Trenzas vikingas en la peluquería "moderna" de una familia alemana en Chiclana: "Más chulo que la cola"

Hildee y Sascha, madre e hijo, abrieron en agosto de este año este local frente al río Iro tras dejar su país, donde aprendieron juntos los entresijos de este sector

Los alemanes, Hildee y Sascha, madre e hijo, en la peluquería Serendipia, en Chiclana.
Los alemanes, Hildee y Sascha, madre e hijo, en la peluquería Serendipia, en Chiclana. MANU GARCÍA

La luz del sol atraviesa el ventanal de un local ubicado frente al río Iro en Chiclana. “Parece verano”, dice Sascha Ernst, de 39 años, delante de un espejo. A su lado, su madre, Hildee Ernst, de 58 años, está a punto de realizar un peinado muy original a un cliente. Ambos, peluqueros alemanes, decidieron dar un giro a sus vidas en una ciudad de la que se enamoraron en 2005, año en el que viajaron al Sur de España por primera vez.

“Nosotros veníamos aquí de vacaciones una vez al año. También íbamos a la zona de Conil, Tarifa, Los Caños, la costa”, comenta el peluquero. Él y su madre ya se dedicaban al sector de la imagen personal en su pueblo natal, Kiedrich, muy cercano a la orilla del Rin. Fue en este municipio “pequeño y con muchos viñedos” donde trabajaban juntos en un negocio.

Hildee concentrada en las trenzas vikingas.
Hildee concentrada en las trenzas vikingas.   MANU GARCÍA

“Era una peluquería muy grande, con dos plantas y mucho personal, teníamos mucho estrés. Y un día decidimos cambiar”, explica el alemán que se mudó a la provincia gaditana en noviembre de 2021 con su mujer, su hija y tres perros. Poco después, su padre —carnicero ya jubilado— y su madre, se sumaron a la aventura.

La familia al completo dejó su país para instalarse en el lugar del que habían quedado prendados. “Esto es más bonito que Alemania”, dice mirando por la venta. “Y aquí la gente es muy amable”, añade su madre. De sus bocas solo salen piropos para la ciudad donde encontraron un local vacío e instalaron su propia peluquería.

El 15 de agosto de este año abrieron las puertas de Serendipia, nombre con el que bautizaron a este negocio que, para algunos, probablemente acabe siendo un descubrimiento inesperado y accidental. Una bonita casualidad en la que no solo se cuida el cabello sino también le dan un toque divertido.

Sascha posa en el interior de la peluquería.
Sascha posa en el interior de la peluquería.   MANU GARCÍA

“Hacemos todas las tendencias, cortes modernos y clásicos, somos multiservicio”, comenta Sascha, que se dedica profesionalmente a la peluquería desde 2001, cuando cumplió los 18, tras realizar una formación de tres años que completó en 2009 con un Máster que le permite emprender y formar a aprendices.

"Somas una familia para familias"

Los alemanes destacan que en sus sillones, traídos de su antigua peluquería, se sientan niños, mujeres y caballeros. “Somos una familia para familias, en Alemania es normal que vayan todos los miembros juntos”, explican. En España las hay unisex, pero también especializadas en hombre o mujer.

Madre e hijo apuestan por una peluquería “moderna” en la que ofrecen desde afeitados clásicos con navajas, toallas y masajes hasta tintes, permanentes y cortes. “Las mujeres piden muchas mechas para ocultar sus canas, no les gustan”, observa Hildee que ya está concentrada en el peinado.

La alemana realiza trenzas vikingas a Marcos.
La alemana realiza trenzas vikingas a Marcos.   MANU GARCÍA

La alemana, con sus propias manos, acaba de dividir la larga melena de Marcos para hacer trenzas vikingas, algo que no solo practica en el pelo de la cabeza sino también en las barbas largas. “Es más chulo que solo una cola de caballo”, dice su hijo que asegura que “aquí la gente es más abierta” y que en su país de origen “una trenza para un hombre no se ve”.

Según cuenta a lavozdelsur.es, muchas personas le piden este tipo de peinados porque los han visto en la serie Vikingos, de Netflix, y “les gusta el estilo”.

Desde que la familia echó a andar, muchos curiosos se han acercado a conocerles, tanto españoles como ingleses y alemanes. Ellos saben comunicarse en ambos idiomas lo que supone una tranquilidad para turistas o residentes recién llegados que aún no dominan el idioma. “Pero lo que más vienen son los vecinos del centro”, comentan.

Detalle de las manos de Hildee en plena creación.
Detalle de las manos de Hildee en plena creación.    MANU GARCÍA
Así han quedado las trenzas vikingas.
Así han quedado las trenzas vikingas.    MANU GARCÍA

En la peluquería hay elementos decorativos que embellecen el lugar, pero también objetos que llaman la atención y que, en otra época, sirvieron para acicalar a los clientes. Sascha se detiene frente a una estantería repleta de utensilios y herramientas antiguas. “Este secador tiene 100 años más o menos, pero no lo usamos, es peligroso”, ríe.

"Vienen vecinos del centro"

A continuación, coge una máquina que sí utiliza para dar masajes en la cabeza a las personas y un artilugio de metal para hacer rizos. Después enseña una máquina manual de cortar pelo. “Se te ponía un brazo de Popeye, mucho trabajo”, dice el alemán al que le encanta conservar estos objetos que forman parte de la historia de su profesión.

Utensilios antiguos de peluquería.
Utensilios antiguos de peluquería.   MANU GARCÍA
Sascha enseña una máquina para dar masajes en la cabeza.
Sascha enseña una máquina para dar masajes en la cabeza.    MANU GARCÍA

En su mayoría todos proceden de mercadillos de antigüedades o son regalos de clientes. En su colección también guarda “navajas muy viejas” que recuerdan a las que tenía el mismísimo Sweeney Todd, el barbero diabólico. Sascha muestra una de ellas, que mantiene grabado el nombre de su propietario, fabricada en 1912 por una compañía alemana.

A sus espaldas, se divisa un mueble donde reposan tintes capilares de 170 colores de la empresa Wella. Una peculiaridad que no es muy común en las peluquerías de la provincia. Ellos exponen las cajas para que los clientes puedan elegir el tono con mayor facilidad.

Una de las navajas antiguas que el alemán conserva.
Una de las navajas antiguas que el alemán conserva.   MANU GARCÍA
Madre e hijo posan frente a uno de los espejos de la peluquería.
Madre e hijo posan frente a uno de los espejos de la peluquería.   MANU GARCÍA

Hildee ya ha terminado su trenzado con habilidad y el sol sigue iluminando la entrada de este local donde los alemanes esperan mantenerse muchos años más. Algo tienen claro, a Alemania “no queremos volver, allí la gente es muy triste”.

Sobre el autor:

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Patricia Merello

Titulada en Doble Grado en Periodismo y Comunicación audiovisual por la Universidad de Sevilla y máster en Periodismo Multimedia por la Universidad Complutense de Madrid. Mis primeras idas y venidas a la redacción comenzaron como becaria en el Diario de Cádiz. En Sevilla, fui redactora de la revista digital de la Fundación Audiovisual de Andalucía y en el blog de la ONGD Tetoca Actuar, mientras que en Madrid aprendí en el departamento de televisión de la Agencia EFE. Al regresar, hice piezas para Onda Cádiz, estuve en la Agencia EFE de Sevilla y elaboré algún que otro informativo en Radio Puerto. He publicado el libro de investigación 'La huella del esperanto en los medios periodísticos', tema que también he plasmado en una revista académica, en un reportaje multimedia y en un blog. 

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