Sevilla estrena el otoño patas arriba y con nuevos atascos en las avenidas que conectan con Sevilla Este después de que estas hayan perdido uno de sus tres carriles para cedérselo al moderno Tranvibús, el nuevo bus de tránsito rápido y 100% eléctrico con el que el Ayuntamiento de Sevilla promete terminar precisamente con los colapsos y conseguir una ciudad más saludable. Mientras la ciudadanía protesta por la situación y las asociaciones vecinales se debaten entre la crítica directa y la paciencia, el Ayuntamiento reparte folletos propagandísticos con las bondades del nuevo sistema de transporte que se estrenó en julio en modo de pruebas y asegura ahora una primera semana de uso gratis a partir de este próximo lunes.
La línea del nuevo Tranvibús conecta el distrito más poblado de la capital hispalense (el de Sevilla Este, Alcosa y Torreblanca, que suman unos 150.000 habitantes) con el corazón de Nervión, y su flota de 10 vehículos lo hace por un carril exclusivo a unos 20 o 25 kilómetros por hora y con una frecuencia de paso de 10 minutos que ahorra notablemente los tiempos: desde Torreblanca hasta Nervión, por ejemplo se tardará 28 minutos, casi 20 menos que ahora. Desde el Polígono San Pablo, solo diez minutos, es decir, la mitad que actualmente. Los planes del delegado de Movilidad, Álvaro Pimentel (PP), pasan por eliminar 90 vehículos a la hora en esta primera fase del estreno y 400 coches menos una vez que el Tranvibús llegue hasta la propia Plaza del Duque.
El problema es que para ello no solo hace falta que la mayoría de los sevillanos se conciencien de dejar el coche y optar por el transporte público, sino un año de más obras para que el Tranvibús conecte Santa Justa o Nervión con el corazón mismo de la ciudad. Los trabajos para ello no han hecho sino empezar, en plena Campana, y se irán extendiendo hacia la Plaza del Duque por un lado y hacia Santa Justa por otro. Si no hay contratiempos, estas obras terminarán en otoño de 2026.
En el Ayuntamiento confían plenamente en un final feliz, porque según ha asegurado el concejal delegado Pimentel “hablamos de un sistema moderno, ágil y sostenible” que ya ha triunfado en grandes ciudades de todo el mundo y los sevillanos terminarán adaptándose a un Tranvibús por el que se pagará lo mismo que por cualquier otro autobús de Tussam y con el que igualmente podrá usarse el bonobús. En el Área de Movilidad han hecho sus cálculos en base a que la población del distrito Este está acostumbrada al transporte público hasta el punto de que la media es de 44.000 usuarios diarios.
¿Y el metro?
No obstante, en la calle la sensación es muy distinta, no solo por los evidentes atascos que han protagonizado esta semana vídeos y protestas en las redes sociales, sino porque está muy extendida la idea de que, con este proyecto del Tranvibús que ha supuesto una inversión de 40 millones de euros (la mayoría de fondos europeos), no solo no se va a solucionar el problema de unos vecinos que hoy por hoy usan mayoritariamente el vehículo particular, sino que los atascos van a ser una constante por la pérdida en la práctica de uno de los carriles habituales y, encima, la Administración va a olvidarse de la línea 2 del Metro, que es la auténtica reivindicación histórica del barrio y de toda la ciudad. En este sentido, el alcalde de Sevilla, José Luis Sanz (PP) han insistido en que el Tranvibús no sustituye “en absoluto” al metro ni aparca la exigencia de que se ejecute la prometida línea 2 que no solo uniría Sevilla Este con Santa Justa, sino incluso con el Aljarafe sevillano. La propia Asociación Sevilla quiere Metro insiste en que “el Tranvibús no resuelve los problemas de movilidad del mayor distrito de Sevilla”.
“Una cosa es predicar y otra dar trigo”, dice Rubén Ruiz, vecino de Sevilla Este que tardaba habitualmente cinco o diez minutos en llegar a Nervión y que ahora, con la pérdida de un carril señalizado por bolardos, tarda más de media hora. Lo dice, indignado, en hora punta, desde dentro de su vehículo. Marta Sánchez, que vuelve del trabajo en un pueblo de la provincia, insiste en que “esto es un caos”, no solo porque todo el tráfico rodado va ya por los dos carriles que quedan, incluidos todos los autobuses, “y cuando se para un coche en doble fila, no veas la que se lía”, sino porque, encima, “los semáforos no se compenetran y cuando uno se te pone en verde, el siguiente ya está en rojo de nuevo”. “Es que esto es de chiste”, asegura incrédula Isabel Martín, trabajadora en el centro de la ciudad que regresa en los carriles de enfrente igualmente colapsados. “Es que parece que están esperando a que los vecinos cortemos el Tranvibús porque esto no puede ser”, exclama un chico que todavía lleva la L de novato. El copiloto se anima a dar su opinión: “Hay atascos por Sevilla Este, por la Ronda del Tamarguillo, por Kansas City, por todas partes, y todo por un Tranvibús que no sirve para nada. Todo lo que no sea el metro no va a arreglar nada, y lo saben”.
En el Ayuntamiento confían en que la entrada en funcionamiento del Tranvibús elimine automáticamente muchos coches. Además, les consta que una vez que pasa el mes de septiembre, la situación del tráfico suele normalizase, y son conscientes de que “habrá que hacer ajustes semafóricos y cambios en algunas paradas”.
8 kilómetros y 14 paradas
De momento, el flamante Tranvibús –de 18 metros de longitud y donde caben unos 130 pasajeros- recorre algo más de ocho kilómetros y cuenta con 14 paradas, que se recorren en menos de 20 minutos: una parada en Torreblanca, otra en Avenida de la Aeronáutica, dos en la Avenida de las Ciencias, una en el Palacio de Congresos, otra en la Estación de Cercanías, en Las Góndolas, en Santa Clara, en Avenida Montes Sierras, en Los Arcos, en San Pablo, dos en la Avenida de Kansas City y una última en Santa Justa. La entrada y salida de cada coche, igual que en el tranvía, se hace puede hacer por todas sus puertas, y el tique se valida en la misma parada.
Hasta el corazón de la ciudad
El nuevo reto del Tranvibús es llegar también desde la Estación de Santa Justa hasta la céntrica Plaza del Duque. Más allá de la línea 32 de Tussam, que ya lo hace, el nuevo Tranvibús espera hacerlo en menos tiempo y solo compartirá espacio con alguna que otra línea que venga del distrito norte de la ciudad, como la 13 o la 14. Para entonces, la entrada desde la calle Almirante Apodaca será más exclusiva aún, pues más allá del Tranvibús, solo podrán hacerlo los escasos residentes que tengan garaje, las ambulancias y el servicio público.
El Tranvibús, que tardará entonces solo media hora desde Sevilla Este al centro, llegará al corazón de la ciudad desde Puerta Osario, después de venir por José Laguillo o Gonzalo de Bilbao. Seguirá por Santa Catalina y La Encarnación hasta La Campana, que es por donde, de momento, van a discurrir las obras durante un año para habilitarle el carril. Es el sueño de transformación urbana del equipo de gobierno de José Luis Sanz y el modo en que se conecte el este y el oeste del casco antiguo. Pero también esta idea tiene sus detractores, quienes piensan que será una forma de facilitarles la llegada en masa a los turistas. En todo caso, cuando el Tranvibús llegue hasta la mismísima Plaza del Duque, su recorrido habrá pasado de poco más de ocho kilómetros a once.
Y más obras, hasta 2029
Una vez que el Tranvibús asiente su línea desde Sevilla Este hasta el centro de la ciudad, lo que ocurrirá a finales del próximo año, la idea de la Gerencia Municipal de Urbanismo, que ya ha presentado su proyecto a la Comisión Provincial de Patrimonio, es darle uniformidad “y armonía estética”, según el gerente, Fernando Vázquez, a tres plazas señeras que no lo tienen: la Plaza del Duque, la de La Concordia y la de La Gavidia.
La intervención aprovechará las obras que también supondrán la conversión de la antigua comisaría de la Policía Nacional en un hotel de lujo y la construcción de otro hotel previsto en la antigua sede del sindicato Comisiones Obreras (CCOO). Si Patrimonio da el visto bueno, la intención de Vázquez es que las obras duren tres años, empezando por la Plaza del Duque, siguiendo por la Plaza de la Concordia y rematando con la de la Gavidia, en las que se colocará un nuevo pavimento regular y se implantarán unos recorridos peatonales que faciliten la circulación de los viandantes para que no tengan que andar cruzando peligrosamente desde las aceras hasta algunas isletas, como ocurre actualmente.
