El polifacético Carlos Jurado se aventura en el mercado textil con su marca Socks&Shock, que busca 'pintar' los pies de colores llamativos y atrevidos. 

"Mi hermano me juró que nunca se los iba a poner. Ahora tiene catorce pares", asegura Carlos Jurado, un jerezano que colgó sus zapatos en las navidades de 2015 para andar por la vida en calcetines de colores. No es que él se estuviera apagando, al contrario. Carlos, alegre y atípico, como bien definen con orgullo sus dos hijas, eligió emprender, a sus 55 años, creando de manera autodidacta una marca de calcetines 100% española. Cuenta que le salía más barato que se hicieran en China, pero que finalmente se decantó por una fábrica de Valencia para que la denominación de origen se quedara en casa, y así, preservar una mayor calidad del producto. "Cuando le dije a mi familia que iba a hacer calcetines, mi madre se quedó estupefacta, mi mujer me dijo que adelante y mi tío, Caballero Bonald, no se lo creyó mucho", comparte. "¡Papá tú estás loco!", le dijeron sus hijas. 

Carlos Jurado Caballero (Jerez, 1960) se ha criado dando vueltas por España y reside en su ciudad natal desde hace algo más de diez años. "Me enamoré, me casé y entonces me quedé aquí, en Jerez". Estudió Derecho, pero nunca llegó a ejercer. Dejó aparcado el mundo de la abogacía para encaminarse por una senda más creativa. Realizó diversos cursos de marketing digital y, siguiendo la estela de su tío José Manuel Caballero Bonald, logró publicar seis novelas, llegando a ser El año en que paró el tiempo (1996) finalista del Premio de Novela Ateneo de Sevilla, uno de los certámenes más prestigiosos de narrativa de la época. También redacta artículos de opinión en ABC, y participa en Hoy por hoy de la Cadena Ser. Es experto en esoterismo, creó el primer programa informativo para personas sordas y se llevó durante más de 20 años redactando guiones cinematográficos y spots publicitarios. Su último trabajo fue como comercial ejecutivo en una farmacéutica, ya que termina dejándolo en 2009 para dedicarse a sus hijas. Cuando su mujer consigue la dirección del Hotel Los Jándalos, escoge abandonar su trabajo para ser "amo de casa". "No se me caen los anillos por decirlo, para mí es un elogio", espeta con firmeza. "Aprendí a cocinar, a planchar...", agrega.

Se subió a la ola de los calcetines creativos hace un año, al contemplar una fotografía en la que aparecía el consejo de una multinacional con la que él había trabajado. “Me llamó mucho la atención que de catorce señores de 70 u 80 años, trece de ellos llevaran calcetines de diseño con dibujos, colores... que fueran tan elegantemente vestidos y que ese tipo de calcetines no les afearan”, cuenta. En aquel preciso momento sus ojos captaron unos calcetines de colores que días más tarde volvería a observar en una película de Harrison Ford. El algodón le estaba llamando. Le impactaron tanto que decidió dibujar algunos bocetos. Recuerda que su primer diseño fue de lo más flamenco, con lunares pequeños. Con algunos modelos bajo el brazo, Carlos se lanzó a la pradera de algodones y cañas (altas o bajas) con la convicción de que esos trazos pintados se convirtieran en realidad a corto plazo. Poco faltó para que llegaran sus primeros calcetines. En 2016 ya estaba comercializando a través de su web los primeros diseños de su firma Socks&Shock por Jerez y en el extranjero, en países como Colombia o Perú."Pensé en el nombre y lo primero que me vino a la mente fue ese, Socks&Shock. Te podría dar una explicación científica pero mentiría", explica entre risas. Calcetines unisex que impactan, esa era la idea. De ahí, empezó a tirar del hilo, y lo demás fue saliendo solo. Un logo ingenioso diseñado por él mismo, al igual que el packaging (empaquetado) novedoso y coqueto. Carlos Jurado rebosa imaginación, pero también trabaja duro formándose e investigando sobre el mercado actual de esta prenda. Dice que en España, 20.000 personas buscan al día la palabra "calcetines" en Google y que este sector genera unos 13 millones de euros al año. "Hace 40 años la Guardia Civil te detenía si te ponías una corbata roja. De pronto, en la actualidad, vi que una corbata rosa le daba un toque más elegante a un traje azul. Hoy día la corbata que mejor encaja con la indumentaria es la que más rompe", expone. 

Cuenta que a cada hijo le pone un nombre dependiendo del estampado y del color, es por ello que todos son distintos, únicos. Un ejemplo es el Sandi Ketchup, llamado así por tener un óvalo en forma de sandía y por el color carmesí del diseño. Sus calcetines tienen rayas, lazos, corazones, lunares, bolitas... Van cambiando por temporada, y tiene en mente crear dos nuevas líneas: una más clásica bajo el nombre de Ópera, y otra más impactante llamada Rock. A día de hoy su firma se puede encontrar físicamente en Coso y en Gómez Grillo, además de comprar a través de su propia página web. No obstante, Carlos Jurado, como buen emprendedor, busca nichos de mercado diferentes a pasarelas de moda o mercadillos; se quiere centrar en los campos de golf y en los centros sanitarios. "Los médicos y las enfermeras, que van con las barcas, visten siempre calcetines blancos. Sin embargo, ahora está de moda que algunos de sus complementos en el trabajo lleven muñequitos, sobre todo en pediatría. Así que quiero mover mis calcetines por esos lados", concluye. Y así, sin zapatos y en algodón peinado, anda Jurado de lado a lado.

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Claudia González Romero

Periodista.

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