paqui González y Juan López son algunos de los últimos miembros de la asociación de artesanos de Jerez y los propietarios de uno de los comercios más originales del centro de la ciudad.
El 7 de mayo de 2012 los Claustros de Santo Domingo volvían a abrir sus puertas al público tras 12 años de reformas. Poco antes, el 30 de marzo de 2012, varios miembros de la asociación de artesanos de Jerez inauguraban Artesanía Viva, una pequeña tienda en la céntrica calle de Tornería, a unos pasos de la joya gótico-mudéjar. Hoy, cinco años después, los últimos tres artistas que siguen al frente de este negocio hacen memoria y extrañan aquellos años en los que los Claustros, durante Navidades, acogían las exposiciones de dioramas y de artesanía. "Hoy todo esto se ha perdido", lamenta Carmen Martínez Jiménez, ceramista y una de los últimos miembros de la asociación. Y es que como ella misma expresa, su comercio funciona como expositor donde ensalzan —en silencio pero a golpe de arte— que "la artesanía sigue viva" y desde donde luchan para que "la artesanía siga viva".
Tres son los responsables de este activismo artístico: Paqui González Ríos, jerezana de 56 años, profesional de la marroquinería desde hace 28 y cabeza pensante del proyecto; Juan López Galisteo, jerezano de 58 años y ceramista desde hace más de 30; y por último Carmen, nacida en Madrid pero criada en Jerez, de 50 años de edad y ceramista desde 1993. Fue por esta misma fecha cuando los tres se conocieron en la asociación jerezana. "En la década de los 90 teníamos mucho movimiento. Participábamos en muestras de artesanía que se llevaban a cabo por toda Andalucía —Huelva, Sevilla, Cádiz, El Puerto...—, en la exposición navideña de los Claustros que fue cambiando de sitio hasta que murió hace unos 15 años, y también en Equisur desde que se inauguró Ifeca en 1991", expresa Carmen. Pero en esta última década Jerez le ha dado la espalda a la artesanía. La asociación "está en stand by", desde que la adminsitración cambiara los términos en el Zoco de Artesanía. Un lugar que empezó como un espacio para pontenciar el producto local, para pasar por vivero de empresas hasta llegar a ser —próximamente— en el Museo del Flamenco de Andalucía.
Si bien en el Zoco había varias exigencias donde únicamente podían vender artículos de artesanía creados por ellos, ahora en su local han abierto el abanico y se han convertido en una de las tiendas de souvenir más originales de la ciudad. Con solo cinco años de existencia, Artesanía Viva oferta tanto imanes, tazas, pañuelos y bolsos de piel, como camisetas de temática jerezana serigrafiada en la ciudad, merchandising de Los Delinqüentes o reproducciones de cerámica desde la prehistoria hasta el siglo X. "Lo que hay aquí no lo vas a encontrar en ningún otro sitio. Y normalmente la gente que entra siempre viene buscando algo especial. Vamos agrandando el género dependiendo de lo que el público demanda", incide Carmen, a quien le ha tocado estar detrás del mostrador esta semana. Al ser tres socios —pero sobre todo tres artesanos—, se van turnando por semana para así, trabajar en la tienda y también en el taller.
"Todo lo que se te pueda ocurrir en barro te lo hacemos nosotros". Más allá de la artesanía local, también tienen abanicos y camisetas pintadas a mano, ropa de Marruecos, La India o Nepal, joyería de plata y, por qué no, un cuenco tibetano o incienso de palo santo. "Son cosas que hemos tenido que ir aprendiendo con el tiempo", sonríe Carmen mientras muestra cómo se utiliza este cuenco de metales que produce un sonido y una energía mística. Desde este comercio reinvindican el arte que desprenden muchos artesanos de la ciudad y reiteran: "La artesanía sigue viva".